Aunque el sustantivo "comunidad" sea raro en la
obra de Spinoza, designa una dimensión muy importante del spinozismo, una
filosofía concebida por quien siendo muy joven perdió la comunidad a la que
parecía destinado, y que aloja en su centro mismo una aspiración de
universalismo aún por explorar y por construir. Spinoza invita a pensar en
comunidad: no una comunidad a la que se pertenece, anterior, sustantiva, sino
una comunidad que se inventa y que tiene por horizonte lo que hay de universal
en los hombres. Una comunidad, a veces invisible y dispersa, definida por la
apertura a una composición con seres distintos, lejanos y extraños, pero nunca
indiferente a la destrucción. Si el spinozismo como ética de la alegría tiene
sentido, es con los ojos abiertos frente a la realidad de un mundo sumido en el
sometimiento y la aniquilación, en deportaciones y en desapariciones de
personas, pueblos y culturas. Contra toda ideología de la alegría, tiene
sentido en cuanto conciencia del dolor. El don de la filosofía, la promesa de
su paciencia lúcida, se inscribe en la encrucijada de una crítica de la
dominación política y una reinvención filosófica de la democracia. Allí mismo,
el legado de Spinoza se mantiene vivo como inagotable interrogación de los
seres humanos acerca de sí mismos.
Diego Tatián es investigador del CONICET y profesor de
Filosofía Política en la Universidad Nacional de Córdoba. Ha desarrollado su
labor docente, también, como profesor invitado en diversas universidades
argentinas y del exterior. Es autor de los libros Desde la línea. Dimensión
política en Heidegger; La cautela del salvaje. Pasiones y política en Spinoza,
entre otros. Ha estado a cargo de la introducción a la edición del Epistolario
de Baruch Spinoza, publicado en la Colección ColihueClásica.