viernes, 26 de abril de 2013

Agenda completa de actividades con la presencia de Colette Soler en Argentina



Viernes 26 y Sábado 27
Seminario: "Los lazos sociales" (Paseo La Plaza, Sala Pablo Picasso, Bs.As.)

Domingo 28
Feria Internacional del libro de Buenos Aires
17.30 hs. Sala Victoria Ocampo, Pabellón Blanco
Presentación del libro "El fin y las finalidades del análisis", de Letra Viva
junto a Colette Soler, su autora


Lunes 29 
10.30 hs. Conferencia en el Hospital Borda. "El psicótico y su humor"
21 hs. Conferencia en la Facultad de Psicología, UBA. "La histérica, histórica"


Martes 30 y Miércoles 1/5
Seminario: "Síntoma y repetición" (Hotel Catalinas Park, San Miguel de Tucumán).

jueves, 25 de abril de 2013

"Colette Soler bajo la lupa de su traductor". Entrevista a Pablo Peusner de Pablo Chacón para la agencia Telam

El psicoanalista argentino Pablo Peusner, traductor de El fin y las finalidades del análisis, flamante libro de su colega francesa Colette Soler, aseguró que el psicoanálisis tiene siempre en cuenta a los afectos, incluso al llegar a un fin de análisis, cuando se produce una separación no sólo material sino también lógica.

La entrevista en la página de la agencia TELAM de noticias, haciendo clic aquí

LETRA VIVA - NOVEDADES 2013




Para agrandar, hacé clic sobre la imagen

Susana R. Passano. "¿La Escuela al diván o el diván a la Escuela?" (Ed. Fluxus, 2013)



Si se parte de la pregunta inicial, si La Escuela al diván o el diván a la Escuela, ésta quizás podría abordarse considerando “lo simbólico” del espacio; el significado que operaría en las diferentes escuelas sobre esta inclusión de lo psi en la educación. Pero más allá del alcance teórico, transitar las páginas de esta obra es como recorrer los rincones de una escuela. A cada paso puede recurrirse a la mirada de lo más cercano y aparente, pero también permite analizar las problemáticas retrospectivamente, reconstruyendo historia, y prospectivamente, construyendo futuro.

miércoles, 24 de abril de 2013

François Jullien. "Estar disponible" (Texto extractado de "Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis", El cuenco de plata, 2013)

La “atención flotante” que Freud prescribe a los psicoanalistas es –para el autor de este texto– manifestación de un valor que se llama disponibilidad y que “no se ha desarrollado porque alteraría demasiado el edificio occidental del dominio de sí”. En China, en cambio, “la disponibilidad está en el principio del comportamiento del Sabio”, ya que “la capacidad de conocimiento tiene como condición el vaciamiento de la mente: conocer no es hacerse una idea de algo, sino volverse disponible a algo”.


“Disponibilidad” es una noción que permanece subdesarrollada en el pensamiento europeo: se la refiere a los bienes, posesiones y funciones, pero casi no tiene consistencia del lado de la persona o del sujeto. A lo sumo, es un término del escritor André Gide: “Toda novedad debe encontrarnos siempre enteramente disponibles”. Dado que no pertenece al orden de la moral ni tampoco al de la psicología, no es prescriptiva (o, si lo es, no podríamos precisar de qué) ni tampoco explicativa, por lo tanto no puede pensarse ni como virtud ni como facultad, que son los dos grandes pilares sobre los cuales hemos erigido nuestra concepción de la persona en Europa. La noción de disponibilidad queda en el estadio de la vaga exhortación, o se vierte en el subjetivismo y su emoción fácil, el mismo que mancha también la frase gideana. En suma, no ha ingresado en una construcción efectiva de nuestra interioridad. La posibilidad de que, a partir de ella, se elabore una categoría completa, ética y cognitiva a la vez, nunca se desarrolló.

¿Por qué ese subdesarrollo? ¿No será que, para promover la disponibilidad como categoría a la vez ética y cognitiva, haría falta que saliéramos del viejo tándem de la moral y la psicología, de las virtudes y facultades, y modificáramos profundamente la concepción misma de nuestro ethos? (N. de la R.: Este término suele referirse al conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad.) Porque, discretamente, sin estridencias, deslizada incidentalmente entre nuestras frases, esa noción no deja de entablar una revolución. Socava el andamiaje en función del cual nos representamos: el sujeto pasa a concebirse ya no como pleno, sino como hueco. Para el sujeto se trata, nada menos, que de renunciar a su iniciativa de “sujeto”: un sujeto que presume y proyecta, elige, decide, se fija fines y se procura los medios. Si renuncia momentáneamente a ese poder de dominio, a lo cual lo invita la disponibilidad, entonces teme que la iniciativa de la que se vale no tenga límites y se vuelva intempestiva; que le cierre el paso a la “oportunidad”, lo bloquee en una conversación estéril consigo mismo y ya no lo deje acceder a nada. Pero, ¿acceder a qué? Justamente, no sabe “a qué”. Si el sujeto renuncia a su propia herencia, si desconfía de su propiedad, es porque presiente que el privilegio que se confiere a sí mismo, atándolo a sí mismo, lo encierra dentro de límites que ni siquiera puede sospechar.

Que es preciso abstenerse de privilegiar nada, presumir o proyectar nada; que por lo tanto es preciso mantener en pie de igualdad todo lo que se escucha para no dejar pasar el menor indicio que pondría sobre la pista, por más incongruente (inesperado) que parezca; que por consiguiente es preciso mantener la atención difusa y no focalizada, es decir, no regida por alguna intencionalidad, éste constituye el primer consejo que Freud le dirige al psicoanalistas (“Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, 1912). En el fondo, es el único que hay que observar. Porque todos los demás, de cerca o de lejos, conducen a él. La noción de “disponibilidad” no aparece allí, pero me parece que la reflexión de Freud gira alrededor de ella, e incluso diría que es aquello que aporta como su verdad.

Freud llega a ese punto por un interés estratégico, puesto que se trata de abrir una primera brecha en el sistema de defensa del paciente. No obstante, esa concepción de una captación que se realiza por desprendimiento alteraría demasiado todo el edificio occidental del dominio de sí como para ser abordada por él más explícitamente. Y Freud se interna en ese camino con extrema prudencia, en puntas de pie. Expone una fórmula que retomará varias veces: “atención flotante” o, traduzcamos del alemán con más precisión, “sobrevolando en igual suspenso”. La fórmula es paradójica: “atención” pero “flotante”: la mente se dirige hacia, se tiende hacia, pero sin nada en particular a lo cual estaría atenta. Se concentra (atención), pero sobre todo a la vez (dispersión). Que Freud no pueda expresar sino en una fórmula que roza la contradicción la primera regla práctica del psicoanalista ya deja ver bastante bien hasta qué punto ésta socava nuestro credo teórico, que realza las facultades (del conocimiento) y su capacidad de “control”.

¿Qué sería una atención que, sin embargo, se abstiene a su vez de concentrarse? O bien, ¿qué es una atención, pero que no se deja conducir por su intencionalidad? Al mismo tiempo que está atenta, desconfía del objeto de su atención. Porque desconfía sobre todo de aquello que, en lo que dice el analizante, le interesaría de entrada y la acapararía y, por ello, la haría pasar de largo; desconfía de aquello que le hablaría al oído al psicoanalista (en el sentido familiar, interesado, de “eso me suena”) y le impediría conservar el oído abierto, vigilante, y escuchar efectivamente.

Ya que resulta evidente que, al promover la figura autónoma del sujeto y su estructuración interior pensada a partir de sus facultades, el pensamiento occidental ha obstaculizado una capacidad de apertura semejante –salvo por un tratamiento reactivo y compensatorio en un plano místico–, ¿no es ya tiempo de buscar otras perspectivas? Pero la noción de disponibilidad sólo puede ser pensada como una manera de operar. Ars operandi: ya no separar lo ético y lo teórico de lo estratégico o, como sucede en el pensamiento chino, no separar la sabiduría de la eficacia. Es que, en China, la disponibilidad resulta ser el fondo mismo del pensamiento.

Sabio sin yo


La disponibilidad está en el principio mismo del comportamiento del Sabio: es anterior a todas las virtudes. Aunque es un principio que no es principio: erigir la disponibilidad como principio la contradeciría, por la misma razón que la disponibilidad es una disposición sin disposición fija. En esto concuerdan, ya sea que la aborden desde una u otra perspectiva, todas las escuelas chinas desde la Antigüedad (lo que denomino un fondo de acuerdo del pensamiento). E incluso resumiría la enseñanza del pensamiento chino de la siguiente manera: es sabio quien sabe acceder a la disponibilidad; con eso basta. Por tal motivo, el pensamiento chino nos sorprende con su antidogmatismo (aunque lo compense el ritualismo).

Podemos empezar por aproximarnos negativamente a la disponibilidad, tal como en esta fórmula de las Analectas de Confucio (IX, 4): “Cuatro cosas que el maestro no tenía: ni idea, ni necesidad, ni posición, ni yo”. La evidencia china (digo “evidencia” porque no es algo cuestionado) es que tener una idea o, mejor dicho, exponer una idea, ya implica dejar a las otras en sombras; es privilegiar un aspecto de las cosas en detrimento de otros y caer por ello en la parcialidad. Porque toda idea expuesta es al mismo tiempo un prejuicio sobre las cosas, que impide considerarlas en su conjunto, en un mismo plano y con equidad. Se ha entrado en la preferencia y la prevención. En efecto, hay que leer la fórmula en su continuidad. Si exponemos una “idea”, se nos impone entonces una “necesidad” (un “hay que” proyectado sobre la conducta); a consecuencia de este “hay que” al cual obedecemos, resulta una posición fijada en la que la mente se estanca y ya no evoluciona; por último, de ese bloqueo en una “posición” adviene un “yo”: un yo fijo en su surco y que presenta un carácter. Ese “yo”, preso de su “posición”, ha perdido su disponibilidad. Pero la fórmula también hace un círculo: debido a que el comportamiento se fijó en un “yo”, ese yo expone una “idea”, etcétera.

En las Analectas de Confucio, abundan las fórmulas en ese sentido: el hombre de bien es “completo” (II, 14), es decir que no pierde de vista la globalidad, no deja que el campo de los posibles se restrinja por ningún lado. No “se empeña a favor ni en contra”, sino que “se inclina” hacia lo que llama la situación (IV, 10). O bien, dice Confucio acerca de sí mismo, “no hay nada que pueda o no pueda hacer” (XVIII, 8). Dicho de otro modo, el Sabio mantiene abiertas todas las posibilidades, sin excluir a priori ninguna, y se mantiene dentro de lo componible. Por tal razón, no posee un carácter y no se lo podría calificar: sus discípulos no saben qué decir de él (Analectas, VII, 18). O bien cuando se clasifica a los sabios en categorías –por un lado, los intransigentes, que se niegan a sacar siquiera un poco la mano por el bien del mundo, y por otro lado, los acomodaticios, dispuestos a cualquier compromiso para salvarlo–, ¿qué dirán de Confucio? ¿Es intransigente? ¿Es acomodaticio? ¿Dónde ubicarlo (qué “posición” atribuirle) en esa tipología? Mencio responderá que “la sabiduría es el momento”: tan intransigente como los más intransigentes cuando conviene; tan acomodaticio como los más acomodaticios, también cuando conviene. Ya no está ligado a una u otra postura, sólo el “momento” sirve de referencia. Porque la “sabiduría” no tiene un contenido que la oriente o la predisponga; o bien no tiene otro contenido que volverse disponible en ocasión del momento, renovándose incesantemente.

Vemos así que el “justo medio”, un tema tedioso como pocos y que creeríamos que se deriva de la sabiduría popular, sale al fin de su chatura. Adquiere un relieve inesperado. Ya no es banal, sino radical. Ya no consiste en quedarse en un ámbito endeble, miedoso, a medio camino entre los opuestos y temiendo el exceso (“ni tanto ni tan poco”, como dice el refrán); evitando prudentemente aventurarse tanto hacia un lado como hacia el otro y afirmar fuertemente su preferencia. “Mediocridad” que no es “dorada”, como escribió Horacio (Aurea mediocritas), sino opaca, gris. En cambio, el justo medio, para quien sabe pensarlo con rigor (Wang Fuzhi) es poder hacer tanto lo uno como lo otro, ser capaz tanto de un extremo como del otro. Tres años de luto por la muerte del padre, nos dicen, no es demasiado; aunque beber copas sin medida durante un banquete tampoco es demasiado –de ningún modo exagero–. El riesgo consiste más bien en estancarse en un lado y que se nos cierre la otra posibilidad. En oposición a ello, la disponibilidad consistirá en mantener el abanico completamente abierto –sin rigidez ni evasión– de manera de responder plenamente a cada solicitación que surge. Plenamente quiere decir: sin dejar de lado ni desatender nada, porque ningún carácter o sedimentación interior habrá de obstaculizar esa ductilidad.

El pensamiento chino supo percibir especialmente la diferencia que hay entre “estar en el medio” y “estar ligado al medio”. Por un lado están aquellos que no sacrificarían un pelo por el bien del mundo, y por el otro aquellos que están dispuestos a hacerse masacrar por su salvación: un “tercer hombre”, que está en el medio de esas posturas adversas, parece “más próximo” (Mencio). Pero “estar ligado a ese medio sin sopesar la diversidad de los casos es aferrar una sola posibilidad” y “dejar ir otras cien”; y por lo tanto es “arruinar el camino”. Desde el momento en que nos atenemos a una posición, se fija un “yo”, el comportamiento se estanca, algún imperativo o algún “hay que” se estabiliza y ya no estamos en armonía: la plenitud pierde su amplitud y ya no reaccionamos a la diversidad que se ofrece. Porque la disponibilidad, como disposición interior que se abre a la diversidad, va acompañada de la oportunidad: está disponible aquel que sabe –como también dijo Montaigne aunque sin convertirlo en disposición del conocimiento– “vivir en buen momento”.

Este pensamiento, como dije, no es privativo en China de una escuela particular, y la misma capacidad de conocimiento tiene como condición el vaciamiento de la mente: el “conocer” chino no es tanto hacerse una idea de algo cuanto volverse disponible a algo. Se produce una purgación interior, no por medio de la duda que elimina los prejuicios, sino mediante un abandono generalizado, que se efectúa no a nivel del intelecto sino del comportamiento. De allí surge el desprendimiento, que le da su amplitud al acceso. Hay que cuidarse de dejar que la mente se vuelva una mente “dada”, dice Zhuangzi. Una mente dada, rígida, constituida, cuya actividad entonces se paraliza y que se encierra dentro de su perspectiva, se vuelve sin saberlo un punto de vista. Porque la primera exigencia, ya sin proyectar una preferencia o una reticencia, es mantener todas las cosas “en pie de igualdad”. Es incluso porque sabe mantener todo en un pie de igualdad, como muestra pertinentemente Zhuangzi, y está en condiciones de remontarse al fondo indiferenciado, “del tao”, de donde brotan todas las diferencias, que el Sabio está en condiciones de acoger la menor diferencia en su oportunidad, sin reducirla ni dejarla pasar. El “yo”, que deja de ser un obstáculo (lo que significa “perder su yo”, wang wo), puede escuchar entonces todas las músicas del mundo, diversas como son, en su espontáneo ser “así”, a placer, acompañando su despliegue singular.

* Texto extractado de Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis, que distribuye en estos días. Ed. El Cuenco de Plata.



martes, 23 de abril de 2013

Libros distintos, tapas iguales...?


Lucas Boxaca-Luciano Lutereau. "Introducción a la clínica psicoanalítica" (Letra Viva-Series Clínicas, 2013)



Prólogo, por Gabriel Lombardi


Una de las virtudes de esta introducción a la clínica psicoanalítica es su fuerza performativa. No describe la clínica psicoanalítica desde el exilio universitario, sino que la despliega en el ejercicio mismo de su explicación. Tensa lo que se dice hasta hacerlo decir. Habla de una práctica al mismo tiempo que la practica. No objetiva al ser hablante, le hace lugar, y con él, el clínico se hace lugar.
Sus autores,todavía jóvenes pero ya experimentados, no se tientan con el cognitivismo involuntario de los que ya saben, ese saber que retira al sujeto para volverlo objeto de conocimiento. Ensayan la enseñanza de Freud en sus textos, la de Lacan en su seminario,y lo hacen desde una posición de analizante que les permite saber no saber, preguntar, volver a los maestros para revisar lo que han dicho, y actualizarlo.La clínica psicoanalítica era para Lacan interrogar todo lo que Freud ha dicho, e interrogar al analista, ponerlo en el banquillo, incitarlo a que dé sus razones, que confiese sus interpretaciones, sus maniobras, el juicio íntimo que se reserva en el ejercicio de su acto, y que registre de algún modo la respuesta del analizante a su intervención, que extraiga algunas consecuencias dichas o lógicas que den razón u orientación a su práctica.
Es el espíritu que encontramos en esta introducción que proponen Lucas Boxaca y Luciano Lutereau. Su lectura es útil, es placentera, y justo cuando por ser placentera podría resultar aburrida, sorprende. Encontré en ella l asorpresa trivial del recuerdo, que permite revivir parcialmente algo ya sabido,pero también la sorpresa de esa verdadera novedad que es la repetición, el rencuentro de algo ya experimentado, pero no todavía articulado ni analíticamente disuelto.
La aprehensión propiamente clínica de los autores se apoya en el arte de las distinciones, que aplican a los conceptos, a los procedimientos, a la lectura, a la elaboración del caso clínico. Lo que se dice en un análisis es interrogado discerniendolo dicho del acto de decirlo.La pregunta quién dice les permite distinguir las diferentes posiciones y responsabilidades que toman analizante y analista en cada momento de la cura.El texto hace presente la regla fundamental destacando lo que ella implica de actividad del analista, pero sin dejar al analizante como mero paciente, en la mera obediencia irresponsable de una regla impuesta por otro.
Es incitante la posición de enunciación de los autores en el sostén de algunas tesis controversiales que permiten dar vida,en cada uno de los capítulos, a las paradojas que impone la clínica.
En uno de ellos explican que la regla fundamental del psicoanálisis promueve la asociación libre para detectar las determinaciones ya jugadas, que limitan su cumplimiento. Esa determinación, esa estructura, son sin embargo la condición del ejercicio de la escasa y enorme libertad que resta, porque allí reside la responsabilidad con que el ser hablante se hace digno de su posición de ser electivo. La clínica psicoanalítica no sólo es lo imposible de soportar – predeterminación estructural -, es también lo imposible a soportar, imperativo ético, para habilitar el pase del dicho que mortifica al decir que vitaliza, ocasión de una dicha nueva, a situar en ese margen de libertad y realización posible que resta entre el placer y la muerte– el margen del deseo -.
En otro capítulo señalan que la interpretación analítica dice a medias, en la cita, en el enigma, incluso entre ellos, lo que le permite escapar de las sujeciones y de las subordinaciones de la oración. El profesor es alguien que termina sus frases, escribió Barthes lapidariamente. El analista en cambio deja un significante abierto sin cerrar gramaticalmente sus significaciones enigmáticas, cita una secuencia incompleta que extrae del contexto que cerraba su potencial de evocación o invocación, y tal vez más de lo que él mismo nota, actúa como poâte, poeta del destino de otro sujeto, flautista de un Rubicón que al mismo tiempo es íntimo y es ajeno.
El capítulo sobre la transferencia hace lugar precisamente a ese momento y esa dimensión de la experiencia analítica en que el sujeto se rebela contra la dominación sugestiva,y revela su estructura afirmando su singularidad en la resistencia, en la negativa, y más precisamente, en la negativa de la intersubjetividad. En la experiencia de la transferencia, él no es ya paciente ni objeto de conocimiento o de tratamiento por parte de otro sujeto, sino que él es el único sujeto en actividad en tanto tal. La ubicación de ese momento es la clave de la renovación freudiana de la clínica, que abre de otro modo la praxis terapéutica a la dimensión ética. En lugar de hacer lo que el Otro le dice o espera de él, repite, no asocia, no hace nada de lo esperado, y si hace algo, lo hace anulando lo que hace, como quien jura cruzando por detrás los dedos.  Los autores explican de qué modo este obstáculo, concebido desde una perspectiva que es freudiana, deviene el motor de la cura.
Eso los conduce alsíntoma, la paradoja central de la clínica psicoanalítica,la del sujeto tomado en su desgarramiento somático y moral, que es pasión y acción al mismo tiempo, sin transición. El síntoma esla división subjetiva sin la mediación de un pasaje de la pasión a la acción como en el juego, o de la acción a la pasión en el estilo femenino de algunos goces. Este curioso estado del ser, la división, admite usos diversos, y en esta Introducción encontramos un discreto inventario:el uso narcisista, el metodológico, el de saber, el de goce, y el uso actual del síntoma. Suficiente para advertir que el sujeto que proponen no es efecto de la res cogitansarrojada en la extensión por Descartes, sino más bien el ser que reacciona a esa operación, el ser hablante devuelto a su suerte de res eligens. En el caso del síntoma, es la dignidad electiva del sujeto lo que está en juego en su padecer y accionar contradictorio.
Desde esta perspectiva puedo entender que Hamlet sea no degradado sino“elevado al caso clínico”, según una propuesta de nuestros autores sobre la que NorthropFrye o Harold Bloom dispararían severas diatribas.
En su estilo, Boxaca y Lutereau se hacen cargo de ese real del que se ocupa el psicoanálisis, el reus, el culpable del que el término “real” deriva etimológicamente – ¿es preciso repetirlo para recordar con qué real confronta el psicoanálisis?-, por lo cual hablar del sujeto del síntoma resulta una suerte de pleonasmo, ya que el sujeto que interesa en la clínica psicoanalítica, el sujeto moralmente dividido, es él mismo el síntoma a tratar, es el analizante que se encuentra con el analista, si lo hay, hasta devenir intratable.
Los autores de este texto dan un paso más en el sentido de lo que una introducción tiene de conclusiva: entienden que la apertura del inconsciente exigida por un análisis es la explicitación de un desconocimiento –que si se observa bien, incluye el conocimiento -. Nos permiten así vislumbrarcon buena luz y adecuado reojo el alcance del sueño como vía real de acceso a lo inconsciente.El comienzo del análisis implica entonces la curiosa coincidencia entre una Verleugnung del acto para el analista, y el conocimiento del síntoma que busca un imposible reconocimiento del lado del analizante.
Y para finalizar, último capítulo, el duelo es sostenido como tesis que organiza el universo entre un antes y un después. Habitualmente pensamos que para actuar hay que elegir, o sea, jugarnos por alguna opción perdiendo otras. Pensamos que actuar es perder porque implica seleccionar una entre dos o más opciones. Los autores en cambio sostienen que actuar es asumir una pérdida ya efectuada, que el acto no produce la pérdida sino que la aprovecha. Nos permite entrever, como a Lacan, que arrancarse lo ojos acaso no sea para Edipo un autocastigo, sino una oportunidad de acceder al deseo, en su caso el de saber. El acto se paga por adelantado. No hay cómodas cuotas, no hay financiación posible por parte de un Otro. El acto nos extrae del ser deudor.Sin duelo no hay acto, está escrito.


lunes, 22 de abril de 2013

ANTICIPO. Hans Blumenberg. "Teoría del mundo de la vida" (FCE, mayo de 2013)



Entre los temas que con mayor vehemencia se discuten en la filosofía contemporánea se encuentra la cuestión del mundo de la vida. Con frecuencia el mundo de la vida aparece como un mundo de la acción cotidiana del que surge la filosofía sin llegar, sin embargo, a confundirse del todo con él.
Teoría del mundo de la vida es un texto póstumo en el que Hans Blumenberg aborda el problema de un modo mucho más radical. Concibe el mundo de la vida no como un mundo fáctico o cotidiano, sino como el mundo tal como sería si no hubiera en él preguntas no respondidas, necesidades insatisfechas o enunciados hipotéticos. En ese mundo de lo que se sobreentiende, la filosofía todavía no es posible o ya no es necesaria. De la "cosa en sí" de Kant a los agujeros negros de los astrónomos, y de ellos al estado de felicidad sin deseos, las comparaciones de Blumenberg iluminan de un modo siempre sorprendente dónde están las dificultades para hacer del mundo de la vida un objeto de conocimiento. Lo que se ve es que la relación entre teoría y mundo de la vida tiene que buscarse en una experiencia de pérdida: la ciencia no es sino el intento de dominar las consecuencias de la desaparición de lo sobreentendido.

Traducción: Griselda Mársico con la colaboración de Uwe Schoor

jueves, 18 de abril de 2013

El humor del filósofo lacaniano. Entrevista de Héctor Pavón a Slavoj Zizek para Revista Ñ.

En esta charla, el pensador esloveno Slavoj Zizek habla de sus orígenes filósoficos y psicoanalíticos, dice que Europa está cerca del autoritarismo si continúa con el estilo Berlusconi y alerta contra el ciudadano que “participa en todo”.



Hay método en su locura... Slavoj Zizek es vehemente y apasionado por la palabra y así se lo percibe en la imagen y la voz que llega a través de una videollamada por la pantalla de la PC. Se encuentra en San Pablo donde presentó un nuevo libro sobre Hegel y va a hablar un poco en esta entrevista del libro que publicó aquí El más sublime de los histéricos (Paidós). Así es su producción intelectual: tiene más de 60 libros escritos que se multiplican y superponen alrededor del mundo en decenas de idiomas. Y eso lo hace feliz: “El mejor momento de vida siempre se relaciona con el último libro de filosofía que escribí”.

-¿Cuál es la lectura que hoy hace de este libro que escribió hace treinta años como tesis, dirigido por Jacques Alan Miller?
-Suelo ser muy crítico. Pero debo admitir que ésta es mi primera obra seria. Preferiría que todos mis libros anteriores fueran quemados. Este es el primer libro que no me disgusta. Lo que más me sorprende es lo poco que he cambiado. No me gusta que haya muchos grandes cambios. Mi último libro que acaba de aparecer en Brasil –de más de 1.000 páginas, Less than nothing– podría tener la tapa del libro del que hablamos. Siempre estoy escribiendo o editando el mismo libro.

-Heidegger, Lacan, Marx y Hegel señalan el origen de su filosofía. ¿Cómo armó esa constelación?
-Tenía 21 años cuando escribí mi primer libro que fue sobre Heidegger y el lenguaje. Había dos grandes orientaciones en Eslovenia: la filosofía oficial, dominante, es decir, el marxismo y la Escuela de Frankfurt. Y la otra, no oficial, la de los heideggerianos. Yo estaba más o menos con ellos, luego explotó el pensamiento francés: Foucault, Lacan, Althusser. Y nuestra joven generación quedó inmediatamente fascinada con ellos, porque este pensamiento francés fue atacado brutalmente por las dos orientaciones en Eslovenia. Y esto nos intrigó: cómo podía ser que los enemigos oficiales, los heideggerianos, y los marxistas, hablasen el mismo idioma contra su enemigo común. Estuvimos oscilando: un poco de Lacan, Derrida, Foucault, Althusser, Deleuze. Y luego nos volvimos lacanianos, pero todo esto fue a través de Hegel. Su universo fue nuestra experiencia formativa.

-¿Conoció en persona a Jacques Lacan?
-Sí. Pero estoy completamente seguro de que él nunca me conoció. Hablé con él dos veces cuando estaba estudiando en París, con Jacques Miller. Conocí a algunas personas que en aquel momento se analizaban con Lacan y que me contaron que estaban seguros de que Lacan, ya senil, ni siquiera los escuchaba mientras se psicoanalizaban con él, que Lacan no sabía quiénes eran. Miller nos presentó, pero estoy convencido de que Lacan no supo quién era yo.

-¿Y hoy está en contacto con Miller?
-Lamentablemente no. Gracias a él comprendí a Lacan. A comienzos de los 80 fui admitido a un seminario suyo. Miller tenía la habilidad mágica de “traducirnos” a Lacan. Creo que a Miller le interesaba más expandir su parte clínica y quería que yo volviese a Eslovenia e iniciase clínicas lacanianas pero yo no quise. Aunque me considero demasiado loco, la sola idea de ser un psicoanalista me parecía una locura. Lo que lamentablemente sucedió es que él se movió hacia la centroderecha liberal y escribe columnas en dos medios de la centroderecha francesa: Le Figaro y Le Point.

-En el documental “Zizek!” usted dice: “no queremos realmente lo que pensamos que deseamos...” 
-Es la lección básica de Lacan. Lo que deseás no es generalmente lo que querés. El tema es que a menudo, cuando obtenés demasiado de lo que pensás que deseás, el resultado puede ser el horror. El psicoanálisis hace algo que puede parecer simple: te confronta sin excusas con lo que efectivamente deseás. Es horrible de asumir. Nuestra posición natural es la hipocresía: deseamos algo pero preferimos no tener lo que queremos. Un ejemplo político brutal: hoy está de moda decir que la gente quiere tener voz, participar en política. No. La mayoría, no. Esto es lo problemático cuando se dice: “Necesitamos una ciudadanía más activa”. Que la gente debe participar en las decisiones, en reuniones, en sus comunidades locales, etcétera. No es así, salvo en situaciones de emergencia, en estos hermosos momentos de revueltas y demás. Pero en el largo plazo, lo que la gente quiere es un orden público, organización estatal, que las cosas funcionen y me permitan hacer bien mi trabajo. No me gusta este casi superyoico terror de ser un ciudadano activo, que participa todo el tiempo. No funciona de ese modo.

-¿Y cuál es el lugar de la ética en este contexto? Algunos plantean que debe ser repensada...
-Los problemas que estamos confrontando no pueden ser respondidos por ningún sistema ético tradicional, antiguo. Tampoco la religión ni la ética secular estándar. Lo que sabemos por la biogenética o las ciencias cognitivas sobre nuestro cerebro es que hay increíbles posibilidades de conexiones cerebrales a computadoras y demás. Se podría cambiar genéticamente nuestros niños, nuestro ADN, no hay reglas claras en esto. Lo más significativo de esta confusión fue que Jürgen Habermas, el más alto representante de la izquierda liberal secular alemana, y el entonces cardenal Joseph Ratzinger escribieron juntos un pequeño volumen contra la amenaza de la biogenética. Ellos, grandes oponentes, bregaban por poner límites. No es una respuesta suficiente. Me parece que vivimos un momento de crisis ética, pero no me refiero a la queja habitual conservadora de la pérdida de valores. Me refiero a que estos valores están en crisis desde sus cimientos. Vivimos tiempos muy abiertos e interesantes.

-Y en el cruce de psicoanálisis y filosofía, ¿qué elige, la vida real o la ficción?
-Según Lacan, a veces la ficción es más real que la vida real. A veces lo que es excluido o reprimido de nuestra realidad se formula más tarde disfrazada de ficción. Por eso me gusta la ciencia ficción porque podemos ubicar cosas que no podemos confrontar directamente en la realidad. Por ejemplo: Lincoln de Spielberg. Una película de la mitología liberal oficial donde Lincoln aparece como el maestro ejecutor de las maniobras necesarias. Pero, antes apareció Lincoln: cazador de vampiros, un filme de terror absolutamente loco en el que se cuenta que los verdaderos enemigos de Lincoln eran los vampiros que apoyaban a la Confederación de estados del Sur, que les proveían la sangre que necesitaban, de los negros y los muertos. Lincoln lo sabía y por eso en la batalla de Gettysburg utilizó balas de plata, porque entre los combatientes sureños había vampiros. Toda la violencia, la lucha para terminar con la esclavitud, llamémosla lucha de clases, está ausente en la película oficialista de Spielberg y se recrea, en una película de ficción.

-Hay una pregunta conocida de Freud: “¿Qué es una mujer?”. Actualicemos esta inquietud por: ¿Qué es un hombre?
-Estoy tentado a decir que la lección más profunda de Lacan es que la mujer está en una posición ontológica más fundamental. Que la subjetividad está en su nivel más fundamental femenino. Y que el hombre es una reacción a la mujer, el hombre viene en segundo lugar. En esto, Lacan dio vuelta la Biblia, que primero habla de Adán y la condena de la diferencia sexual y luego de la mujer. El hombre viene en segundo lugar, es una especie de ello para la mujer. Porque, otra vez, esta inconsistencia pura de ser sujeto del orden simbólico, que Lacan habría llamado “el no-todo”. El hombre, entonces, es un intento a través de un significante fálico para totalizar esto, y así sucesivamente. Hace poco leí un libro sobre Corea del Norte donde la autora demuestra cómo el régimen norcoreano no sería un régimen autoritario machista sino que es profundamente no feminista, pero sí maternal donde la propaganda del partido es la de una madre de masas, todas las metáforas del poder son maternales. Hay canciones que dicen cosas como que el partido es la madre de la gente y que la gente sólo podrá sobrevivir si toman la leche del partido madre: “nunca abandonaremos tu seno materno, madre partido”.

-Ha asustado a los europeos cuando escribió: “El futuro de la democracia es Berlusconi...” 
-Exageré un poco pero señalé algo muy triste. Sólo Europa y un poco EE.UU. se encuentran en crisis; América Latina está progresando rápidamente; Africa subsahariana está progresando; Malasia; Polonia. China, Singapur, Taiwán, tienen un progreso explosivo. En todo el planeta, al capitalismo le está yendo mejor que nunca. ¿Pero qué es lo que está en crisis? El matrimonio interno entre el capitalismo y democracia se está desintegrando. Lo que está apareciendo hoy es una nueva forma de capitalismo, pero que ya no necesita a la democracia en el sentido europeo. Fijate en China: los viejos comunistas totalitarios hoy parecen ser los mejores administradores del nuevo capitalismo. Y, lo de Berlusconi fue una señal de cómo, lento pero seguro, la misma tendencia autoritaria, aunque se mantenga la democracia, la misma irrelevancia gradual de la democracia está creciendo también en algunos países de Europa. Si entráramos en un mundo que deje de ser ideológicamente europeo, entonces quizá tengamos una sociedad mucho más autoritaria.

-Usted criticó movimientos como “Occupy Wall Street”. ¿Le parece posible que surja algo nuevo de esta crisis?
-Sí, claro. Hasta escribí un libro The year of dreaming dangerously. Estuve, por supuesto, a favor de “Occupy Wall Street”, pero enfaticé que era un gesto negativo. La importancia de “Occupy, Wall Street” fue que mostraban que había algo mal más allá de nuestro sistema económico. Y, además, la democracia en su forma actual, la democracia multipartidaria institucional no es suficiente para lidiar con estos problemas. Lo principal es que al menos en algunos países europeos hay situaciones protorrevolucionarias. Sin embargo, no hay movimiento que podría redireccionar esta profunda y agresiva insatisfacción hacia una dirección política mínimamente positiva. Si se les pregunta a los manifestantes qué es lo que quieren, todo lo que recibís como respuesta es “queremos más dinero para salvar a la gente, más gente que ahorre dinero, más justicia, una vida digna”. Pero si les preguntás a los manifestantes: “Ok, pero ¿qué quieren, más específicamente? ¿Un capitalismo más keynesiano? ¿Más moderno?, inmediatamente recibís respuestas confusas. Me parece que el verdadero perdedor en esta crisis es la izquierda radical. En Grecia hay un movimiento griego muy bien organizado, ¿qué ocurre si ganan las próximas elecciones? La mayoría quiere formar un gobierno de coalición nacional aun con gente cercana a la democracia para salvar al país. La mayoría persigue esta línea pura de no compromiso. Entonces el problema subsiste. El problema de la izquierda que simplemente no puede formular un gran proyecto. Ahora bien, por supuesto, la respuesta obvia habría sido “Quizás no podemos formular semejante proyecto. Tal vez debamos seguir modestos, pragmáticos y realistas, y simplemente tratar de cambiar el sistema gradualmente: más cuidado de la salud, más política ambiental, y demás”. Por otro lado, China, India y otros países continúen desarrollándose así, la humanidad entera no puede convertirse en consumidora como los países altamente desarrollados. Hay un límite ecológico. El capital trata desesperadamente de encontrar formas de prolongar esta etapa de lo privado, por no hablar de nuevas formas de apartheid, de los problemas que plantea la biogenética. Por eso, si no hacemos algo, si no hay una suerte de acción colectiva, pienso que, si las cosas siguen igual que ahora, nos estaremos acercando a una triste sociedad autoritaria, con apartheid, privilegios para algunos y otros males.

-¿Los filósofos tienen humor?
-Pienso que todos los filósofos dialécticos saben cómo tener humor. Hegel está lleno de bromas, hasta de bromas cínicas, si se quiere. Heidegger es un caso interesante porque es el único filósofo en cuya obra entera no encontrás ni una sola broma. Conozco a Heidegger muy bien, pero, para asegurarme, suelo preguntarles a amigos míos que son heideggerianos fanáticos si recuerdan algún chiste. Y aquí viene la ironía. El único lugar que conozco donde Heidegger formula algo como una broma es en una carta a un psiquiatra suizo que lo estaba tratando, Medard Boss. En esa carta, Heidegger le informa a su amigo suizo sobre su visita a Lacan a fines de los años 50. Y dice que Lacan le parecía un buen psiquiatra que a su vez... necesitaba de un buen psiquiatra. Es el único comentario irónico que le conozco a Heidegger.

martes, 16 de abril de 2013

ANTICIPO. Colette Soler. "Lacan, lo inconsciente reinventado" (Amorrortu, 2013)

El libro publicado por la PUF en Francia en 2009 y que demorara casi cuatro años en tener su edición española ha sido anunciado como de próxima aparición en la página de la editorial Amorrortu.
Esperemos poder disponer pronto de la esperada edición en nuestra lengua.

sábado, 13 de abril de 2013

Alberto Rojo. "Borges y la física cuántica". Un científico en la biblioteca infinita. (Siglo XXI, 2013)



En uno de sus relatos más conocidos, Borges dice que la metafísica es una rama de la literatura fantástica: el discurso de la verdad y el de la ficción no serían sino dos caras de una misma moneda. Acaso haciéndose eco de esta singular hipótesis, Alberto Rojo aventura en este libro la provocadora idea de que la ciencia (discurso metafísico por excelencia) tal vez no esté del todo divorciada del arte. Tanto una, con su inteligencia razonada, como el otro, con sus juegos de la imaginación, se complementan y confunden para llevar el conocimiento humano –siempre parcial y limitado– un paso más allá.

Muestra de ello es el propio Borges, quien –sin saber de física, según él mismo bromeaba, más que el funcionamiento del barómetro– anticipó en sus ficciones las modernas teorías de la mecánica cuántica. Así, los ensayos aquí reunidos nos proponen un recorrido audaz y personalísimo por este territorio de convergencia: de la teoría de la relatividad a la antimateria, de la serie de Fibonacci a las partículas elementales, de Galileo a Einstein, y por supuesto, de Borges a Borges (tema recurrente a lo largo de estas páginas), Rojo nos explica con simpleza las complejidades del universo y nos revela cuánto hay de poesía en la ciencia y cuánto de ciencia en la poesía.

Una vez más, Alberto Rojo da muestras de su talento para conjugar rigurosidad, claridad y sensibilidad estética, con el propósito de acercar al lector a las sutilezas del arte y de la física moderna, y brindarle una original mirada sobre ambas.

viernes, 12 de abril de 2013

Carlos Gustavo Motta. "Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis" (Paidós, 2013)



En Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis, Carlos Gustavo Motta investiga la relación que existe entre cine y teoría psicoanalítica lacaniana, a partir de las referencias que Jacques Lacan hace en sus escritos y seminarios, que no son meras ilustraciones sino que enriquecen su teoría.
Los directores citados y sus obras son considerados clásicos del cine universal, por lo cual sus comentarios serán de aplicación para los profesionales del cine en todas sus orientaciones y para psicoanalistas que se interesen en la temática. Así como el psicoanálisis ha influenciado el cine, es este último el que debe reflexionar y desarrollar su propia inscripción en la historia del pensamiento. Ambos trabajos de elaboración se encuentran en un estadio aún rudimentario, y este ensayo puede resultar introductorio para el desarrollo de herramientas discursivas necesarias en la época de la imagen que nos toca vivir.


lunes, 8 de abril de 2013

(REPOST) Excelente versión colombiana del Seminario XII - "Problemas cruciales para el psicoanálisis"


Iniciamos hoy este nuevo servicio de "El psicoanalista lector".
De manera sencilla está a tu disposición la posibilidad de bajar en forma totalmente gratuita a tu computadora el .pdf con la versión completa en español del Seminario XII, en una excelente versión realizada por colegas de Colombia. Ojalá te resulte de utilidad.

Para descargar el texto del Seminario XII completo, hacé click aquí.

sábado, 6 de abril de 2013

Émile Benveniste. "Vocabulario de las instituciones indoeuropeas" (Taurus). En el sitio Scribd


Desde el sitio Scribd es posible leer on-line o descargar el "Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas", obra importantísima de Émile Benveniste.
Podés acceder al material desde aquí

viernes, 5 de abril de 2013

Entrevista de Paolo Caruso a Lacan en 1966 (en español)



PC. Antes que nada, quisiera que me precisara el sentido de este «retorno a Freud», sobre el que usted tanto insiste.

JL. Mi «retorno a Freud» significa simplemente que los lectores se preocupen por saber qué es lo que Freud quiere decir, y la primera condición para ello es que lo lean con seriedad. Y no basta, porque como una buena parte de la educación secundaria y superior consiste en impedir que la gente sepa leer, es necesario todo un proceso educativo que permita aprender a leer de nuevo un texto. Hay que reconocerlo, antes no se sabía hacer otra cosa, pero al menos se hacía bien; en cambio, actualmente tampoco podemos decir que sabemos hacer otras cosas, aunque estamos convencidos de ello; no basta con hablar de método experimental para saberlo practicar. Sentado esto, saber leer un texto y comprender lo que quiere decir, darse cuenta de qué «modo» está escrito (en sentido musical), en qué registro, implica muchas otras cosas, y sobre todo, penetrar en la lógica interna del texto en cuestión. Se trata de un género de crítica que no soy el único que la practica de una manera específica ; basta abrir un libro de Lévi-Strauss para darse cuenta de ello. La mejor manera de practicar la crítica sobre textos metodológicos o sistemáticos es la de aplicar al texto en cuestión el método crítico que él mismo preconiza.
(96)Así, al aplicar la crítica freudiana a los textos de Freud, se llegan a descubrir muchas cosas.

Podés descargar el resto de la entrevista, en español, haciendo clic aquí

jueves, 4 de abril de 2013

RUDY. "Buffet Freud responde". El libro de las preguntas. (Ed. Galerna, 2013)



Hace más de veinticinco años, el célebre humorista Rudy creó Buffet Freud, un grupo de psicoanalistas de ficción que no sólo “escribió” varios libros exitosos, sino que también ha participado en debates, jornadas y foros del campo “psi”.
En este libro, más de cien personalidades de muy diversos ámbitos (Luis Pescetti, Alfredo Zaiat, José Eduardo Abadi, Patricia Kolesnicov, Carlos Ulanovsky, Dalia Gutmann, Darío Sztajnszrajber y Daniel Rabinovich, entre muchos otros) plantean preguntas sugerentes, dudas existenciales, interrogantes arduos, consultas lujuriosas…
Las afiladas plumas del Prof. Karl Psíquembaum, la Dra. Anafreudiana Traumengarten, Estanislao del Campo Freudiano, la Dra. Hellen Goodmorning y los demás integrantes de Buffet Freud dan respuestas certeras… o bien contestan, como buenos analistas: “¿Y a usted qué le parece?”.


miércoles, 3 de abril de 2013

François Ansermet - Pierre Magistretti. "Los enigmas del placer". (Katz, 2013)





En la senda abierta con su contundente y pionero ensayo A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente, también publicado por Katz editores, el psicoanalista François Ansermet y el neurobiólogo Pierre Magistretti dan continuidad a su trabajo en colaboración, para interrogarse, esta vez, sobre el enigma del placer: ¿por qué, aun cuando puedan elegir entre una puerta que conduce al placer y otra que lleva al displacer, con demasiada frecuencia la mayoría de los seres humanos se precipitan hacia el displacer, pero con la ilusión de estar haciendo lo contrario? De esto, lo sabemos, resulta una acumulación de experiencias desdichadas y repetitivas que desembocan en el malestar, tanto individual como colectivo.
¿Existen fuerzas psíquicas inconscientes que nos impulsan a actuar exactamente a la inversa de lo que queremos, adentrándonos en lo que Freud llamaba el "más allá del principio del placer"? ¿Pueden identificarse en el cerebro mecanismos neurobiológicos específicos que nos permitan explicar esta tendencia en el hombre? Según los autores, no se trata de encontrar respuestas unívocas a estos interrogantes, sino de proponer una noción de inconsciente -en la interfaz de las neurociencias y del psicoanálisis- que permita encarar las cuestiones enigmáticas del placer y el displacer que dan paso tanto a la creatividad como a la destructividad, y que, también, son propias de lo humano.

martes, 2 de abril de 2013

2 de abril. Día del veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas

El 2 de abril se conmemora en la Argentina el "Día del veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas", una efeméride que jamás debió existir, ya que su condición fue una absurda maniobra militar decidida por los jerarcas de la dictadura cívico-militar que por aquel entonces gobernaba nuestro país. No hay nada que celebrar entonces, aunque es una buena ocasión para hablar con nuestros hijos y contarles la historia. No obstante, hubo muchos muertos en batalla, en el crucero Gral. Belgrano y -tal vez lo más difícil de explicar- muchos más aún al volver a casa y por mano propia...
A la memoria de esos hombres va este humilde homenaje y también en honor de los que volvieron con las marcas de una guerra encima.
Las Malvinas son argentinas, pero no valen la vida de uno solo de nuestros compatriotas...

lunes, 1 de abril de 2013

Diván Lacaniano 2013.Publicación de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano Tucumán-Salta-La Rioja de Argentina.



SUMARIO
Presentación. Gladys Mattalia  

I. Por fin... el analista en cuestión

El Pasador  - Colette Soler

Después del Final - Ana Martínez Westerhausen

La subversión transferencial - Gladys Mattalia

Interpretación, sentido y significación - Bernard Nominé

La con-formación del analista - Fulvio Marone

El verdadero viaje - Luis Izcovich

Puesta a prueba del deseo - Cora Aguerre

El paso de la transferencia

Ecos del pase - Marcelo Mazzuca

La función de los sueños en los testimonios del pase - Florencia Farías

El AME es responsable - Patricia Muñoz

El afecto de ex – sistir - Diego Mautino 

 
II. El analista y su acto

Elle - Fulvio Marone

La respuesta del analista y sus consecuencias - Andrea Giménez

¿Qué esconde este silencio? Una versión del padre - María Inés Curia

La respuesta tonta del psicoanalista de niños - Pablo Peusner

Fragmentos de un caso clínico - Carolina Jorge

Marco en un mundo de rosa - María Florencia Aguirre

Violencia y mirada - Bernard Nominé

Perder para ganar - Ana Díaz Patrón

La operación analítica en los bordes de la transferencia - Silvia Migdalek

Freud y la homosexualidad en su época - Viviana E. S. Gómez

Del deseo del analista - Sandra Mamaní 

 
III. Las bifurcaciones en la ética de lo real                                                                                                                           

La letra, una vía hacia lo real - Rithée Cevasco

El analista frente al inconsciente - Bernard Nomine

La pasión estéril - Carmen Gallano

Alteridad y anti-predicatividad - Gladys Mattalia

Decir amor: afectos e inmediatez - Rossana Nofal

Cuando falta la falta: lo siniestro - María Laura Robles

La realidad y lo real fantasmático - Gabriela Attene

Éxito o fracaso del psicoanálisis - Patricia Muñoz

De lo que insiste en la experiencia del psicoanálisis - Sara González

Tres nociones de angustia en Kierkegaard, Heidegger y Lacan - Amira Juri