sábado, 29 de noviembre de 2008

Alejandro Ércoli. "Cómo meter a Lacan y a Foucault en la cárcel" (4ªclase, primera parte)


Caso clínico de atención intramuros: ¿un anormal, un monstruo?

En esta última clase voy a retomar material clínico, en principio el caso cedido gentilmente por la Licenciada Maria Laura Valente.
A riesgo de resultar un poco detallista, les recuerdo que este caso refleja las coordenadas que comandan la atención intramuros. Paso a describir la escena intramuros, para lograr ocuparse de la tarea de atención clínica, el analista cruza unas cuantas rejas, se ocupa de buscar un espacio de atención, esto es cualquier ambiente que permita tener una entrevista sin ser escuchados por otros. Cada entrevista exige pasar por dicho ritual, y a veces por falta de un lugar apto la entrevista se pospone. Es cierto que las unidades carcelarias cuentan con oficinas y algunos consultorios, pero lo usual dada la cantidad de trabajo es que resulten insuficientes. Para llevarlos al ojo de la tormenta, les cuento que además si algún requerimiento institucional se superpone o como decía no hay sitio disponible, las explicaciones al paciente las da el analista. Hago mención de estas circunstancias para exponer las condiciones institucionales que sujetan a todos los individuos, tanto quienes trabajan allí como los internos. Un último detalle, en muchas oportunidades si el interno a entrevistar no es acompañado por un guardia hasta el consultorio, esta función de custodia, la cubre el analista.
El material está divido en tres momentos que la Lic.Valente fijó para la transmisión. A continuación expongo el caso tal como me fue enviado:

Primer momento:
Comienzo a atender a P, de 26 años, cuando ingresa a la admisión del tratamiento.
Como una actividad profesional “habitual” en la institución, se indaga sobre el inicio de su adicción y de su conducta delictiva. En algunas ocasiones, el hecho de priorizar preguntar sobre estas cuestiones termina orientando los tratamientos hacia una solidificación de procesos identificatorios al significante adicto o “chorro”, sin tener en cuenta la importancia de leer las coordenadas subjetivas en las cuales se produce cierta sintomatología. Otra situación devastadora a nivel subjetivo, sucede cuando se toma la adicción como el síntoma, como la pregunta del sujeto, pero con la lógica del “para todos”, perdiéndose de vista la particularidad del sujeto y del lazo que se genere con ese otro en posición de analista.
Al empezar a preguntar por su familia, P aportó, lo que luego pude leer como una pieza importante para comenzar a formalizar su posición subjetiva. En la primera entrevista me dice “mi mamá me trata como un bebé”. Durante esos primeros encuentros manifiesta “Yo tenía todo en mi casa. Yo me acostaba con mi mamá. Yo la amo a mi mamita. Soy muy pegado a mi mamá”.
En algún momento comienzo a preguntarle por su padre, ya que era notorio la ausencia de referencia del mismo en el discurso del paciente. Encuentra grandes dificultades para decir algo de su padre, hasta que en un momento P brinda un elemento: se llama igual que su papá. Ambos comparten nombre, apellido y otras cosas…
Constantemente retorna el tema de su madre y los dichos de ella. En una visita ella le manifiesta: “Conformate conmigo. Conmigo te vasta y te sobra”.


Segundo momento:
Una situación se convierte en acontecimiento para el paciente: “descubre” que su madre está embarazada. Lo descubre en tanto que su familia no quiere decírselo. Como era de esperar, P se enoja muchísimo con su madre y con su padre. Al abordar esta cuestión en las entrevistas surgen las justificaciones desde la instancia yoica, como ser que la madre era bastante grande y que este embarazo podía ser riesgoso. En mis hipótesis era otro el argumento que comandaba esta escena.
Fue un momento difícil del tratamiento, pero esto habilitó la relación transferencial. Fue necesario poder escuchar y comenzar a poner en relación todos los datos que P iba aportando, así como también ser muy cauta en las intervenciones. Podría decirse que en los primeros momentos ocupé el lugar del testigo, permitiéndome no quedar en serie con esa madre.


Tercer momento:
Es el momento en el que a partir de una intervención, se comienza a hablar sobre la dificultad para relacionarse con otras mujeres que no sean su madre. Se da el lugar a hablar sobre aquellas otras mujeres, sobre lo nuevo. Cada vez que alguna mujer venía a visitar a P a la cárcel, él sentía que debía pedir disculpas a su madre, ya que era una falta de respeto y la prioridad siempre la tenía ella. Y era la madre quien se encargaba de dar cuenta de los defectos que estas mujeres portaban.
Paulatinamente se fue formalizando una pregunta que era particular para él. Más allá de tener en cuenta las coordenadas vinculadas a la eclosión de su adicción a sustancias tóxicas, éste tema se relativizó y se puso en relación a la dificultad que encuentra para poder vincularse con otras mujeres que no sean su madre. El paciente ha comenzado a preguntarse si esta dificultad tiene alguna relación con el vínculo “tan especial” que mantiene con su madre. Lo que hasta el momento era “su realidad”, comienza a ponerse en cuestión. El supuesto “paraíso” encontrado en la relación con su madre comienza a molestarle y a retornarle con cierta extrañeza (¿la de lo siniestro?).
¿Alguna pieza de su posición habrá comenzado a moverse? Y de ser así, lo habilitará a dejar de acostarse con su madre en cuanto a su posición en el discurso?

María Laura Valente


Para señalar algunas ideas vinculadas a este material, voy a respetar los tres momentos propuestos por Maria Laura.
Vayamos sobre el premier momento, la entrevista se origina en un pedido institucional. Como se trata de una unidad carcelaria que pretende ofertar asistencia psicológica a internos con problemas de adicción a las drogas, se los entrevista a todos (inicialmente se pretendió crear una unidad carcelaria que opere como una comunidad terapéutica). Esto significa que cualquier interno que sea derivado a dicha cárcel, sabe que va recibir atención psicológica. Obviamente no todos los que llegan a esa unidad, quieren analizarse, más bien es un destino institucional que les otorga algunos beneficios. Pueden alojarse allí para ser mejor vistos por el juzgado, o para vivir en condiciones mas reguladas que en otros penales. Entonces observen que la analista al inicio pone la “cosa institucional” como parte del material. Este dato es muy valioso, porque como decíamos la cárcel en tanto dispositivo, tiende a un control de todos sus miembros. Podríamos compararlo con la peste, esto es: existe la peste –un mal- que afecta a todos, de manera directa o en potencia. Por lo tanto lo que sigue es controlar a “todos”, de forma permanente, e informar sobre los apestados y los que aún no lo están. Estas palabras que se refieren a lo que exige la institución, revelan que esto es parte del material, y en todo caso hay una advertencia de la analista.
Entonces avanzando, Maria Laura escucha y lee, lo que P dice. Primero no lo lleva a asumir un estado de enfermedad o déficit, de hecho atrapa algo en el texto de P , algo que para él es habitual la relación con su madre. Vean la maniobra, en lugar de realizar un interrogatorio sobre su adicción o el delito, que es lo que interesa a la institución y al discurso jurídico, lo pone a hablar de la familia. En términos de Lacan diría que le esta preguntando por el Otro, cuestión fundamental para calcular el sujeto del inconciente. En esa relación sujeto Otro, ella recorta algo: lo que él dice de la madre y lo que la madre le demanda. Además señala la posición del padre en tanto Otro. Fíjense el despegue de lo institucional: en una entrevista comandada al inicio por un dispositivo de poder, la analista lee toda la escena pone en la cuenta lo institucional y continua, ¿cómo? pidiéndole que hable. No tomó el camino de negarse a entrevistar, o pelearse con el sistema, hizo de los discursos en juego un texto para leer, estando muy atenta a lo que P dice.

Pasemos al segundo momento: este segundo momento es posible por la maniobra de inicio en el caso. Como decíamos lo puso a hablar y sucedió algo. Ya hay un asunto familiar en juego, la madre se nombra como suficiente para él, el padre está pero no interviene, al menos regulando a la madre. Del padre solo cuenta con el nombre. A esto se suma el embarazo de la madre, que pareciera uno de los modos de hacer entrar al padre, y la reacción de enojo de P. Aquí Maria Laura señala un acontecimiento. Ampliemos la cuestión, ella lo pone a hablar, y en esa charla aparecen cuestiones familiares, podríamos pensar el lugar que tiene él en relación a sus padres. A partir de que algo de esto se recorta en el texto de P, se pone en forma una singularidad de su familia, y necesariamente la transferencia. De aquí en adelante paciente y analista tienen un asunto del cual hablar.

Tercer momento: El caso esta en marcha. Atentos a los momentos propuestos, el punto de partida es de una entrevista obligada, vinculada a lo jurídico, de la cual se podría esperar una solución y un diagnóstico, en cambio, se le pide que hable y de lo cuenta surge que P tiene problemas para relacionarse con las mujeres. P, está más interesado en hablar de aquello que en la relación con las mujeres se le dificulta, que en las drogas o el delito. Si algo hace a la posición del analista es el deseo, retomo esto porque las coordenadas de inicio estaban dadas para que Maria Laura se ubique como experto en conductas adictivas y delictivas orientando y clasificando. Ella eligió otra vía, en principio ponerlo a hablar, de allí surgió una cuestión que para P evidentemente es un problema, y se lo dirigió a la analista. El caso como decía va muy bien, y observen como el problema es otro distinto a un déficit de la personalidad. Habrá que establecer como el consumo de drogas o el encierro se relacionan con este “problema” descubierto en transferencia.
Es diferente plantear el delito como un problema individual a solucionar para decirlo en lacaniano ortodoxo, que hay goce del cual se tiene hacer responsable y seguir por una rectificación; que pensar al delito determinado por la elección hecha respecto de los significantes su Otro y que además esto, está cifrado. Si leemos al delito en la relación sujeto Otro, podemos entonces dar lugar a, lo que alguien desea, que problemas tiene, como quiere arreglarse con lo que aquello que lo afecta etc. Sino consideramos la immixión entre sujeto y Otro, no hay modo de revisar que sucede con el lazo social. Tomar al individuo aislado, es como cercar deseo y goce sobre la persona, y no pasar al modo de relación.
Bueno volviendo sobre el planteo de Foucault, como hacen para ubicar en el caso P a un anormal, un monstruo, o alguien a corregir. Cual es la anormalidad en el asunto del análisis de P. Vayamos a las pericias que relata Foucault, imaginen una pericia de P, jurídicamente es un delincuente y un drogadicto, a partir de sus actos (donde el informe tiende a confirmar la personalidad monstruosa). Seguramente si propongo las categorías de labilidad yoica, déficit en la simbolización, actuador o impulsivo, fallas en la constitución familiar, etc. seguro que acierto y nunca lo atendí. En otras palabras responder a lo que pide el discurso jurídico bajo la forma de las instituciones, no admite interrogar el deseo. Escuchar atentamente, lo que un hablante ser dirige a otro hablante ser, es la condición para que algo de lo inconciente advenga, creo que esto es lo ha comenzado a suceder en el material que Maria Laura decidió compartir.