El rumor cultural que hoy en día habla más y más de Lacan (a pesar de que también dice que el psicoanálisis se está muriendo) pone de manifiesto dos palabras suyas: sujeto y significante. Como si Lacan, en su vida de trabajo, se hubiera limitado sólo a eso: primero, a introducir en el freudismo de su época este concepto de sujeto que casi no se encuentra en Freud y, segundo, a desarrollar la lógica del significante que la ola del estructuralismo le traía al empezar su seminario. Ya que no tenemos tiempo de perdernos de la buena manera en los vericuetos de una enseñanza larga y compleja, les propongo ahora sólo echar un vistazo al momento clave en el que Lacan se arriesgó a inventar un nuevo sujeto que, aunque sólo de forma parcial, está esencialmente ligado al significante.
Para empezar, una observación preliminar: la palabra “sujet”, en francés, parece confundirse con la palabra española “sujeto”, sobre todo en el doble sentido de principio de libertad –el sujeto es lo que está en el centro del libre albedrío– pero también en el sentido de servidumbre –el hombre como sujetado a la ley, a su rey, al otro (uno puede estar muy sujeto)–. No obstante, a pesar de esta indudable proximidad, sería peligrosísimo olvidar que las áreas semánticas de estos dos términos –“sujet” y “sujeto”– no son exactamente iguales. Por ejemplo, por gracia de la palabra “sujetador”, el sujeto español se incluye en una parte del cuerpo a la cual el sujeto francés es ajeno. Y por más que busco, no consigo encontrar en francés una frase con el verbo “assujettir” que diría: “sin tirantes este pantalón no se sujeta”. Entonces… ¡ojo! La palabra “sujeto”, que alberga al concepto del mismo nombre, no resuena siempre de la misma manera en francés y en castellano...
Para empezar, una observación preliminar: la palabra “sujet”, en francés, parece confundirse con la palabra española “sujeto”, sobre todo en el doble sentido de principio de libertad –el sujeto es lo que está en el centro del libre albedrío– pero también en el sentido de servidumbre –el hombre como sujetado a la ley, a su rey, al otro (uno puede estar muy sujeto)–. No obstante, a pesar de esta indudable proximidad, sería peligrosísimo olvidar que las áreas semánticas de estos dos términos –“sujet” y “sujeto”– no son exactamente iguales. Por ejemplo, por gracia de la palabra “sujetador”, el sujeto español se incluye en una parte del cuerpo a la cual el sujeto francés es ajeno. Y por más que busco, no consigo encontrar en francés una frase con el verbo “assujettir” que diría: “sin tirantes este pantalón no se sujeta”. Entonces… ¡ojo! La palabra “sujeto”, que alberga al concepto del mismo nombre, no resuena siempre de la misma manera en francés y en castellano...
(Para descargar el texto completo, hacé click aquí.)