Estos cuatro dioses parecen caracterizarse por estar más cerca del mundo de los hombres al mostrarse solidarios con su desamparo y tragedia existencial, hecho que propicia una interpretación prefilosófica de la existencia humana, del Dasein, en Grecia. Es bien sabido que Prometeo robó el fuego del cielo y se lo concedió a los hombres; como castigo fue encadenado a una roca hasta que fue liberado por Hércules.
Para los griegos, el mito de la liberación de Prometeo refleja una ley primordial de la existencia y el destino de la humanidad. En este sentido, Prometeo representa la imagen arquetípica de la existencia humana, y es cantado por los poetas, en especial por Goethe, quien nos llevará a experimentar los mitologemas, durante largo tiempo extraviados, como el arquetipo de lo humano: la transformación del sufrimiento en el misterio del sacrificio.
Kerényi examina la historia de Prometeo y el proceso mismo de creación de mitos como un reflejo de la función arquetípica y trata de descubrir cómo esta historia primitiva fue investida de una fatalidad universal, por primera vez en la imaginación griega, y luego en la tradición occidental de la poesía romántica. Por ello, seguir atentamente una actividad llamada «mitología» —el seguimiento de la mitologización de los mitólogos— es, como propone Kerényi, del todo necesario.
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