Igual, hay pocos tipos tan presentes como él. Incluso hay días en que nos peleamos: yo lo insulto y él me responde dos o tres líneas más adelante. Más de una vez, al finalizar la lectura de alguno de sus escritos se me escapó en voz alta un "¡qué hijo de puta, es un fenómeno!".
Su maniobra del '64, que él mismo llamó "excomunión", ronda la parodia pero no deja de ser genial. De ahí surgió su "fundo, tan solo como siempre estuve...". Y así como un día fundó la Escuela, otro día la disolvió. Solo.
Creo que acerca de la figura de Lacan está casi todo dicho. Por fortuna, su enseñanza está más viva que nunca y nos permite extraer novedosas ideas, matices diversos y articulaciones sorprendentes.
Cuando comencé a estudiar psicoanálisis me encontré con Freud. Fue un encuentro amable: el tipo era claro, pretendía que yo entendiera lo que me decía. Pero Lacan, a pesar de su retorno a Freud, era distinto: me aguijoneaba, me provocaba, me patoteaba y de alguna manera eso me hacía sentir más a gusto aún en la incomodidad.
Este es mi breve testimonio del encuentro con su enseñanza, hoy, tres décadas después de su partida...