¿Qué queda de Dios después de su muerte anunciada por Nietzsche? ¿Sombras? Si Dios es una suposición, como lo afirma el gran filósofo de la modernidad, ¿por qué no es tan fácil como se presume desprenderse de la idea de Dios? Según Juan Arias, ex sacerdote, filólogo y periodista, "[?] el gran ateo Saramago, escribió antes de morir: 'Mi obra no tendría sentido sin Dios'." Para el escritor portugués, la única manera de poder lidiar con los problemas que presenta la idea de Dios es reconocer su existencia: sólo a partir de ahí, se podrá dar por muerto. ¿Cómo alcanza, entonces, la muerte de Dios al psicoanálisis? ¿Sería la muerte de Dios lo que efectuaría un psicoanálisis logrado como lo pregunta Allouch parafraseando a Lacan? En todo caso pareciera -pero siguiendo también a Saramago- que no podríamos de ningún modo hablar de un psicoanálisis logrado sin aceptar antes de la muerte de Dios alguna huella de su existencia. En estos tiempos que corren, un paso obligado para abordar esta vida supuestamente sin Dios es Pasolini y su película Teorema. Los personajes de esta historia son confrontados, uno a uno, con una divinidad que les muestra algo ignorado de sí mismos, para que luego de su partida, en el duelo por la ausencia de esta divinidad, sean despojados y llevados al desierto donde terminarían su vida desolados? ¿Podría ser, pues, que la respuesta a este duelo, a este despojo, fuera una espiritualidad sin dioses? Este número incluye entre otras colaboraciones la entrevista que Furio Colombo hiciera a Pasolini el día 1 de noviembre de 1975, unas horas antes de que fuera asesinado. El mismo Pasolini había titulado la entrevista: "Estamos todos en peligro". Además, un par de reflexiones de autores para quienes el rasgo fundamental y fundacional de su creencia en Dios es su inmortalidad. Hemos incluido asimismo, por la importancia que representan para nuestra actividad editorial, los textos que fueron preparados para las presentaciones de los dos primeros libros de la Colección Ta Erotiká de la Editorial me cayó el veinte: La etificación del psicoanálisis. Calamidad, de Jean Allouch y Lesbianismo en Proust, de Elisabeth Ladenson. Como es costumbre, este número se acompaña de un pequeño gran volumen que viene a engrosar nuestra Colección Textos de me cayó el veinte que en esta ocasión pone a consideración de sus lectores tres ensayos del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer que, no por breves son menos sustanciosos. El primero, acerca del drama de Zaratustra que culmina en el duelo de la tarde, la próxima despedida. Los dos siguientes constituyen sendas reflexiones que siguen de cerca la idea nietzscheana de la muerte de los dioses: la posición del hombre ante su propia muerte. Siguiendo nuestra serie en homenaje a la pintura oaxaqueña contemporánea, nos da mucho gusto y agradecemos al maestro Vicente Mesinas su generosidad para incluir su obra Observador, óleo sobre tela (o Ciudad Cosmopolita, óleo sobre tela) para ilustrar nuestra portada y, con ello, como siempre, dar lustre a nuestra publicación que, esperamos, invite una vez más a la reflexión.