Números romanos
Persiste hoy en día, como única herencia de la matemática romana, el uso de los números romanos en relojes, para enumerar reyes (Juan Carlos I), enumerar papas (Juan Pablo II), ordenar volúmenes de libros (Tomo III,...), plasmar siglos (siglo XXI). Si se piensa un instante se aprecia que es una tradición peculiar y rara, pero al estar muy arraigada, persiste y su actualización a numerales usuales resultaría incluso burlesca (Juan Carlos 1, Juan Pablo 2...). Algo curioso es cómo V llegó a ser cinco en Roma. Los lumbreras romanos estuvieron años haciendo palotes y repitiéndolos (el nueve fue IIIIIIIII) hasta que para simplificar se les ocurrió que tachar un palote con una raya inclinada equivalía a diez... y así nació X... y para el cinco nació la mitad de diez, es decir, V. ¡Increíble!, con medio símbolo representar la mitad.
La punta de la pirámide
Es normal que ante las ruinas arqueológicas las personas tiendan a suplir con su imaginación cómo debían ser aquellas partes que hoy ya no existen. Consecuencia de ello es que ante la famosa Gran Pirámide de Egipto, a pesar de que la punta que la culmina no está, todos pensemos en que debía acabar en "punta", es decir, que la pirámide faraónica era una pirámide geométrica... ¡Pues va a ser que no! Estudios recientes del arquitecto y poeta Miquel Pérez han puesto en evidencia que la Gran Pirámide debió acabar en una esfera, representación de Ra (Dios Sol). Los estudios de este arquitecto evidencian también el alto contenido matemático que estuvo presente en el diseño, colocación y construcción de este singular monumento, cuyos secretos siguen acaparando la atención internacional. Las agencias de viajes aplauden este interés.
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Esperemos que pronto aparezca el libro.
PP