En este libro denso, Mijolla traza en filigrana la historia de las relaciones de Freud con los escritores franceses de su tiempo, desde sus primeras jornadas en París antes de la Primera Guerra Mundial, hasta su partida hacia Inglaterra, en vísperas de la segunda.
Con curiosidad insaciable, Freud leyó mucho: Voltaire, Balzac, Dumas, Maupassant, y muy particularmente "La Tentation de saint Antoine" de Flaubert. También "La dama de las camelias" -aunque se la desaconseja a su hermana Anna-. Demasiado mórbido sin duda.
Entre sus contemporáneos, admira sobre todo a Anatole France, Zola, Jules Romains y Romand Rolland...