domingo, 30 de septiembre de 2007

EDITORIAL DEL DOMINGO: "Tesis".


Existen libros de psicoanálisis de todos los estilos y, seguramente, todos nosotros hemos leído uno de cada tipo. Es cierto que en ocasiones permanecemos indiferentes al "cómo" se ha originado ese texto. Muchas veces se trata de versiones escritas que recogen alguna enseñanza oral -"establecida" y sesudamente revisada, o no- que sirven para retomar algo del espíritu de transmisión que tantos intentan privilegiar en el psicoanálisis. En ocasiones los libros "se arman" a partir de escritos más breves, publicados o no previamente, quizá presentados oralmente en algún Congreso o Jornada... Así, retorna el espíritu de los Écrits lacanianos confiando en que la dispersión esté más al servicio de ofertar una visión abarcativa del autor que de mostrar cierta fragmentación en los contenidos. También hay libros propiamente "escritos", pero son los menos.

Un fenómeno que podríamos considerar reciente, consiste en la proliferación de profesionales que han optado por los títulos de posgrado. Los doctorados y maestrías se han multiplicado notablemente en nuestro país, lo que produce como resultado un formato de escritura sumamente específico: la tesis.

En países del primer mundo, donde las universidades tienen sus propias casas editoriales parte del trámite de la obtención de los títulos de posgrado incluye -casi de facto- la publicación de los trabajos. Es un hecho verificable que la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) está mucho más comprometida en la publicación de los libros de la cátedras de grado que en las tesis de los muchos doctores y magisters recientemente graduados. Entonces, nos encontramos con profesionales que han desarrollado valiosísimos trabajos de investigación durante extensos perídos de tiempo, trabajos que han sido discutidos con sus propios colegas notables y directores de tesis, trabajos que han atravesado la lectura crítica de los jurados, pero que no logran circular entre otros profesionales puesto que el trámite y el costo para publicarlos recae sobre ellos mismos. Así, muchas de esas tesis quedan reducidas a un print anillado que cuesta llevar al libro.

He tenido ocasión de leer varias de estas tesis y, más allá de las diferencias conceptuales que puedan presentar y de su estilo quizás demasiado duro como para dejarlo pasar a un formato "libro" sin aligerarlo un poco, todas me han resultado muy jugosas y dignas de circular entre los colegas. Demás estaría decir que todas ellas tratan de temas específicos ligados al psicoanálisis y que, por lo tanto, actualizan su polémica relación con la universidad.

En conclusión: un viejo-nuevo género editorial toma cada vez más energía. Y, muchos de nosotros, queremos hacerle lugar. ¿Qué sentido tiene que esas páginas permanezcan ocultas e inaccesibles bajo las cláusulas clásicas de "comunicación personal" o de "circulación interna"? Si sus autores están dispuestas a hacerlas circular, que circulen y favorezcan el enriquecimiento teórico del campo psicoanalítico.

PP.

sábado, 29 de septiembre de 2007

"Pasando revista"

La era del hombre mercancía
En Vida de consumo (Fondo de Cultura Económica), obra de la que ofrecemos un anticipo, el sociólogo polaco analiza las contradicciones de la sociedad actual. Hoy, los seres humanos, convertidos en consumidores, son, a la vez, objetos en venta: luchan para cotizarse mejor, prolongar su "fecha de vencimiento" y seguir consumiendo
LANACION.com ADN Cultura Sábado 29 de setiembre de 2007

LANACION.com ADN Cultura Sábado 29 de setiembre de 2007

jueves, 27 de septiembre de 2007

Jean-Claude Milner. "Las inclinaciones criminales de la Europa democrática". Ed. Manantial, 2007

El par problema/solución determinó la historia del nombre judío en Europa. El nazismo no hizo más que desplegar la última de sus formas. Europa no puede afectar ignorancia. En el espacio que dominaba Hitler, es decir, sobre la casi totalidad de la Europa continental, el exterminio de los judios se cumplió. Lo que los expertos políticos de 1815 tenían por un problema difícil de resolver, se disipó en humo. Las cosas serias podían comenzar. El camino está hoy recorrido. Europa está presente en el mundo, hasta el punto de arrogarse misiones. Una entre otras: hacer reinar la paz entre los hombres de buena voluntad. De estos últimos, sin embargo, los judíos no forman parte. Pues llevan sobre sí la marca imborrable de la guerra. Europa, heroína de la paz en todas partes, sólo puede desconfiar de ellos, estén donde estén. Sólo puede ser profundamente antijudía. Los portadores del nombre judío deben interrogarse. Desde la era de la Ilustración, se pensaron en función de Europa. La persistencia del nombre judío a través de la historia, la continuidad de los odios que despertó, todo eso debía encontrar una explicación cuyos términos fueran aceptables para Europa. Si esta cayó en un antijudaísmo de estructura, es preciso replantearlo todo desde el principio. ¿Cómo persistió el nombre judío? Gracias a un soporte a la vez material y literal del que Europa no quiere saber nada: la continuidad del estudio. ¿Cómo continuó el estudio? Por una vía de la que Europa no quiere saber nada: la decisión de los padres de que su hijo vaya hacia el estudio. ¿Por qué el odio? Porque, en última instancia, el nombre judío, en sus continuidades, reúne los cuatro términos que la humanidad del futuro desea vaciar de todo sentido: hombre/mujer/padres/hijo.

Lingüista y filósofo, fue uno de los primeros discípulos de Jacques Lacan. Brinda un peculiar brillo a las tesis lacanianas, haciendo aflorar de esta manera su carácter profundamente subversivo y resistente a los lugares comunes a los que a menudo se las reduce. Entre sus libros se destacan La obra clara (1996), Los nombres indistintos (1999) e Introducción a una ciencia del lenguaje (2000) publicados por Ediciones Manantial.

martes, 25 de septiembre de 2007

Jacques Lacan. "Una psicosis lacaniana" (Presentación de enfermos)

Dr. Lacan: Siéntese, buen hombre. Usted ha encontrado aquí el más vivo interés. Quiero decir que nos hemos interesado verdaderamente en su caso. Ha hablado con sus psiquiatras. Se han aclarado varias cosas. Hábleme de usted. (Silencio del señor Primeau.) No veo por qué no darle la palabra; usted sabe muy bien lo que le ocurre.

Sr. Primeau: No logro discernirme.

Dr. Lacan: ¿No logra discernirse? Explíqueme lo que le pasa.

Sr. Primeau: Estoy un poco desunido respecto del lenguaje. Es una disyunción entre el sueño y la realidad. Hay una equivalencia entre dos... dos mundos en mi imaginación, y no una predominancia. Entre el mundo y la realidad-eso que se llama realidad-se produce una disyunción. Me encuentro constantemente al borde de que fluya lo imaginativo.

Dr. Lacan: Hábleme de su nombre. Porque Gérard Primeau no es...

Sr. Primeau: Sí, había descompuesto, antes de conocer a Raymond Roussel... Cuando tenía veinte años estudiaba matemáticas superiores... Luego, me interesé por los hechos físicos, y se hablaba mucho de estratos y subestratos intelectuales. El lenguaje podría presentar estratos y subestratos. Por ejemplo, descompuse mi nombre en Geai (grajo), un pájaro, Rare (raro), la rareza.

Dr. Lacan: Geai Rare...

Sr. Primeau: Prime Au (primero al). Había descompuesto, de un modo un tanto lúdico, había despedazado mi nombre para crear. Lo que tengo que decirle es... (silencio).

Dr. Lacan: Y después ¿qué más? ¿A qué llama usted "la palabra"-así me lo han contado-, la palabra impuesta?

Sr. Primeau: La palabra impuesta es una emergencia que se impone a mi intelecto y que no tiene ninguna significación corriente. Son frases que emergen, frases no reflexivas, que no son ya pensadas, sino que son como emergencias que expresan el inconsciente...

Dr. Lacan: Prosiga.

Sr. Primeau: ...emergen como si yo fuese, no sé, manipulado... No soy manipulado, pero no logro explicarme. Tengo muchas dificultades para explicárselo. Tengo dificultad para discernir el problema, dificultad para discernir esta emergencia. No sé cómo viene, se impone a mi cerebro. Llega de golpe: Usted ha matado al pájaro azul. Es un "anarchic system"... frases que no tienen ninguna significación racional en el lenguaje banal y que se imponen en el cerebro, en el intelecto. También hay una especie de oscilación. Con el médico que se llama M.D. tengo una frase impuesta que dice: "M.D. es amable" y enseguida tengo una oscilación, con una reflexión que es mía, es una disyunción entre una frase impuesta y una frase mía, una frase reflexiva, y digo: "Pero yo estoy loco" Digo: "M.D. es amable" -frase impuesta-, "Pero yo estoy loco"-frase reflexiva.

Dr. Lacan: Déme otros ejemplos.

Sr. Primeau: El hecho es que, sobre todo, estoy muy acomplejado, muy agresivo a ratos. Con frecuencia, tengo tendencia...

Dr. Lacan: Y "agresivo", ¿qué quiere decir?

Sr. Primeau: Lo he explicado.

Dr. Lacan: Usted no tiene pinta de agresivo.

Sr. Primeau: Cuando tengo un contacto sensible soy agresivo interiormente... No puedo decir más...

Dr. Lacan: Usted conseguirá decírmelo, decirme cómo sucede.

Sr. Primeau: Tiendo a compensar. Soy agresivo, no físicamente, sino interiormente. Tiendo a compensar en el nivel de las frases impuestas. Me expreso mal, me descubro en seguida... Tiendo a recuperar las frases impuestas, a hallar amable a todo el mundo, bello a todo el mundo... mientras que en otros momentos tengo frases agresivas impuestas...

Dr. Lacan: Tómese su tiempo, tómese su tiempo para orientarse.

Sr. Primeau: Hay varios niveles de voces.

Dr. Lacan: ¿Por qué las llama "voces"?

Sr. Primeau: Porque las oigo, las oigo interiormente.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Así pues, soy agresivo, e internamente oigo a la gente por telepatía. A veces tengo frases emergentes que no tienen significado, como acabo de explicarle un poco.

Dr. Lacan: Déme un ejemplo.

Sr. Primeau: Me matará el pájaro azul. Es un "anarchic system" Es un "assastinat" político... que es la contracción entre assassinat (asesinato) y assistanat (asistentado), que evoca la noción de asesinato.

Dr. Lacan: Que evoca... Dígame: ¿no le asesinan a usted?
Sr. Primeau: No, no me asesinan. Voy a continuar con una especie de recuperación inconsciente. A veces, tengo frases emergentes, agresivas e insignificantes o, mejor dicho, no significantes en el lenguaje corriente, y otras veces tengo recuperaciones de esta agresividad. y tengo la tendencia a encontrar a todo el mundo amable bello, etcétera. Eso beatifica, canoniza a ciertas personas a las que llamo santas. Tengo una amiga que se llama Bárbara; de lo que resulta Santa Bárbara. Santa Bárbara es una frase emergente, pero yo estoy en una fase agresiva. Siempre tengo esta disyunción entre las dos, que se completan, según la influencia del tiempo, y que no son del mismo tipo; una es emergente y la otra es reflexiva.

Dr. Lacan: Sí. Entonces hablemos más precisamente si usted quiere, de las frases emergentes. ¿Desde cuándo emergen? No es una pregunta estúpida.

Sr. Primeau: No, no. Desde cuando hice... Me diagnosticaron un delirio paranoico en marzo de 1974.

Dr. Lacan: ¿Quién dijo eso, "delirio paranoico"?

Sr. Primeau: Un médico lo dijo entonces. Y esas frases emergentes...

Dr. Lacan: ¿Por qué se vuelve hacia ese señor?

Sr. Primeau: Sentí que se burlaba de mí.

Dr. Lacan: ¿Ha sentido una presencia burlesca? El no está en su campo...

Sr. Primeau: Oí un sonidos y sentí.

Dr. Lacan: No se burla de usted. Lo conozco bien, seguramente no se burla de usted; al contrario, todo esto le interesa. Es eso, el ruido que ha hecho.

Sr. Primeau: La impresión de comprensión intelectual de su parte...

Dr. Lacan: Sí, también lo pienso, es más bien su estilo. Le digo que le conozco. Por otro lado, conozco a todas las personas que están aquí. No las hubiéramos hecho venir si yo no tuviera una confianza absoluta en ellos. Bien, continúe...

Sr. Primeau: Por otra parte, pienso que la palabra (la parole) puede ser la fuerza del mundo, de las palabras (des mots).

Dr. Lacan: Ciertamente, veamos. Hace un instante usted emitió su doctrina. Y en efecto, es un buen embrollo esta historia de...

Sr. Primeau: Es un lenguaje muy simple que uso en la vida cotidiana, y por otra parte hay un lenguaje de influencia imaginativa, en el que hago una disyunción de lo real, las personas que me rodean. Es eso lo importante. Mi imaginación crea otro mundo, un mundo que tendría un sentido equivalente al mundo llamado real, pero que estaría completamente desunido. Los dos mundos estarían completamente desunidos. Por otro lado, estas frases impuestas, en la medida en que emergen para agredir, a veces, a la persona, son puentes entre el mundo imaginativo y el mundo llamado real.

Dr. Lacan: Sí, pero en fin, está el hecho de que usted los mantiene perfectamente diferenciados.

Sr. Primeau: Sí, los mantengo perfectamente diferenciados pero el lenguaje, el fluir de la imaginación, no es del mismo orden intelectual o espiritual que lo que digo. Es una especie de sueño, una especie de sueño despierto, un sueño permanente.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: No creo que invente. Está desunido, pero esto no tiene ningún... No logro... Respondiéndole tengo miedo a equivocarme .

Dr. Lacan: ¿Cree haberse equivocado al responder?

Sr. Primeau: No me he equivocado. Cualquier palabra es fuerza de ley, toda palabra es significante, pero aparentemente, a primera vista, no tienen un sentido puramente racional.

Dr. Lacan: ¿De dónde ha tomado usted este término: "Toda palabra es significante"?

Sr. Primeau: Es una reflexión personal.

Dr. Lacan: Exacto.

Sr. Primeau: Tengo conciencia de este mundo desunidos no estoy seguro de tener conciencia de este mundo desunido.

Dr. Lacan: ¿No está seguro de...?

Sr. Primeau: No estoy seguro de tener conciencia de este mundo desunido. No sé si el...

Dr. Lacan: ¿Si el...?

Sr. Primeau: El sueño, el mundo construido por la imaginación, donde encuentro el centro de mí mismo, no tiene nada que ver con el mundo real, porque en mi mundo imaginativo, en el mundo que creo por la palabra, ocupo el centro. Tiendo a crear una especie de miniteatro, donde yo sería a la vez creador y director, mientras que en el mundo real sólo tengo una función de...

Dr. Lacan: Sí, ahí usted no es un geai rare, es tan cierto que...

Sr. Primeau: No, el geai rare está en el mundo imaginativo. El Gérard Primeau está en el mundo comúnmente llamado real, mientras que en el mundo imaginativo yo soy Geai Rare Prime Au. Es, quizás, a partir de mi palabra Prime: es el primero, el que codifica, que tiene fuerza. Había empleado un término en uno de mis poemas...

Dr. Lacan: ¿En uno de sus poemas?
Sr. Primeau: Era el centro solitario de un círculo solitario. No sé si eso ha sido dicho antes. Lo encontré cuando era bastante joven. Creo que ya lo había dicho Novalis.

Dr. Lacan: Exactamente.

Sr. Primeau: Soy el centro solitario, una especie de dios, de demiurgo de un círculo solitario, porque justamente este mundo está amurallado, y no logro hacerlo pasar a la realidad cotidiana. Todo el que se masturba... es decir, que se crea en el sueño interior-iba a decir "que se masturba"... (silencio).

Dr. Lacan: En definitiva, ¿qué piensa? Por lo que dice, parecería que tiene la sensación de que hay un sueño que funciona como tal, que usted, en definitiva, es la presa de un determinado sueño.

Sr. Primeau: Sí, más o menos eso. Una tendencia en la vida, además a... (silencio).

Dr. Lacan: Dígame.

Sr. Primeau: Estoy cansado. No estoy muy en forma, esta mañana, para hablar.

Dr. Lacan: ¿Y por qué diablos?

Sr. Primeau: Porque estaba un poco angustiado.

Dr. Lacan: Ha estado angustiado. ¿A qué nivel?

Sr. Primeau: No sé. Estoy angustiado. También la angustia es emergente. A veces está en relación con el hecho de encontrarse con una persona. Por otra parte, el hecho de encontrarme con usted, y...

Dr. Lacan: ¿Es angustiante hablar conmigo? ¿Acaso tiene la sensación de que yo no entiendo nada de todo este asunto suyo?

Sr. Primeau: No estoy seguro de que la entrevista pueda desbloquear ciertas cosas. Una vez tuve una angustia emergente que era puramente física, sin relación con un hecho social.

Dr. Lacan: Sí, el modo en el que yo me introduzco en este mundo...

Sr. Primeau: No... tenía miedo de usted porque estoy muy acomplejado. Usted es una personalidad bastante conocida. Tenía miedo de encontrarme con usted. Era muy simple, como angustia.

Dr. Lacan: Sí. ¿Y qué impresión le causan las personas que están aquí, que escuchan con tanto interés?

Sr. Primeau: Es oprimente. Es por esto que me da fatiga para hablar. Me siento angustiado y cansado, y esto bloquea mi tendencia a...

Dr. Lacan: ¿Con quién habló en 1974?

Sr. Primeau: Con el doctor G.

Dr. Lacan: ¿No fue G. el primer psiquiatra con el que habló?

Sr. Primeau: Sí, fue el primero. Vi al profesor H, a los quince años.

Dr. Lacan: ¿Quién le condujo a él?

Sr. Primeau: Mis padres. Tenía problemas de oposición a mis padres.

Dr. Lacan: ¿Es usted hijo único?

Sr. Primeau: Sí, soy hijo único.

Dr. Lacan: ¿Qué hace su padre?

Sr. Primeau: Visitador médico.

Dr. Lacan: ¿Qué tipo de trabajo es?

Sr. Primeau: Trabaja para un laboratorio farmacéutico. El trabajo consiste en ir a hablar con los médicos para presentar sus productos, es una especie de representante.

Dr. Lacan: ¿Trabaja para...?

Sr. Primeau: Para los laboratorios D.

Dr. Lacan: Y usted ¿ha seguido una orientación profesional? Hace poco me dijo que había hecho matemáticas superiores.

Sr. Primeau: Exacto, sí. En el liceo P.

Dr. Lacan: Hábleme un poco de sus estudios.

Sr. Primeau: ¿A qué nivel? Siempre he sido un alumno más bien perezoso. La naturaleza me había dotado... Siempre tenía tendencia a apoyarme en mi inteligencia más que en el trabajo. En matemáticas superiores lo dejé porque tuve...

Dr. Lacan: ¿Tuve...?

Sr. Primeau: Tuve un problema sentimental.

Dr. Lacan: ¿Tuvo un problema sentimental?

Sr. Primeau: Tuve preocupaciones por un problema sentimental. En noviembre había comenzado matemáticas superiores, luego me vine abajo a los dos meses a causa de un problema sentimental. Después, abandoné la matemática superior ya que entretanto tuve una depresión nerviosa.

Dr. Lacan: Usted tuvo una depresión nerviosa ligada a...

Sr. Primeau: A esa decepción sentimental.

Dr. Lacan: Esa decepción sentimental ¿en relación a quién?

Sr. Primeau: A una muchacha que había conocido en una colonia de vacaciones. Ambos éramos monitores.

Dr. Lacan: Sí. No veo por qué no decirme cómo se llamaba.

Sr. Primeau: Hélène Pigeon.

Dr. Lacan: Sí, era pues en 1967. ¿En qué punto se encontraba usted en su "escolaridad"? Es preciso llamarla así.

Sr. Primeau: Había tenido problemas porque era perezoso. Pero la pereza es una enfermedad. Ya estaba muy trastornado desde los quince años, y tenía palpitaciones afectivas a causa de mis relaciones tempestuosas con mis padres. Me ocurría que tenía lagunas de memoria.

Dr. Lacan: Habla de sus padres. Ya me ha situado un poco a su padre. ¿Y su madre?

Sr. Primeau: Fui criado por mi madre, porque mi padre, visitador médico, trabajaba en provincias. Mi madre era una mujer muy angustiada, muy silenciosa, y como yo mismo era muy retraído, muy, muy reservado, la cena era muy silenciosa, no había ningún contacto afectivo verdadero de parte de mi madre. Estaba angustiada, tenía un estado mental bastante contagioso... No es un virus, pero está en el ambiente. Entonces, fui criado por esta madre muy angustiada, hipersensible, que se peleaba muchas veces en escenas familiares con mi padre cuando regresaba los fines de semana. Había una atmósfera bastante tensa y angustiante. Creo que, por un fenómeno de ósmosis, yo también estaba muy angustiado.

Dr. Lacan: Cuando habla de fenómenos de ósmosis, ¿qué idea se hace de esta ósmosis, usted que sabe distinguir tan bien lo real...?

Sr. Primeau: ¿...de lo imaginario?

Dr. Lacan: Exacto, sí. ¿Entre qué y qué había ósmosis?

Sr. Primeau: Creo que, ante todo, hay una toma de conciencia entre lo que se llama lo real... se crea una tensión psicológica, una angustia en lo real, pero carnal, es decir en el cuerpo, y que, por ósmosis, pasa enseguida al espíritu... Porque tengo un problema es que no consigo... me siento un poco... Una vez le escribí una carta a mi psiquiatra...

Dr. Lacan: ¿A qué psiquiatra?

Sr. Primeau: Al doctor G. Desde hacía tiempo, hablaba de la escisión entre el cuerpo y el espíritu, y había una... Estaba obsesionado por... Yo le hablo de entonces, ahora ya no es válido... Llevé una especie de... (parece muy emocionado)... toda una noción de cuerpos eléctricos aparentemente empalmados, y que aparentemente se desunían. No lograba distinguir completamente en el nivel de esa situación cuerpo-espíritu.

Dr. Lacan: ¿"De entonces", eso cuándo era?

Sr. Primeau: Tendría diecisiete o dieciocho años... Decía: ¿cuál es el momento en que el cuerpo entra en el espíritu, o el espíritu entra en el cuerpo? No sé. Estoy obsesionado por la... ¿Cómo?... por el cuerpo compuesto de células, de todo tipo de células nerviosas. ¿Cómo pasar de un hecho biológico a un hecho espiritual? ¿Cómo se realiza la división entre el cuerpo y el espíritu? En suma, ¿cómo el pensamiento tiene una interacción neuronal? ¿Cómo se formuló el pensamiento? ¿De qué modo, a partir de esta interacción neuronal con el cerebro, el pensamiento puede hacer emerger de estas interacciones neuronales, de estos desarrollos hormonales, de estos desarrollos neurovegetativos, etcétera? Se me había ocurrido...

Dr. Lacan: Pero usted sabe que no sabemos más que usted.

Sr. Primeau: Se me había ocurrido, en vista de que la biología tomaba sus ondas en el cerebro, se me ocurrió que el pensamiento, o la inteligencia, era una especie de onda, de proyección de onda hacia el exterior. No sé cómo estas ondas se proyectaban hacia el exterior, pero el lenguaje... Es en relación con el hecho que soy poeta, porque...

Dr. Lacan: Sí, no hay duda de que usted sea poeta.

Sr. Primeau: Intenté, al principio...

Dr. Lacan: ¿Tiene cosas escritas por usted?

Sr. Primeau: Sí, tengo cosas aquí.

Dr. Lacan: Tiene ¿dónde?

Sr. Primeau: En el Hospital. El doctor Z me había pedido que las trajera. En fin, querría continuar. Intenté, con la acción poética, encontrar un ritmo de oscilación, una música. Se me ha ocurrido que la palabra es la proyección de la inteligencia que se eleva hacia el exterior.

Dr. Lacan: La inteligencia, la palabra. ¿Es esto lo que usted llama la inteligencia, es el uso de la palabra?

Sr. Primeau: Pensaba que la inteligencia era una proyección ondulatoria hacia el exterior, como si... No estoy de acuerdo con usted cuando dice que la inteligencia es la palabra. Está la inteligencia intuitiva, que no se puede traducir por la palabra, y justamente yo soy muy intuitivo y me cansa logificar (à logifier)... No sé si es una palabra francesa, es una palabra que inventé. Lo que veo... Por momentos, se me ocurría decir, cuando discutía con alguien: "Veo", pero no logro traducir racionalmente lo que veía. Son imágenes que pasan, y no logro...

Dr. Lacan: Hábleme un poco de esas imágenes que pasan.

Sr. Primeau: Es como un cine, lo que en medicina se llama "cine". Parte a toda velocidad y no sabría formular estas imágenes, porque no consigo calificarlas.

Dr. Lacan: Intentemos, antes que nada, definir un poco mejor esto. ¿Qué relación hay, por ejemplo, entre estas imágenes y una cosa que yo sé-porque me lo han dicho-, que tiene un lugar relevante para usted? La idea de lo bello. ¿Es de estas imágenes que usted se hace su idea de la belleza?

Sr. Primeau: ¿A nivel del círculo solitario?

Dr. Lacan: Del círculo solitario, sí.

Sr. Primeau: Efectivamente, se trata de esto. Pero la idea de lo bello en el sueño es esencialmente una visión física.

Dr. Lacan: ¿Qué es bello, aparte de usted? Porque, ante todo, ¿usted piensa que es bello?

Sr. Primeau: Sí, pienso que soy bello.

Dr. Lacan: ¿Las personas con las que usted se relaciona son bellas?

Sr. Primeau: En un rostro yo busco su luminosidad, siempre esta proyección, un don luminoso; busco una belleza que irradia. Esto no es extraño al hecho de que diga que la inteligencia es una proyección de ondas. Busco gente que tenga una inteligencia sensible, esta irradiación del rostro que te pone en relación con esta inteligencia sensible.

Dr. Lacan: Hablemos de la persona por la que se preocupaba en 1967... Hélène. ¿Ella irradiaba?

Sr. Primeau: Sí, ella irradiaba. Bien, encontré otras...

Dr. Lacan: ¿Otras personas irradiantes?

Sr. Primeau: Otras personas irradiantes, tanto entre las mujeres como entre los hombres. Sexualmente, me enamoro tanto de una mujer como de un hombre. Hablaba de las relaciones físicas con los hombres. Era atraído únicamente a causa de esta irradiación a la vez intelectual y sensible.

Dr. Lacan: Entiendo muy bien lo que usted quiere decir. No estoy obligado a participar, pero entiendo lo que quiere decir. Pero, en fin, usted no tuvo que esperar diecisiete años para quedar conmovido así, sensiblemente, por la belleza. ¿Qué le llevó a...?

Sr. Primeau: Por un problema...
Dr. Lacan: Dígame.

Sr. Primeau: ...de oposición a mis padres. Mi madre era muy silenciosa, pero mi padre, cuando regresaba los fines de semana... por problemas de educación, por problemas de la vida cotidiana, de la vida escolar o de la educación, con los consejos que me daba, yo era más bien refractario, bastante rebelde, ya muy independiente, y estaba irritado por los consejos que mi padre quería darme, como si yo tuviera la posibilidad de ir adelante por mi cuenta, sin recibir los consejos de mi padre. Fue entonces...

Dr. Lacan: ¿Qué le dijo a H.?

Sr. Primeau: Ya no me acuerdo.

Dr. Lacan: ¿Dijo usted que era un oposicionista?

Sr. Primeau: Ya no me acuerdo de qué dijo. Me hizo hablar y luego me hizo salir y habló con mi padre, no hizo el diagnóstico en mi presencia. Me pasó unos tests, desnudo. Estaba muy acomplejado desde el punto de vista sexual.

Dr. Lacan: La palabra "acomplejado", para usted, significa... ¿Está especialmente centrada en, digamos, cosas sexuales? ¿Es esto lo que quiere decir? Ya ha usado cinco o seis veces la palabra "acomplejado".

Sr. Primeau: No es sólo en lo sexual. También lo es a nivel relacional. Pero me es muy difícil expresarme, y tengo la impresión de ser, no rechazado, sino...

Dr. Lacan: "Sino"... ¿Por qué dice "no rechazado"? ¿Siente que es rechazado?

Sr. Primeau: Sí, tengo complejos por la palabra, complejos por la vida social. Es por miedo, una cierta angustia, un miedo a hablar de... Soy de efectos retardados, no soy rápido en la respuesta y tiendo a replegarme sobre mí mismo por este motivo. Me resulta muy difícil... A veces me paro, no logro... El hecho de que hace un momento haya tenido miedo de verle, era un complejo de inferioridad.

Dr. Lacan: ¿Se siente en estado de inferioridad ante mi presencia?

Sr. Primeau: He dicho "hace un momento". Estoy acomplejado en las relaciones. Como usted es una personalidad muy conocida, eso me había angustiado.

Dr. Lacan: ¿Cómo sabe que soy una personalidad conocida?

Sr. Primeau: Intenté leer sus libros.

Dr. Lacan: ¿Ah, sí? ¿Lo intentó? (El señor Primeau sonríe.) Usted leyó. Está al alcance de todo el mundo.

Sr. Primeau: Ya no recuerdo más. Lo leí de muy joven, a los dieciocho años.

Dr. Lacan: ¿Leyó las cosas que yo había propuesto cuando tenía dieciocho años?
Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Y eso ¿en qué año?

Sr. Primeau: En 1966.

Dr. Lacan: Acababa de ser publicado.

Sr. Primeau: No me acuerdo.

Dr. Lacan: En aquel entonces usted estaba...

Sr. Primeau: En la clínica C., para estudiantes. Lo vi en la biblioteca. Debía tener veinte años.

Dr. Lacan: ¿Qué le empujó a abrir alguna vez ese maldito libro?

Sr. Primeau: Fue bajo la influencia de un amigo que me había hablado de él... lo hojeé. Había muchos términos muy...

Dr. Lacan: ¿Muy qué?

Sr. Primeau: Muy complejos, y no podía seguir la lectura.

Dr. Lacan: Sí, es más bien por el hecho de que hay cosas últimamente que se encuentran en todas partes. ¿Le impresiona eso?

Sr. Primeau: Me gustó. No lo leí todo, simplemente lo recorrí por encima.

Dr. Lacan: Bien, sigamos entonces, intente volver atrás. Sucio asesinato político. ¿Por qué estos asesinatos?

Sr. Primeau: No, hay asistentado político y hay "assastinat"

Dr. Lacan: ¿Entre el "asistentado" y el "asesinato", usted hace una diferencia, o bien todo es equívoco?

Sr. Primeau: Equívoco.

Dr. Lacan: ¿Es equívoco?

Sr. Primeau: No puedo...

Dr. Lacan: ...distinguir el "asistentado" del "asesinato"? ¿Desde cuándo este embrollo, digamos, "sonoro"? Cuando las palabras -dejemos de lado la historia de su nombre, Prime Au Geai Rare-, esto tiene un cierto peso, el geai rare -pero- "asistentado" y "asesinato" se deslizan uno sobre otro. No se puede decir que aquí las palabras tengan su peso, porque "el sucio asesinato"...

Sr. Primeau: Su peso, en la medida en que no es reflexivo.

Dr. Lacan: ¿Es decir que usted no les añade su reflexión?

Sr. Primeau: No, emergen, llegan espontáneamente, a ráfagas, a veces espontáneamente.

Dr. Lacan: ¿A ráfagas?

Sr. Primeau: A ráfagas. Exactamente, pensaba, precisamente, que quizás había una relación racional, aunque no sea emergente, una relación entre sucio asesinato, sucio asistentado, y sucio "assistanat". Pero luego, estas contracciones de palabras entre "asesinato" y "asistentado"... Me interesé? también, por las contracciones de las palabras. Por ejemplo, había conocido a Béatri Sarmeau, que es una cantante. La conocí al ir a escucharla al teatro V. Santa Beatriz es el 13 de febrero. Me acordé de esto mirando mi diccionario-no mi diccionario, mi calendario-y como ella me había pedido que volviera para escucharla, porque le había dicho cosas bastante bellas sobre su espectáculo, había escrito un deseo: "Del espacio en el que la leo, no se es Beatriz en fiesta" (ne s'est pas Béatrice en fête). Había escrito dixt, diez días: a la vez, el hecho de que eran diez días que habría podido desear, la distancia entre trece y veintitrés, diez, y la formulación, no lo había dicho (dit), porque es espacio de diez (dix) días pasó sin que hubiera una fiesta.

Dr. Lacan: En fiesta, ¿qué quiere decir? ¿Era esa la fiesta?

Sr. Primeau: Era la fiesta. En el deseo, sólo era esta palabra la que estaba contraída. Hay otra palabra como aplallado que es a la vez aplastado y estallado. Había escrito una poesía que llamaba Venurio, que es una contracción de Venus y Mercurio. Era una especie de elegía. Pero ahora no la tengo aquí, porque... Había también la palabra caer (choir) que escribía choixre, para expresar la noción de caída (chute) y la noción de elección (choix).

Dr. Lacan: ¿Y aparte de Hélène, para llamarla por su nombre, y el Venurio, que le "venurió"? Cuénteme eso.

Sr. Primeau: Entonces vino Claude Tours, a quien conocí en C.

Dr. Lacan: Cuénteme un poco más.

Sr. Primeau: También ella era poetisa. Trabajaba en el piano sola, a cuatro manos, bailaba, diseñaba.

Dr. Lacan: ¿También ella estaba iluminada?

Sr. Primeau: Cuando la conocí tenía su belleza. Estaba muy marcada por los medicamentos que tomaba. Su cara se había abotargado. Más tarde, seguí viéndola, después de su salida. Estaba delgada, tenía una belleza luminosa. Siempre me atraen esas bellezas. Estoy buscando una personalidad aquí en esta sala... Quizás esa señora... que lleva el fulard rojo, de ojos azules. Lástima que lleve maquillaje.

Dr. Lacan: Entonces ¿ella se parecía a esta señora?
Sr. Primeau: Se le parecía un poco, sí. Pero Claude no se maquillaba. Esa señora se ha puesto polvos.

Dr. Lacan: ¿Y a usted también se le ocurre alguna vez maquillarse?

Sr. Primeau: Sí, alguna vez. Se me ocurrió, sí (sonríe). Se me ocurrió a los diecinueve años, porque tenía la impresión... Estaba acomplejado sexualmente... Porque la naturaleza me había dotado de un falo muy pequeño.

Dr. Lacan: Hábleme un poco de eso.

Sr. Primeau: Tenía la impresión de que mi sexo se iba encogiendo, y de que me iba a convertir en una mujer.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Tenía la impresión de que me iba a convertir en un transexual.

Dr. Lacan: ¿Un transexual?

Sr. Primeau: Es decir, a sufrir una mutación desde el punto de vista sexual.

Dr. Lacan: ¿Y eso qué quiere decir? ¿Ha tenido la sensación de que iba a convertirse en una mujer?

Sr. Primeau: Sí. Tenía determinados hábitos, me maquillaba, tenía esa impresión angustiante de encogimiento del sexo, y al mismo tiempo la voluntad de saber qué es una mujer, para intentar entrar en el mundo de una mujer, en la psicología de una mujer, y en la expresión intelectual, psicológica, de una mujer.

Dr. Lacan: Usted esperó... Es, con todo, una especie de esperanza .

Sr. Primeau: Era una esperanza y una experiencia.

Sr. Lacan: Es una experiencia... de que, no obstante, usted tiene un órgano masculino. ¿Sí o no?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Bien, entonces, ¿en qué sentido dice que era una experiencia? Era más bien del orden de la esperanza. ¿En qué sentido sería una experiencia?

Sr. Primeau: Esperando que fuese experimental.1

Dr. Lacan: Es decir, que usted "esperaba experimentar", para jugar de nuevo con las palabras. Pero la cosa se quedó en el estadio de la esperanza... En fin, ¿usted nunca sintió que era una mujer?

Sr. Primeau: No.
Dr. Lacan: ¿Sí o no?

Sr. Primeau: No. ¿Puede repetir la pregunta?

Dr. Lacan: Le he preguntado si usted había sentido que era una mujer.

Sr. Primeau. Psicológicamente, sí. Con esa especie de intuición de...

Dr. Lacan: Sí, excuse, de intuición. Porque las intuiciones son imágenes que pasan súbitamente, ¿se ha visto alguna vez mujer?

Sr. Primeau: No, me vi mujer en sueños, pero voy a intentar.. .

Dr. Lacan: Se vio mujer en sueños. ¿Que entiende por “sueño”?

Sr. Primeau: ¿Sueño? Sueño de noche.

Dr. Lacan: De todos modos usted debe darse cuenta de que no es la misma cosa, el sueño de noche...

Sr. Primeau: Y el sueño despierto.

Dr. Lacan: Y el sueño que usted mismo llama despierto y al cual, si le he entendido bien, vinculaba la palabra impuesta. Bien. Eso que le ocurre de noche, a saber esas imágenes que se ven cuando se está dormido ¿es de la misma naturaleza que las palabras impuestas? Estoy hablando en términos muy aproximativos pero quizá tenga usted sus propias ideas sobre esto.

Sr. Primeau: No, no hay ninguna relación.

Dr. Lacan: Entonces ¿por qué definía como sueños las palabras impuestas?

Sr. Primeau: Las palabras impuestas no son un sueño, usted no me ha entendido bien.

Dr. Lacan: Le pido disculpas. He escuchado muy bien cómo usted usaba la palabra "sueño" en relación a esto. Añadiendo también "despierto", ha sido usted quien ha usado la palabra "sueño". ¿Usted recuerda haber utilizado la palabra "sueño"?

Sr. Primeau: Sí, usé esa palabra, "sueño", pero las frases impuestas están, por así decirlo, entre el círculo solitario y lo que agredo en la realidad. No sé qué forma parte del...


Dr. Lacan: Bien. ¿Entonces es este puente lo que agrede?

Sr. Primeau: Lo que agrede es el puente, sí.

Dr. Lacan: Entonces, esas palabras...

Sr. Primeau: No, son frases.

Dr. Lacan: Esas palabras que lo atraviesan, expresan su asesinato. Es más o menos lo que usted mismo dijo hace poco, por ejemplo: Quieren monarquizarme. Esto lo dice usted, pero es una palabra impuesta.

Sr. Primeau: Es una palabra impuesta.

Dr. Lacan: Bien. Esos que quieren monarquizarlo son personas a quienes usted insulta, usted los acusa de quererle monarquizar el intelecto. ¿Está de acuerdo?

Sr. Primeau: Sí, pero no sé si es...

Dr. Lacan: Una de dos, o las palabras surgen así, le invaden...

Sr. Primeau: Sí, me invaden.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Me invaden, emergen, no son reflexivas.

Dr. Lacan: Sí. Entonces es una segunda persona quien reflexiona ahí y añade lo que usted añadía al reconocer que usted desempeñaba ese papel. ¿Está de acuerdo?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: ¿Qué añade, por ejemplo? ¿Quieren monarquizarme el intelecto?

Sr. Primeau: Nunca se me ha ocurrido añadir frases a esta frase, Quieren monarquizarme el intelecto. Pero la realeza no está vencida o está vencida. No sé si...

Dr. Lacan: Usted mismo hace la distinción entre la palabra impuesta y las reflexiones que añade y, en general-no es el único caso-, agrega un "pero", como acaba de decir: "Pero la realeza está vencida"

Sr. Primeau: Quieren monarquizarme el intelecto, emergencia. Pero la realeza está vencida, es una reflexión.

Dr. Lacan: ¿Es decir, es suya, es de su propia invención?


Sr. Primeau: Sí, mientras que la emergencia se me impone. Me vienen así como una especie de pulsiones intelectuales, que nacen violentamente y que vienen a imponerse a mi intelecto.

Dr. Lacan: ¿En el transcurso de nuestra conversación...?

Sr. Primeau: He tenido muchas.

Dr. Lacan: Quizá podría reconstruirlas.

Sr. Primeau: Quieren matarme los pájaros azules.

Dr. Lacan: Quieren matarme los pájaros...

Sr. Primeau: ...Los pájaros azules. Quieren agarrarme, quieren matarme.

Dr. Lacan: ¿Quiénes son los pájaros azules? ¿Están aquí los pájaros azules?

Sr. Primeau: Los pájaros azules.

Dr. Lacan: ¿Qué son los pájaros azules?

Sr. Primeau: Al principio, era una imagen poética, relacionada con el poema de Mallarmé, L'Azur, luego el pájaro azul era el cielo, el azul infinito. El pájaro azul era el infinito azul.

Dr. Lacan: Sí, continúe.

Sr. Primeau: Es una expresión de infinita libertad.

Dr. Lacan: Entonces ¿qué es? Traduzcamos "pájaro azul" por "infinita libertad". ¿Son las "infinitas libertades" las que quieren matarle? Es preciso saber si las "infinitas.libertades" quieren matarle. Continúe.

Sr. Primeau: Vivo sin límites. No tengo límites...

Dr. Lacan: Es preciso saber bien si usted vive sin límites o si está en un círculo solitario, porque la palabra "círculo" implica más bien la idea de limite.

Sr. Primeau: Sí, y de una tradición a nivel de...

Dr. Lacan: La imagen del círculo solitario...

Sr. Primeau: ¿A nivel del sueño, a nivel de lo no imaginativo creado por mi intelecto?

Dr. Lacan: No, pero es preciso ir hasta el fondo de las cosas.

Sr. Primeau: Es muy difícil. porque...

Dr. Lacan: ¿Qué es lo que usted crea? Para usted la palabra "crear" tiene un sentido preciso.

Sr. Primeau: Desde el momento que esto emerge de mí, es una creación. Es más o menos así. No hace falta liarse. No hay contradicción entre el hecho de hablar de estos círculos solitarios y el vivir sin límites. Para mí no hay contradicción. ¿Cómo explicárselo? Estoy en un círculo solitario porque estoy en ruptura con la realidad. Es por esto que hablo de círculo solitario Pero esto no me impide vivir, a nivel imaginativo, sin límites Es Justamente por no tener límites que tiendo a dispersarme un poco, a vivir sin limites, y si uno no tiene límites que lo paren ya no puede funcionar en la lucha. Ya no hay más lucha.

Dr. Lacan: Usted distinguía, hace un momento, el mundo de la realidad, de la que usted mismo dice que está hecha de cosas como éstas, esta mesa, esta silla. Bien. Me ha parecido también que indicaba que lo considera como todo el mundo, que lo concibe a nivel de sentido común. Entonces, interroguémonos sobre este punto. ¿Acaso crea usted otros mundos? La palabra "crear"...

Sr. Primeau: Creo mundos a través de mi poesía, a través de mi palabra poética.

Dr. Lacan: Sí, y las palabras impuestas crean mundos.

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Eso era un problema.

Sr. Primeau: Sí, crean mundos. Crean mundos, y la prueba es que...

Dr. Lacan: ¿La prueba es que...?

Sr. Primeau: Acabo dé decirle que Quieren matarme el pájaro azul implica un mundo en el que estoy sin límites. Se vuelve, yo vuelvo a mi círculo solitario, donde vivo sin límites. Es confuso, lo sé, pero estoy muy cansado.

Dr. Lacan: Acabo de hacerle notar que el círculo solitario no implica vivir sin límites, porque usted está limitado por ese círculo solitario.

Sr. Primeau: Sí, pero a nivel de este círculo solitario vivo sin límites. Pero a nivel de lo real, vivo con límites, porque estoy limitado, aunque sólo fuese por mi cuerpo.

Dr. Lacan: Sí. Todo esto es muy cierto, por el hecho de que el círculo solitario está limitado.

Sr. Primeau: Está limitado en relación con la realidad tangible, pero esto no impide que en medio de ese círculo se viva sin límites. Usted piensa en términos geométricos.

Dr. Lacan: Yo pienso en términos geométricos, es cierto, mientras que usted no. Pero es vivir sin límites lo que es angustiante. ¿No? ¿No le angustia esto?

Sr. Primeau: Es verdad que me angustia. Pero no consigo liberarme de este sueño o de este hábito.

Dr. Lacan: Bien. Dicho esto, le ha ocurrido un tropiezo que ha motivado su ingreso aquí. Si entendí bien, ha sido un intento de suicidio. ¿Qué le empujó a eso? ¿Fue su amiga Claude de la que hablábamos antes?

Sr. Primeau: No, no, no, no. Fue a causa de la telepatía.

Dr. Lacan: Exactamente. Aún no habíamos abordado esa palabra. ¿Qué es la telepatía?

Sr. Primeau: Es la transmisión del pensamiento. Soy telépata emisor.

Dr. Lacan: ¿Es usted emisor?

Sr. Primeau: Quizá no me oye.

Dr. Lacan: No, le oigo muy bien. Usted es un emisor telepático. En general, la telepatía es del orden de la recepción, ¿no? ¿La telepatía le advierte de lo que ha ocurrido?

Sr. Primeau: No, eso es clarividencia. La telepatía es la transmisión del pensamiento.

Dr. Lacan: Entonces, ¿a quién transmite usted?

Sr. Primeau: No transmito ningún mensaje a nadie. Lo que pasa a través de mi cerebro es oído por determinados telépatas receptores.

Dr. Lacan: Por ejemplo, ¿soy yo receptor?

Sr. Primeau: No lo sé.

Dr. Lacan: No soy muy receptor, porque es evidente que vacilo en su sistema. Las preguntas que le he hecho prueban que era justamente de usted de quien deseaba las explicaciones. Así, pues, no he recibido todo lo que supone eso que, provisionalmente, llamaremos "su mundo".

Sr. Primeau: Un mundo a mi imagen.

Dr. Lacan: ¿Pero existen esas imágenes?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Pero es usted quien las recibe, puesto que es quien las ve.

Sr. Primeau: La telepatía se hace a nivel de la palabra. La frase emergente y las reflexiones que yo puedo tener, porque de vez en cuando me ocurre que tengo algunas...

Dr. Lacan: Sí, usted reflexiona constantemente sobre sus frases.

Sr. Primeau: No, no reflexiono siempre sobre las frases, sino que reflexiono sobre diversos temas. No sé qué es lo que transporta la telepatía, pero no son imágenes lo que transmite la telepatía. Al menos lo supongo porque no soy a la vez yo y otro al mismo tiempo.

Dr. Lacan: Sí. ¿Pero en qué ve usted que el otro las recibe?

Sr. Primeau: Por sus reacciones. Si alguna vez los agredo, si alguna vez digo cosas que no me parecen... Los médicos me han formulado muchas veces esa pregunta. Es un razonamiento que hago. Cuando voy a casa de alguien me doy cuenta si su rostro se contrae, o si hay diferencia en la expresión, pero no tengo una conciencia perfectamente objetiva, científica, del hecho de que determinadas personas me reciban.

Dr. Lacan: Yo, por ejemplo, ¿lo he recibido?

Sr. Primeau: No creo.

Dr. Lacan: ¿No?

Sr. Primeau: No.

Dr. Lacan: Porque las preguntas que le he hecho demostraban que vacilaba. ¿Quién ha recibido, aquí, aparte de mí?

Sr. Primeau: No lo sé, no he tenido tiempo de mirar a las personas. Por otro lado, el auditorio de los psiquiatras, que están acostumbrados a concentrarse y a no reaccionar... Es sobre todo con los enfermos que veo.

Dr. Lacan: ¿Sus compañeros del hospital?

Sr. Primeau: Exacto.

Dr. Lacan: ¿Desde cuándo dura la telepatía, es decir, esta contracción a partir de la cual usted nota que han estado recibiendo alguna cosa?

Sr. Primeau: Desde marzo de 1974, cuando G. me diagnosticó un delirio paranoide.

Dr. Lacan: ¿Usted cree en este delirio paranoide? Yo no le encuentro delirante.

Sr. Primeau: En esa época era así. Por entonces estaba muy excitado, quería...

Dr. Lacan: ¿Quería?

Sr. Primeau: Quería salvar a Francia del fascismo.

Dr. Lacan: Sí, continúe.

Sr. Primeau: Escuchaba la transmisión de Radio France-Inter, a las diez, y al mismo tiempo hablaba. En un determinado momento Pierre Bouteiller dijo, al margen de su emisión: "No sabía que tenía oyentes que tuviesen esos dones". Es así cómo tomé conciencia de que me podían oír en la radio.

Dr. Lacan: ¿Tuvo la sensación, en aquel momento, de que podían oírle en la radio?

Sr. Primeau: Sí. Y tengo también otra anécdota, de cuando tuve mi intento de suicidio. Había una emisión, "Radioscopie". Reflexionaba, y... En un momento dado hablaban, y reían como entendiéndose entre ellos, y yo hablaba, ya no recuerdo qué era lo que decía, pero al final dijeron: "Esto es lo que quiero decirle a un poeta anónimo". Quizá no fuese exactamente así, era una especie de indiferencia, que no es la indiferencia, la indiferencia. Hablaron del poeta anónimo. En otra ocasión en "Radioscopie" había otro invitado, que era Roger Fressoz, el director del "Canard Enchaîné". Fue después de mi intento de suicidio. Hablaban, justo al final de la entrevista, del anticlericalismo, y dije: "Roger Fressoz es una santa". Los dos estallaron de risa, en la radio, de un modo que no tenía ninguna relación con lo que decían, y oí en un tono un poco más bajo: "Podríamos admitirle en el 'Canard Enchaîné' ". ¿Fue sólo el fruto de mi imaginación, o me oyeron de verdad? ¿Eran telépatas receptores, o es pura imaginación, una creación?

Dr. Lacan: ¿No puede decidir?

Sr. Primeau: No.

Dr. Lacan: Entonces, ¿fue a causa de esta telepatía de emisión, muy distinta de la clarividencia, que usted hizo ese intento?

Sr. Primeau: No, no fue a causa... Insultaba a los vecinos, era muy agresivo.

Dr. Lacan: ¿Usted los insultaba?

Sr. Primeau: Porque con demasiada frecuencia hacían escenas domésticas. Una tarde volvía de D, y...

Dr. Lacan: ¿Y qué?

Sr. Primeau: Tenía muchos medicamentos.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Ya estaba muy angustiado porque se pudiesen oír algunos de mis pensamientos.

Dr. Lacan: Sí. ¿Por qué esos insultos eran insultos en el pensamiento?

Sr. Primeau: En el pensamiento, sí. No era cara a cara. Era el apartamento de arriba. Estaba a punto de agredirles y les oí gritar: "El señor Primeau está loco, hay que encerrarlo en un manicomio", etcétera.

Dr. Lacan: ¿Es esto lo que determinó su...?

Sr. Primeau: Estaba muy depresivo. Estaba muy angustiado ya por el hecho de saber que determinadas personas pueden percibir algunos pensamientos o algunos fantasmas, más o menos estrafalarios, de otras personas. Al mismo tiempo escuchaba la radio y contaba cosas bastante banales e insignificantes. En la radio tuve también la impresión de que me oían y se mofaban de mí. Verdaderamente no podía más, porque desde hacía un tiempo, a causa de esta telepatía, tenía otros vecinos insultados que me miraban mal. De repente, tuve ganas de suicidarme, y tomé.. .

Dr. Lacan: No, pero... ¿qué resuelve que usted se suicide?
Sr. Primeau: Es una fuga... Para escapar de mi angustia. Mientras que, intelectualmente, estaba contra la mentalidad suicida. Tenía una frase: "La vida como medio de conocimiento" En todos los momentos de desesperación que he tenido desde que estoy enfermo, a los quince años, tengo siempre esta frase que me volvía: "Si muero, hay cosas que no puedo conocer". Creo en la reencarnación, pero no en el Paraíso.

Dr. Lacan: ¿Cree en la reencarnación?

Sr. Primeau: Creo en la metempsicosis. En un determinado momento, a los dieciocho años, pensaba que era la reencarnación de Nietzsche.

Dr. Lacan: ¿Pensaba que era la reencarnación de Nietzsche? Sí... ¿por qué no?

Sr. Primeau: Sí, y cuando tenía veinte años descubrí a Artaud. A los diecisiete años leí El ombligo de los limbos y me compré las Obras Completas de Artaud. Y a los veinte años más o menos tuve la impresión de que era la reencarnación de Artaud. Artaud murió el 4 de marzo de 1948. Yo nací el 10 de setiembre de 1948. El nació el 4 de setiembre de 1896 y los dos éramos del signo Virgo. Y como había esta distancia de marzo a setiembre, tenía la impresión de que su espíritu y su alma habían migrado, durante seis meses, y que esa alma, ese espíritu, se habían reencarnado en mí, cuando nací, el día 10 de setiembre de 1948.

Dr. Lacan: ¿Usted cree de verdad en estas cosas?

Sr. Primeau: Ahora ya no creo ser la reencarnación de Artaud o de Nietzsche, pero todavía sigo creyendo en la reencarnación porque, de pequeño, tuve un sueño que era una especie de doble reencarnación, un sueño en la noche, un sueño nocturno. Debía de tener ocho o nueve años. A esa edad, uno no ha leído los libros de la metempsicosis. En ese sueño me encontraba en la Edad Media, tenía la impresión de haber vivido ya en la Edad Media. Al mismo tiempo, en ese sueño, me encontré en un castillo un tanto en ruinas y, en el sueño, también soñaba.

Dr. Lacan: Sí, un sueño en un sueño.

Sr. Primeau: Y pensaba que ya había visto ese castillo antes, en la otra vida, antes de la Edad Media. Recuerdo que conocía ya ese castillo, aunque estuviese un poco en ruinas.

Dr. Lacan: ¿Entonces ese castillo era de antes de la Edad Media?

Sr. Primeau: Quizás en la época de la Edad Media la vida no superaba los treinta y cinco o cincuenta años. Quizás el sueño del sueño también era de la época medieval, y quizá transcurrieron cincuenta o cien años para que el castillo se arruinara un poco. Pero esto es una hipótesis que yo hago, pero que en el sueño no está formulada de ninguna manera.

Dr. Lacan: Es una hipótesis que usted formuló.

Sr. Primeau: Tuve fenómenos de levitación. Fui formado muy joven, a los once años. Un día...
Dr. Lacan: ¿Qué entiende por "ser formado"? ¿Tenía erecciones?

Sr. Primeau: Exacto.

Dr. Lacan: ¿Entonces?

Sr. Primeau: Tuve un sueño de levitación.

Dr. Lacan: Sí, cuente.

Sr. Primeau: Me estaba masturbando y tuve un despliegue de goce extremo. Tuve la sensación de elevarme en el aire. ¿Me elevé verdaderamente, o es una ilusión del orgasmo? Desde el punto de vista del pensamiento, pienso verdaderamente que entré en levitación.

Dr. Lacan: Sí, esperemos... (Silencio). Dígame, ¿qué va a hacer ahora?

Sr. Primeau: Voy a seguir intentando cuidarme. ¿Ahora? ¿Inmediatamente, o en el futuro?

Dr. Lacan: En el futuro.

Sr. Primeau: No tengo idea alguna, no tengo ningún proyecto para el futuro.

Dr. Lacan: Aún tiene que terminar los estudios.

Sr. Primeau: No, ya no estudio.

Dr. Lacan: ¿Actualmente, no trabaja en ninguna parte?

Sr. Primeau: No, no trabajo.

Dr. Lacan: Pero de todos modos algún día hay que salir del hospital. ¿Cómo piensa volver a empezar?

Sr. Primeau: Si consigo desangustiarme, encontrar una posibilidad de diálogo... Siempre habrá ese fenómeno de telepatía que me perjudicará, porque no podré actuar, todas mis acciones serán pronto reconocidas por telepatía por aquellos que me oyen, incluso sin oírme... No podré vivir en la sociedad mientras exista esta telepatía. No podré vivir en la vida social, en la corriente social, sin ser prisionero de esta telepatía. La gente oye mis pensamientos, no podré tener un trabajo en la vida corriente, no es posible. Lo que más me tortura...

Dr. Lacan: ¿Desde cuándo está un poco mejor?

Sr. Primeau: Desde hace quince días. He tenido muchas entrevistas con los psiquiatras, y esto me ha desbloqueado un poco. Pero desde el momento en que mi jardín secreto es percibido por determinadas personas, que mis pensamientos y mis reflexiones son...

Dr. Lacan: ¿Su jardín secreto, es el círculo solitario?

Sr. Primeau: Jardín secreto donde las reflexiones son las imágenes, o las reflexiones que puedo tener sobre diferentes temas, etcétera... ¿Cómo es posible tener una actividad profesional si una parte de quienes te rodean perciben tus reflexiones y entran en cortocircuito? Incluso si uno vive de una manera completamente inmediata, hay cosas... Si me llevaran a un círculo de estudios para dirigir a las personas, y fuese oído, no sería posible vivir. Hace aproximadamente un mes estaba realmente mal. Permanecía constantemente estirado en mi cama. Estaba destrozado. Pensaba en suicidarme otra vez, porque no se puede vivir con esta telepatía, que no siempre ha existido, y que nació en el momento...

Dr. Lacan: ¿Qué es lo que no ha existido siempre? ¿Las palabras impuestas son de antes?

Sr. Primeau: Las palabras impuestas y la telepatía empezaron en marzo de 1974... al mismo tiempo que el delirio paranoide, cuando quería combatir a los fascistas, etcétera, con el pensamiento.

Dr. Lacan: En el momento en que veía a H...

Sr. Primeau: Sólo lo vi una vez.

Dr. Lacan: En ese momento ¿tenía fenómenos del tipo de palabra impuesta, o telepáticos?

Sr. Primeau: No, no era eso. Por otra parte, cuando volví a ver a mi psiquiatra G, a mi regreso de O, me dijo: "Su telepatía..." Tuve veinticinco electronarcosis, trece en N., y doce en O. Estoy cada vez más angustiado. Ya no consigo concentrarme. Con esas electronarcosis se dañaban las células.

Dr. Lacan: Es lo que usted piensa. Su drama de estar enfermo, es la electronarcosis.

Sr. Primeau: Estas electronarcosis me las han hecho para curarme, porque estaba verdaderamente delirante. Me han hecho no pocos tests en mi vida. Cuando me llevaron a la clínica de M, deliraba tanto... Intelectualmente oía voces que me hacían preguntas sobre la Francia fascista. Tenía la impresión de estar en la Facultad de Filosofía o de Matemáticas? no sé, no logro concentrarme ya. Creía que los fascistas habían tomado por asalto la sede de la ORTF. Con el pensamiento hacía que Jean-Claude Bourret y Jean Ristat se mataran estrangulándose entre sí. En esa época tenía la obsesión de la fraternidad... Respondía con símbolos matemáticos. Tenía la impresión de que me formulaban preguntas, y yo tenía que responder para salvar a Francia del fascismo. Me hacían preguntas, y esas respuestas, las daba abiertamente, eran series matemáticas o de símbolos poéticos. No puedo recordarlo. Es por esto que diagnosticaron un delirio.

Dr. Lacan: En resumen, ¿quién tiene razón, los médicos o usted?

Sr. Primeau: No sé.

Dr. Lacan: Se pone en las manos de los médicos.

Sr. Primeau: Me pongo en sus manos, intentando conservar mi libre arbitrio.

Dr. Lacan: ¿A usted le parece que le da un lugar serio al libre arbitrio? En lo que me ha contado, usted padece, usted padece de ciertas cosas que se le escapan.

Sr. Primeau: Sí, pero...

Dr. Lacan: ¿Sí, pero...?

Sr. Primeau: Tengo tal esperanza, esperanza de recobrar mi poder de juicio, mi poder de diálogo, un poder de control de la personalidad. Creo que es el problema más crucial. Como le dije al principio, el hecho es que no logro discernirme, no logro controlarme.

Dr. Lacan: Bien, amigo mío, hasta la vista (el doctor Lacan le estrecha la mano). Estaría contento de tener algunas muestras de sus...

Sr. Primeau: ¿De mis escritos?

Dr. Lacan: Nos veremos dentro de algunos días.

Sr. Primeau: Gracias, señor (sale).

Dr. Lacan: Cuando entramos en detalles, vemos que los tratados clásicos no agotan el problema. Hace un mes y medio examiné a alguien a propósito de quien se habló de psicosis freudiana. Esto es una psicosis "lacaniana"... verdaderamente caracterizada. Con esas "palabras impuestas", lo imaginario, lo simbólico y lo real. Es precisamente por eso por lo que no soy muy optimista con respecto a este muchacho. Tiene la sensación de que las palabras impuestas se han agravado. La sensación que llama "telepatía" es un paso ulterior. Por otro lado está esa sensación de ser observado que provoca su desesperación. No veo cómo va a salir de esto. Hay intentos de suicidio que acaban teniendo éxito. Sí. Es un cuadro de los que no encontramos descritos, incluso en los buenos clínicos, como Chaslin. Es para estudiarlo.


NOTAS

1 (La palabra francesa expérimental también puede ser traducida como "experiencial".)

domingo, 23 de septiembre de 2007

EDITORIAL DEL DOMINGO: "¿Amorrortu o Ballesteros?"Reflexiones en torno a la historia de las traducciones españolas de Freud.


Desde los inicios de mi formación como psicoanalista, sistemáticamente me encontré con la pregunta que sirve de título a este texto. Siempre me llamó la atención que la disyunción que ella presentaba, fuera entre una casa editorial y el segundo apellido del primer traductor de los artículos de Freud al español. Un planteo tal, hacía desaparecer el nombre de José Luis Etcheverry, el argentino que tradujo la obra completa de Freud para la editorial Amorrotu de Buenos Aires. Lo lógico hubiera sido: “¿Amorrortu o Biblioteca Nueva?” –disyunción editorial– o “Etcheverry o López Ballesteros y de Torres?” (tal el apellido completo del traductor español), para la disyunción del traductor. Claro está que no hay necesidad de lógica alguna para presentar una pregunta que, a primera vista, parece sencilla. Porque visto y considerando que en lo concerniente a las versiones españolas de los textos de Freud se puede elegir con cierta precisión –algo que resultaría más difícil, por ejemplo, si habláramos del corpus lacaniano–, la cuestión apunta más bien a que el interrogado declare su evaluación sobre las traducciones, como modo de justificar su elección. Y ya que resulta difícil encontrar psicoanalistas que conozcan la lengua alemana –algo que no ocurre con las lenguas inglesa y francesa–, lo que se evalúa es el estilo de las versiones y no la traducción en sí misma.
Sin embargo, la pregunta esconde mucho más. Porque si el lector acaso se hubiera decidido por la madrileña edición de Biblioteca Nueva y, pongamos por caso que estuviera leyendo El malestar en la cultura, el Proyecto de una psicología para neurólogos, el Esquema de Psicoanálisis, o cualquier otro texto que formara parte del tercer volumen de la edición de 1967-1968, la pregunta debería ser “¿Amorrortu o Ramón Rey Ardid?”.

Una vez recuperados de la sorpresa, conviene aclarar la cuestión. La primera traducción española de Freud fue la de Biblioteca Nueva, impulsada por José Ortega y Gasset, publicada en 17 volúmenes entre 1922 y 1934, casi contemporáneamente con los Gesammelte Schriften alemanes. De hecho, todos conocemos la carta del 7 de mayo de 1923 que Freud le enviara a Don Luis López Ballesteros y de Torres felicitándolo por su sesudo trabajo de traducción. Puesto que la misma es breve, podemos citarla en forma completa: “Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer el inmortal «Don Quijote» en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. Gracias a esta afición juvenil puedo ahora –ya en edad avanzada– comprobar el acierto de su versión española de mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo agrado por la correctísima interpretación de mi pensamiento y la elegancia del estilo. Me admira, sobre todo, cómo no siendo usted médico ni psiquiatra de profesión ha podido alcanzar tan absoluto y preciso dominio de una materia harto intrincada y a veces oscura”.
Obviamente, la obra no estaba completa y Freud aún vivía. A partir de 1943, la editorial Americana de Buenos Aires inició un proyecto para completar la versión española encargándole la traducción de los nuevos textos a Ludovico Rosenthal. Aparentemente la idea consistía en reimprimir los 17 volúmenes ya existentes y agregar cinco nuevos. El proyecto quedó trunco y sólo aparecieron dos: el 18 y el 19. En 1948, Biblioteca Nueva de Madrid unificó los contenidos de sus 17 volúmenes anteriores en una edición única de dos tomos. En el segundo de ellos se incluyeron 14 textos traducidos por Luis López Ballesteros que no figuraban en la edición anterior (aunque sí formaron parte del trabajo de Rosenthal, específicamente en el tomo 18). Hasta aquí, puede hablarse sin equívocos de la versión de “Ballesteros”.

En 1952 la editorial argentina Santiago Rueda retomó el proyecto trunco de la editorial Americana. Cuatro años más tarde, en 1956, apareció la versión completa en 22 volúmenes. La traducción de los textos faltantes fue realizada nuevamente por Ludovico Rosenthal. El mérito de esta versión –entre otros– fue que, hasta que se completó la edición alemana de los Gesammelte Werke, la unificación de las obras completas de Freud existieron antes en español que en su lengua original.
Mientras tanto, aparecían diversos textos breves y cartas de Freud en la Revista de Psicoanálisis de la APA. Los traductores de esos artículos fueron, entre otros, el mismo Rosenthal, E. Blum y L. Pfeiffer. También desde otros países de habla hispana llegaban diversos epistolarios freudianos.
Y aquí retomo el punto que dejé pendiente más arriba. Porque en 1967-1968, Biblioteca Nueva volvió a la carga, para agregar un tercer volumen que reunía la mayoría de los trabajos ya dados a conocer por Rosenthal, pero también algunos más. Dicho tercer volumen presenta como prologuista y traductor al neuropsiquiatra zaragozano y célebre ajedrecista Ramón Rey Ardid (1903-1988). Aparentemente, todos los textos de este tercer volumen –entre los que se destacan los que ya señalé más arriba– fueron traducidos por Ramón Rey Ardid. Ahora bien, digo “aparentemente” porque, revisando el opúsculo titulado “Sobre la versión castellana” que acompaña a las Obras Completas de Freud publicadas por la editorial Amorrotu de Buenos Aires, a propósito de este famoso tercer tomo me encontré con un párrafo de José Luis Etcheverry que conviene citar: “Figura como traductor de este material Ramón Rey Ardid, si bien del cotejo con la edición de Santiago Rueda (vols. 18-22), se infiere que, en casi todos los casos, la traducción es idéntica a la de Rosenthal. En las palabras de Harrington, este es un hecho «tan insólito como inexplicable, que se repite en las dos ediciones siguientes». Se refiere a las de Biblioteca Nueva de 1972-79 (9 vols.) y 1973 (3 vols.)”.[1]
Si la conjetura es cierta, el ardid de Ardid no funcionó. Ardid se hizo más famoso por los ardides que le permitieron ganar en 1946 el Trofeo Casa de Alba de ajedrez y retirarse del juego con todos los honores. Pero ningún psicoanalista lo recuerda, si es acaso alguno lo conoce.
Hoy que en nuestro medio “Amorrortu” ganó la partida, quizás sea justo citar a José Luis Etcheverry en la Introducción a su pequeño libro “Sobre la versión castellana”, para saldar una deuda que aún permanece impaga con Ludovico Rosenthal: “Es aquí donde se sitúa nuestra deuda con la versión castellana de Ludovico Rosenthal. Como se sabe, este estudioso argentino tradujo las obras de Freud aparecidas después de la edición española... explica que se ha guiado por un afán de rigor, y que si bien Freud se expresa en el alemán usual, los términos que usa han ido adquiriendo un sentido estricto que impone la necesidad de verterlos al castellano mediante tecnicismos”.[2]
“¿Amorrotu o Ballesteros?” sigue siendo una pregunta vigente. Aquellos que, como yo, leemos siempre ambas traducciones, nos encontramos con casos como el que expondré a continuación. Aquí van los dos primeros párrafos del capítulo séptimo del célebre texto Psicología de las masas y análisis del yo, en el que la divergencia resulta llamativa. Don Luis López Ballesteros y de Torres, en el primer volumen de 1948, página 1137 (que se corresponde con la página 1145 del primer volumen de 1967), traduce:
“La identificación es conocida en el psicoanálisis como la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona, y desempeña un importante papel en la prehistoria del complejo de Edipo. El niño manifiesta un especial interés por su padre; quisiera ser como él y reemplazarlo en todo. Podemos, pues, decir que hace de su padre su ideal. Esta conducta no presenta, en absoluto, una actitud pasiva o femenina con respecto al padre (o al hombre, en general), sino que es estrictamente masculina y se concilia muy bien con el complejo de Edipo, a cuya preparación contribuye.
Simultáneamente a esta identificación con el padre o algo más tarde, comienza el niño a tomar a su madre como objeto de sus instintos libidinosos.”

Pero, José Luis Etcheverry, en la página 99 del volúmen XVIII, traduce: “El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo. El varoncito manifiesta un particular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él, hacer sus veces en todos los terrenos. Digamos, simplemente: toma al padre como su ideal. Esta conducta nada tiene que ver con una actitud ,pasiva o femenina hacia el padre (y hacia el varón en general ) ; al contrario, es masculina por excelencia. Se concilia muy bien con el complejo de Edipo, al que contribuye a preparar.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, y quizás antes, el varoncito emprende una cabal investidura de objeto de la madre según el tipo del apuntalamiento [anaclítico]”.
La diferencia justificaría un desarrollo, pero no es mi intención solucionar el problema, sino plantearlo para que el psicoanalista lector, juegue su papel.

Nuevamente... “¿Amorrortu o Ballesteros?”.
Usted elige, aunque siempre liber enim, librum aperit...


[1]Etcheverry, José Luis. “Sobre la versión castellana”, en Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrotu Editores, Buenos Aires, 1978 (se trata del célebre tomo que nadie compra, excepto que los compre todos juntos).
[2] Ibid. p. 3

sábado, 22 de septiembre de 2007

"Pasando revista" (sábado a la mañana, recorrido de los suplementos culturales de los diarios)

Correspondencia entre Mistral y Ocampo
El próximo mes aparecerá
LANACION.com ADN Cultura Sábado 22 de setiembre de 2007


LANACION.com ADN Cultura Sábado 22 de setiembre de 2007

Palabras en juego Pluralidad de sentidos
Orhan Pamuk habla de hüzün para referirse a la aflicciones espirituales; el autor de
LANACION.com ADN Cultura Sábado 22 de setiembre de 2007

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Hoy, especialmente, recomiendo la lectura del suplemento "Ñ" del diario Clarín. Su contenido, además de variado, no deja de ser interesante. La reseña de la nueva versión española de la "Crítica de la razón pura" de Kant, diversos historiadores y filósofos -Roberto Espósito incluido- reflexionan acerca de la noción de "matrimonio" y otros materiales de interés recorren sus páginas.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Jorge Alemán. "Lacan, Foucault. El debate sobre el construccionismo"

I
El psicoanálisis no puede habitar en este mundo sin las resistencias que lo acosan, lo interpelan, lo asedian. En parte, su propio discurso no se concibe sin esas diversas estrategias que adopta en cada época frente a aquello que lo cuestiona, lo quiere integrar, rechazar, subsumir ó desviar. Es cierto que la causa del psicoanálisis es la lucha de su especificidad en la cura y en la producción de analistas. Pero estos fines no logran ser captados en su alcance más radical si no se vislumbra lo que otras prácticas intentan establecer con respecto a las formas de entendimiento de la subjetividad y sus posibles transformaciones. Hay dos cuestionamientos, de distinto cuño y dignidad que actualmente se dirigen al psicoanálisis. Uno proviene de la derecha del stablishment universitario y que encuentra en la demagogia epistemológica de un Sokal el exponente del oportunismo oficial.
La otra, lleva el nombre de “Construccionismo”, concierne a los estudios feministas, gays, queer y lesbianos y encuentran en Foucault, el nombre propio que vértebra la argumentación “crítica” con respecto al psicoanálisis. Este cuestionamiento alcanza el grado del asedio en sus seguidores más apasionados, los cuales, aunque intentan configurar una “política radical”, conservan el soporte universitario en su producción intelectual. Por ello, no es de extrañar que su cometido político de un modo más o menos implícito pretenda, en nombre de una “política contraria a las normas dominantes” desalojar al psicoanálisis de su práctica clínica y conservarlo como una “teoría” que juegue el papel de referente crítico en sus construcciones.

La rúbrica de Foucault se hace sentir de inmediato en las posiciones construccionistas, el enemigo común de las mismas se llama “esencialismo”, representado por aquellas teorías que presentan una naturaleza humana inmutable y sin historia, y de las que formaría parte el psicoanálisis asegurando en primer lugar la naturaleza heterosexual del ser parlante. Por el contrario, el construccionismo foucaultiano intentaría construir experiencias subjetivas nuevas y distintas, “invenciones de sí mismo”, que transformen el sistema relacional y estratégico emplazado por el Poder. La expresión “El Poder”, es el nombre filosófico con el que se designa, en esta vertiente foucaultiana, a las instancias productoras de subjetividad. Para acentuar la posición foucaultiana, diremos que estas políticas mostraran en sus actuaciones que no hay esencias humanas, que todas son el resultado de las construcciones históricas y estrategias de poder.

En esta orientación el poder sabe siempre “perseverar en su ser”, es capaz de construir dispositivos con los elementos más heterogéneos, su superficie mantendrá reunido lo más cercano con lo más distante, podrá formar conocimientos, estimular cuerpos, incitar a confesiones, erotizar prohibiciones, generar discursos jurídicos. Dada esta potencia en las construcciones históricas y estratégicas del poder, y en la medida en que el poder, después de Foucault, ya no se capta a través de la “hipótesis represiva”, el problema que de inmediato se impone es que si el poder produce subjetividad, la modula y construye en sus confines más íntimos, cómo puede dicha subjetividad ser reorientada, darse a sí misma una forma nueva e inesperada, que por fin se sustraiga a las diversas apropiaciones que el Poder practica. Como se puede ver hasta aquí, el problema no es nuevo pero insiste una y otra vez. Quienes se hayan acercado al último best-seller de Toni Negri y Michael Hardt, habrán apreciado la última huella de Foucault en el debate político y hasta dónde la “subjetividad”, es actualmente uno de los nombres privilegiados de la política.

A lo largo del libro, vemos repetirse el mismo planteamiento; si la red del Imperio se sostiene en una producción de subjetividades nuevas, distintas a las del Estado-Nación, a las del proletariado como sujeto histórico, o a la de los pueblos como sujetos del proceso de emancipación, el desafío, por consiguiente, será provocar o preparar el ámbito para una subjetividad distinta, una significación de la misma aún no contemplada por los códigos normativos del Imperio. Señalemos al pasar que Negri y Hardt hacen crujir su propio texto cuando intentan mostrar que esa nueva subjetividad “ alternativa y nómada”, va a ser encarnada por el flujo inmigratorio y su voluntad de apropiación de los vasos comunicantes del sistema.

Lo que le da una dignidad distinta y una problemática de otro calado a la posición de Foucault, es que la relación Lacan-Foucault está cargada de implicaciones, de operaciones tácitas, de malentendidos sin descifrar. Hasta tal punto, que muchos autores foucaultianos vuelven contra Lacan, sabiéndolo o no, los propios argumentos lacanianos. Tal vez valga la pena entonces apuntar a este eje problemático del pensamiento contemporáneo, para encontrar en él una enseñanza, que pueda intentar iluminar de otro modo este debate con la “izquierda, construccionista”, esta izquierda, que pretende arrojar al psicoanálisis a un esencialismo normativo, que lo volvería no apto para entender los “nuevos procesos de subjetivación”.

II
Sin duda, son muchos los lugares en los que la enseñanza de Lacan precedió a Foucault. Evoquemos algunos ejemplos en donde Lacan evidentemente se anticipa: el examen efectuado sobre el sujeto del cogito, sobre las aporías éticas de la ley kantiana, sobre las coartadas y los impasses del Saber Absoluto, la enseñanza lacaniana sobre los diversos modos de la función historizante de la palabra, su crítica al biologismo, al desarrollo evolutivo, y al naturalismo como dato primario del psicoanálisis. Añadamos sus referencias a la presencia de la locura en el cogito, el eros en el banquete griego, el modo en que la ley se libidiniza en el imperativo, la desfundamentación de las distintas utopías de cumplimiento, las referencias a Borges y a las Meninas, la distinción radical del psicoanálisis de Freud con cualquier humanismo. Estas secuencias constituyen la alborada del camino lacaniano y podríamos decir que Foucault asumió todos estos itinerarios en su pensamiento, intentándo resolverlos en muchas ocasiones de otro modo. Ese otro modo está determinado por el lugar que Focault le asignó a Freud.

Sin duda, la determinación final de Foucault, al incluir a Freud en la tradición psiquiátrica de Pinel y en los dispositivos de control, lo lleva necesariamente a obtener otro tipo de conclusiones. Freud, que primero para Foucault, había reanudado el diálogo con la “sinrazón”, diálogo que la Psicología positivista había destruido, es presentado finalmente como un heredero de la psiquiatría del gran Encierro, que sé emparenta con las figuras tradicionales de la ley, el orden, el juez, la familia, la autoridad y el castigo.

Al tomar esta decisión con respecto a Freud, las distintas lecturas modernas de Foucault se asemejan a las de Lacan pero cambian de sentido. Si en su conversación con Jean Michel Palmier en 1966 afirma que “hay un estruendo que debe ser escuchado, y que debe estremecernos, porque ahora ya se sabe que el sujeto no es uno, sino escindido, no soberano sino dependiente, no tiene un origen absoluto, sino una función incesantemente modificable”. Aquí, en parte, podríamos estar escuchando al propio Lacan: sujeto escindido, no soberano sino dependiente, sin origen absoluto, …pero cuando añade “la función incesantemente modificable”, debemos hacer un alto. Pues es a esa “función incesantemente modificable“ de la subjetividad, a la que Foucault y sus herederos, intentarán legitimar al precio de alejarla de cualquier experiencia de lo Real. Por ello, las distintas lecturas de Foucault sobre los modernos, su modo de perpetrar el estallido de la finitud kantiana y los límites de la experiencia, su rechazo (al igual que A. Badiou actualmente) de la finitud heideggeriana, exigen en Foucault pasar de un modo perentorio a modificar todo el plan de la subjetividad moderna en función de una incesante posibilidad de transformación del sujeto. Si, por ejemplo, Lacan recibe a Heidegger, siempre lo hace con su lectura de Freud, de ese modo confronta al Dasein y su neutralidad ontológica con la pulsión de muerte, a la angustia que en Heidegger vuelve al “Dasein” sobre sí mismo, con lo que “se es como (objeto a) en el deseo del Otro”, a la temporalidad del ser con la sexuación de la existencia.

En cambio en la lectura foucaultiana de Heidegger, ni la finitud, ni el “ser para la muerte”, ni el fondo de angustia que hace posible la decisión, son retomados. Foucault, al igual que hará con Lacan, nominaliza los términos heideggerianos, cambiando el “ser” por una ontología histórica del poder. A su vez, adopta el antihumanismo heideggeriano cambiando la pregunta por la técnica por las “tecnologías del yo”. En suma si la “Analítica de la existencia” en Heidegger, una vez atravesada por la lectura de Lacan, se revela en sus impases, la “estética de la existencia” del último Foucault pasa a ser una técnica de amplias posibilidades, un arte de vivir filosófico, que encontrará la forma que se escape a las subordinaciones de estructura. El sujeto foucaultiano deberá estar en condiciones de configurarse a sí mismo, y para ello es vital que no quede apresado en ninguna estructura, ni siquiera la del inconsciente. Toda estructura debe ser superada, para dar lugar a un sujeto de la experiencia multiforme, plural, que no encuentra otro límite que su propia coherencia. En cierta forma, podríamos decir que esto constituye en Foucault una suerte de delirio ilustrado.

Si Freud fue un modo de desestabilizar desde dentro, a través del pensamiento de lo que se repite en el “Más allá del Principio del Placer”, a los tópicos esenciales de la Razón ilustrada, Foucault al erradicar lo real de la experiencia freudiana, inventa el proyecto de un sujeto que puede darse a sí mismo su propia subjetividad. En cierta forma es una posición prekantiana porque esta invención de sí no se hace como ley universal, sino con las inclinaciones que Kant hubiera considerado patológicas, pero a su vez postkantiana, porque se da a sí mismo una ley fabricada por el propio sujeto. En cambio, Freud es quien mejor plantea en la Modernidad, que el obstáculo es el maestro de la transformación, que el obstáculo, la existencia de lo real pulsional, impone sus condiciones al sentido de la transformación. No contar con el obstáculo es delirar con la transformación. Esta es la diferencia con el modo en que Lacan lee a los modernos, a través siempre de sus impasses extrayendo la enseñanza que dichos impasses entregan. En cambio en Foucault, esa proclamada “forma incesante de modificación” tendrá en las fórmulas de poder, transgresión, resistencia, invención de sí mismo, las palancas del pensamiento que darán lugar a una nueva cultura de la sexualidad construccionista, la que en la proliferación de los géneros sexuales quiere hacer valer, “un contradiscurso” del Heterosexualismo imperante.

III
Si la obra de Foucault, se consagra en sus últimos textos a esa “exigencia extrema de aprender a conducirse a sí mismo y no abandonar en otros el propio gobierno” pareciera que este itinerario intelectual estuviera seriamente abocado a usar los términos propios de la experiencia del psicoanálisis para anularlo. Prueba culminante, una vez más, de que al filósofo no le molestan nunca los temas psicoanalíticos y sí la transferencia. Como lo admite el propio Didier Eribon en “Reflexiones sobre la cuestión gay”, el asunto de Foucault se resumía en “como no psicoanalizarse”.

¿Qué pasaba con Foucault y el psicoanálisis y quien era Lacan para él? En 1988 en un Encuentro Internacional organizado en París, como Homenaje a Foucault, J-A. Miller dará una respuesta.

En el Foucault de “Las Palabras y las Cosas “, hay una alianza con el psicoanálisis, el psicoanálisis aparece diferenciado y excluido de aquellas ciencias humanas que se intentan demoler. El psicoanálisis es allí la piedra angular indispensable para el proyecto de “disolución del Hombre”. Por el contrario, en sus últimos libros, el psicoanálisis en cambio queda incluido y disuelto en los dispositivos de la sexualidad. El “hablar de sexo” y “hablar de sí” incluye al psicoanálisis. A partir de allí, el psicoanálisis es satirizado y denostado al precio de incluir un objeto, “el hablar de sexo” que, como señala Miller, irá disolviendo los límites, y como un aceite corrosivo irá arruinando su propia Arqueología. Así, la gran Máquina Arqueológica que había mostrado su fuerza teórica en el caso de la locura, la clínica, la prisión, en función del combate que Foucault se fija con respecto al psicoanálisis estalla en sus límites previstos. El arqueólogo desmonta su aparato y se vuelve el historiador de algo incapturable: el sexo. Por ello, los últimos años de Foucault, son una explicación con Lacan sin nombrarlo nunca. Abandona el punto de apoyo del psicoanálisis, estalla su arqueología, y se vuelve hacia la Grecia Antigua, buscando un dandysmo originario, como lo sugiere Pierre Hadot en el mismo Homenaje, una versión dandy del “cuidado de sí griego”. De este modo explica Miller el sosiego final que Blanchot atribuye a Foucault en sus últimas obras. Había creído encontrar, disolviendo su arqueología, al fin una Grecia fantasmatizada, un cuerpo independiente del sexo, abierto a la multiplicidad de los placeres, sin la roca unificadora de la castración y su más allá de goce. Había desalojado por fin los juegos de la Ley y el deseo, en beneficio de la “construcción del cuerpo y los placeres a través de las tecnologías del yo.

Pero si Blanchot habla del sosiego en relación a la cuasi-utopía del placer que Foucault proyecta, Miller insistirá en la lógica infernal que arrastra a Foucault al intentar “explicar con Lacan” lo que quiere producir sin Lacan. No obstante, Miller saludará el gesto de no dimitir frente a ese abismo que lo arrastra más allá de su propia arqueología y lo conduce por coherencia lógica, cada vez más lejos y más allá de sí mismo.

Entonces vemos a Foucault, explicando el “cuidado de sí”, empleando los mismo términos que Lacan propone para ordenar la experiencia; “verdad, saber, sujeto”, con la diferencia determinante de que cuando Foucault presenta la transformación de sujeto, esta se realiza, sin abordar las exigencias pulsionales del goce. Esta posición de Foucault adelanta lo que luego será un rasgo permanente en los manifiestos contruccionistas, endilgarle al psicoanálisis, una posición esencialista, heterosexual edípica, y contraponerle el uso múltiple del placer en las diversas invenciones de género, cuerpos y objetos.

Que Foucault y Deleuze se reprochen mutuamente la permanencia del término “placer” en uno, y del término “deseo” en el otro, nos puede dar la medida de la implicación de estos pensadores en los movimientos construccionistas y del resto ineliminable que el psicoanálisis implicó para ambos.

Insistamos, en que, lo que provocó el estallido foucaultiano aquí reseñado, es que a través de la táctica de “hablar de sexo”, Foucault se había encontrado con algo “transhistórico”, con lo real del sexo que, porque no se historiza nunca, da lugar y hace posible todas las historias.

IV
En la “Ontología tachada” y realista de Jacques Lacan, la lengua, el sexo, la muerte nombran el mismo exilio, la misma imposibilidad. Esta marca de exilio e imposibilidad propia de la existencia, se escribe como un jeroglífico en la carne, es la huella “no histórica” que convoca a todas las historias, es la letra muda que invoca a todas las palabras. En otras palabras, la imposibilidad de la relación sexual del real lacaniano, hace que los vínculos sociales, las estructuras del parentesco, los géneros, los dispositivos jurídicos-disciplinarios constituyan diversas modalidades históricas de Suplencias, que responden a dicha imposibilidad transhistórica. Nunca se podrá negar el modo en que los dispositivos históricos intentan a través del discurso del Amo, controlar y producir las representaciones del sexo, la muerte, “lalengua”, codificar sus trayectos en las distintas épocas, establecer sus sentidos, pero esto se vuelve un “nominalismo idealista” que quiere ver en cada identidad emergente una novedad absoluta, si se desentiende del real de la imposibilidad sexual y su respuesta necesaria en el síntoma, lo que en cada uno testimonia del exilio de la relación sexual.

Con estas afirmaciones muy conocidas estamos intentando insistir que desde la enseñanza de Lacan el debate “esencialismo-construccionismo”, debe ser atravesado en sus argumentos, pues dicho debate encubre otra cuestión más determinante; la del nominalismo histórico o el realismo lacaniano. Poner a punto este debate, tal vez valga la pena, antes que nos sorprenda ver como el propio psicoanálisis lacaniano se vuelve construccionista para algunos.

¿Deberíamos entender la querella de Foucault con el psicoanálisis, en razón del tratamiento desafortunado de la I.P.A. con respecto a la homosexualidad, tratándola exclusivamente como una patología perversa que debe excluir a los practicantes de dicha elección?. En este aspecto, habría que recordar que en la enseñanza de Lacan hay un progresivo desmontaje del “neurocentrismo”, es decir, del intento por el cual se quiere pensar a la neurosis como centro de asignación de sentido de las demás estructuras clínicas del “parletre”. En esta misma dirección se podría decir que en la enseñanza de Lacan la heterosexualidad, como “norma-macho”, tampoco constituye el lugar último desde donde se explican las demás prácticas sexuales, tematizadas en la enseñanza pre-lacaniana como desviaciones, o bien como fijaciones en el desarrollo. La fijación a un goce no se resuelve nunca en un desarrollo evolutivo a restablecer, o en una maduración de la personalidad, y ni siquiera todo el goce fijado desaparece en la construcción-atravesamiento del fantasma. En este punto, heterosexual, homosexual, lesbiana son siempre respuestas a la imposibilidad de la relación-proporción sexual. Constituyen la respuesta sintomática de la existencia al deber de su deseo. Cualquier intento de estratificar, jerarquizar, darle prioridad a una práctica sobre las otras es siempre una operación que se inscribe en el discurso del Amo. Tal vez fuera deseable reservar la palabra “Perversión”, que sin duda, como insisten los construccionistas, posee una tradición semántica negativa, más que para calificar a tal o cual práctica sexual, mas bien para evaluar la posición del sujeto en el ámbito que Lacan designa con la operación “Kant con Sade”, ese espacio donde el sujeto se vuelve instrumento de la Ley obscena y explota la división subjetiva del otro en función de su certeza de goce. Según lo que este ámbito “Kant con Sade” califica, tanto hetero como homosexuales podrían estar o no en sus dominios.

V
No obstante, no hay que olvidar que el anhelo construccionista, no se propone exclusivamente promover la multiplicación de los géneros, en contraposición a la diferencia sexual binaria considerada por ellos “esencialista”. También se debe tener en cuenta la lógica política que se proponen introducir. En este aspecto hay que recordar que en los dilemas construccionistas insiste y se despliega el problema de la “Resistencia” en su forma política, es decir, resistencia al poder dominante. La forma teórica de dicho dilema se puede describir rápidamente a través de la siguiente opción: sujeción o subjetivación. La sujeción es la forma que prepara el poder para que en sus pliegues se produzca el sujeto; insistamos en que siempre, para los foucaultianos, es el poder y no el lenguaje el que causa el sujeto. En cambio, la subjetivación intenta ensayar una respuesta de subversión, o resignificación, o al menos de resistencia, que invente algo distinto a la sujeción. Observemos de entrada la aporía referencial de este problema: el sujeto no puede estar desde antes porque el Poder es lo primero que lo produce, pero a su vez para que el sujeto encuentre en sí mismo un punto de resistencia al poder, tiene que haber algo en el mismo que el poder no haya producido.

Esta circularidad organiza de distintos modos los dilemas políticos construccionistas de la izquierda. O bien hay algo que en el sujeto se presta a una invención de sí que resiste, o bien el poder en sus diversos juegos e intervalos debe ofrecer un flanco débil, para que el sujeto, la subjetivación, transforme su sujeción e invente una subjetividad distinta. Aquí es interesante señalar que la “incesante transformación” proclamada por Foucault se encuentra con dicho obstáculo circular. Nombremos en este punto a Judith Butler, quien realizando desde Norteamérica, una amalgama entre Foucault y Lacan, intenta encontrar un punto firme para la resistencia política reduciendo el nominalismo foucaultiano a través de dos categorías psicoanalíticas: el “apego apasionado” que explicaría cómo amamos aquello que nos somete, y el rechazo melancólico del objeto homosexual en la constitución del genero. Señalemos al pasar que este rechazo melancólico, nunca reconocido por ningún duelo ni llorado en su pérdida es un sucedáneo de la forclusión lacaniana. Para Butler, si la repetición del “performativo” es necesaria para constituir al género, que ha rechazado su objeto homosexual al cual se estaba apegado apasionadamente, sin embargo podría tener lugar eventualmente una repetición subversiva, desinstituyente, que produzca una nueva subjetividad alterada en su identidad performativa. El uso de los placeres foucaultiano deviene en Butler, uso de la repetición en favor de nuevas “resignificaciones” alternativas al poder. Este es el modo particular en que Butler confirma el dilema circular.

Ya en el propio Heidegger encontramos un antecedente claro de este dilema circular, cuando por un lado se proponía destruir al Dios de la metafísica, y luego sin embargo a través de Hölderlin, proclamaba que “solo un Dios puede salvarnos”. Entonces, a partir de allí, toda la demostración se orientaba hacia la dificultad en captar como el segundo Dios salvador no es el primero. Sin embargo, como se sabe, el problema ha tenido indudablemente fortuna teórica, basta ver la apelación al “mesianismo escatológico” en Derrida, así como el retorno “al cristianismo” en Vattimo. El giro religioso del pensamiento débil y la deconstrucción habitan el dilema circular antes mencionado. Probablemente fuera interesante invitar a los construccionistas, y también a los del Dios salvífico, a reflexionar sobre las operaciones lacanianas de alienación y separación en la génesis del sujeto. En particular, la Separación, operación que ilumina de un modo pertinente, cómo el sujeto no representado por el significante se da su propio “estado civil” y elige lo que desea.

VI
A su vez los problemas de la política en tiempos de la globalización evocan de muchas maneras el mismo dilema. ¿Cómo las muchas subjetivaciones no van a volverse, a pesar de su multiplicidad y renovación incesante, identidades, estilos de vida perfectamente delimitados, absolutamente compatibles con el Uno del Capitalismo mundial? El propio Lacan tematizó esta cuestión en su ahora célebre hipótesis sobre el discurso del Capitalista, en ella el sujeto capitalista rechaza de tal modo la castración, que dicha conjetura lacaniana invita a pensar si el propio capitalismo no terminará de destruir sus fundamentos por el “plus de goce” sin límites de la “risa del capitalista”. En cualquier caso nos sentimos lejos de poseer las claves de este debate, pero si podemos asegurar que no se resuelven buscando una subjetividad, artesana de sí misma, aquello que Rorty encuentra en Foucault al designarlo "caballero de la autonomía”. Cuando sólo queda esperar lo que viene de lo real, y no del sentido, tal vez la única valentía será saber que la emancipación está estructuralmente clausurada por el movimiento circular del discurso del Capitalista, aunque dicha emancipación sea éticamente deseable.

Lo que ya se puede saber es que una transformación histórica de gran alcance no vendrá ni por nuevos ideales, ni por el surgimiento de nuevas identidades, y ni siquiera, aunque esto fuera la justicia, por la exigencia de satisfacer las necesidades elementales de la condición humana. Las transformaciones históricas son creaciones de un deseo sin fundamento fantasmático. Sólo allí se encuentra el acontecimiento de un decir que trastorne los semblantes del punto de capitón que sostienen el andamiaje simbólico, o mejor dicho, este deseo puede existir, cuando lo real emerge y suspende los puntos de capitón. El cualquier caso, el intento de obtener un campo de resistencia, un contradiscurso, en las estrategias del poder, es el costado noble de la orientación construccionista. La resistencia, expresión que algunos amamos por su precioso legado, choca con el campo semántico que el psicoanálisis inauguró con respecto a dicho término. La resistencia al fascismo, cualquiera sean sus formas, incluso democráticas, no se puede construir si se hace resistiendo al psicoanálisis. Es éste uno de los malentendidos extremos que marcan al pensamiento contemporáneo. ¿Por qué los actuales filósofos tributarios de Lacan se desembarazan de lo que ocurre con el psicoanálisis y los psicoanalistas?. Los mismos filósofos que denuncian la insuficiencia de la política representativa y gestionaria, y que ahora, como hizo Foucault en Grecia, intentan resolver la impotencia actual de la política, buscando otra radicalidad en el legado cristiano.

VII
Dado el problema de lo real, en el último tramo poético de su enseñanza Lacan se propuso “equivocar” sobre el sentido. Equivocar no es un malentendido significante sino un modo de aproximar lo real del goce a través de una escritura.

Por eso veremos que los cuatro términos que cruzan el sentido del hablante, hombre-mujer-homosexual-heterosexual son “equivocados” por la escritura. Esta ya no proviene solo del mathema sino que se obtiene por tachaduras de la literalidad, fragmentación de palabras, traslados etimológicos. La lógica de la sexuación rompe el sentido del género de hombre-mujer heterosexual-homosexual. El hombre, universal genérico, se vuelve un L.O.M.B.R.E. (aquí castellanizo el neologismo francés un L.O.M. que Lacan ha producido en su lectura de Joyce, la escritura homofónica LOMBRE, muestra singular del goce joyceano, se transforma en una escritura psicoanalítica, en una sucesión de letras y puntos que llega a ser un puro sin sentido. Un L.O.M.B.R.E. ya no es la mera homofonía al modo joyceano, sino que indica la identificación al síntoma en quien no está dividido por el goce. A su vez, el género la mujer, queda tachado, en su carácter universal e inaugura la lógica del “no-Todo”. En el término “homoxesual” Lacan cambia la raíz griega (omós) que significa “igual” por una raíz latina (homo=hombre). Con esta invención etimólogica logra impregnar al vocablo homoxesual del “para todo” propio de la lógica falica masculina: describe, no a los que eligen el mismo sexo sino a los que “paratodean”. En cambio, el “heterosexual” como lo afirma en L´Etourdit, “es el que, sea hombre o mujer, gusta de las mujeres sin estar prometido a ellas por una relación que no existe”. Los cuatro términos de la cruz del sentido han sido “equivocados” a partir de la lógica de la sexuación. Desde esta perspectiva, el llamado “falocentrismo” no es una voluntad de poder impuesta por un sistema estratégico, más bien se trataría de uno de los trayectos posibles del símbolo falo, en razón de la función que el mismo cumple en la lógica de la sexuación. Dicho de otro modo, el falocentrismo es la metafísica neurótica que se obstina en imaginar al goce del falo como único goce posible. Por ello el auténtico desmantelamiento del falocentrismo no es oponerle identidades que lo reinscriban y se multipliquen en géneros, sino hacer comparecer la lógica del no-todo. Debe darse inicio a la lógica del “Eteros” dice Lacan, la que indica que no hay metalenguaje, no hay relación sexual, no hay universal sin la excepción que lo niegue, no todo en el Otro sexo goza del uno fálico.

Nunca se podrá decir que Lacan en su enseñanza haya promovido un partenaire ideal apropiado al “parletre”. Más bien indagó en una soledad que pudiera ser distinta a la del autismo del goce. Tal vez una soledad “comunitaria” que invite a pensar en qué consecuencias políticas se deben desprender de la amistad con el no-todo.