Traer al mundo un nuevo concepto debe ser tan difícil como transmitirlo; aunque la dificultad mayor estará al encontrar los profesionales que dialoguen con él, que lo utilicen cual una herramienta, que lo dignifiquen y logren su apertura. Pues un concepto siempre es una roca lanzada al río: se mide por las ondas que produzca, y no por su capacidad de irse al fondo. Patricia A. Pereyra nos muestra, desde su trabajo como psicomotricista, la interrogación por el cuerpo y, casi como una consecuencia ética, el manejo de este concepto innovador: el cuerpocosa.
Liliana Aizcorbe nos dice en su prólogo: “Este libro habla de cuerpos. Cuerpos que se vuelan, cuerpos que se desparraman por las superficies, cuerpos como hilachas o sólidos como una roca; son los cuerpos que vemos en la clínica de niños y adolescentes con perturbaciones graves”. Para prepararnos a la lectura de un libro desafiante: “Animarse a dar un paso más en la lectura que podamos hacer del sujeto, preguntarse sabiendo que tal vez podamos ir un poco más lejos que nuestros referentes, no es sin angustia. Pero, finalmente, porque no se cede en el deseo, es que hoy podemos encontrarnos con este libro que abre a más preguntas, que tal vez inquiete e incomode, pero que sin dudas nos pone en movimiento abriéndonos a nuevos interrogantes”.
Es así que este libro es un elogio de la clínica, pues lleva más allá el interrogante por la palabra, logrando que el concepto sea un cuerpo en movimiento, y que las preguntas puedan intranquilizar nuestras certezas. Porque la lógica de este tiempo que arrasa con el sujeto, el deseo y el cuerpo, precisa de una concepción que sea a la vez: palabra y acto. He aquí su efecto conseguido.