sábado, 11 de abril de 2009

Michel Foucault. "El juego de Michel Foucault" 1977, (fragmento)

(Publicado originalmente en “Ornicar?” nº 10, julio de 1977, pp. 62-93, y luego en Michel Foucault, “Dits et écrits II”, Quarto-Gallimard, París, 2001, p. 298 y ss. Traducción de Pablo Peusner).


Alain Grosrichard: (...) ¿Cuál es para ti el sentido y la función metodológica del término “dispositivo”?

Lo que intento señalar con el nombre de “dispositivo” es en primer lugar, un conjunto decididamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, planificaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas... o sea: lo dicho, tanto como lo no-dicho, estos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se puede establecer entre estos elementos.
Segundo, lo que quisiera señalar en el dispositivo es justamente la naturaleza de la relación que puede existir entre esos elementos heterogéneos. Así, un discurso puede aparecer como programa de una institución, tanto como, al contrario, un elemento que permite justificar y enmascarar una práctica que permanece muda, o funcionar como una reinterpretación secundaria de esa práctica, dándole acceso a un campo nuevo de racionalidad. Resumiendo, entre esos elementos, discursivos o no, hay como un juego, cambios de posición, modificaciones de posición, modificaciones de las funciones, que pueden ser también muy diferentes.
En tercer lugar, entiendo por “dispositivo” una especie –digamos– de formación que, en un momento histórico dado, tuvo por función mayor la de responder a una urgencia. El dispositivo tiene entonces una función estratégica dominante. Esto pudo ser, por ejemplo, la reabsorción de una masa de población flotante que una sociedad económica de tipo esencialmente mercantilista consideraba voluminosa: hay allí un imperativo estratégico, jugando como matriz de un dispositivo, que se transformó poco a poco en el dispositivo de control obligado de la locura, de la enfermedad mental, de la neurosis.

Gérard Wajcman: Un dispositivo se define entonces por una estructura de elementos heterogéneos, pero... ¿también por un cierto tipo de génesis?

Sí. Y veo dos momentos esenciales en esta génesis. Un primer momento que es el de la prevalencia de un objetivo estratégico. Luego, el dispositivo se constituye propiamente como tal en la medida en que es el lugar de un proceso doble: proceso de sobredeterminación funcional, por una parte, puesto que cada efecto, positivo y negativo, querido o no querido, viene a ponerse en resonancia, o en contradicción, con los otros y llama a retomar, a un reajuste, de los elementos heterogéneos que surgieran aquí o allí. Por otra parte, es un proceso de rellenamiento estratégico perpetuo. Tomemos el ejemplo del encarcelamiento, ese dispositivo que ha hecho que en un momento dado las medidas de detención hayan aparecido como el instrumento más eficaz, el más razonable que se pueda aplicar al fenómeno de la criminalidad. ¿Qué produjo eso? Un efecto que no estaba previsto en absoluto con anterioridad, que no tenía nada que ver con la astucia estratégica de algún sujeto meta o transhistórico que lo habría percibido y querido. Ese efecto fue la constitución de un medio delictivo, muy diferente de esa especie de semillero de prácticas y de individuos ilegales que podían encontrarse en la sociedad del siglo XVIII. ¿Qué pasó? La prisión jugó como un filtro, concentración, profesionalización y cierre del medio delictivo. A partir de 1830, más o menos, asistimos a una reutilización inmediata de ese efecto involuntario y negativo en una nueva estrategia, que de alguna manera ha rellenado el espacio vacío, o transformado lo negativo en positivo: el medio delictivo se encontró reutilizado para fines políticos y económicos diversos (tal como la extracción de un provecho en el placer, con la organización de la prostitución). Esto es lo que llamo el rellenamiento estratégico del dispositivo.