Queridas amigas, queridos amigos,
Escribir este libro no ha sido un paseo por el campo: Saramago comenzó esta tarea cuando estaba incubando una enfermedad que tardó meses en dar la cara y que acabó manifestándose con una virulencia que hizo que los más cercanos temiéramos por su vida. Él mismo, en el hospital, llegó a dudar de que pudiera terminar el libro. Sin embargo, siete meses después, Saramago, restablecido y con nuevos bríos, ha puesto el pinto final a una narración que no sabe si llamar novela, y que cuenta el viaje épico de un elefante asiático llamado Salomón que, en el siglo XVI, tuvo que recorrer Europa por caprichos reales y absurdas estrategias.El viaje del elefante es un libro coral donde los personajes entran, salen y se renuevan de acuerdo con las necesidades narrativas que el autor se impuso y les impuso. El elefante y su cornaca tienen nombre, como otros personajes que figuran en los manuales de historia, aunque aparecen también personajes anónimos, gente con la que los miembros de la caravana se van cruzando y con la que comparten perplejidades, esfuerzos o la armoniosa alegría de un techo, después de tantos días dormidos al relente. Pese a no ser un libro voluminoso, tendrá alrededor de 240 páginas, podremos reconocer en sus páginas la imaginación de Saramago, la compasión solidaria, ese sentimiento que, expresándose literariamente, es sobretodo humano. Este sentimiento atraviesa la obra, la distingue y la significa. Encontraremos también el humor que el escritor emplea para salvarse a así mismo y para que el lector pueda penetrar el laberinto de humanidades en conflicto sin tener que abjurar de su condición indagadora de humano y de lector. Como siempre, toparemos con la ironía, el sarcasmo, la belleza en estado puro, la responsabilidad de escribir, el arte de haber escrito. Saramago nos regala un nuevo título. Que no es un libro histórico, pese a que trate de un suceso que está en la historia, o, para ser más rigurosos, en la pequeña historia, aunque intervengan personajes que tuvieron vida real en su día y que ahora vuelven a tener otra oportunidad al ponerse a convivir con otros procedentes de la imaginación del escritor y, todos juntos, habitar las mismas páginas, aunque no las mismas peripecias. Cuando leáis el libro sabréis a qué me refiero. Por supuesto, El viaje del elefante está puntuado de acuerdo con las reglas de Saramago, los diálogos se intercalan en la narración, un todo que el lector tendrá que organizar de acuerdo con su propia respiración. El lector, ese ente fundamental, al que Saramago considera y respeta y al que continuamente interpela, ya sea adelantándole consecuencias de ciertos actos o recordándole otros, implicándole en el texto, en definitiva, porque escribir, como leer, no son actos inocentes, son intentos de forzar la inteligencia para llegar un poco más lejos, más allá de Viena, o de Valladolid o de Lisboa, más allá de lo que éramos al despertarnos por la mañana y encontrarnos con un día más por delante.Queridas amigas, queridos amigos, con estas líneas solo pretendo dar la noticia de que tenemos un nuevo libro de Saramago que incorporar a nuestra vida de lectores. No os defraudará, al contrario, lo leeréis, estoy segura, con la emoción con que ha sido escrito y que sobrevuela cada línea, cada palabra. No es un libro más, es el libro que estábamos esperando y que ha llegado a buen puerto, si cada lector es un puerto y es bueno. Salomón, el elefante, no tuvo tanta suerte, pero de eso no hablaré, esperad al otoño y entonces sí: ahí, en varios idiomas a la vez, podremos comentar páginas, aventuras, desenlace. Los materiales de la ficción, pero también de la vida.
A todos, un abrazo y felicidades.
Pilar