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Un buen caballo puede ser elegido por su
estructura general y su apariencia.
Pero el mejor caballo, el que no levanta polvo ni deja huellas,
es algo evanescente y fugaz, esquivo como el aire sutil.
Levantad, carpinteros, la viga del tejado. J.D. SALINGER
En este libro, deudor y promotor del modelo clínico en orientación vocacional, encontrarán tres estilos, tres modos del relato. Clases, artículos teóricos, entrevistas. Modos de entablar una conversación. Con estudiantes, con lectores, con audiencias, distraídas o curiosas. Modos de hablar clínicamente de la ‘vocación’, maneras de abrir preguntas, acerca del lugar de la libertad, del destino, de la fantasía, de la sobredeterminación, de la época, del mito familiar, en la lección. En definitiva, de la singularidad de la elección.
En una de las clases, Pablo Zenón dice: “en realidad no hay un llamado, sino que somos llamados, el objeto nos ‘voca’, lo vocacional es el objeto vocante, somos vocados por los objetos”.
Este libro nos ‘voca’, nos evoca. Somos nosotros los llamados por la escritura cuando lo oral, lo invocante, lo escópico de la letra es lo libidinizado. Habla de los particulares modos de invocar, de abocarse, de a-vocarse, de las formas del diálogo discreto entre dos, entre varios, entre generaciones. De cómo se gesta ese vacío suficiente para que el órgano que no está en ningún lugar, la libido, haga su trabajo. Y por fin dirigirse, a-vocado, invocante, a comerse el mundo que nos voca, con la boca, con la letra, con la palabra, con un discurso tan grácil y tan volátil, que nos enlaza y se desvanece, tan evanescente y fugaz, esquivo como el aire sutil.
Del Prólogo de Luisina Bourband