Esta obra, basada en muchos años de investigación, ofrece al lector la oportunidad de esclarecer primordiales cuestiones históricas y clínicas respecto de la fundamental importancia que desempeña el período de la adolescencia en la estructuración de la vida psíquica. La historia y el psicoanálisis afrontan en común la ciclópea tarea de escrutar los laberintos del alma humana. Comparten el material y difieren en la metodología.
La confluencia de ambos ha sido y resulta ser, como lo atestigua este libro, elocuentemente fecunda. David Levisky colocó en el diván a un monje medieval, Guibert de Nogent, y estableció un puente histórico-psicoanalítico entre ambas disciplinas. No es una psico-biografía tradicional como la que Freud dedicó a Leonardo da Vinci. Levisky valoriza las experiencias de Guibert de Nogent en la infancia y la adolescencia como factores relevantes para explicar los sentimientos y los procedimientos del adulto que terminó de escribir sus memorias alrededor del año 1115, con sesenta años de edad.
Lo guía una fascinante aventura: penetrar en la intimindad de un monje del siglo XII para poner en evidencia la importancia ejercida por la etapa de la adolescencia en su proceso de identidad y contrarrestar la creencia devaluada acerca del adolescente en el Medioevo. En cambio, el análisis histórico-psicoanalítico de la adolescencia de Guibert evidencia lo contrario. La familia y el propio Guibert confirman la existencia de una fuerte preocupación y dedicación afectiva y educacional en relación con los adolescentes, no solamente por el hecho de que él fuera a ser monje. En la vida laica, en los castillos y en las ciudades, había maestros y escuelas, a la manera de la época. Los medievales tenían un sentido de familia, y los adolescentes ocupaban un lugar social en ella y en la sociedad; además de señalar que en esa época los adolescentes también eran "irrespetuosos y perturbadores".
La adolescencia representa el segundo apogeo del desarrollo, la etapa privilegiada de la resignificación y de la alternativa que el sujeto de todos los tiempos tiene la opción de efectuar transformaciones inéditas en su personalidad. Para esto requiere atravesar necesariamente por el proceso ineludible de una "irrespetuosa" confrontación generacional y fraterna, a través de la cual el adolescente accede a reordenar el sistema de las identificaciones y las creencias que lo han alienado en los deseos de los otros, y logra entonces la configuración de un proyecto desiderativo propio. Por lo tanto, resulta necesaria la revalorización, mucho más de lo que se ha hecho hasta el presente, de la cualidad de flexibilización al cambio psíquico albergado en el período de la adolescencia; porque en esta nueva etapa libidinal se producen las transformaciones psíquicas, somáticas y sociales que posibilitan al sujeto la aparición de una genuina mutación psíquica estructural, en medio de un huracán pulsional y conflictual, en el contexto de las transformaciones histórico-culturales de cada época.
Luis Kancyper