viernes, 7 de diciembre de 2012
Giorgio Agamben. "Opus Dei. Arqueología del oficio" (Adriana Hidalgo ed., 2012)
Opus Dei es el término técnico para designar la liturgia. El vocablo “liturgia” (del griego leitourgía, “servicio público”), sin embargo, es relativamente moderno: antes de que su uso se extendiera progresivamente hacia el final del siglo XIX, encontramos en su lugar el término latino officium. Como muestra la difusión del término “oficio” en los más diversos sectores de la vida social, el paradigma que el opus Dei ofreció a la acción humana se reveló como un polo de atracción duradero y constante para la cultura secular de Occidente. Independientemente de la cualidad del sujeto que lo celebra, el “oficio” ejerció sobre la cultura moderna una influencia tan profunda –es decir subterránea– que ni siquiera nos damos cuenta de que no sólo la conceptualidad de la ética kantiana y la de la teoría pura del derecho de Kelsen dependen por completo del “oficio”, sino que incluso el militante político y el funcionario de un ministerio se inspiran en el mismo paradigma. En este sentido, el concepto de “oficio” significó una transformación decisiva de las categorías de la ontología y de la praxis, cuya importancia aún debemos medir. A pesar de la renovada atención por la liturgia en el siglo XX, de la que dan un testimonio elocuente, por un lado, el llamado “movimiento litúrgico” en la Iglesia católica y por otro, las imponentes liturgias políticas de los regímenes totalitarios, varios signos permiten pensar que el paradigma que el “oficio” ofreció a la acción humana está perdiendo su atractivo poder, precisamente, en el punto en que alcanzaba su máxima expansión. Tanto más necesario es intentar establecer sus características y definir sus estrategias