Acabo de terminar la excelente autobiografía de Günter Grass titulada "Pelando la cebolla". Por supuesto que no seré original testimoniando del impacto que me produjeron las páginas en las que recuerda su voluntario paso por las Juventudes Hitlerianas. No voy a escribir una reseña acerca del libro porque podríamos decir que ya se han escrito demasiadas -quizá sea este uno de los libros más reseñados de los últimos tiempos-. Lo curioso, y en lo que acuerdo plenamente con todos los críticos, es que al leer el texto uno termina "creyendo" en Grass.
Hay algo que insiste en la literatura alemana contemporánea. Es cierto que a muchos lectores e intelectuales las producciones de la cultura alemana de pos-guerra les resultan "fastidiosas". A mí, por lo contrario, me da la impresión de estar indudablemente atravesada por el problema que podría denominarse "Culpa colectiva, inocencia individual".
Hay algo que insiste en la literatura alemana contemporánea. Es cierto que a muchos lectores e intelectuales las producciones de la cultura alemana de pos-guerra les resultan "fastidiosas". A mí, por lo contrario, me da la impresión de estar indudablemente atravesada por el problema que podría denominarse "Culpa colectiva, inocencia individual".
Se me ocurrió esta idea mientras leía el excelente volumen de cuentos de Bernad Schlink, titulado "Amores en fuga". Allí, en primera persona, algunos personajes descubren antecedentes familiares que los inscriben en el linaje de quienes participaron de la Shoá. Diversos objetos remiten a esas historias y casi es un deber ético de Schlink (que, curiosamente, es juez en su país) dar cuenta de estos casos que son diferentes al caso de Grass. Aquí encontramos hijos o nietos de jerarcas nazis que no comulgan con sus padres o abuelos, pero que padecen los efectos de transmisión de una manera descarnada. Algo de ese horror también está presente en la maravillosa novela "El lector" también de Schlink. De esa conviene no adelantar mucho, pero su desenlace es realmente impactante.
Y no quisiera dejar pasar la ocasión para recomendar, en esta misma línea, el volumen compilado por Verena Auffermann en el 2003 y publicado en español por la Editorial Sudamericana bajo el título de "Nuevos narradores alemanes" (el volumen cuenta entre sus traductores con Nicolás Gelormini, compañero del Staff de la editorial Letra Viva) . Aquí también hay una muestra significativa del mismo problema en palabras de jóvenes escritores.
Entonces, si existe el "sentimiento inconsciente de culpa" y si el "inconsciente es el discurso del Otro"... ¿qué hay del Otro en la culpa que experiementa el sujeto? Una pregunta nada sencilla pero acerca de la que se puede reflexionar mientras leemos excelente literatura.
Recuerden que siempre... liber enim librum aperit.