El poder de abdicar. Ensayo sobre la destitución voluntaria
Algunos hombres, en el punto más alto de su poder, han abandonado voluntariamente la autoridad suprema para terminar su vida como simples particulares. Este impensable gesto de la abdicación, acto inédito que tanto impactó a las inteligencias y fascinó a las imaginaciones, no ha sido jamás objeto de la reflexión. Es este continente desconocido el que Jacques Le Brun nos invita a descubrir reencontrando a algunas de las grandes figuras históricas o legendarias que han hecho, o sufrido, la elección de la destitución voluntaria: el emperador Diocleciano, Carlos Quinto, el Ricardo II de Shakespeare, Jacques II Stuart, Felipe V de España... Melancolía, aburrimiento de vivir, conversión mísitca, astucia maquiavélica, la abdicación siempre ha suscitado interpretaciones contradictorias. En cada ocasión ella deja entrever o suponer, en el corazón mismo de la autoridad suprema, una duda acerca de su legitimidad, e incluso el imperio de su negación. Prueba de la cual ningún poder puede salir indemne, incluso si ella revela, del poder, su verdad más pura.
Algunos hombres, en el punto más alto de su poder, han abandonado voluntariamente la autoridad suprema para terminar su vida como simples particulares. Este impensable gesto de la abdicación, acto inédito que tanto impactó a las inteligencias y fascinó a las imaginaciones, no ha sido jamás objeto de la reflexión. Es este continente desconocido el que Jacques Le Brun nos invita a descubrir reencontrando a algunas de las grandes figuras históricas o legendarias que han hecho, o sufrido, la elección de la destitución voluntaria: el emperador Diocleciano, Carlos Quinto, el Ricardo II de Shakespeare, Jacques II Stuart, Felipe V de España... Melancolía, aburrimiento de vivir, conversión mísitca, astucia maquiavélica, la abdicación siempre ha suscitado interpretaciones contradictorias. En cada ocasión ella deja entrever o suponer, en el corazón mismo de la autoridad suprema, una duda acerca de su legitimidad, e incluso el imperio de su negación. Prueba de la cual ningún poder puede salir indemne, incluso si ella revela, del poder, su verdad más pura.