jueves, 8 de mayo de 2014

Ángela Pradelli. "En mi nombre": Historias de identidades restituídas" (Paidós 2014)



La búsqueda de niñas y niños, que los represores robaron durante la última dictadura cívico-militar en la Argentina (1976-1983), lleva ya treinta y ocho años. Este libro cuenta las vidas de Manuel Gonçalves Granada, Ángela Urondo Raboy, Macarena Gelman García Iruretagoyena, Leonardo Fossati Ortega y Jorgelina Paula Molina Planas. Sus cuerpos pequeños fueron arrojados a la experiencia de perderlo todo en un instante: mamá, papá, hermanos, abuelos. Perdieron también sus juguetes, las fotos, la ropa que usaban. Y aunque fueron obligados a crecer bajo un nombre falso, desconociendo su origen y el nombre de sus padres, pudieron, después de muchos años, conocer la verdad y restituir sus verdaderas identidades. Es gracias a cada uno de los protagonistas que pude narrar las historias desde la alegría que me trasmitieron ellos mismos en sus testimonios porque, a pesar del dolor y de las pérdidas, ahora saben quiénes son realmente. Es la felicidad que cada protagonista sintió al encontrar su propio origen la que impulsó la escritura de este libro y la narración de cada historia. -Ángela Pradelli

A menudo uno escucha decir que somos lo que comemos, lo que trabajamos, lo que amamos. En fin, lo que hacemos. Pero, ¿es tan así? Y si la vida, las cosas, no fueran tan lineales, ¿entonces qué? ¿Qué pasa con nuestro origen? ¿Qué pasa si no sabemos de dónde venimos? ¿Somos los mismos? ¿Qué transforma en nosotros al saberlo? Transforma la posibilidad de elegir qué hacer con esa historia. Es decir, hacer nuestra historia. Otra historia, esta vez, la elegida. No es poco: se trata de la libertad. El origen nos habilita nada menos que a ser, ser quienes queremos ser. -Guillermo Saccomanno

Las historias de apropiación de personas siempre me parecieron las más inhumanas que nos llegan de los años oscuros, cuando el accionar del aparato represivo intentó volver objetos a esos niños y niñas a quienes pretendía quitar su identidad. Y a la vez esas historias nunca dejaron de emocionarme, porque las víctimas y sus familias, en su condición de humanidad, lucharon por la recuperación y restitución de sus verdaderas identidades. Este libro nos permite adentrarnos en ellas. ¿Qué pensaban los apropiadores, que las víctimas aceptarían ese lugar y llorarían en silencio su destino? Seguramente creían que la cadena de comunicación intergeneracional, desparecido un eslabón, no se reconstituiría. Pero la persistencia de algunos sujetos e instituciones, sus búsquedas y la tenacidad permitieron la reparación de las heridas y la posibilidad del horizonte de justicia. Y el acto educativo volvió a suceder en el restablacimiento del encuentro entre las generaciones.-