Lo que sigue es el texto que escribí para la contratapa del nuevo libro de Colette Soler, titulado “La querella de los diagnósticos”:
“A primera vista, el título de este libro sorprende: La querella de los diagnósticos pareciera anticipar una polémica entre los modos de establecer el diagnóstico en el psicoanálisis lacaniano y otras prácticas clínicas, e incluso otras orientaciones dentro del psicoanálisis. Sin embargo, Colette Soler focaliza su recorrido en lo que podría suponerse como una querella interna a la enseñanza de Lacan: la que se establecería entre las primeras formulaciones de la psicosis –basadas en la forclusión del Nombre-del-Padre y sus efectos sobre el almohadillado de la cadena significante, de las que el presidente Schreber es el paradigma–, y la que podría considerarse quizás la última, presente en los seminarios RSI y El Sínthoma, ligada a los desarrollos del nudo borromeo, iluminada por el análisis de James Joyce realizado por Lacan y el de Jean-Jacques Rousseau propuesto por la misma Colette Soler.
Contrariamente a ciertas interpretaciones evolutivas de la enseñanza de Lacan, la querella no implica ningún tipo de progreso, sino una exigencia de lectura –lectura para nada cómoda, según afirma la autora–. Se trata de un trabajo de implicación mutua entre ambas conceptualizaciones, de anticipación y retroacción, que permite solucionar los obstáculos propios de su distancia temporal. De paso, el recorrido permite la revisión y definición de los conceptos involucrados en ambos períodos de la enseñanza de Lacan, tanto como la creación de novedosas presentaciones y nexos lógicos para los mismos”.
El libro recoge el curso que Colette Soler dictara en el período 2003-2004 en el Colegio Clínico de París, en el marco de las Formaciones Clínicas del Campo Lacaniano. Se trata de un trabajo riguroso, con una fuerte impronta clínica. Los títulos de cada capítulo dan una idea del recorrido propuesto por su autora. Estos son: "Del diagnóstico en psicoanálisis", "De RSI a RSI", "El giro borromeo", "Cuestionamiento del Nombre-del-Padre", "Nominaciones", "El decir paterno", "Joyce en el lazo social", "Exiliado de la relación sexual", "El partenaire del psicótico", "Sin el padre", "Clínica borromeana de la paranoia", "Prevalencia imaginaria".
Tal como escribí para la contratapa, sorprende el abordaje que Colette Soler realiza de la querella que denominé “interna”. Y es que dicho abordaje no se sostiene en la idea de progreso ni de evolución, solución frecuente a las dificultades que plantean las obras extensas como la de Lacan –en algún momento del recorrido, la autora reniega de las “lecturas cómodas” que realizan ciertos analistas, seleccionando los fragmentos de la enseñanza lacaniana para que encajen al modo de un rompecabezas–. Ella, al contrario, enfrenta las frases aparentemente incompatibles, las analiza, las exprime y las deconstruye, hasta agotar esa aparente incompatibilidad, llegando a mostrar cómo ciertas ideas estaban anticipadas en otros textos y de qué manera pueden resignificarse los primeros planteos a la luz de los posteriores.
Asimismo, este dispositivo de lectura resulta aplicado a un tema central de la teoría y la clínica psicoanalítica lacaniana: el diagnóstico y tratamiento de la psicosis. El libro todo resulta un viaje por los diversos conceptos que Lacan articuló con el problema de la psicosis a lo largo de su enseñanza –de principio a fin–. Para cada concepto Colette Soler tiene una precisión que señalar, una cita para esclarecer, una referencia para iluminar... No solamente intenta explicar cada noción, sino también construir una hipótesis que justifique su inclusión en el corpus teórico –y esto es realmente muy valioso–. Entonces, por ejemplo, si Lacan diferencia el “nombrar” del “nombrar para”, ella se pregunta: ¿para qué, qué función cumple esta diferencia? ¿Por qué introducirla en ese momento? Preguntas que relanzan el trabajo de lectura, una lectura que no consiste en acomodar las piezas, sino en conjeturar direcciones de trabajo y preocupaciones del propio Lacan.
Párrafo aparte merece su elaboración sobre James Joyce y Jean-Jacques Rousseau, la que excede con creces los datos consignados por Lacan y se nutre de los textos originales de dichos autores, llegando a proponer conceptos para procurar atrapar sus posiciones subjetivas (como el de “discurso epifánico” o el de “Rousseau, el m’as-tu-vu”) tan particulares como ilustrativas respecto de los modos de pensar la psicosis.
En síntesis, una obra doblemente valiosa por las novedades que propone en lo referente a la renovación de la teoría para el diagnóstico y tratamiento de la psicosis, tanto como por la introducción de un modelo de lectura que no se pierde en los vericuetos del “último Lacan”. Queda esperar que pronto podamos tener en la Argentina una edición de “La aventura literaria o la psicosis inspirada, Rousseau, Joyce y Pessoa” –de la misma autora–, libro indispensable para completar las elaboraciones de la querella. Como se ve, siempre liber enim, librum aperit.
“A primera vista, el título de este libro sorprende: La querella de los diagnósticos pareciera anticipar una polémica entre los modos de establecer el diagnóstico en el psicoanálisis lacaniano y otras prácticas clínicas, e incluso otras orientaciones dentro del psicoanálisis. Sin embargo, Colette Soler focaliza su recorrido en lo que podría suponerse como una querella interna a la enseñanza de Lacan: la que se establecería entre las primeras formulaciones de la psicosis –basadas en la forclusión del Nombre-del-Padre y sus efectos sobre el almohadillado de la cadena significante, de las que el presidente Schreber es el paradigma–, y la que podría considerarse quizás la última, presente en los seminarios RSI y El Sínthoma, ligada a los desarrollos del nudo borromeo, iluminada por el análisis de James Joyce realizado por Lacan y el de Jean-Jacques Rousseau propuesto por la misma Colette Soler.
Contrariamente a ciertas interpretaciones evolutivas de la enseñanza de Lacan, la querella no implica ningún tipo de progreso, sino una exigencia de lectura –lectura para nada cómoda, según afirma la autora–. Se trata de un trabajo de implicación mutua entre ambas conceptualizaciones, de anticipación y retroacción, que permite solucionar los obstáculos propios de su distancia temporal. De paso, el recorrido permite la revisión y definición de los conceptos involucrados en ambos períodos de la enseñanza de Lacan, tanto como la creación de novedosas presentaciones y nexos lógicos para los mismos”.
El libro recoge el curso que Colette Soler dictara en el período 2003-2004 en el Colegio Clínico de París, en el marco de las Formaciones Clínicas del Campo Lacaniano. Se trata de un trabajo riguroso, con una fuerte impronta clínica. Los títulos de cada capítulo dan una idea del recorrido propuesto por su autora. Estos son: "Del diagnóstico en psicoanálisis", "De RSI a RSI", "El giro borromeo", "Cuestionamiento del Nombre-del-Padre", "Nominaciones", "El decir paterno", "Joyce en el lazo social", "Exiliado de la relación sexual", "El partenaire del psicótico", "Sin el padre", "Clínica borromeana de la paranoia", "Prevalencia imaginaria".
Tal como escribí para la contratapa, sorprende el abordaje que Colette Soler realiza de la querella que denominé “interna”. Y es que dicho abordaje no se sostiene en la idea de progreso ni de evolución, solución frecuente a las dificultades que plantean las obras extensas como la de Lacan –en algún momento del recorrido, la autora reniega de las “lecturas cómodas” que realizan ciertos analistas, seleccionando los fragmentos de la enseñanza lacaniana para que encajen al modo de un rompecabezas–. Ella, al contrario, enfrenta las frases aparentemente incompatibles, las analiza, las exprime y las deconstruye, hasta agotar esa aparente incompatibilidad, llegando a mostrar cómo ciertas ideas estaban anticipadas en otros textos y de qué manera pueden resignificarse los primeros planteos a la luz de los posteriores.
Asimismo, este dispositivo de lectura resulta aplicado a un tema central de la teoría y la clínica psicoanalítica lacaniana: el diagnóstico y tratamiento de la psicosis. El libro todo resulta un viaje por los diversos conceptos que Lacan articuló con el problema de la psicosis a lo largo de su enseñanza –de principio a fin–. Para cada concepto Colette Soler tiene una precisión que señalar, una cita para esclarecer, una referencia para iluminar... No solamente intenta explicar cada noción, sino también construir una hipótesis que justifique su inclusión en el corpus teórico –y esto es realmente muy valioso–. Entonces, por ejemplo, si Lacan diferencia el “nombrar” del “nombrar para”, ella se pregunta: ¿para qué, qué función cumple esta diferencia? ¿Por qué introducirla en ese momento? Preguntas que relanzan el trabajo de lectura, una lectura que no consiste en acomodar las piezas, sino en conjeturar direcciones de trabajo y preocupaciones del propio Lacan.
Párrafo aparte merece su elaboración sobre James Joyce y Jean-Jacques Rousseau, la que excede con creces los datos consignados por Lacan y se nutre de los textos originales de dichos autores, llegando a proponer conceptos para procurar atrapar sus posiciones subjetivas (como el de “discurso epifánico” o el de “Rousseau, el m’as-tu-vu”) tan particulares como ilustrativas respecto de los modos de pensar la psicosis.
En síntesis, una obra doblemente valiosa por las novedades que propone en lo referente a la renovación de la teoría para el diagnóstico y tratamiento de la psicosis, tanto como por la introducción de un modelo de lectura que no se pierde en los vericuetos del “último Lacan”. Queda esperar que pronto podamos tener en la Argentina una edición de “La aventura literaria o la psicosis inspirada, Rousseau, Joyce y Pessoa” –de la misma autora–, libro indispensable para completar las elaboraciones de la querella. Como se ve, siempre liber enim, librum aperit.