Crecer, envejecer, pero también la indiferencia aumenta día tras día entre los antiguos amantes, sin que ni siquiera ellos se den cuenta; las Revoluciones revierten en nuevos privilegios sin que apenas se note, como el calentamiento del planeta, y tantas otras modificaciones que no cesan de producirse ante nuestros ojos, de un modo tan continuo y tan global, que no llegamos a percibirlas. Y, de pronto, observamos su resultado, que nos golpea en la cara. Si esa transformación continua se nos escapa, es sin duda porque la herramienta de la filosofía griega, que pensaba en términos de formas determinadas, fracasó en la captación de lo indeterminable de la transición. De ahí el interés de recurrir al pensamiento chino para prestar atención a esas «transformaciones silenciosas» que: por debajo de la sonoridad del acontecimiento, dan cuenta de la fluidez de la vida e iluminan tanto la maduración de la Historia como la de la Naturaleza. Desde la noción descriptiva podremos formarnos un concepto de la conducta estratégica y política: frente al pensamiento del objetivo y del plan, que tanto ha obsesionado a Occidente, descubriremos el arte de modificar las situaciones sin llamar la atención, tan eficaz como discreto.
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