Durante una de aquellas reuniones que precedieron a la disolución de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, en 1964, Lacan señalaba que los métodos de un analista “no se juzgan sino en el interior o según sus resultados, y mis resultados están aquí: ¡son ustedes!”
Este libro contiene un conjunto de testimonios que, sin pretender atrapar al “Lacan verdadero”, ofrecerán al lector un vistazo del interior de sus métodos de análisis, de supervisión y de enseñante.
Tres generaciones de analistas –antiguos analizantes y analistas en control, marcados por las escisiones que han contribuido a modelar la comunidad psicoanalítica (1953, 1963 y 1981)– evocan aquí el trabajo con Lacan: en el análisis, su aptitud para manejar la dimensión afectiva a fines de volver al analizante disponible para el trabajo del inconsciente; su modo de anudar las categorías (lo imaginario, lo simbólico y lo real); su capacidad para formar analistas capaces de teorizar cuando llegara su momento; su disponibilidad fundada en el modo que tenía para dirigirse al sujeto del inconsciente; su concepción de la responsabilidad del supervisor, que no consiste en enseñarle el psicoanálisis al analista, sino en ayudarlo a aprender algo de su propia práctica; su facultad de captar la culpabilidad en otro lugar que allí donde la consciencia moral cree encontrarla... Y finalmente, se transparenta en estos testimonios el carisma que le daba, a pesar de él mismo, su creatividad.
Este libro contiene un conjunto de testimonios que, sin pretender atrapar al “Lacan verdadero”, ofrecerán al lector un vistazo del interior de sus métodos de análisis, de supervisión y de enseñante.
Tres generaciones de analistas –antiguos analizantes y analistas en control, marcados por las escisiones que han contribuido a modelar la comunidad psicoanalítica (1953, 1963 y 1981)– evocan aquí el trabajo con Lacan: en el análisis, su aptitud para manejar la dimensión afectiva a fines de volver al analizante disponible para el trabajo del inconsciente; su modo de anudar las categorías (lo imaginario, lo simbólico y lo real); su capacidad para formar analistas capaces de teorizar cuando llegara su momento; su disponibilidad fundada en el modo que tenía para dirigirse al sujeto del inconsciente; su concepción de la responsabilidad del supervisor, que no consiste en enseñarle el psicoanálisis al analista, sino en ayudarlo a aprender algo de su propia práctica; su facultad de captar la culpabilidad en otro lugar que allí donde la consciencia moral cree encontrarla... Y finalmente, se transparenta en estos testimonios el carisma que le daba, a pesar de él mismo, su creatividad.
Por ahora, sólo en francés.