lunes, 31 de enero de 2011
domingo, 30 de enero de 2011
sábado, 29 de enero de 2011
Belén Altuna. "Una historia moral del rostro" (Pre-Textos, 2011)
Una fascinación por la idea de que el carácter moral de una persona pueda revelarse mediante signos corporales y, especialmente, faciales. Una fascinación que se extiende a todas las formas no lingüísticas de la moralidad, a la información no verbal que transmitimos e interpretamos en el encuentro cara a cara. Una fascinación, en definitiva, por las diferentes formas históricas y culturales que toma la idea metafísica –profundamente arraigada– de que la cara es el espejo del alma. Por supuesto, son muchas las disciplinas que abordan esta cuestión de un modo u otro. Al fin y al cabo, hablamos de identidad, de alteridad, de comunicación interpersonal. ¿Y a qué otra cosa se dedican la antropología, la sociología, la psicología y el resto de las ciencias humanas, así como una parte fundamental de la filosofía? Sin embargo, una historia moral del rostro tal como aquí se ensaya resulta novedosa y atípica. Y ello porque intenta integrar lo más interesante de todas esas fuentes que generalmente no suelen mezclarse, para desembocar en los fundamentos de una ética del rostro.
Belén Altuna es doctora en Filosofía y profesora de Ética y Filosofía de la Cultura en la Universidad del País Vasco. La historia de las ideas morales la ha intrigado en muchos sentidos, como muestra su anterior libro, Euskaldun fededun (Alberdania, 2003), sobre la relación entre moral católica e ideología política en el País Vasco de los siglos XVIII-XIX; así como otros artículos y capítulos de libro sobre el pensamiento utópico y la idea de progreso. Pero son sobre todo la teoría ética y los misteriosos mecanismos de la moralidad los que motivan sus estudios más recientes sobre la empatía, la ética de la proximidad y la imaginación moral.
viernes, 28 de enero de 2011
Gustavo Santiago. Reseña de "La bestia y el soberano" de Jacques Derrida (La Nación/Cultura)
Espectro de incansable labor, Jacques Derrida (1930-2004) -uno de los filósofos de mayor renombre de la segunda mitad del siglo XX- sigue trazando nuevas huellas a poco más de seis años de su muerte. Con el título La bestia y el soberano ha aparece en español la transcripción de la primera parte del último seminario impartido por el filósofo en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Esta primera parte abarca trece sesiones desarrolladas entre el 12 de diciembre de 2001 y el 27 de marzo de 2002.
Desde una perspectiva general, podría decirse que el texto es una suerte de bestiario de la filosofía política. Cada capítulo es una invitación a descubrir los animales que diferentes autores han empleado para referirse, por analogía, a la sociedad humana. Desfilan así los animales de Aristóteles, de Jean-Jacques Rousseau, de Thomas Hobbes, de Maquiavelo, de Jacques Lacan, de Gilles Deleuze, de Martin Heidegger y de Emmanuel Lévinas, entre otros. Algo curioso, sobre lo que Derrida llama la atención, es el hecho de que aunque la referencia a los animales -en estos y en otros pensadores de lo político- es recurrente, el repertorio de personajes resulte sumamente limitado. Abundan las referencias a los lobos, los zorros, los leones, los corderos; pueden encontrarse también textos acerca de las serpientes, las águilas, las hormigas, las abejas y algunos otros pocos animales más. ¿Por qué estos y no otros son las "bestias" políticas? Esta pregunta permanece latente hasta el final del curso.
El seminario se inicia con los primeros versos de la fábula "El lobo y el cordero", de La Fontaine: "La razón del más fuerte es siempre la mejor: vamos a mostrarlo enseguida". Pero, al tiempo que abre el seminario de este modo, Derrida se pregunta qué relación puede haber entre un seminario y una fábula, entre la verdad y la ficción: "El discurso docente no debe ser fabuloso. Da saber, dispensa saber, es preciso saber sin fábula. Y es preciso hacer saber sin fábula".
Un punto que se debe tener en cuenta, sobre el cual Derrida insiste en casi todas las sesiones, es la diferencia de género de los artículos que preceden a los sustantivos "bestia" y "soberano". En buena parte de los textos de teoría política "el" soberano es presentado como el sujeto -masculino- que desde la cumbre de una jerarquía social y política ejerce su dominio sobre "la" bestia, nombre -femenino- que se asigna a las minorías subordinadas (mujeres, hijos, esclavos, indocumentados). El soberano ocupa el lugar de la identidad, es "el mismo"; la bestia es "lo otro".
Surge entonces la pregunta acerca de las relaciones existentes entre la bestia y el soberano. ¿Se trata de una simple oposición binaria entre dos polos plenos de identidad? En relación con las oposiciones binarias (hombre/ mujer; naturaleza/ cultura; Dios/ hombre; hombre/ animal), el autor postula una suerte de regla metodológica: "Cada vez que se vuelve a poner en cuestión un límite oposicional, lejos de concluir de ahí la identidad, es preciso multiplicar por el contrario la atención para con las diferencias, afinar el análisis dentro de un campo reestructurado".
La proximidad fónica en francés de las palabras "est" (es) y "et" (y), le permite al filósofo jugar con la idea de que "la bestia y el soberano" también puede entenderse como "la bestia es el soberano". ¿Se trata de una identidad entre ambos términos? Recurriendo a Hobbes, Derrida trabaja sobre el devenir-bestia del soberano y el devenir-soberano de la bestia. El hombre político como soberano sobre las bestias pero, también, la soberanía -el soberano- como un modo bestial de someter a otros hombres: "La bestia es el soberano que es la bestia, compartiendo ambos un estar fuera-de-la-ley, por encima o a distancia de las leyes".
"Fuerza" y "Ley" son dos conceptos muy presentes en las dos primeras sesiones. Hay que recordar que éstas se desarrollaron a fines de 2001, apenas tres meses después de los atentados a las Torres Gemelas y en pleno despliegue de la "contraofensiva" estadounidense. En ese contexto, y partiendo de una cita del Contrato Social de Rousseau, Derrida afirma que "el animal, el criminal y el soberano están fuera de la ley, a distancia o por encima de las leyes; el criminal, la bestia y el soberano se parecen extrañamente justo cuando parecen situarse en las antípodas, en las antípodas uno de otro". Con Noam Chomsky, el filósofo recuerda que "durante mucho tiempo, Saddam fue bien tratado por Estados Unidos como aliado y como cliente". Y se pregunta, entonces, cómo pasó a ser, en pocos años, "la bestia de Bagdad". Pero la cuestión no es únicamente indagar acerca del devenir-bestia de Saddam, sino que cabe preguntarse hasta dónde puede diferenciarse su "bestialidad" de las regulares violaciones por parte de Estados Unidos a las resoluciones de la ONU, al derecho internacional, a la soberanía de otros estados "menores".
Con Maquiavelo hace su aparición el zorro. Un pasaje clave de El príncipe es aquel en el que se exponen los recursos que posee el príncipe para gobernar. El argumento de Maquiavelo es el siguiente: se puede combatir con las leyes o con la fuerza. Combatir con las leyes es lo propio del hombre; combatir con la fuerza, lo propio de los animales. ¿Qué debe hacer el príncipe? Derrida cita la respuesta de Maquiavelo: "Es preciso que un príncipe sepa actuar oportunamente no sólo como hombre sino como bestia". A esta inclusión de la bestia, el florentino añade una precisión: el animal político no es pura fuerza; es también astucia. De ahí que el príncipe tenga una composición tripartita: hombre, león y, sobre todo, zorro.
El tema de la astucia es retomado más adelante, a partir de Lacan. Una de las diferencias que subraya Lacan entre el hombre y el animal es que este último es incapaz de un fingimiento de segundo grado: no puede fingir que finge. Se queda "en el primer nivel de la huella: poder de trazar, de batir, de rastrear pero no de des-pistar la batida ni de borrar su huella". Tampoco es capaz de honor y nobleza, ni de tomar conciencia de la muerte. Por todo esto, es incapaz de acceder al orden de lo simbólico: "Es con el poder de fingir el fingimiento con lo que se accede a la Palabra, al orden de la Verdad, al orden simbólico, en resumen, al orden humano. Y, por consiguiente, tanto a la soberanía en general como al ámbito de lo político". Derrida encuentra cierta fragilidad en el planteo lacaniano. Para el filósofo no se trata tanto de discutir aquello que Lacan niega al animal, sino de preguntarse hasta qué punto el hombre sí cumple con aquello que se le asigna.
Una mención aparte merecen dos pasajes del texto que Derrida dedica a poner en ridículo a Giorgio Agamben. Valiéndose de un fragmento de Homo sacer I , el filósofo francés muestra diversos procedimientos mediante los cuales, según él, Agamben pretende constituirse en soberano de la filosofía contemporánea: "Su gesto más irreprimible consiste habitualmente en reconocer prioridades que se habrían desconocido, ignorado, pasado por alto, no sabido o no podido reconocer, por falta de saber, falta de lectura o de lucidez, de fuerza de pensamiento. Lo subrayo con una sonrisa tan sólo para recordar que ésa es la definición, la vocación, incluso la reivindicación esencial de la soberanía. Aquel que se plantea como soberano o que pretende tomar el poder como soberano dice o sobreentiende siempre: aunque yo no sea el primero en hacerlo o decirlo, soy el primero o el único que conoce y reconoce quién habrá sido el primero".
Derrida tiene fama de ser un autor difícil de leer. La bestia y el soberano desmiente ese juicio o, al menos, lo presenta como una excepción. No sólo se entiende sino que, además, se disfruta. Por ello, puede resultar un texto ideal para quienes quieran tener un primer contacto con los conceptos del maestro de la deconstrucción.
jueves, 27 de enero de 2011
MICHEL FOUCAULT. "Leçons sur la volonté de savoir" (Cours 1970-1971). Seuil.
miércoles, 26 de enero de 2011
martes, 25 de enero de 2011
Sobre "El libro Rojo" de Carl Gustav Jung (nota en Radar/Pagina 12 del domingo 23/1)
lunes, 24 de enero de 2011
Salió el DSM-V
domingo, 23 de enero de 2011
sábado, 22 de enero de 2011
Oscar del Barco. "El abandono de las palabras" (Letra Viva / Biblioteca internacional Martin Heidegger, 2011)
viernes, 21 de enero de 2011
Remo Bodei. "Paisajes sublimes". El hombre ante la naturaleza salvaje (Siruela, 2011)
jueves, 20 de enero de 2011
Entrevista a Manuel Montalbán, autor de "Comunidad e inconsciente. El psicoanálisis ante el hecho social" (Miguel Gomez Ed, 2009)
miércoles, 19 de enero de 2011
Gérard Wajcman. "Colección" seguido de "Avaricia" (Manantial, 2010)
Aquí quiero hablar de colección. No de los coleccionistas, tampoco de las colecciones, de la colección a secas, en general. Rara vez se reflexiona sobre lo que es poner objetos juntos. Error. Es muy instructivo, si uno quiere saber lo que es un Objeto. La Avaricia no es moderna. La Avaricia es feísima es de veras feísima. Es la fealdad misma (¿y si la fealdad fuera un pecado?). Los pecados atentan contra las virtudes; la Avaricia hiere también el gusto. La Avaricia-que-es-feísima no es moderna. En la época moderna, la Avaricia no tiene imagen.
Gérard Wajcman es escritor, psicoanalista y profesor de la Universidad Paris VIII
martes, 18 de enero de 2011
Heinrich Zimmer. "Filosofías de la India" (Sexto Piso, 2010) Edición de Jospeh Campbell
Heinrich Zimmer, que dedicó prácticamente toda su vida al estudio y la enseñanza del arte y el pensamiento indios, restituyó a esos pensadores la categoría de filósofos. Pero de su inmensa labor resultaron pocas publicaciones, de ahí que su discípulo Joseph Campbell emprendiera la tarea de compilar y editar las notas dejadas por su maestro tras su temprana muerte. El resultado, Filosofías de la India, es un monumental testimonio de su obra.
Zimmer, a través de Campbell, reconstruye de manera extraordinariamente clara el mosaico del pensamiento indio —rechazado, pero también a menudo utilizado en el mundo occidental de modo superficial—. Éste se despliega a partir de dos grandes ejes: por un lado, las filosofías del «tiempo» —las del éxito, el deber y el placer—, que tratan el comportamiento que se debe tener en este mundo hacia la naturaleza y los demás hombres; por el otro, las de la «eternidad» —desde el jainismo hasta el tantra, pasando por el sā˙nkhya y el yoga, el brahmanismo y el budismo—.
lunes, 17 de enero de 2011
"Italia piensa" (ADN/Cultura, diario La Nación)
domingo, 16 de enero de 2011
sábado, 15 de enero de 2011
EL IMPRESCINDIBLE. Sándor Márai. "El último encuentro" (Salamandra, varias ediciones)
viernes, 14 de enero de 2011
jueves, 13 de enero de 2011
Novedades bibliográficas en Francia anunciadas para febrero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
Comunicado de Jacques-Alain Miller: Está terminado el trabajo de establecimiento de El Seminario de Jacques Lacan
lunes, 10 de enero de 2011
RADAR LIBROS/Página 12. "A la palabra misterio hay que aplastarla"
“Narrador, poeta y panfletista anónimo. Entrerriano de nacimiento y para siempre salteño-tucumano de tradición y santiagueño de vocación, exiliado desde hace años en Buenos Aires. Conserva intacta su cuota de provinciano resentido y mantiene firme su condición de marginal casi inédito.” Así se presentaba Ricardo Zelarayán en las contratapas autobiográficas de sus primeros libros. Había nacido en 1922 en Paraná y murió el 29 de diciembre pasado. Radar despide con una serie de semblanzas y recorridos por su mito, sus libros y su escritura, a un escritor que desde la periferia marcó a varias generaciones de poetas y narradores argentinos.
Por Daniel Freidemberg (la nota completa, haciendo clic aquí)
sábado, 8 de enero de 2011
Martin Seel. "Estética del aparecer" (Ed. Katz, 2010)
viernes, 7 de enero de 2011
Adrian Paenza. "Matemágica" (Página 12, jueves 6 de enero de 2011)
Una rama de la matemática recreativa que ha tenido un desarrollo imponente en los últimos años es la que se llama Matemágica. Justamente, el uso de la aritmética, la geometría, la combinatoria, el álgebra y la topología –entre otras– compone una fuente increíble de recursos para hacer magia. Sí, magia. La misma magia que por más de veinte siglos ha mantenido y mantiene a las personas como usted y como yo preguntándose: ¿cómo hizo?
La idea es sorprender, atentar contra la intuición, desafiar la lógica y hasta llegar a adjudicarle al interlocutor –el mago– recursos sobrenaturales. El desarrollo ha sido espectacular, sobre todo en la última década, y por eso ahora hay congresos y convenciones en distintas partes del globo, en donde magos y matemáticos se empeñan en crear una nueva generación de “matemágicos” y seducir en el trayecto a una buena parte de la población que ve a la matemática como insensible, árida y poco práctica.
En las contratapas de Página/12 del 29 de abril y el 8 de julio de 2008 aparecieron dos problemas que apuntan en esa dirección: la de promover la matemágica. Aquí va un tercero.[1]
Hay un mago que tiene en las manos un mazo de cartas españolas, como las que sirven para jugar a la escoba de 15 o al truco. Por lo tanto, están excluidos los números 8 y los números 9. De hecho, el número 12 (el rey) vale 10 puntos, el número 11 (el caballo) vale 9 puntos y el número 10 (la sota) vale 8 puntos.
El resto de las cartas tienen el valor que indica su número. Por último, para fijar las ideas, los cuatro palos de las cartas son: oros, espadas, copas y bastos. En total, son cuarenta cartas.
El mago entonces le ofrece a una persona que elija un naipe cualquiera, sin que él (el mago) pueda verla. Y le pide que haga las siguientes operaciones:
a) Multiplique por 2 el número de la carta.
b) Al resultado, súmele 1.
c) Al nuevo resultado, multiplíquelo por 5.
d) Para terminar, si la carta que había elegido es de oros, súmele 4. Si es de espadas, súmele 3. Si es de bastos, súmele 2, y si es de copas, súmele 1.
Con esos datos, el mago le pide a la persona que le diga qué número le dio.
La respuesta que obtiene es: 39.
El mago piensa un instante y replica: “Entonces, la carta que usted eligió originalmente era el 3 de oros”.
¿Cómo hizo?
El proceso es muy sencillo. Sólo se trata de pensar una estrategia que permita encontrar la carta seleccionada del mazo y asignarle un número. Claro: el mago tiene que saber qué número le corresponde a cada naipe. Ahora, le toca a usted hacer de mago.
Respuesta
Antes de pensar juntos la solución, veamos que si esta persona había elegido el 3 de oros, el resultado de hacer todas las operaciones lo llevó al número 39.
a) Al multiplicarlo por 2, obtiene el número 6.
b) Al sumarle 1, obtiene el número 7.
c) Al multiplicarlo por 5, obtiene el 35.
Como eligió el 3 de oros, y a las cartas de oros debía sumarles 4, entonces, (35 + 4) = 39. O sea, efectivamente, si hubiera elegido el 3 de oros, el resultado debió ser 39.
¿Cómo hizo el mago para poder deducirlo al revés? Es decir, conociendo el número 39, ¿cómo hizo para volver para atrás?
Acompáñeme en esta reflexión. Usted es el mago y yo soy la persona que eligió la carta, digamos con el número X (que usted todavía no conoce). Pero fíjese qué pasó con las operaciones que usted me pidió que hiciera (con ese número X).
a) Lo multipliqué por 2. Obtuve entonces (2.X).
b) Le sumé 1. Tenía entonces (2.X + 1).
c) Después lo multipliqué por 5 y obtuve
(2.X +1).5 = 10.X + 5, (*)
que es un número múltiplo de 5.
¿Qué pasa cuando le sumo el número para indicar el “palo” que tenía la X? Transformo el resultado en:
1) Un múltiplo de 5 más 4, si la carta X era de oros.
2) Un múltiplo de 5 más 3, si la carta X era de espadas.
3) Un múltiplo de 5 más 2, si la carta X era de bastos.
4) Un múltiplo de 5 más 1, si la carta X era de copas.
Ahora volvamos al número que yo le dije, 39. Como usted advierte,
39 = 35 + 4.
Por lo tanto es un múltiplo de 5 más 4. Luego, usted acaba de descubrir que la carta X que yo elegí es de oros. No sabe todavía cuál es el valor de X, pero sí sabe que es de oros.
Ahora bien, al restarle los 4 que corresponden al palo, ahora usted tiene el número 35. Por lo tanto, si usted se fija en (*), sabe que en este caso:
10.X + 5 = 35 (**)
Luego, se trata de calcular el valor de X en la igualdad (**).
En consecuencia,
10.X = 35 5 = 30, lo que quiere decir, que X = 30/10 = 3.
X = 3
Moraleja: la carta que yo había elegido fue el 3 de oro.
¿Se anima ahora a calcular conmigo qué carta elegí yo si el resultado de las operaciones fue 86?
Piénselo usted por su cuenta y, si quiere, confronte acá abajo lo que le dio.
Primero hay que ver de qué palo es la carta. Para eso, hay que ver que 86 se escribe como 85 (múltiplo de 5) + 1. Esto dice que la carta es de copas.
Una vez que uno tiene el número 85, ahora todo lo que queda por hacer es “despejar” la letra X en la igualdad:
10.X + 5 = 85
10.X = 85 5 = 80, por lo que X = 80/10 = 8.
En consecuencia, la carta elegida fue la sota de copas (ya que la sota, con la convención que habíamos hecho, vale 8 puntos).[2]
[1] El problema me lo sugirió Laura Pe-zzatti, Lic. en Matemática por la UBA y coautora de los contenidos de los programas Alterados por Pi, que se emiten en el Canal Encuentro que depende del Ministerio de Educación de la Nación. A ella le corresponde el crédito de este artículo entonces.
[2] Como se ve, la matemática que se usa es sencilla: sumas, restas, productos, divisiones. Pero también hay un dato no menor que es indispensable para llegar a la solución: cualquier número entero positivo tiene un “único” resto al dividirlo por cinco. Algunos ejemplos: el número 72, al dividirlo por 5, resulta tener resto igual a 2. Es que 72 = 5 x 14 + 2. El número 11 tiene resto 1, ya que 11 = 5 x 2 + 1. Y el 108 tiene resto 3, ya que 108 = 5 x 21 + 3. Y es fácil convencerse de que los posibles restos son 0, 1, 2, 3 y 4. Justamente, en el problema que figura más arriba, ese resto es el que identifica el palo de la carta elegida. Sin este dato, uno podría deducir el número, pero no sabría de qué palo es. O al revés. Si uno sólo supiera el resto que se obtiene al dividir el número por 5, y no tuviera ninguna otra información, sabría el palo de la carta, pero no el número. La combinación de ambos datos permite resolver el problema. Por supuesto, el mago conoce todo esto, que resulta invisible para la persona que hace de interlocutor: usted y yo.
jueves, 6 de enero de 2011
JEAN-MICHEL VAPPEREAU. "D'un calcul dans le champs du noed" (1984)
miércoles, 5 de enero de 2011
YA SE CONSIGUE EN BS.AS. Karl Kerényi. "El Médico Divino" (Sexto Piso, 2009)
En la frontera entre la vida y la muerte, el paso de la enfermedad a la curación requiere no sólo el auxilio médico, sino también la manifestación de un dios. La curación es un encuentro con lo divino. En el acercamiento de Kerényi a los lugares de culto y a la mitología de Asclepio resuena constantemente la legendaria sentencia del oráculo de Apolo, «Quien hiere también cura», que define la esencia del médico divino.
En esta primera de cuatro entregas agrupadas bajo el título Imágenes primigenias de la religión griega, el maestro Karl Kerényi, a partir de un sólido método mezcla de filología, arqueología, iconografía e historia de las religiones, descubre capa por capa a este enigmático dios, en un «intento de avanzar hacia los “estratos prehistóricos” de la profesión médica».