Una anciana de 93 años mantiene encerrado en el baño de su casa a un adolescente que la abordó en la calle para robarle. Instalada del otro lado de la puerta, esta ex maestra solterona insiste en contarle la historia de su madre bajo la promesa de liberarlo en cuanto termine el relato, y pretende también enderezar y educar a un chico que considera la encarnación de los males que jaquean al país. En el monólogo de la anciana, la historia íntima se entrelaza con la historia nacional, y el presente y el pasado argentinos aparecen bajo el nuevo ropaje que viste la vieja dicotomía entre civilización y barbarie. Más liviano que el aire es una novela apasionante que indaga en la soledad y la incomunicación, y da cuenta de la violencia social y de la ceguera de las clases dominantes para encontrar una salida.
Lo leí en una tarde. No tiene una gran profundidad, pero es ameno, divertido, ácido, irónico y muy argentino...
Un lindo ejercicio de escritura, muy original: una sola voz -la de la Lita, la señora de 93 años- y un silencio que es el del Santi, el pibe "chorro" de 14, quien no habla, pero de quien tenemos que deducir su voz, mientras por debajo de la puerta lo alimentan con galletitas de agua, bizcochos, palmeritas y... ¡milanesas!