sábado, 1 de septiembre de 2012
ANTICIPO. Sigmund Freud. "Cartas a sus hijos" (Paidós, 2012). Nota de prensa en ADN-Cultura, diario La Nación
Cartas a sus hijos (Paidós) reúne las misivas que Sigmund Freud (1856-1939) intercambió durante veinte años con cinco de sus seis hijos: Mathilde, Martin, Oliver, Ernst, Sophie (falta la menor, Anna, la única que se dedicó al psicoanálisis, y a la que la edición alemana original le consagró volumen propio). Freud era -como recordó Martin- una figura olímpica que "bajaba de sus alturas para salvarnos" y se ponía a disposición de los suyos. Entre detalles cotidianos, el libro puede leerse como una novela epistolar a varias voces. Freud se relaciona con sus hijos según "una ética de la sinceridad", como anotan los editores. Aquí reproducimos dos cartas. En la de 1908, previene a su hija sobre la propuesta que la conducirá al matrimonio; en la de 1924, felicita al arquitecto Ernst por el nacimiento de su tercer hijo (Klemens Raphael, hermano del pintor Lucian Freud) y alude a la operación de mandíbula que lo agobió al final de su vida.
06/5/08
Mi querida Mathilde
Lo que me escribes no me ha tomado del todo desprevenido. Aguardaba desde luego que tú misma tomaras la palabra, pues tenía confianza en ti, y creo que no la has defraudado. Si tú estás contenta contigo, yo también puedo estarlo.
Sólo puedo darte algunos consejos y llamarte la atención sobre ciertos recaudos. Quizá sepas que, como todo lo demás, a amar también se aprende; con lo cual es difícil evitar que surjan confusiones. El primer amor no tiene por qué ser el que perdure. Seguramente tu intención de mantener un vínculo de amistad con R.[obert] H.[ollitscher] hasta que se hayan conocido es la única posibilidad sensata. Pero tú también sabes cuáles son los peligros que encierra ese camino, el acotado margen de libertad que le deja a una joven la sociedad y lo infructuoso que resulta para el individuo oponerse a lo social. Quizás el mayor peligro sea "caer" en el asunto más rápida y profundamente de lo que uno hubiese querido en un principio; insistir es, ya de por sí, parte de la naturaleza del hombre. Si aún puedes mantener la relación un buen tiempo al nivel de una amistad sobre un trasfondo de calidez, no desperdicies la oportunidad.
A través de las primeras noticias que me han llegado sobre él, tengo la vaga impresión de que su madre tiene una enfermedad mental incurable y de que él tampoco pareciera tener fama de sano. En tu esposo deberías hallar sin embargo salud y fortaleza; lamentablemente los distinguidos y decorosos no siempre son los más firmes. Sí, no tengo ninguna información certera. A partir de ahora desde luego mostraré interés y le pediré a la tía que les tire de la lengua a los Dub acerca del entorno de R. H. De seguro no considerarás indigno dar lugar, a la par de los sentimientos, a este tipo de secas consideraciones.
En estas circunstancias, que no estés aquí me resulta particularmente cómodo; espero que la conmoción no vuelva a llevarse lo que el sol y el aire han hecho por tu bienestar. En líneas generales, ya sabes que no tengo apuro en darte estado antes de los 24 y, además, espero, también habrás de gustarles a otros. Sin embargo, de allí no debes inferir que yo ya tenga algo en contra de R. H., fuera del más natural de los prejuicios, se entiende. Siempre había esperado que algún afable discípulo o alumno te llevara como recuerdo.
Ya ves, siempre estoy a tu disposición para darte consejos, pero en realidad eres tú la que debe definir cómo quieres que sea. No puedo escribirte nada sobre Salzburgo. El tiempo no alcanza, pero volveré a responderte pronto. Sólo te comento que ya es seguro que se editará un anuario.
Envíale muchos saludos a Raab y acepta los mejores deseos de
tu padre que te quiere con afecto
11/5/24
Mi querido Ernst
Tu carta de cumpleaños ha llegado a tiempo y me ha dado una gran alegría tanto por su contenido como por su carácter de rareza. Tú ahora también tienes ya tres hijos varones y pronto podrás sentir la insatisfacción que genera saber tan poco de uno u otro.
Mi tercer hijo recibió de inmediato el nombre de Ernst: ¿cómo se llama el tuyo? Si ha de ser también un arcángel sólo le queda Raphael, Uriel es muy poco corriente.
Mi cumpleaños ha transcurrido sin accidentes y con infinitos obsequios florales. La ciudad de Viena me ha proclamado su ciudadano con pomposas felicitaciones, ante lo cual sólo atiné a poner cara de bobo, pues no sé qué hacer con ese honor.
Seguramente mi destino se decida en los próximos dos meses. Si no tengo recidivas y supero la infinita variedad de molestias que me provoca la prótesis, quizá no esté mal vivir un tiempo más así. La elección del sitio para este verano también depende de mi salud, del grado de dependencia de los médicos. Actualmente, tener 6 horas de análisis no me pesa, pero me mantengo alejado de todo lo demás. El aislamiento no resulta tan fácil; recién se ha anunciado R. Rolland con Stefan Zweig.
Los saludo a ti, a la orgullosa madre, Lux, y a la pequeña plebe con el mayor de los afectos
Papá
Traducción: Florencia Martin y Alejandra Obermeier