Las instituciones no quieren ver lo que la infancia les muestra. Se procuran múltiples intervenciones para abordar la violencia infantil y adolescente, pero los adultos nada quieren saber de su complicidad con esa violencia. Cada uno —desde su singularidad— deja liberadas a las infancias a un desvarío sin límite… las deja en banda. Era necesario contar con un texto que revisara lo que se dice y se juega alrededor de eso que llamamos “infancia”. Era necesario revisar, confrontar, desmenuzar los conceptos de infancia, niñez, menor, minoridad…, no sólo por una necesidad “académica”, la urgencia es “social”, es “judicial” y hasta “política”; y la autora no vacila ante el riesgo de cuestionar al establishment de “la infancia”, que la alude sobreentendida y casi natural. Este es, también, un libro novedoso por lo arriesgado de sus formulaciones, las que no se limitan a la mera enunciación y demostración; por el contrario, todo se sostiene en interesantísimos casos clínicos y relatos de la vida cotidiana. Infancias desbandadas, desguarnecidas, con carencia o deuda de institucionalidad. Para decirlo contundentemente: infancias con eclipse de institucionalidad.
Extractado del prólogo de Marta Gerez Ambertín