En este libro no encontraremos una historia de las prácticas de la sexualidad –de los comportamientos individuales o de las mentalidades epocales–, tampoco una historia de la sensibilidad, ni de las emociones, ni una historia de la vida privada, ni una historia de género, ni una historia de la institución matrimonial o de la procreación. Aquí se reconstruyen aspectos discursivos desde donde se fueron articulando en la Argentina ciertos planteos vinculados a la definición de sexualidades normales y patológicas, y, desde allí, autorizadas o prohibidas.
Así, el estudio del poder, desde donde se legitiman o deslegitiman conductas, constituye la matriz rectora de estas páginas. Un (bio)poder concentrado en la vida; un poder que se autorizaba a sí mismo para decidir sobre ella apelando, en este caso, a la eugenesia y desde donde el proceso identificatorio, clasificatorio, jerarquizador y excluyente de individuos quedaba legitimado desde el pretendido ascetismo de la medicina y el derecho. Médicos y abogados eran bienvenidos a la hora de decir la inclusión o la exclusión.
Los ambiguos conceptos de normalidad y patología resultaron funcionales para solidificar las bases de las autoritarias ideas de legitimidad e ilegitimidad sexual, y condujeron a una visceral impugnación del homoerotismo, así como a la coerción ejercida sobre las mujeres hacia la maternidad y el encierro hogareño.
Esta historia de la sexualidad tiende a organizar sin distracciones, más o menos armónicamente y con cierta completud, discursos y praxis vinculados al entramado biopolítico sobre el que se asentó la regulación normativa de la sexualidad en la Argentina. Es decir, visibilizar las gestiones en torno al control de lo incontrolable.