I
El modo en que la crisis “sistémica” del capitalismo se despliega sobre el mundo muestra con claridad la ausencia de un Límite, un límite que haga barrera a la deriva financiera incontrolada. Nada funciona como punto de amarre; las naciones y sus agrupamientos, las instituciones mundiales, las medidas económicas que pretenden paliar la emergencia, de inmediato se reabsorben y se diluyen en los movimientos del Mercado. No aparece el lugar desde donde podría operar lo que Lacan denomina El Nombre del Padre y su efecto logrado: el punto de capitón. La hemorragia no se detiene, el efecto de autoridad simbólica que debe acompañar a la decisión tomada se destituye con facilidad y el “semblante” del Padre que garantice, al menos coyunturalmente, una sutura en la hemorragia no termina de emerger.
En suma, la autoridad simbólica, su credibilidad y la posible lectura retroactiva de lo sucedido, no encuentran el tiempo ni el lugar para ejercerse de modo eficaz. ¿Se llama a esto “crisis del capitalismo”? Por el contrario, nuestra afirmación es otra, es el propio Capitalismo el que es capaz de poner en crisis a todas las estructuras que hasta ahora venían simulando su regulación.
II
En el llamado Discurso Capitalista, Lacan medita sobre un dispositivo donde el sujeto se ha convertido en un ente que no depende de nada, sólo está allí para que se conecten los lugares y, precisamente, al ser el capitalismo la máquina que conecta todos los lugares, el corte es imposible. Por ello, las autoridades simbólicas, instancias que exigen tanto el lugar vacío como el significante amo que articula ese vacío a distintas representaciones, se licuan en el circuito de movimiento permanente y circular. La esencia del Discurso Capitalista es el rechazo de la modalidad “imposible” propia de la Castración. En este aspecto, aunque hablemos de crisis sistémica del capitalismo, debemos hacer una salvedad importante al respecto, el Discurso Capitalista carece de crisis porque no tiene reverso y su movimiento (al igual que la pulsión) no conoce las estaciones. Por ello, la crisis es la de aquellos organismos e instituciones que administran al capitalismo, al no saber qué hacer con el excedente que siempre sobrevive destruyendo al aparato productivo y se expande como un exceso ingobernable.
III
El sujeto del Discurso Capitalista realiza todo el tiempo su propia voluntad de satisfacción, en un circuito, que como hemos dicho, no está “cortado” por ninguna imposibilidad, pues su propósito es que todo lo que “es” en el mundo se presente como mercancía.
Desde esta perspectiva, que indudablemente no es la única, el Discurso Capitalista no es una experiencia humana, la experiencia humana brota siempre de un fondo de imposibilidad, su condición primera es la falla, el límite, la castración. En el Discurso Capitalista, como en su día en los totalitarismos modernos, se encuentra en una forma implícita el proyecto de producir un sujeto nuevo, sin legado histórico ni herencia simbólica. Este “sujeto capitalista” tributario de nada que no sea colaborar con la voluntad acéfala que realiza, se caracteriza entonces por no tener en cuenta consecuencia alguna. Autopropulsándose desde si, de un modo inmanente y conectado, en principio se presenta sin que se pueda pensar su exterior. ¿Es esto un régimen inhumano, un discurso inhumano? Sí, si consideramos que lo humano es siempre hijo enfermo e incurable de la falla, de la castración, de lo imposible. No, si se considera que la historia de lo humano-occidental y su mundialización, ha sido producir un más allá de su Límite, un goce mortífero que excediera a la propia constitución simbólica, aún estando involucrado en la misma.
IV
El Discurso Capitalista es el dispositivo pertinente para considerar la economía de goce propia de la Técnica. Pero para captar el alcance de la homologación entre Técnica y Discurso Capitalista, es necesario en primer lugar establecer la diferencia entre el sentido moderno de la Ciencia y lo que aquí llamamos Técnica.
V
En uno de sus grandes seminarios, en “¿Qué significa pensar?” (Was heibt denken? 1951) Heidegger presenta el siguiente axioma: “La Ciencia no piensa”. Este axioma no habla ya de la ciencia moderna fundada en Descartes y Galileo, aunque esa sea su génesis, más bien describe una metamorfosis radical, algo que desde el interior de la Ciencia Moderna rebasa y cancela su Límite. Es lo que permitiría afirmar que ya no hay más Ciencia en el sentido moderno, o que la misma, de un modo tendencial, es lentamente transformada en su “espectro técnico”.
VI
Con la misma orientación que Heidegger capta el momento histórico de la Ciencia Moderna mostrando en el mismo, el surgimiento del nihilismo, la época que vuelve todo intercambiable, equivalente, evaluable, calculable, Lacan en sus meditaciones da un paso más. Al estudiar el modo en que la Ciencia es una “ideología de la supresión del sujeto” se abre a distintas consideraciones epocales sobre los efectos directos, propios de la homogeneización llevada a cabo por el discurso de la Ciencia. A saber: el aumento del odio racista, que siempre considera al Otro o bien como un goce subdesarrollado o bien como portador de un exceso de goce maligno. Por esta razón, Lacan capta en el Campo de Concentración el punto de fuga de las sociedades contemporáneas. Mientras hubo un tiempo en la enseñanza de Lacan, donde la Ciencia era semejante al discurso Histérico, por su capacidad para producir saber con la verdad oculta para el sujeto, tiempo después Lacan anticipa, reconociendo los “nuevos impasses crecientes de la civilización” una nueva torsión de la Ciencia donde el Saber se anuda en la pulsión de muerte.
VII
Del axioma “La Ciencia no piensa”, Heidegger, aunque no lo haga expresamente así ni esta sea su terminología, deriva estos tres teoremas:
La ciencia moderna se funda en la esencia de la técnica.
Pero la esencia de la técnica no es algo técnico.
La esencia de la técnica no es una hechura meramente humana, como si pudiera dominarse con una mera superioridad y soberanía humana, acompañada de la debida disposición moral.
Estos tres teoremas dan cuenta del viraje de la Ciencia a la Técnica. El campo científico, en su estructura epistemológica, en las construcciones pertinentes de su objeto, debe presentar un Límite relativo al Saber que se propone elaborar. Cada Ciencia es un “saber de” esto o aquello. Es precisamente en relación a este Límite que el psicoanálisis puede constituir su campo teórico y clínico. El psicoanálisis no es una ciencia, no por un déficit epistemológico, si no porque se ocupa de una “materia” (distinta de la naturaleza y de la superestructura) que se estructura con la lengua y da lugar al sujeto del inconsciente. El sujeto del inconsciente es un “límite interno” de la ciencia, se sostiene en un espacio “extimo” (exterior e íntimo) en relación a la Ciencia, de tal manera que el sujeto es necesariamente rechazado para que funcionen adecuadamente las estrategias objetivantes de la Ciencia. La Ciencia Moderna existe, mientras el sujeto del lapsus, del sueño o del fantasma, se mantenga en “exclusión interna al discurso científico”.
VIII
La Técnica por el contrario no tiene sujeto. No hay, en el sentido de Heidegger, Técnica de tal o cual cosa. La Técnica no se reparte en Universidades, ni en campos de saber, ni construye objetos ni puede ser evaluada “técnicamente”. Por el contrario, se trata de un ámbito de apropiación de los “saberes de”, una apropiación al servicio de una Voluntad, que como afirma Heidegger, no puede dominarse ni con una mera “superioridad y soberanía humana” ni con ninguna entidad moral. A la Técnica ni siquiera la limita la guerra y su devastación.
IX
La Técnica es un ámbito de apropiación que una vez que captura a los saberes de la Ciencia Moderna, los integra en un nuevo proyecto que se caracteriza por ser capaz de reunir en un mismo haz al sujeto cartesiano con la Voluntad de Poder nietzscheana realizando una amalgama sin precedentes: una voluntad acéfala y sin límite.
X
La Técnica es la introducción de lo “ilimitado”. Mientras la Ciencia tenía como Límite aquello que necesitaba excluir para lograr su propia constitución como ámbito, la Técnica ni incluye ni excluye, ni se refiere al Límite alguno. Introduciendo lo “ilimitado” en la escena del mundo, el mundo se vuelve el lugar donde los saberes y prácticas se convierten en campos de maniobra de la Técnica.
XI
Se ha producido tal amalgama entre el sujeto del cogito y la Voluntad de Poder que esta ya no puede ser regulada. Heidegger emplea la palabra alemana Ge-Stell traducible como “estructura de emplazamiento”, al ser el dispositivo que precisamente emplaza a todo “lo que es” a que se disponga, o que esté en vías de volverse disponible, como imagen de lo ilimitado. Tal como lo señala Heidegger en el 38, ya no hay imagen del mundo porque es el mundo el que ha devenido imagen.
XII
Si se ingresa en una época donde ilimitado modula la era de la civilización, ¿en qué secuencia histórica tuvo lugar esta metamorfosis de la Ciencia? ¿Cuál fue el primer signo donde la Técnica irrumpe en el paisaje histórico de la Ciencia Moderna? La Técnica no se refiere, como ya hemos dicho, a la mera producción o reproducción de objetos o instrumentos, es una “ontología del ser” en la época de su olvido consumado, “el olvido del olvido”, o si se quiere el olvido como forclusión en su sentido lacaniano. Esta provocación dirigida al ser de lo ente para que entregue hasta lo más íntimo y nuclear de la propia vida humana tuvo su primera emergencia moderna en la Shoah. O tal como lo dice Heidegger, siendo él mismo partícipe de la infamia, “la fabricación de cadáveres”. La fabricación de cadáveres, en su planificación burocrática y serial, es la operación a través de la cual la Voluntad ilimitada hace su ingreso en el mundo. La expresión “solución final” no expresa un Límite, por el contrario hace referencia al acto que por su carácter ilimitado no puede participar de la Historia. Por lo mismo es único, porque se puede repetir en cualquier instante. No se sabe aún si la humanidad puede reponerse de semejante ingreso de lo ilimitado. En cualquier caso, es necesario señalar que la “solución final” no se ejerce en función de la guerra, pues la misma desborda la dimensión utilitaria de la lógica militar. No se hace para ganar guerra alguna, por el contrario, se hace la guerra como pretexto en función del “triunfo de la Voluntad”, en su requerimiento técnico.
XIII
Mientras la Ciencia padece el retorno de lo reprimido en sus momentos de dislocación, rupturas epistemológicas, emergencias de nuevas invenciones, nuevos paradigmas incomprendidos, etc. La Técnica sólo promueve el retorno de lo forcluído en lo Real. En la Técnica no se trata del “olvido del ser” y sus diferentes retornos, ya que al constituir la misma un “olvido del olvido” funciona en una lógica distinta de la represión. Por esta misma razón, el Discurso Capitalista en su homología estructural con la Técnica, realiza un circuito que al destruir la “determinación de la verdad” elimina la distancia entre el sujeto, la verdad, el saber y la producción, inaugurando una metamorfosis en red de carácter rizomático, que impide y obstaculiza la estabilidad y reconocimiento de las categorías modernas.
XIV
La Técnica no es un hecho histórico o una secuencia que vendría a continuación de la Ciencia, al modo de una consumación macabra de la misma. Es un empuje, un Drang que impulsa a la Ciencia hacia el dispositivo del Discurso Capitalista de modo tendencial. Y a la vez, recíprocamente, es la manera en que el Capital se apropia para su propio fin del espacio -Verdad, Sujeto, Producción, Saber- destruyendo su Límite. No hubo primero Ciencia seguida después cronológicamente por la Técnica. En la Ciencia Moderna ha estado desde su propia constitución la invocación técnica. De esta situación puede surgir una hipótesis: tal vez el despliegue bélico industrial alcanzado a través de la Ciencia Moderna fue el que preparó las condiciones para que la “voz y la mirada”, objetos perdidos de modo inicial, se incorporaran al artilugio científico para preparar su metamorfosis técnica.
XV
La alianza entre neurociencias, cognitivismo e industrias farmacológicas, constituyen parte de la nueva “logística” del emplazamiento técnico. Gracias a sus construcciones metafísicas, soportadas en las técnicas de imaginería informática, el ser del ente es provocado para que se represente como un ente, un ente que explique a través del funcionamiento cerebral los imperativos morales, la ética o su ausencia, el amor, las intenciones implícitas, los actos inconfesables, e incluso aquello que el Derecho no puede localizar en la declaración del acusado. Es lo que el neurobiólogo Changeux denomina una “fisiología del sentido”, un proyecto de sumergir y subsumir todas las determinaciones de la subjetividad en las operaciones epigenéticas del cerebro.
Esta alianza estratégica esencial al proyecto técnico y su política, donde lo “no descubierto aún” siempre esta por llegar en el futuro ilimitado establece que al ser lo determina o bien la naturaleza (cerebro – genes) o bien la superestructura (modos, hábitos, marcas, nuevas conductas sociales, estilos de vida, etc.). Esas determinaciones exigen siempre una unidad entre el cerebro y el entorno garantizadas, según los casos, o bien por la “epigénesis” o bien por la “plasticidad neuronal”. De lo que se trata en esta logística es de borrar la “infraestructura”, “el más peligroso de los bienes”, la Lengua, eso que hace de cada uno un enfermo singular donde se cruzan el sexo, la muerte y la palabra en una escritura cuya superficie de inscripción es el inconsciente y no el cerebro.
XVI
La experiencia mortal, sexuada y parlante se vuelve en la civilización técnica un sentimiento en gran medida determinado por el odio, como hemos dicho anteriormente, odio al goce subdesarrollado del Otro, odio al propio modo de gozar en silencio. A esto mismo nos referimos cuando en la época de la civilización técnica hablamos de la “pobreza de la experiencia”.
XVII
La fuerza material de la Técnica se hace sentir en todo su alcance en la mitología científica actual y su campo de maniobras: máquinas militares introducidas en el cerebro, fármacos que destruyen la capacidad intelectual del enemigo, interrogatorios a detenidos con un escáner que puede mostrar la “verdad objetiva” o la “intención implícita no dicha”, prótesis cerebrales que transformarán al soldado en cyborg, interfaz entre cerebro y máquina, conexión de todos los cerebros a un sistema central y corporativo, cerebros estropeados por el estrés, el pánico, la depresión o la hipermotilidad, cerebros atrapados en una red en la que ya no pueden estar a la altura de sus funciones, etc. Éstas son las distintas presentaciones de la logística contemporánea.
Así las cosas, tanto la Técnica como el Discurso Capitalista, se presentan como un Saber Absoluto, como un fin de la Historia consumado. Como si el carácter inevitablemente contingente del capitalismo en su realidad histórica hubiese podido ser naturalizado y “esencializado” de tal modo que ya no fuese posible concebir su exterior.
XVIII
¿A través de qué significante nuevo se puede apuntar a un Real imposible de dominar e integrar por la Técnica capitalista? ¿En qué espacio inédito ese significante propuesto por el psicoanálisis puede volverse un acontecimiento político? ¿De qué modo el psicoanálisis puede mostrar que, en los diversos impasses del siglo XX con respecto a la salida del capitalismo, aún persiste un saber en reserva y a descifrar?
BIBLIOGRAFÍA
Heidegger, Martín: ¿Qué significa pensar? Editorial: Trotta.
Alemán, Jorge y Larriera, Sergio: Lacan: Heidegger. Editorial: Miguel Gómez.