C. Vidal apuesta –lo que no es una apuesta menor– por intentar transmitir algunas de estas paradojas a partir de la experiencia singular de «su pase». Esto no va sin un estilo donde predomina el claroscuro del oxímoron, apto para dar cuenta de las paradojas que se juegan en torno al psicoanálisis.
Nos dice: «[…] desde siempre quise ser psicoanalista pero hoy puedo decir que ahora sí, puedo imaginarme haciendo otras cosas y que, si tuviese otra vida, que por supuesto no tengo, podría satisfacerme de muy diferentes maneras. Hoy mi elección, sin duda forzada como todas las elecciones, es más libre a pesar de continuar eligiendo lo mismo.» Camila pasante.
Podríamos nombrarla Camila-La-Niebla, pues es con este término que nos presenta tanto el rasgo de su síntoma singular como el nombre de aquello «que no quiere que se disipe». Marca de «un síntoma temprano e indescifrable» que circunscribe «algo del goce femenino», ilimitado y deslocalizado. No en vano gran parte de sus reflexiones –pero no todas– se traducen en elaboraciones en torno a Hombre y Mujeres, sobre la diferencia en los goces que les conciernen, y a las dificultades de la articulación entre amor, deseo y goce en el encuentro entre cuerpos sexuados.
Fragmentos de la presentación de Rithée Cevasco
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