miércoles, 22 de octubre de 2008

Pablo Peusner. "La clínica psicoanalítica con niños entre Freud y Lacan" (2003)

Buenas tardes. Para mí es un gusto encontrarlos aquí...
Quisiera comenzar diciéndoles que estoy convencido de que la relación de Sigmund Freud con la clínica de niños no fue más que su propio mensaje recibido en forma invertida desde el lugar del Otro, y no una apuesta ética tendiente a construir un nuevo campo para el desarrollo del psicoanálisis. A causa de ello considero que sin la "reinvención" del psicoanálisis operada por Jacques Lacan, los sujetos humanos hablantes que llamamos "niños" hubieran quedado por fuera del campo de aplicación del psicoanálisis freudiano.
Ahora bien, puesto que sin Freud no hubiera habido psicoanálisis alguno, tal vez sea conveniente que comencemos despejando su posición ante este primer problema: ¿cuál fue la condición de posibilidad para que se pensara un tratamiento psicoanalítico con niños?
Creo que es posible establecer la existencia de dos operaciones realizadas por Freud y que funcionaron como condición de posibilidad para que se pudiera pensar el psicoanálisis con niños. La primera de estas operaciones fue cierta extensión que Freud operó sobre el concepto de sexualidad: incluir a los niños como participando del concepto. Freud reclamó el mérito por haber realizado esta maniobra en el último párrafo de la Conferencia 20, conocida por todos, titulada "La vida sexual de los seres humanos". Revisemos ese párrafo:

"Ahora pueden juzgar por sí mismos si esa extensión es injustificada. Hemos ampliado el concepto de la sexualidad sólo hasta el punto en que pueda abarcar también la vida sexual de los perversos y la de los niños. Es decir, le hemos devuelto su extensión correcta. Lo que fuera del psicoanálisis se llama sexualidad se refiere sólo a una vida sexual restringida, puesta al servicio de la reproducción y llamada normal". [1]

Si bien esta cita pertenece al último párrafo, se puede deducir que Freud fecha esta extensión en los "Tres ensayos..." de 1905. Sabemos que "Las aberraciones sexuales" es el título del primer ensayo, mientras que "La sexualidad infantil" es el título del segundo. Recién allí podemos considerar que aparece la idea de una sexualidad detectable en los niños (hasta entonces, cierta imagen de inocencia, de carácter angelical, que era atribuida usualmente a la infancia, impidió hacer una propuesta de semejante osadía).
Ahora bien, ¿cómo se operó dicha extensión? ¿Cómo Freud probó, qué operatoria realizó, para poder decir he ahí sexualidad infantil? Freud consideró presente a la sexualidad en conductas observables y típicas de los niños; a saber: el chupeteo (como diferente del reflejo de succión), las actividades de lo que luego será el "complejo anal" (como diferente del control esfinteriano) y la investigación y teorización sexual de los niños. Freud atribuyó a esas tres conductas –muy observables, por cierto– el carácter de conductas sexuales.
Entonces, extender la sexualidad a tales conductas produjo como efecto que los niños participaran del concepto. He ahí una de las condiciones de posibilidad como para comenzar a pensar en someter a un niño a la clínica psicoanalítica.
La segunda operación consistió en oponer la sexualidad al sexo biológico e interrumpir la continuidad evolutiva entre ambas. Es decir, la sexualidad infantil no evoluciona hacia la función propia del sexo biológico –que es la reproducción–.
Durante la misma conferencia, Freud afirma:

"Ustedes incurren en el error de confundir sexualidad y reproducción".[2]

Noten que Freud es bastante “lacaniano” en el modo en que se dirige a su auditorio: lo supone confundido y ahí está él, Freud, para aclarar un punto que será central en sus posiciones respecto de la sexualidad: la sexualidad siempre será infantil. Está muy explícitamente dicho en esa frase pero también a lo largo de toda la conferencia.
Si aceptáramos que estas dos operaciones funcionaron como condiciones de posibilidad para que se pensara en la posibilidad de practicar la clínica psicoanalítica con niños, tal como les decía hace un momento, habría que fecharlas en 1905, es decir, al momento de la publicación de la primera edición de los "Tres ensayos...". Lo interesante es que en 1906 Freud comenzó a recibir informes acerca del estado angustioso de un niñito, hijo de un intelectual vienés de la época que compartía con él las reuniones de los miércoles… Estamos hablando de Max Graf, el padre del pequeño Hans.
A mí me gusta pensar esta situación proponiendo que Freud recibió su propio mensaje en forma invertida desde el lugar del Otro; es decir, una vez establecidas las condiciones de posibilidad, una vez producida la noción de sexualidad infantil, el Otro le respondió aunque invirtiendo en parte su planteo. Tengan en cuenta que las ideas sobre la sexualidad estaban dirigidas a explicar el funcionamiento de la sexualidad supuestamente adulta, a explicar por qué algunas personas no alcanzaban la genitalidad, y no a favorecer la clínica con niños.
Sin embargo, este hombre comenzó a remitirle informes acerca de la neurosis infantil de su propio hijo. Aquí tengo que hacer una interrupción para una breve nota a pie de página. Esto no puedo no decirlo hoy: he realizado un pequeño descubrimiento a fines del año pasado y quisiera compartirlo con ustedes. Este pequeño descubrimiento nos permitirá afirmar que Freud no sólo recibió su propio mensaje en forma invertida desde la posición del padre de Hans, sino que también lo recibió del pequeño Hans; y para poder entender este problema hay que revisar la historia del psicoanálisis vienés.
Ustedes saben que Max Graf, antes que su hijo cumpliera tres años, comenzó a enviarle a Freud sus informes acerca de los avatares de Hans. En ellos consignaba su interés teórico y práctico acerca del hace-pipí, pero la fobia aún no se había desencadenado. Lo interesante es que Freud había sido analista de Olga König, una conocida actriz de teatro de la época y madre de Hans. Incluso Freud afirma en el historial que conoció a Max Graf a través de una "dama" que los presentó. Es probable que se tratara de Olga. También es probable que Olga y Max hablaran de Freud ante su hijo, puesto que el vínculo entre Max y Freud comenzó en 1900, luego del final del análisis de Olga. Freud recibió los primeros informes sobre Hans en 1906 (antes de que cumpliera los tres años). La historia nos cuenta que Freud, a causa de su contacto con Max Graf, participaba de los eventos sociales de su familia. Ahora bien, cuando Hans cumplió tres años (tengan en cuenta que a esta altura Hans ya estaba un poco angustiado, aunque aún no había desarrollado su fobia) Freud fue uno de los invitados al cumpleaños y, en carácter de tal, le llevó un regalo. ¿Imaginan ustedes qué le regaló?: un caballo de madera, de esos que sirven para balancearse… Es increíble, ¿verdad? Nueve meses después, el pequeño Hans ligaba todo el problema de su angustia a un caballo.
Encontré este dato leyendo la entrada "Graf, Herbert" en el "Diccionario de psicoanálisis" de Elisabeth Roudinesco y Michel Plon, publicado por Paidós. Eso estuvo siempre ahí y nadie nunca lo resaltó. Hice circular este dato entre mis colegas, pero obtuve poca respuesta. Más tarde Ariel Pernicone me confirmó el dato: en la biografía de Freud escrita por Emilio Rodrigué, también estaba la anécdota (en la página 491). ¡Y pensar que Lacan se rompió la cabeza en el año 58, a lo largo del Seminario 4, tratando de establecer por qué la fobia se ligó al significante "caballo"! Y hasta llegó a proponer que había un caballito dibujado en el fondo de la estampa de un león que Hans tenía en un libro… Aparentemente, la fuente para esta anécdota fue el mismo padre de Hans, quien dejó el dato escrito en un artículo titulado Reminescence of Professor Sigmund Freud, publicado por "Psychoanalytic Quarterly", XI, 1942, pp. 465-476. El texto también fue publicado en francés con el título de Reminiscences sur le professeur Freud (1942), en la revista "Tel Quel" 88, de 1981, pp. 52 - 101. Luego de una pequeña pesquisa pude dar con este artículo en su versión inglesa. Les leo cómo fue presentada la anécdota por el padre del pequeño Hans:

"Freud tenía un papel entusiasta en todos los acontecimientos familiares de mi casa; esto, a pesar de que yo era un hombre joven, Freud era ya de edad avanzada y sus cabellos maravillosamente negros comenzaban a encanecer. En ocasión del tercer cumpleaños de mi hijo [se refiere a Herbert, a quien Freud llamará en su historial "Hans"], Freud le trajo un caballo de balanceo que por sí mismo llevó hasta arriba por los cuatro tramos de escalera que conducían a mi casa." [3]

Parece ser que Freud mostró un temprano interés por la educación del pequeño. El mismo texto narra una discusión entre Max Graf y Freud, a propósito del marco religioso en que el niño debería ser educado. Cito:

"Cuando mi hijo nació, me preguntaba si no debía sustraerlo del odio antisemita reinante, que en ese momento difundía en Viena un hombre muy popular, el Dr. Luger. No estaba seguro de que no fuese preferible que mi hijo fuera educado en la fe cristiana. Freud me aconsejó no hacerlo. Si usted no deja a su hijo ser educado como un judío, dijo, usted lo privará de esas fuentes de energía que no pueden ser reemplazadas por nada. Él tendrá que batirse como judío y usted debería desarrollar en él toda la energía de la que tendrá necesidad en esta lucha. No lo prive de este beneficio." [4]

No cabe duda que el interés de Freud por el jovencito era un interés manifestado tempranamente. Y es justamente por eso que me causa gracia lo que dice Freud, en el historial publicado, en ocasión de la entrevista del 30 de marzo (que es la entrevista que mantiene con Hans y su padre). Es la página 36 del tomo X de la edición de Amorrortu. Primero afirma que:

"Ya conocía yo al gracioso hombrecito".[5]

Y nosotros podríamos agregar: ¡Claro Profesor, si usted ya había realizado una intervención acerca de la educación del pequeño y también estuvo en su último cumpleaños!. Lo ridículo es la frase que sigue a continuación, porque Freud dice:

"No sé si se acordaba de mí".
[6]

¡Pero sí, Profesor! ¡Si usted le regaló el caballo de madera y él armó la fobia alrededor de un asunto con caballos! Yo no tengo ninguna duda: Hans se acordaba perfectamente de él.
Finalmente, Freud concluye afirmando:

"Detalles como los que conocí en ese momento (...) era evidente que no se podían explicar a partir de lo que sabíamos".[7]

No estoy de acuerdo. Tal vez se podrían haber explicado muchas cosas a partir de lo que Freud sabía y prefirió olvidar. ¿Acaso su división subjetiva es efecto del modo en que recibió la inversión de su propio mensaje? ¿Es posible que, un año después, Freud hubiera olvidado por completo su regalo?

Retomemos nuestro argumento central. El 30 de marzo de 1907 se produjo la primera consulta de un niño acompañado por su padre a un psicoanalista. Freud dice que la consulta fue breve (una consulta lacaniana…). A partir de ese momento tengo una lista de seis personas que comenzaron a escribirle a Freud acerca de cuestiones de orden clínico que involucraban a niños; es decir, Freud siguió recibiendo su mensaje invertido por parte del Dr. Fürst, August Aichorn, el pastor Pfister, Ferenczi (y su "pequeño Arpad"), Melanie Klein y, finalmente, hasta su propia hija Anna.
Vayamos, ahora, al siguiente problema: ¿cual era, estrictamente, la posición de Freud acerca de la posibilidad de una clínica psicoanalítica con niños? Los niños ¿quedaban dentro o fuera del campo de aplicación del psicoanálisis, tal como había sido teorizado hasta ese momento?
Para intentar articular alguna respuesta vamos a revisar el prólogo de Freud al libro "Juventud descarriada" de August Aichorn y la Conferencia 34 que se llama "Esclarecimientos, aplicaciones y orientaciones". Me parece que, si bien no con gran profundidad, Freud diagnosticó como "problemática" la relación existente entre la situación analítica y la aptitud de los niños para entrar en ella.
Les leo la breve cita del prólogo al libro de Aichorn, que es de 1925.

"La posibilidad del influjo analítico descansa en premisas muy determinadas que pueden resumirse como "situación analítica". Exige el desarrollo de ciertas estructuras psíquicas y una actitud particular frente al analista. Donde ellas faltan, como en el niño, es preciso hacer otra cosa que un análisis, si bien coincidiendo con éste en un mismo propósito". [8]

Adviertan ustedes que el niño plantea reparos muy sólidos a las condiciones que Freud reclamaba de la situación como para poder llevar adelante una práctica analítica. Y esto por varias cuestiones: primero porque, según Freud, no están desarrolladas ciertas estructuras psíquicas[9]; y segundo, porque supone cierto problema en lo referente a la actitud particular que el niño debe tener frente al analista (por "actitud particular frente al analista" les propongo que leamos "transferencia"). Y ya afirma, en 1925, que hay que tratar de ser lo más flexible que se pueda como para hacer alguna otra cosa que un análisis, si bien coincidiendo con el análisis en un mismo propósito. Esta idea es para mí bastante oscura, no sé qué quiso decir Freud allí.
A partir de la cita que venimos trabajando no podríamos sostener con convicción una clínica psicoanalítica con niños. Asimismo, en esta cita no hay ninguna indicación acerca de qué hacer con los padres de los niños.
En la Conferencia 34 se retoma el tema. El espíritu de la cita es el mismo, pero Freud no podía desconocer que, en 1932, se practicaba y teorizaba acerca del psicoanálisis de niños. Veamos cómo expone su posición:

"Psicológicamente el niño es un objeto diverso del adulto, todavía no posee un superyo, no tolera mucho los métodos de la asociación libre y la transferencia desempeña otro papel puesto que los progenitores reales siguen presentes.
Las resistencias internas que combatimos en el adulto están sustituidas en el niño, la más de las veces, por dificultades externas. Cuando los padres se erigen en portadores de las resistencias a menudo peligra la meta del análisis o este mismo y por eso suele ser necesario aunar al análisis del niño algún influjo analítico sobre sus progenitores".
[10]

Estos dos párrafos sitúan las objeciones de Freud al análisis de niños; si bien en el segundo de ellos utiliza la expresión "análisis del niño", tal vez la use en el sentido de "influjo analítico", sintagma que destacamos en la cita del prólogo a Aichorn. De todos modos, afirma que el niño carece de superyó y no tolera la asociación libre; también que la transferencia funciona de otro modo debido a la presencia real de los padres (supongo que en el consultorio) y que estos encarnan muchas veces las resistencias al tratamiento.
En una coyuntura tal, parece difícil iniciar un análisis. Ahora bien, ¿se trata de obstáculos estructurales o provienen, más bien, de las limitaciones teóricas de Freud?

Antes de seguir me gustaría hacer un paneo histórico por el asunto, puesto que les decía antes que el psicoanálisis de niños se practicaba y se teorizaba a pesar de la posición de Freud. Las primeras palabras de Freud que citamos al respecto fueron publicadas en 1925 en el prólogo del libro "Juventud descarriada" de August Aichorn. En 1926, Anna Freud publicaba "Introducción a la técnica del análisis de niños" y en 1927 aparece un artículo titulado "Simposium sobre análisis infantil" de Melanie Klein. Este último texto fue leído por los psicoanalistas como una especie de polémica entre Melanie Klein y Anna Freud, en la que la primera respondía, casi punto a punto, a los argumentos que la segunda expusiera en su "Introducción a la técnica del análisis de niños" (de hecho, está explícitamente planteado así por la Sra. Klein). A este respecto, quisiera proponerles otra perspectiva. Intentaré demostrar que Melanie Klein discute con Sigmund Freud, y no con su hija Anna. Los puntos en disputa son exactamente aquellos en los que Anna fue más fiel al pensamiento de su padre. Para ello, revisemos algunas líneas del "Simposium...", que está publicado por la editorial Paidós en el primer tomo de las "Obras Completas de Melanie Klein".

"El argumento que a menudo se oye en los círculos analíticos de que los niños no son sujetos adecuados para el análisis no parece válido". [11]

Yo me pregunto: ¿acaso Anna Freud sostenía este argumento? Resulta difícil pensarlo puesto que si publicó un libro sobre la técnica del análisis infantil es porque consideraba, supongo, que dicho análisis era posible. Era Freud quien afirmaba que el niño no permitía que se estableciera la situación analítica. También él sostenía que el niño no toleraba bien la asociación libre y que en tales casos la transferencia cumplía otro papel que el que tiene reservado en la práctica psicoanalítica.
Pero sigamos.
¿Recuerdan esa frase de Freud que decía: "el niño es un objeto diverso del adulto"? Esa idea suponía técnicas de abordaje diferentes para uno y otro, aunque ambas tendieran al mismo fin. He aquí la posición de la Sra. Klein:

"Se dice que la conducta del niño en el análisis es evidentemente distinta a la del adulto, y que por consiguiente es necesario emplear una técnica diferente. Creo que este argumento es incorrecto". [12]

Aquí la disputa es con Freud y su hija, puesto que Klein impugna la necesidad de una técnica diferente –que justificaría escribir un libro sobre dicha técnica–. Tal vez aquí, en el asunto referido a la técnica, debamos hacer ciertas aclaraciones, pero las dejaremos para nuestros próximos encuentros.
Y luego sigue cierta diferencia de posiciones en lo referente a la posibilidad o no de establecer la llamada “situación analítica” con un niño como paciente. Klein despliega este argumento paso a paso en el desarrollo del libro de Anna Freud.

"Anna Freud (...) piensa que los niños son seres muy distintos a los adultos". [13]

Es cierto, pero quien primero realizara tal afirmación fue su padre (hemos ubicado la cita, incluso). Y luego da su estocada final, al afirmar:

"Pero en el inconsciente (...) los niños no son de ninguna manera fundamentalmente distintos de los adultos".
[14]

Yo suscribo esta afirmación. Llegué a ella mediante la lectura de la obra de Jacques Lacan, pero no hace mucho descubrí que anteriormente había sido sostenida por Melanie Klein: ella no quedó cautiva del prejuicio organicista y evolutivo que le impidió a Freud desarrollar un argumento así. Hoy, nosotros resolvemos este problema con la definición del inconsciente estructurado como un lenguaje; definición que impide que sea algo sustancial, tridimensional (como un cerebro, por ejemplo) y que también lo sitúa como un fenómeno plenamente discursivo e intersubjetivo, imposible de ser localizado “adentro” de alguien. Su presentación en la obra de Lacan bajo el modo de una banda de Moebius liquidó finalmente la posibilidad de suponerlo en las profundidades, puesto que la estructura real de tal superficie topológica es bidimensional (la tercera dimensión, o sea la profundidad, de esta manera queda eliminada).
Antes de seguir con la lectura, les advierto que no estoy intentando transmitir el corpus de la teoría kleiniana, a la que, personalmente, no adhiero. Tan sólo es mi intención mostrar cómo ya en 1927, muy tempranamente, comenzaron a alzarse algunas voces en contra de las posiciones teóricas que Freud sostuvo y que conducían directamente a expulsar al niño del campo de aplicación del psicoanálisis. En realidad, la década del 20 fue muy fecunda en artículos sobre clínica psicoanalítica de niños. Pero en 1927, con el "Simposium...", explotó la polémica. Es por eso por lo que les propongo esta puntuación del texto de Klein: una puntuación que tiende a mostrar los puntos en conflicto con Anna Freud, pero que, en realidad, sitúan una discusión con Sigmund Freud. Obviamente, no estoy interesado en cómo Melanie Klein resolvió estas cuestiones; sí, en cambio, más adelante echaremos mano a la teoría de Lacan para zanjarlas. Me parece importante que esto quede claro antes de seguir.

Freud había planteado ciertos reparos del niño a la asociación libre. Klein introdujo la técnica que todos los que hoy practicamos con niños conocemos: el juego, el dibujo, el modelado y todos sus sucedáneos. Obviamente no descartó el lenguaje, pero lo suplementó con otro tipo de actividades en las que ella pudiera leer cierta repetición. Así lo dice en la página 156:

“Suponiendo que un niño exprese el mismo material psíquico en numerosas repeticiones – a menudo por varios medios, por ejemplo, juguetes, agua, recortando, dibujando, etc- (...) entonces interpreto estos fenómenos y los enlazo con el inconsciente y la situación analítica. Las condiciones prácticas y teóricas para la interpretación son precisamente las mismas que en el análisis de adultos”. [15]

Lacan simplificó este problema al plantear que tales conductas también se pueden considerar estructuradas como el lenguaje, es decir reducidas a elementos diferenciales últimos, cuyas relaciones están regidas por las leyes de un orden cerrado, lo que en el juego es evidente y en el dibujo requiere su interpretación al modo de la heráldica (esta segunda idea de Lacan, bastante menos conocida, la desarrollaremos más adelante).
Y para no aburrirlos con este recorrido, vayamos al problema de la transferencia –último que ubicaremos aquí–. Klein plantea:

“Anna Freud (...) dice que los niños no están capacitados como los adultos para comenzar una nueva edición de sus relaciones de amor, porque sus objetos de amor originales, los padres, todavía existen como objetos en la realidad.
Para responder a esta afirmación, que me parece incorrecta”.
[16]

Este punto es central porque aborda el problema de la presencia real de los padres. Pero nosotros ya vimos que este reparo es en realidad de Freud, y que sin duda se deduce de su teoría de la transferencia y del papel que el padre desarrolla en ella. En todo caso nuestro problema clínico se orientará a la presencia real de los padres en el consultorio: al modo en que conviene entrevistarlos, qué preguntarles, cómo tratarlos, cómo incluirlos en el análisis de sus hijos, cómo construir el texto del análisis del niño a partir de tantas posiciones enunciativas.
Sin duda estamos obligados a responder con teoría a las cuestiones planteadas como obstáculos en los textos de Freud. Y es a tal fin que considero imprescindible convocar a Jacques Lacan y al trabajo que, bajo la consigna de "retorno a Freud", consistió más en una "reinvención" del psicoanálisis que en una doctrina tendiente a esclarecer sus orígenes. Lacan casi no dejó piedra sobre piedra del edificio freudiano. Lo que llamo "la reinvención" (título que tomé prestado de una película acerca de la obra de Lacan, de Elisabeth Roudinesco) lo obligó a reemplazar conceptos canónicos en la letra de Freud, por conceptos propios forjados en la indivisible articulación entre teoría y práctica, nudo de su trabajo de tantos años. También debió establecer y despejar el estatuto de otros conceptos manteniendo su designación original, aunque modificando notablemente las relaciones que estos debían mantener con los otros conceptos del campo.

Antes de concluir con esta presentación los invito a viajar en el tiempo un poco más de medio siglo, a la propuesta de "Reglamento y doctrina de la comisión de enseñanza" que Lacan presentara en la Sociedad Psicoanalítica de París en 1949 (antes que se produjera la escisión). Puesto que se trataba de la formación del analista, Lacan incluyó en su propuesta las cuestiones relativas al psicoanálisis de niños. Y ya en aquella época hacía referencia a que esa práctica (la del psicoanálisis de niños) requiere de "flexibilidad técnica" por parte del practicante. Y esto no podría ser sino así, puesto que a quien lleve adelante una cura analítica con un niño:

"(...) se le solicitan sin cesar invenciones técnicas e instrumentales que hacen de los seminarios de control, así como de los grupos de estudio de psicoanálisis infantil, la frontera móvil de la conquista psicoanalítica". [17]

Es notable la sensibilidad de Lacan para con el lugar del analista de niños, siendo que él nunca atendió niños (al menos, eso dicen su biógrafa y quienes lo conocieron de cerca). Él captó algo de la gran movilidad con la que el analista de niños debe hacer frente a su tarea. Y por eso situó en una "frontera móvil" los dispositivos de transmisión en esta área. Y nuestras reuniones de trabajo, sin duda, son un dispositivo como a los que él se refiere.
Un año después, en ocasión de presentar sus "Estatutos propuestos para el Instituto de Psicoanálisis de la SPP" –motivo de la escisión de la Sociedad–, en enero del 53 retoma sus mismas palabras:

"Por último, el psicoanálisis de niños se reveló, en los registros de la conducta de la experiencia y de su valor clínico, como sujeto a incertidumbres, cada vez más ricas en problemas a medida que se les concede un interés más ordenado". [18]

Esta es mi bandera: concederle al psicoanálisis de niños un interés cada vez más ordenado y, de este modo, abordar problemas cada vez más ricos. Noten ustedes cómo Lacan era consciente de que el área de psicoanálisis de niños estaba sujeta a incertidumbres. Y es muy verificable este diagnóstico. Piensen en sus colegas psicoanalistas: nadie duda en aceptar en carácter de paciente a una persona adulta, pero no ocurre lo mismo cuando el candidato al tratamiento es un niño. Ahí comienzan las incertidumbres…
Y de tan consciente que es respecto de este asunto, Lacan termina afirmando:

"Sin duda, esta es la frontera donde se ofrece al análisis lo más desconocido por conquistar". [19]

Entonces somos nosotros los responsables tanto de esa conquista como también de extender las fronteras del psicoanálisis, que, según Lacan, son móviles.
Quizá yo ya me haya acostumbrado a vivir en la frontera, o tal vez sea un "fronterizo". Quizás tenga alma de conquistador…
Pero lo cierto es que estas palabras de Lacan, que ya cumplieron cincuenta años, aún funcionan para mí como un estímulo. Y hoy, en mi afán por transmitirlas, tal vez pueda entusiasmar a alguno de ustedes para que me acompañe en el recorrido. Puesto que la frontera sigue siendo móvil, en cualquier momento podríamos producir una extensión y verificar que el psicoanálisis es cada vez más apto para la práctica clínica con niños (ya sea en el ámbito privado o institucional).

Gracias por vuestra indulgente atención.



NOTAS


[1] Freud, Sigmund. "Conferencias de introducción al psicoanálisis. 20ª Conferencia. La vida sexual de los seres humanos" (1917 [1916-17] ), en "Obras Completas", Volumen XVI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992, pág 291.
[2] Ibid. Pág. 284.
[3] Graf, Max. "Reminiscences of Professor Sigmund Freud", en "The Psychoanalytic Quarterly" XI, 1942. Pàg. 474. Traducción personal.
[4] Ibid. pág. 473.
[5] Freud, Sigmund. "Análisis de la fobia de un niño de cinco años" (1909), en "Obras Completas", Volumen X, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989, pág. 36.
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Freud, Sigmund. "Prólogo a August Aichorn, Verwahrloste Jugend"(1925) en "Obras Completas", Volumen XIX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989, pág. 297.
[9] En lo referente a esta cuestión, es claro que su noción de inconsciente le funciona como obstáculo: está plenamente marcado por un enfoque evolutivo, tal vez porque en su definición, el inconsciente esté –como si fuera un aparato más– adentro de la persona y crezca con ella.
[10] Freud, Sigmund. "Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 34ª conferencia. Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones" (1933 [1932]) en "Obras Completas", Volumen XXII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989, pág. 137
[11] Klein, Melanie. "Simposium sobre análisis infantil" (1927), en "Obras Completas", Volumen 1. "Amor, culpa y reparación" (1975), Editorial Paidós, Buenos Aires, 1996, Pág. 150.
[12] Ibid. Pág. 151.
[13] Ibid. Pag. 152.
[14] Ibidem.
[15] Ibid. Pág. 156.
[16] Ibid. Pág. 160.
[17] Miller, Jacques-Alain. “Escisión, Excomunión, Disolución - Tres momentos en la vida de Jacques Lacan”. Editorial Manantial, Buenos Aires, 1987, página 22.
[18] Ibid. Pág. 37
[19] Ibidem.