En 2010, en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, el artista brasileño Nuno Ramos expone la instalación Fruto estranho. Dos árboles flamboyán inmensos sostienen unos aviones monomotor y gotean soda cáustica sobre un par de contrabajos. Mientras suena "Strange Fruit" —una canción sobre el linchamiento de un grupo de afroamericanos estadounidenses en 1936—, se proyecta una escena de El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman. ¿Qué gesto reflexivo propone este cruce de soportes, materiales, referencias, países y tiempos?
En Mundos en común, Florencia Garramuño analiza una serie de obras latinoamericanas que ponen en crisis las ideas de pertenencia, individualidad y especificidad, y que muestran la porosidad de las fronteras entre los diferentes campos de la estética. ¿Qué potencial crítico y político presentan obras inespecíficas como Fruto estranho? ¿De qué manera el arte latinoamericano contemporáneo redefine las nociones tradicionales de la estética para vincularla con una ética, una relación con el otro y, por lo tanto, con el mundo? ¿De qué forma la puesta en cuestión de la pertenencia redefine las maneras de comprender lo latinoamericano? Para responder estos interrogantes, Garramuño trabaja con obras de Mario Bellatin, Jorge Macchi, Tamara Kamenszain, Nuno Ramos y Clarice Lispector, entre otros, y teoriza sobre las numerosas transgresiones y desbordamientos de límites, campos y regiones que exhiben estas exploraciones. Tal como sostiene la autora, "las prácticas analizadas en este ensayo articulan, en la construcción de una inespecificidad que se constituye en el retiro de todo sentido de pertenencia y pertinencia, otra forma de pensar el potencial crítico del arte".