Para un-a
escucha diferente
Walter García
“No hay manera de salir de
nuestras onomatopeyas originales. Hay
pues, que entrar en ellas…”(Francis Ponge)
Desde los inicios de la vida, el mito, hasta
sus últimos segundos…
Desde el primer llanto que reclama un nombre - el caos naciente y los incansables
gemidos vivientes - hasta
el último suspiro, estamos a la escucha. ¿A la escucha de que? Uno podría fácilmente arriesgar: sonidos,
silencios, música, voces, palabras de aliento, una voz familiar, y tantas otras
cosas...
Jean Luc Nancy en su libro “A la escucha” se aventura un poco mas y se interroga ¿Será la escucha misma sonora?
Allí es donde pone en el banquillo a los suyos y a los
otros; y lee con odio, como dirá Lacan de su obra, para interrogar la ortodoxia
de las ciencias humanas. Oximoron que
ensordece hasta el más agudo interprete.
Su obra esta compuesta por 2
actos, un interludio de música muda y una resolución majestuosa.
A partir de un concierto
orquestado y monocorde este filósofo francés se mece entre la sonoridad de la
imagen y la figura del sonido. Depura
los ruidos y acaricia los silencios, siempre confrontando lo imposible en el
horizonte.
Inicia su (es)canción con el acorde-verbo
francés entendre formado por la
triada oír, escuchar y entender. A partir de allí la sonata en sus letras
pretende de manera intempestiva arrebatar
la forma, darle una nueva amplitud,
espesor y vibración a nuestra lectura.
El autor construye un nuevo espacio donde se propaga el sonido, ese
sonido que va dejando una marca; que suena y a su vez es resonancia; que aparece y se desvanece en su presencia.
En-causa el acontecimientos
sonoro para hacerlo presencia y aprovechar el ataque que
este comporta; ataque de carácter sorpresivo y espabilador.
Aquel que se deje llevar por la lectura sabrá
de lo que aquí se habla.
Nancy le da eco a nuestros cuerpos desde el vientre, caverna donde comenzamos y quizás terminamos
por escuchar.
Evoca, llama (appel) y empuja desde el silencio, entendiendo este último como una
disposición de resonancia, hacia el
sentido y el corte.
Invita a recorrer el silencio del sentido, a cortar el mensaje - y poder
decir algo de eso que es-canción! - a través de un sendero de
palabras y de órganos. A partir de un
cuerpo hecho de esas mismas palabras pero también de otra cosa.
Su propuesta es que nos
escuchemos en nuestra piel tensa que reposa sobre una camara de eco. Superficie
que el otro golpea o puntúa, haciendo que (re)sonemos según nuestro timbre,
siguiendo nuestro ritmo y marcando nuestro acento.
La mayoría de las veces, como
seres que somos, escuchamos un discurso emitido por alguien; un signo; un
silencio dejado por algo; o bien escuchamos musica. Pero realmente qué significa "estar a la escucha".
Jean Luc Nancy nos ofrece una multivocidad
hecha reflexion:
Estar a la escucha es “estar tendido hacia un sentido posible, no inmediatamente accesible.”. Transitar
el camino donde el sonido y el sentido se mezclan. Ahí donde "resuenan
uno en otro o uno por otro".
Tender a la escucha es "siempre
estar a orillas del sentido o en un sentido de borde y extremidad". Espiar para encontrarse en el desencuentro entre
el logos y el sentido, y de este modo delimitar topográficamente ese lugar
propio y ajeno. Lo intimo y lo exterior,
lo propio y lo ajeno, lo extimo. Por
este sendero nos abrimos al orden del sonido y el silencio que se encuentra en
constante movimiento. Mundo que pasa,
vuelve, se extiende y nos penetra de afuera hacia adentro y de adentro hacia
fuera. En síntesis el acto de oír va más
allá de la coherencia de la cadena verbal, para ubicarnos en otro registro, el
de la vibración.
Jean Luc Nancy plantea que prestándose
a la escucha uno puede acceder al si mismo, pero no como cotidianamente se
comprende, sino de una forma novedosa.
Es un“estar al acecho de un
sujeto.” Un sujeto que se emite y se envía de alguna manera en si mismo. Un sujeto diapasón que en palabras de Nancy
seria "la forma, la estructura y el
movimiento de una remisión infinita porque remite a aquello que no es nada
fuera de la remisión." Y que en
consonancia con Schelling[1]
lo definiríamos como un sujeto involucrado en el arte de los verbos.
Finalizando ya su obra, este
escritor juega astutamente con el decir, la escucha, la escritura y la música. A partir de una cita de Francis Ponge* nos habla de la dicción como aquel “eco del
texto en el cual éste se hace y se escribe, se abre a su propio sentido, así
como a la pluralidad de sentidos posibles.” La dicción es la propia escucha,
la archimusica de aquello que se
escribe, que se lee, que se toca y se dice.
Pero también de aquello que no esta dicho o ya codificado. Aquí el autor rompe nuevamente la relación
significante para ir mas allá diciendo “Quizás
no escuchemos jamás otra cosa que lo no codificado. Lo que no esta aun
encuadrado en un sistema de remisiones significantes, y no entendamos sino lo
ya codificado que decodificamos.”
En la dicción se trata de la unión
y diferenciación de dos cosas: ritmo
y timbre. Elementos que configuran y perfilan la constitución matricial de la
resonancia cuando esta adopta la condición de fraseado o del sentido musical.
El timbre es definido como el
correlato primario de la escucha. Sin
hacer de él un ideal nos va a decir que es la escucha misma la que se abre en
el timbre; y a su vez el timbre es el que resuena en la escucha.
El ritmo, por otro lado, es
propuesto como una figura iniciada y que inicia a su vez un tiempo en el
movimiento - y la fluidez - que sacude a los cuerpos. Ya la superficie corporal, como membrana sensoperceptiva,
actúa ante estímulos sonoros en la vida intrauterina. En ese entonces
es donde el ritmo toma como parámetro un golpeteo perseverante, una constante
binaria, un compás de dos comprometido en el órgano del amor.
No ahondaremos, en el presente
trabajo, sobre los giros que realiza el autor en relación a estos
elementos. Solo nos remitimos a ellos,
de una manera muy escueta, tomando algunas acepciones para intentar no dejar
por fuera cuestiones de importancia, y que harán a futuras investigaciones.
Jean Luc Nancy, a lo largo de “A la escucha” juega con las homofonías y coquetea con la
música. Acalla el ruido interpretando los
ruidos. Y armoniza una lectura posible,
poniendo melodía a sus letras para que cada quien, a su ritmo y en su tono, recorra
su cadencia.
Bibliografía
·
Berardozzi J., Musica en la estructura, Esto
lo estoy tocando mañana, Ediciones Grama, Buenos aires 2011.
·
Frydman P. y otros, Psicoanálisis y música, Esto lo estoy tocando mañana, Ediciones
Grama, Buenos aires 2011.
·
Nancy JL., A la escucha, Edición
Amorrortu/editores, Buenos Aires 2007.
[1] Schelling dice que
todo arte es una penetración del verbo divino en la finitud del mundo. Y en la
música lo viviente adentrado en la muerte - el verbo pronunciado dentro de lo
finito - es aun perceptible como sonido.
* Francis Jean
Gaston Alfred Ponge. Ensayista
y poeta
francés
que en muchas ocasiones, combinó ambas experiencias -el ensayo y el poema- para unirlas en una
sola forma artística
Cita: “No solo cualquier poema sino cualquier texto – sea cual fuere –
comporta (en el sentido pleno de esta palabra), comporta, digo, su dicción. /
Por mi parte. si me examino cuando
escribo -, nunca se me da por escribir la mas mínima frase sin que mi escritura
este acompañada de una dicción y una escucha mentales y, mas, ni siquiera sin
que este precedida por ellas (aunque de muy cerca, sin duda)”