La dimensión propia de lo hetero introduce la vertiente de un goce que se siente en el cuerpo y del que nada puede decirse. Sin embargo, sobre lo que nada puede decirse, se ha dicho muchísimo en la comunidad analítica. Sobre lo que puede decirse de la posición femenina, se lo opone sin más trámite a la histérica. Queda velado entonces qué nos enseña la histeria sobre la posición femenina. Lo mismo podría decirse de otras cuestiones que se abordan en estas páginas: la hommelle y el semblante, ¿son términos absolutamente opuestos a la llamada posición femenina?
En una definición al alcance de la mano, Lacan dice que una mujer es aquella que puede devenir síntoma de otro cuerpo. Si una mujer es aquella que no rehúye el encuentro entre los cuerpos, prestándose a hacer semblante de objeto, de ese objeto conveniente al goce de otro cuerpo, hay allí una vía que nos aparta del destino trágico e inefable con el que suele caracterizarse a “lo femenino por excelencia”.