Seminario La bestia y el soberano
Volumen II (2002 · 2003)
Edición establecida por Michel Lisse, Marie-Louise Mallet y Ginette Michaud
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Traductores: Cristina De Peretti y Delmiro Rocha | Colección Bordes
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Como se sabe, Jacques Derrida dedicó una gran parte de su vida a la enseñanza: en la Sorbona en primer lugar, después, durante unos veinte años, en la École normale supérieure de la calle Ulm y, finalmente, desde 1984 hasta su muerte, en la École des hautes études en sciences sociales, así como en distintas universidades en el mundo entero (en Estados Unidos con regularidad). A partir de 1991, en la EHSS, con el título general «Cuestiones de responsabilidad», abordó sucesivamente las cuestiones del secreto, del testimonio, de la hostilidad y la hospitalidad, del perjurio y del perdón, de la pena de muerte. Finalmente, de 2001 a 2003, impartió lo que debía ser no la conclusión pero sí la última etapa de este seminario, con el título «La bestia y el soberano».
En 2002-2003, Jacques Derrida proseguía sus investigaciones de los años anteriores en torno a la soberanía del Estado-nación así como de su fundamento onto-teológico-político, ingente reflexión referida en adelante a las grandes cuestiones de la vida animal ―la del hombre «animal político», decía Aristóteles, y la de las «bestias»― y del tratamiento, del sometimiento de la bestia por el «hombre».
Este trabajo encontró su punto de inflexión, el año siguiente, en una paciente lectura de dos textos que él mismo califica de ser «tan heterogéneos como es posible»: la obra de ficción de Daniel Defoe,Robinson Crusoe, por un lado, y el seminario impartido por Martin Heidegger en 1929-1930 (Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo-finitud-soledad) por el otro. Jacques Derrida describía en estos términos, en el Annuaire de l’EHESS 2002-2003, las principales líneas de fuerza de la reflexión que así emprendió:
Estas lecturas, tan pronto cruzadas, tan pronto paralelas, apuntaban a un núcleo común: la historia (especialmente la historia política del concepto de soberanía e inclusive, de un modo inseparable, la del hombre sobre el animal) en la Inglaterra precolonial de Defoe (con su trasfondo religioso estudiado enRobinson Crusoe) y a través de las numerosas, distintas y apasionantes lecturas de Robinson Crusoea lo largo de los siglos (Rousseau sobre todo, Kant, Marx y numerosos economistas políticos del siglo xix, pero también Joyce, V. Woolf, Lacan, Deleuze, etc.) y en la Alemania moderna de Heidegger (el comienzo de los años 1930).
Estos dos libros son asimismo libros sobre la soledad, sobre el presunto «estado de naturaleza», sobre la historia del concepto de Naturaleza (sobre todo en Heidegger) del que hemos comenzado a seguir el léxico tan esencial (con frecuencia asociado al de physis), tan poco puesto en evidencia y tan poco traducible de Walten (Gewalt, Umgewalt, Übergewaltigkeit, etc.) que inundará los textos de Heidegger a partir de 1935 y que designa una fuerza o una violencia archioriginarias, de «soberanía» ―como a veces se traduce― más allá de la ontoteología, es decir, de lo filosófico-político como tal.