A pesar de no esperar demasiado de la filosofía, Lacan descubrió en Heidegger una resonancia muy potente para orientar su propio pensamiento. La renovación de la ontología que significa la analítica del Dasein en El ser y el tiempo, la formulación de la pregunta por la palabra del ser a partir de Aportes a la Filosofía (Acerca del evento) y el cuestionamiento a la postura humanista del existencialismo, trazaron un camino muy seguro hacia ese vacío central del sujeto llamado por Freud: Kern unseres Wesens, núcleo de nuestro ser. ¿Sería muy osado decir que a la pregunta de Heidegger por la verdad del ser Lacan responde con el recorrido que va del Otro del lenguaje y de la ley a la escisión del sujeto? [...]
Lacan descubrió tempranamente a Heidegger como herramienta de su retorno a Freud, pero la amoldó a las necesidades del trabajo sobre su objeto, que no era el “ser-ahí” heideggeriano sino el inconsciente en su estructura y en su práctica. No tantas veces Lacan habla de Heidegger, pero es suficiente una mínima agudeza para percibir hasta qué punto las ideas fundamentales del filósofo, “de los únicos hombres de la verdad que nos quedan”, operan íntimamente amalgamadas en el trasfondo de su pensamiento.