lunes, 22 de mayo de 2017

Luciano Lutereau. "La experiencia analítica". De la técnica a la ética (Letra Viva, 2017)




Así como el mundo contemporáneo destituye la experiencia, también en nuestros días peligra el psicoanálisis. A riesgo de precipitarse en una teoría cada vez más abstracta, que fascina por su relación con las matemáticas, la topología y otras disciplinas formales, puede perder su contenido. La experiencia resiste al concepto; esta resistencia es lo que llamamos “clínica”, para demostrar que se puede saber mucho de psicoanálisis, pero el pensamiento del clínico empieza donde se revela el fracaso de lo esperado o predecible, ese punto en que el sujeto no queda subsumido en una estructura, ahí donde la forma cede ante el acto.

De este modo, el psicoanálisis no puede tener más técnica que su ética. Esto no quiere decir que no exista técnica alguna, sino todo lo contrario: ésta consiste en delimitar aquellas coordenadas que, en la perspectiva de un tratamiento, requieren decisiones que sólo pueden ser singulares para cada analista. Cada uno verá cómo se las arregla con esas preguntas, y luego se encontrará en situación de tener que dar razones de eso que hizo cuando estuvo en una posición que también lo excedió. Esa excedencia que es un resto, es también la experiencia que hace que el analista sea, al menos, dos.

El psicoanálisis instituye la experiencia (tiempo, castración, sujeto), o no es psicoanálisis.