La publicación de estos archivos marca un momento decisivo en la vida póstuma de Françoise Dolto (1908-1988). En su prefacio, su hija Caterine, ejecutora testamentaria, reivindica el lugar de sus derechos y deberes para con la herencia y vuelve sobre la relación madre-hija, situada bajo el signo del amor y el intercambio. Junto a sus hermanos, ella eligió, para el centenario del nacimiento de Françoise Dolto, el 6 de noviembre de 2008, poner a disposición de sus lectores un impresionante fondo de archivos personales que Françoise Dolto había conservado y organizado: diarios íntimos, correspondencia, dibujos de juventud, manuscritos científicos, agendas, diarios, álbumes fotográficos, objetos familiares, diarios de nacimiento de los niños, dibujos comentados de estos últimos...
Develados y retranscriptos, estos archivos permiten erigir un retrato inesperado, acompañado de fragmentos de un relato autobiográfico inédito, en el curso del cual Françoise Dolto comenta su itinerario personal y su vida íntima. El personaje de Boris Dolto, ruso emigrado de Crimea, médico fundador de la kinesioterapia en Francia, aparece así a su lado como compañero esencial de una vida consagrada a captar algo de lo referente el enigma de la maternidad y la educación, más allá de la construcción del sujeto humano.
El ordenamiento elegido por Yann Potin, historiador y archivista, es a la vez cronológico –la infancia, los estudios, el encuentro de la psicoanalista y el amor, la maternidad– y temático –los signos de identidad, el cuerpo y sus huellas, la transmisión familiar, la escritura de sí, los orígenes imaginarios del yo. Las preciosas contribuciones de Muriel Djéribi-Valentin y de Jean-Pierre Winter, cercanos a la obra, esclarecen la originalidad de ese pensamiento. Manon Pignot se convierte en historiadora de “la infancia en guerra” de la joven Françoise. La obra declina así los diferentes estratos de la memoria, en la búsqueda de las huellas de la vida interior en el seno de los documentos y archivos reunidos. El trabajo científico de Françoise Dolto y su práctica tan singular, la experiencia de la vulgarización y de la mediatización, son abordados a partir de ese paisaje interior, como una búsqueda de lo universal y de la alteridad.
Develados y retranscriptos, estos archivos permiten erigir un retrato inesperado, acompañado de fragmentos de un relato autobiográfico inédito, en el curso del cual Françoise Dolto comenta su itinerario personal y su vida íntima. El personaje de Boris Dolto, ruso emigrado de Crimea, médico fundador de la kinesioterapia en Francia, aparece así a su lado como compañero esencial de una vida consagrada a captar algo de lo referente el enigma de la maternidad y la educación, más allá de la construcción del sujeto humano.
El ordenamiento elegido por Yann Potin, historiador y archivista, es a la vez cronológico –la infancia, los estudios, el encuentro de la psicoanalista y el amor, la maternidad– y temático –los signos de identidad, el cuerpo y sus huellas, la transmisión familiar, la escritura de sí, los orígenes imaginarios del yo. Las preciosas contribuciones de Muriel Djéribi-Valentin y de Jean-Pierre Winter, cercanos a la obra, esclarecen la originalidad de ese pensamiento. Manon Pignot se convierte en historiadora de “la infancia en guerra” de la joven Françoise. La obra declina así los diferentes estratos de la memoria, en la búsqueda de las huellas de la vida interior en el seno de los documentos y archivos reunidos. El trabajo científico de Françoise Dolto y su práctica tan singular, la experiencia de la vulgarización y de la mediatización, son abordados a partir de ese paisaje interior, como una búsqueda de lo universal y de la alteridad.