A diferencia de los textos y las imágenes de las tabletas electrónicas, los libros tienen existencia objetiva. A veces son objetos impresionantes, como el que comentamos en nuestra nota de tapa. Es innegable que incluso después de leerla, muchos mantendrán su impresión de que la magia es un arte menor, ya sea porque en ellos la razón es más que la ilusión o porque detestan ser timados. Pero es difícil que quien tenga la oportunidad de hojear Magic, 1400-1950 no se dé cuenta de sus efectos mágicos. Provoca al menos cuatro de los siete pecados capitales: lujuria, gula, codicia y envidia, dado lo cual hay que tratarlo con cuidado. Y además, llegado el caso de que alguien pueda hacerse con un ejemplar y además lo lea, echa luz sobre un aspecto relativamente olvidado de la historia del espectáculo. Los trucos ya no ocurren en vivo, en los teatros, sino en el cine, en las películas de efectos especiales. Pero hubo una edad dorada de la magia, cuando los padres y sus hijos se sentaban en la platea con un nudo en el estómago, listos para creer incluso en lo que sus sentidos descartaban por increíble.-----------------------------
Fragmentos del libro e imágenes en el sitio de Taschen y en la nota de Hugo Calligaris para el suplemento ADN-Cultura del diario La Nación.