martes, 7 de diciembre de 2010
DANIELA PELEGRINELLI. "Diccionario de Juguetes argentinos" (El juguete ilustrado Editor, 2010)
En los últimos años las tendencias retro no sólo invadieron las artes, la moda, el diseño, la decoración, sino que también inspiraron nuevas políticas públicas que revalorizaron el patrimonio histórico redefiniendo sus límites y recuperando el espacio urbano y la memoria colectiva. Esto, junto a la apertura de nuestro país al turismo internacional, puso a los juguetes argentinos en la mira de coleccionistas, anticuarios y entusiastas.
Sin embargo, hasta el momento es muy poca la bibliografía existente en el país que se ha dedicado a la sorprendente y variada producción de juguetes nacionales. El Diccionario de Juguetes Argentinos reúne información acerca de esta industria hasta 1965 y de este modo busca reparar esa escasez. La cultura popular, las formas de la crianza y los juegos infantiles se suman a los datos de fabricación, y las historias de vida.
Por esta razón, el Diccionario puede ser consultado como catálogo, obra de referencia, espejo de costumbres y pautas de crianza, o simplemente dejarse llevar por una lectura hedónica o nostálgica, azarosa, capaz de transportar al lector al mundo de las infancias pasadas. Útil para identificar y datar juguetes quiere ser, además, una invitación a descubrir los orígenes de aquellos juguetes íntimamente ligados a la propia niñez: desde una vieja estanciera Matarazzo de hojalata litografiada hasta un Gorgo aerodinámico con mecanismo a fricción; desde una Marilú de pasta y frágil cuerpo articulado hasta una indestructible Rayito de Sol vestida a imagen y semejanza de Twiggy; desde el iluminado Cerebro Mágico que acompañó a varias generaciones hasta el iluminador y efímero Marciano Foki fabricado por Daisa en los años sesenta.
Su originalidad radica especialmente en la exhaustividad del registro así como también en el cruce disciplinar que propone, orientando el tema tanto hacia el interés del coleccionista como al del público en general. Su estructura y estilo intenta captar el interés del lector común, pero también al especialista y a toda persona interesada en aspectos más generales de la historia de la infancia. Busca desplegar un conjunto de temas y enfoques que sienten las bases de una historiografía de los juguetes en la región, abriendo perspectivas que puedan dar origen a futuras investigaciones y nuevos escritos.
Descripción general
Como en todo diccionario la información se organiza alfabéticamente. De este modo a través de sus páginas desfilan marcas y fábricas que han permanecido en nuestra memoria pero también otras desconocidas. Se agregaron algunas entradas temáticas, que desarrollan aspectos especiales como Educación y Juguetes o Juguetes de papel con el fin de iluminar el contexto histórico y cultural durante el cual se desarrolló la industria juguetera en el país. Se acompañan los textos con imágenes en blanco y negro y espléndidas imágenes a todo color. El lector se sentirá sin duda atraído por el despliegue de casi 400 imágenes entre publicidades, fotografías de niños con juguetes, vistas de varias plantas industriales, reproducciones de catálogos, la gran mayoría de ellas inéditas y cautivantes.
¿Por qué escribí este diccionario?
Por Daniela Pelegrinelli
El Diccionario de Juguetes Argentinos es un proyecto que nació algo casualmente, cuando comencé a interesarme en la industria de juguetes en el país. Mi primer proyecto fue escribir un breve artículo sobre los repartos de juguetes durante el peronismo como trabajo final de la materia Historia de la Educación Argentina (Carrera de Ciencias de la Educación, UBA). Paralelamente había comenzado a frecuentar la Clínica de Muñecas de Antonio Caro, donde fui aprendiendo sobre industria, muñecas, coleccionismo y restauración. Antonio Caro fue un gran maestro y conversar con él, trabajar a su lado, intercambiar libros, datos, dudas fue el modo más natural de conocer el mundo del coleccionismo, los secretos del mettier. Aprendí principalmente sobre muñecas, a conocerlas, a distinguirlas y me gusta pensar que en su clínica de muñecas yo encontré mi mundo posible. Los juguetes pasaron a ser mi tema, mi desvelo. Comencé por planear un libro sobre Marilú, la muñeca más importante del país, a medida que investigaba también sobre las otras muñecas fabricadas en Argentina. En esa época realmente ni Antonio, que era quién más sabía de muñecas argentinas, conocía el origen de muñecas tan célebres como Mariquita Pérez o Linda Miranda, incluso sobre Marilú se tejían historias que eran en gran parte inventadas o mistificaciones. Cuando me dispuse a trabajar esa escasez de información veraz sobre juguetes argentinos se me hizo un obstáculo insalvable, la cantidad de mitos y de datos inexactos que circulaban eran incalculables, de modo que tuve que empezar por el principio, y empecé a buscar por mi cuenta.
Ahora, luego del recorrido, tiendo a creer que una de las posibles razones de esa escasez y mistificación puede haber sido que en esos años la mayoría de los coleccionistas argentinos despreciaban bastante los juguetes nacionales, a excepción de Matarazzo –algunos modelos-, Marilú y algunas piezas sueltas de otras firmas. Principalmente las muñecas eran consideradas inferiores y desestimadas. Esto era en cierta medida lógico, puesto que el criterio con el que se seleccionaba y valoraba estaba marcado por el mercado internacional y el coleccionismo extranjero. Los juguetes no eran vistos tanto como símbolos de una época o restos de la cultura material de una infancia ida sino como ítems coleccionables en un mapa internacional. Eran descontextualizados de su razón de ser original, que era que habían sido hechos para jugar. El coleccionismo de la época, en general, no los veía de este modo. Por otro lado, en el ámbito educativo, los juguetes han sido valorados y analizados como instrumentos de juego, es decir, como medios para lograr una mejor crianza, aprendizajes, etc. La tradición antropológica, o si se quiere la visión más culturalista, de los juguetes vistos como restos o parte de la cultura material es una perspectiva que recién en los últimos años se está vislumbrando en los discursos de docentes y especialistas en infancia. Esto explica también que en ese momento en que empecé el único discurso circulante sobre juguetes ajeno a la perspectiva educativa fuese el de los coleccionistas, que aun con sus tremendas restricciones me daba la posibilidad de acceder a los objetos, algo imprescindible si lo que yo aspiraba era rastrear los orígenes de su fabricación.
Los años de la clínica de muñecas se parecen a las cosas buenas de mis años de infancia, las tardes con Antonio a las tardes con mi abuela, por eso les dedico a ellos el libro, porque cada uno a su manera marcó mi vida. Además, ir a la clínica era muy divertido, Antonio era muy divertido, culto, muy personal, muy peculiar como persona. Iban muchas personas, los clientes, gente muchas veces extraña, pero siempre curiosa e interesante. Algunos decían haber trabajado o tenido una fábrica de juguetes, de modo que empecé casualmente a entrevistar a esas personas, y ellas luego me contactaban con otras y así se fue haciendo una cadena. Al poco tiempo ya tenía un volumen de información importante que revelaba más que nada todo lo que no se sabía y lo que irremediablemente se perdería si nadie lograba recuperarlo. A partir de esa convicción –de que perdurara cierta memoria sobre la industria de juguetes- sistematicé la tarea, me hice una suerte de plan de trabajo y lo fui realizando en mis ratos libres, de manera independiente, los fines de semana, etc. Mi vínculo con la Cámara Argentina de la Industria del Juguete –que se dio poco tiempo después- me permitió acceder a fuentes primarias invalorables y completar muchas lagunas de la investigación. Lentamente fui consiguiendo entrevistar a casi todos los fabricantes que estaban vivos o a sus hijos, en algunos casos utilicé información ya publicada o de informantes claves.
De esa tarea que llevó poco más de diez años surgió este libro, que desplazó el proyecto sobre Marilú (que espero retomar). Seguramente hay mucho por corregir, agregar y aclarar, pero su objetivo es simple y a la vez ambicioso: llamar la atención de los investigadores y de los historiadores sobre la riqueza de los juguetes como objeto de estudio y sobre todo, sentar las bases para futuras indagaciones sobre los juguetes argentinos, su producción, circulación, uso y coleccionismo. Creí necesario, para poder hacerlo, saber todo lo que me fuera posible aprender sobre los juguetes en sí, las piezas, y en ese proceso el contacto con los coleccionistas fue indispensable. A ese conocimiento se sumó por supuesto mi formación como educadora y una cierta capacidad, también adquirida con los años, de ver el valor en cosas a las que casi nadie valora. En la actualidad, los juguetes nacionales son muy deseados por los coleccionistas, su ubicación en el mapa del coleccionismo ha cambiado y eso ha contribuido mucho a que se conozcan y se conserven más.
Nunca pretendí ni me interesó –y por otra parte no hubiera sabido- realizar un trabajo historiográfico en el sentido académico, porque no me considero historiadora, sino más bien quise que el registro de lo narrado abrevara en los géneros literarios de la crónica o de las memorias. En este punto tengo una deuda inmensa con los escritores de crónicas, desde Roberto Arlt hasta varios cronistas chilenos que fueron más que inspiración, como Joaquín Edwards Bello, y sobre todo Roberto Merino. Por eso hay un interés especial en recuperar eslóganes, versos, nombres graciosos o absurdos. También me interesó escribir un libro para todos, no sólo para los coleccionistas. No sé si logré captar cierto espíritu de la infancia o de las infancias pero en todo caso estas historias pequeñas y grandes han sido mi sueño y mi desvelo por mucho tiempo y ha llegado el momento de compartirlas.
Daniela Pelegrinelli
Nació en Coronel Pringles. Es Licenciada en Ciencias de la Educación y desde hace años investiga y escribe sobre historia de los juguetes, coleccionismo, industria de juguetes en Argentina, la relación entre esta industria, las concepciones de infancia, la cultura lúdica y las teorías educativas en diferentes momentos de la historia de nuestro país. Ha trabajado y trabaja en el ámbito educativo como investigadora y docente así como también en educación en museos. Como especialista en juguetes ha curado y diseñado exposiciones y es asesora de proyectos museísticos públicos y privados.