La presencia de padres y parientes en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños no es un problema técnico –si así fuera, bastaría con armar un manual. Pero tampoco se trata de un real de la clínica psicoanalítica. Cierto es que existe una dependencia real de los niños a sus otros primordiales, pero se trata de un fenómeno biológico, y la noción de real en juego allí es distinta de la noción de real que utilizamos en el psicoanálisis. Jacques Lacan afirma que esa dependencia del individuo es al significante ya “en un estadio increíblemente precoz de su desarrollo”. Entonces, este argumento no justifica la llamada “presencia de padres y parientes” y, de hecho, hay psicoanalistas que atienden niños y no trabajan con esa presencia, no mantienen entrevistas regulares con los padres –la excepción llega cuando hay algún problema serio aunque, en tales casos sean los padres quienes soliciten la entrevista o, directamente, irrumpan en el consultorio–.
La propuesta de este libro apunta en otra dirección: cuando se habla de la presencia de padres y parientes en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños, se trata de un dispositivo. Esta tesis, desplegada en su articulación con diversos casos clínicos, nos conduce, directamente, al corazón del problema tal como su autor lo sitúa: la introducción del dispositivo de la presencia de padres y parientes constituye un problema ético.