En el seminario 18: De un discurso que no fuese semblante,
Lacan comienza un arduo trabajo en torno al valor del significante
fálico, al que quita el estatuto de ser el significante
de la falta de significante, e introduce sistemáticamente la
noción de semblante con el propósito de ubicar que los
discursos –si bien exponen la lógica de la puesta en forma
del tratamiento y su movimiento metodológico– no son una
herramienta suficiente para alcanzar el real en juego en la
experiencia del psicoanálisis. De este último hecho se
desprenden las diversas elaboraciones en torno a la escritura
que acompañarían a Lacan hasta el seminario 20, cuando
toma su relevo el recurso a los nudos.
En este período de trabajo, cae el privilegio del objeto a
como referente de aquello que está más allá del complejo de
castración y, por lo tanto, queda comprehendido en la
función fálica. El objeto a será un semblante más, al igual
que el padre, etc. Por lo tanto, por esta vía, comienza una
nueva consideración de la sexualidad femenina, que conduciría
a la formulación de un goce suplementario al fálico.
En última instancia, cuando advertimos estos movimientos
de formalización es que notamos el trasfondo epistemológico
que incumbe a la enseñanza lacaniana de ese período, en
el que se destaca un texto singular: L’Etourdit.