Los tres casos son buenos ejemplos de lo que queremos decir cuando concluimos en que la palabra no basta. Con cada uno se inventa un dispositivo que instala un lazo singular con cada sujeto, que les permite recuperar algo de su objeto a, de manera menos catastrófica que la forma salvaje en que se presenta en el encuentro con el analista. Hacerse dócil a estas invenciones implica tener la idea de que el tema fundamental no es la palabra en el sentido años cincuenta. Se trata de otra articulación a este inconsciente definido con las categorías de la última enseñanza de Lacan de las que estos tres casos son paradigmáticos. Nos hacen ver cómo operar cuando la palabra no es para nada suficiente.