F. Regnault practica la ética del bien-decir a propósito de lo que se llama la cuestión judía al referir las propiedades judaicas (religión, cultura, ritos, etc.), que harían de los Judíos una clase definida, a su estatuto de objeto a. La cuádruple relación que define la fórmula del fantasma de Lacan se mantiene entre lo que es occidental y lo que es judío. Decir "judío" en Occidente es un dicho que implica el orden del deseo. A partir de la proposición "el judío está en el lugar del objeto a" realiza un riguroso análisis lógico ubicando las diferentes consecuencias del "ser judío" en la historia del Occidente.
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