Porque la dimensión de lo singular que estructura “lo femenino” y por lo tanto su experiencia y su discurso, allí donde lo aprehendamos, cohabita perfectamente con la verdad del análisis, que desde su “iniciación” hasta su culminación prefiere lo real de lo particular a lo imaginario de lo universal.
Diría que más allá de todo el apasionante recorrido teórico a través de lo que el psicoanálisis nos enseña sobre la mujer y sus impenetrables goces, son los testimonios clínicos los que derriban toda duda acerca de la diferencia esencial en cuanto al final de análisis en hombres y mujeres. Esta aseveración puede leerse en este libro desde el principio, como faro que guía todo el recorrido. Partimos, dice Florencia, de la siguiente hipótesis: “Es posible determinar la existencia de un fin de análisis que sea propio de la experiencia femenina, lo que le imprime al deseo de analista mujer un sello singular”, como lo extrae textualmente de uno de los testimonios.
Para insinuar un paso más en la propuesta, digámoslo así: el fin de análisis cuando se trata de mujeres permite correr parcialmente el velo acerca de su goce sintomático y de su tramitación clínica como feminidad; el fin de análisis en el hombre nos orienta hacia la estructura universalizable de la operación llamada final de análisis.
Desde el primer capítulo aparece ya la via regia que trazará el sinuoso recorrido del análisis y la operación a producir en el final: se titula “De la histeria a la feminidad” que es como decir del goce sintomático a la posición en que una mujer asume la realidad sexual de la posición femenina, a expensas de lo universal del falo y del masoquismo estructural.
Ese es el hilo de Ariadna que sigue Florencia; el apartado “Lo que dicen los testimonios sobre el amor y los goces al final del análisis” es el desarrollo persuasivo acerca de que la transformación que va “de la histeria a la feminidad” es lo que determina el momento de concluir el análisis de las mujeres, así de específico, sólo el de ellas.”
Fragmento del Prólogo de Héctor López