viernes, 31 de enero de 2014

MAX GRAF. "Reminiscencias del profesor Sigmund Freud" (1942)

Max Graf, padre del célebre "pequeño Hans", narra en un tono muy amigable sus recuerdos sobre Sigmund Freud. Conviene recordar que Graf participó de las primeras reuniones de los miércoles en casa de Freud y que mantuvo una relación cercana -y hasta familiar- con él.

Justamente, fue Freud quien le regaló a Hans para su tercer cumpleaños un caballo de madera para balancearse. Pocos días después, Hans ligaba su angustia con la figura del caballo para construir su fobia...

“Reminiscences of Professor Sigmund Freud” fue originalmente publicado en “The Psychoanalytic Quarterly” .XI. 1942. pp. 465 – 476. Versión inglesa de Gregory Zilborg. El texto fue escrito para presentar la primera versión del texto de Freud “Personajes Psicopáticos en el Escenario” en la misma revista. Posteriormente se publicó una versión francesa en la revista “Tel Quel”, 88, de 1981, páginas 52 – 101.  Traduje el texto a partir de la versión inglesa, y podés descargarlo haciendo clic aqui

jueves, 30 de enero de 2014

Vanessa Lemm. "Nietszche y el pensamiento político contemporáneo" (FCE, 2014)

Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo es una compilación de ocho ensayos que rastrean de manera original y novedosa la relación entre la filosofía de Friederich Nietzsche y los debates actuales del pensamiento político contemporáneo argumentando que el pensamiento político nietzscheano ha tenido su más fecunda recepción, por un lado, en el proyecto de una democracia radical y, por otro, en el proyecto de una biopolítica afirmativa.
Que Nietzsche haya atacado los ideales socialistas y democráticos de su tiempo tratando de salvar una concepción más aristocrática de la vida del espíritu contra el nihilismo occidental es algo difícil de negar. A través de lecturas de los encuentros de John Rawls, Hannah Arendt, Jaques Derrida y del pensamiento anarquista con el pensamiento de Nietzsche, estos ensayos muestran cómo la dimensión aristocrática de la cultura debe ser reintegrada en la teoría democrática para radicalizarla a través de conceptos trabajados en la obra de Nietzsche y que le han faltado a la teoría democrática, tales como: responsabilidad, promesa y olvido, don, orden de rango, singularidad.
El pensamiento nietzscheano es indudablemente central para toda la temática de la biopolítica. Es Nietzsche quién más destaca la animalidad del hombre y la imposibilidad de separar artificialmente formas de vida en especies o razas opuestas. Es Nietzsche quién trae al cuerpo y al proceso de encarnación al centro de toda dinámica cultural y política. Con ensayos dedicados a rastrear cómo estas temáticas nietzscheanas entran y fundamentan los esfuerzos de Foucault, Esposito, Adorno y Horkheimer para pensar una política de la vida más allá de la dominación sobre lo viviente, este libro logra un aporte original a los debates escenciales en curso sobre la biopolítica afirmativa.
El libro concluye con una reflexión sobre la naturaleza política y filosófica de la justicia en Nietzche y Heidegger.

miércoles, 29 de enero de 2014

Bárbara Cassin. "Más de una lengua" (FCE, 2014)


Todos nacemos en la lengua o las lenguas que se hablan alrededor nuestro. Pero ¿qué es una lengua "materna"? ¿Y qué ocurre cuando se aprende otra? Si cada lengua dibuja un mundo diferente, ¿qué es lo que se dibuja cuando se habla más de una? Hablar varias lenguas equivale a tener varios mundos al alcance. Pasar de una lengua a la otra, aprendiendo, traduciendo, es aventurarse en otra manera de transmitir el sentido. Todas esas maneras, cuando entran en contacto, se enriquecen: comprendemos mejor lo que intentamos decir cuando sabemos que eso se dice de otro modo en otra lengua, con otras palabras, que quizá no dicen exactamente lo mismo.
Más de una lengua surge de una conferencia de Barbara Cassin dirigida a niños a partir de 10 años y a sus acompañantes. Allí se interroga, desde la filosofía, acerca de temas tan complejos como el significado del logos para los griegos, la traducción, las riquezas del bilingüismo, los homónimos y los intraducibles. Esta aventura oral transformada en libro, lejos de caer en la simplificación, representa un movimiento de amistad y acercamiento que logra atravesar a las distintas generaciones.


Índice de Contenidos
¿Por qué aprender y hablar otra lengua además de la propia? 9
¿Qué es una lengua materna? 
Bárbaro y bla bla bla 10
“Una lengua no pertenece” 13
Varias lenguas, varios mundos 18
Los intraducibles 21
Los homónimos 24
Traducir 26
Preguntas y respuestas 33

martes, 28 de enero de 2014

François Cheng. "El diálogo" (Pre-textos, 2013)


François Cheng nos ofrece en El diálogo un fulgurante ensayo sobre el significado de la lengua y de la cultura, así como un relato autobiográfico de su descubrimiento de la literatura, a los quince años, a partir del momento en que toma conciencia de la belleza de la naturaleza y de la realidad dramática de un mundo amenazado continuamente por guerras y epidemias.
La sonoridad, la composición, la forma de algunas palabras francesas que seducen su oído le dan pie para indagar, “devolverles su implicación original” según sus propias palabras, en las metamorfosis poéticas que anidan en toda lengua. Diálogo entre dos tradiciones poéticas, la oriental y la occidental, que Cheng explica en la segunda parte de su ensayo, citando y comparando a sus figuras señeras, que representan a su vez las corrientes principales del pensamiento chino: taoísmo, confucionismo y budismo, y del pensamiento occidental: sus semejanzas y sus diferencias bajo el signo del diálogo. Signo del diálogo como “común presencia” que le sirve también para explicar su poesía. “Una poesía”, nos dice,“de la que no está ausente el pensamiento reflexivo, pero que es carnal y no cerebral.”
El diálogo es un apasionante ensayo sobre la comunicación de las lenguas y las culturas, sobre historia y religión, diálogo entre Oriente y Occidente en torno a la ciencia, la filosofía, la literatura, el arte. Diálogo, en una palabra, en torno al hombre.

François Cheng nació en China, el 30 de agosto de 1929, en el seno de una familia de intelectuales y universitarios. Sus padres fueron de los primeros estudiantes becados enviados a los Estados Unidos. Cursó sus estudios secundarios en Chongquing entre 1937y 1945. Una vez terminada la guerra, China se vio envuelta en una guerra civil que empujó a su juventud a la decepción y la rebelión. Después de un periodo de indecisiones, Cheng se matricula finalmente en la universidad de Nankin.
A principios de 1948, su padre, en calidad de especialista en ciencias de la educación, colabora en la fundación de la UNESCO, gracias a lo cual Cheng pudo trasladarse a Francia, donde se consagró al estudio de la lengua y la literatura francesas, no sin antes tener que atravesar un largo periodo de adaptación marcado por la indigencia y la soledad, antes de obtener, en 1960, un empleo estable en el Centro de Lingüística China (convertido más tarde en el Centro de Investigaciones Lingüísticas sobre Asia Oriental de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales). Paralelamente a su trabajo, empieza a traducir al chino a los grandes poetas franceses y a escribir su tesis doctoral.
En 1969, dirige un curso en la universidad de París VII. A partir de entonces, compaginará la enseñanza con su trabajo de creación. Obtendrá la ciudadanía francesa en 1971. En 1974 es profesor titular de Universidad, y más tarde profesor, en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales, mientras sigue trabajando en sus traducciones de poetas franceses al chino y de poetas chinos al francés, en ensayos sobre el pensamiento y la estética chinos, monografías consagradas al arte chino, antologías de poesía y de novela, así como un álbum con sus propias caligrafías. Obtendrá el premio André Malraux por su obra Shi-tao, la salvadora del mundo, el premio Roger Caillois por sus ensayos y su antología de poemas Doble canto, el Premio Femina por su novela La voz de Tianyi, y el Gran Premio de la Francofonía por el conjunto de su obra en 2001.
El 13 de junio de 2002 fue elegido miembro de la Academia Francesa para ocupar el sillón de Jacques de Bourbon Busset (sillón 34).

lunes, 27 de enero de 2014

sábado, 25 de enero de 2014

Pascal Quignard. "Las escaleras de Chambord" (Galaxia Gutemberg, 2013)


Edouard Furfooz, un hombre de cuarenta y seis años, vive apasionado por las cosas minúsculas. Colecciona por el mundo entero todo aquello que cabe en la mano de un niño. En Roma, Tokio, París, Londres, Edouard Furfooz compra y vende juguetes viejos, muñecas, miniaturas, todos ellos preciosos y ejecutados en materiales nobles. Su vida amorosa es tan fluctuante como su cotidianidad: de aeropuerto en aeropuerto, de una mujer a otra. Pero un recuerdo difuso coloniza su vida, el de una niña compañera de escuela cuya memoria no consigue recuperar.

¿Qué vivió en su infancia que le domina de tal modo? ¿Es por su causa que detesta cualquier ruido, incluida la música, y prefiere siempre el silencio? ¿Es por ello que tiene una perpetua impresión de frío que le lleva a abrigarse incluso en verano?

En Las escaleras de Chambord, Pascal Quignard demuestra una vez más su dominio del relato, su sentido del tempo, de los diálogos, de los personajes secundarios, pero sobre todo su capacidad para construir universos, en este caso el de un coleccionista de juguetes antiguos, que no encontrará el sosiego hasta que revisite todos los peldaños de su existencia para deshacer el nudo que lo aprisiona desde su infancia.

miércoles, 22 de enero de 2014

Novedades de la Colección de narrativa de LETRA VIVA, dirigida por Nicolás Cerrutti


"Spleen", María Magdalena
El amor puede ser una imagen borrosa a través un vidrio empañado. La experiencia del duelo –esa pérdida de sustitución imposible– no hace más que devolver la vitalidad a las huellas del cuerpo vivido. Se escribe desde la ausencia, con la falta que, en el discurso amoroso, adquiere la nostalgia de la excepción.
En este hermoso libro, María Magdalena recupera el spleen de la vida erótica, para teñirla con un velo que, antes que ocultar, muestra de la mejor manera las coordenadas de la voz femenina que, al narrar, se hace letra.



"Todo tiempo pasado", Javier Lamónica
Javier Lamónica es un escritor de situaciones. Con una maestría entrañable sabe introducirnos en los márgenes invisibles de nuestra vida cotidiana y, sin tomar posición, hacer decantar un sentido profundo. La vida no es buena ni mala, sino que simplemente ocurre.
Con lucidez, y a salvo de toda melancolía, el conjunto de relatos de este libro es una invitación a recuperar el tiempo perdido, la edad de la inocencia, el amor por las pequeñas cosas... en última instancia, una exploración de esa experiencia vivida que llamamos “sentido común”.

martes, 21 de enero de 2014

FERNANDO BOGADO. Reseña del libro de Alain Badiou, "La aventura de la filosofía francesa a partir de 1960" (Eterna Cadencia, 2013)

Uno de los nombres que, con el paso del tiempo, ha adquirido una trascendencia notable dentro del complejo panorama filosófico francés es, sin lugar a dudas, el de Alain Badiou (Marruecos, 1937). Esa trascendencia puede tener varias explicaciones, pero propongamos dos: en primer lugar, sus trabajos filosóficos, recibidos inicialmente con cierta indiferencia por parte de la intelectualidad no sólo francesa sino mundial, muy lentamente comenzaron a tomar un lugar dentro del círculo de autores imprescindibles para pensar nuestra contemporaneidad. Basta como prueba el hecho de que uno de sus principales libros, El ser y el acontecimiento (L’être et L’évènement), publicado originalmente en 1988, tuvo su primera traducción al castellano en 1999 y al inglés en 2005. En segundo lugar, sus diversos libros y más de una formulación se ha visto siempre puesta en juego en situaciones específicas y concretas que han tomado el tinte de una polémica determinada. Así, su toma de posición en contra o a favor de diversos intelectuales franceses ha hecho que su nombre comience a sonar familiar en el oído de más de un lector, avezado o no en la filosofía. Este segundo aspecto es el que prima en el libro recientemente editado por Eterna Cadencia, con traducción de Irene Agoff: en La aventura de la filosofía francesa esa supuesta “aventura” no es otra que la de las polémicas que Badiou ha representado una y otra vez, debatiendo, en este caso –y a partir de artículos de mayor o menor extensión–, con los pensadores franceses que fueron sus maestros y también con los que conforma una suerte de generación, la de los filósofos posteriores a Mayo del ’68.

Pero, ¿a qué podemos llamar “filosofía francesa” y qué se discute en el campo que este título determina? La idea es mostrar cómo el desarrollo histórico de la filosofía, en tanto pensamiento universal, presenta ciertas discontinuidades. Para decirlo de otro modo, dentro de la historia de la filosofía también han existido períodos generalmente dominados por una emergencia geográfica e histórica particular, como la filosofía griega que va de Parménides a Aristóteles (o sea, del siglo V al siglo III A.C.) o el idealismo alemán, que va de Kant a Hegel (período que va de finales del siglo XVIII a comienzos del siglo XIX). En este caso, la “filosofía francesa” del título va de mediados del siglo XX a principios del siglo XXI, va de El ser y la nada (1943) de Jean-Paul Sartre a ¿Qué es la filosofía? (1991), de Gilles Deleuze y Félix Guattari, extendiéndose también a las producciones de Jean-Luc Nancy, Jacques Rancière o Barbara Cassin.

Badiou rápidamente establece la genealogía de los debates al interior de la filosofía francesa. Ya en los años previos al comienzo de la Primera Guerra Mundial, Henri Bergson y León Brunschvicg determinaron las dos corrientes que atraviesan el período analizado. El primero establece una filosofía vitalista basada en la biología moderna y en la profunda relación entre el ser y el cambio. El segundo, apoyado en las matemáticas, boga por un pensamiento que tienda más al aspecto formal, a lo simbólico como elemento central para la filosofía. Reformulando: la oposición entre el pensamiento de Bergson y el pensamiento de Brunschvicg es el problema presente en la filosofía francesa de mitad del siglo XX entre la vida y el concepto, problema que se resume, desde la perspectiva de Badiou, en la (compleja, polémica) cuestión del sujeto, tanto vida animal, cuerpo, como ser racional, como creador de conceptos. Los nombres de los filósofos posteriores pueden, alternativamente, ubicarse de un lado u otro del espectro: Deleuze, Foucault y Canguilhem, por un lado, y Lacan, Althusser y Derrida, por el otro.

Es ese concepto, el del sujeto, el que ha buscado instalar una y otra vez Badiou en sus formulaciones filosóficas particulares y el cual, en alguna medida, le sirve para ingresar en las polémicas que sostienen los artículos del libro. Por ejemplo, en el artículo “¿Hay una teoría del sujeto en Canguilhem?” (publicado originalmente en 1992), el autor revisa las formulaciones de este filósofo para encontrar una posible formulación del sujeto, entendiéndolo como un término que nombra, en vacío, la articulación entre la técnica y la ciencia, o sea, la continuidad de la absolutidad natural (la técnica como continuación de la naturaleza) y la discontinuidad contra-natural (la ciencia como reservorio conceptual). En la noción de sujeto, en definitiva, encontramos el nudo que ata a estas polémicas individuales con las formulaciones teóricas de Badiou: el sujeto como vacío, como término descentrado, como corrimiento, como negatividad que adviene al mundo que conjuga lo conceptual y matemático del ser con lo “viviente” del acontecimiento. El eco sartreano no es inocente: el artículo “Jean-Paul Sartre: captura, desprendimiento, fidelidad” vuelve a confirmar la cercanía que Badiou tiene con el pensamiento de Sartre, primer “flechazo” filosófico del cual se distanció durante los años de la influencia estructuralista y a quien volvió a acercarse ya en su madurez.

Definamos la estrategia polémica de Badiou, entonces: intervenir en el curso de un pensamiento para transformar determinadas formulaciones en el mejor ejemplo de lo que él mismo quiere afirmar. Pasa con Canguilhem, pasa con Althusser (cuyo artículo parece un gran ejemplo de teoría de conjuntos aplicada a la oposición entre Materialismo Histórico y Materialismo Dialéctico), y, en alguna medida, pasa también con el artículo dedicado a comentar el libro de Gilles Deleuze, El pliegue, Leibniz y el barroco, y el dedicado al libro de Paul Ricoeur La memoria, la historia, el olvido. Deleuze, para Badiou, se ubica siempre del lado de lo uno y no de lo múltiple, pese a que el problema de lo múltiple aparece una y otra vez en su obra. La cercanía de Leibniz con Deleuze, para el autor, termina siendo una cercanía cuasi-teológica e impensable para el escritor de Diferencia y repetición, abogado de la multiplicidad: detrás de esas multiplicidades, insistirá Badiou, subsiste el mismo “clamor del ser”. En el caso de Ricoeur, el artículo es mucho más malicioso, si se puede usar este término: Ricoeur termina transformándose en un fenomenólogo ultra-cristiano que realiza su formulación filosófica para deslindar al sujeto del acto e invocar al perdón como forma del olvido (la idea de que somos mejores que las cosas que hacemos). Lo que está detrás de esto es la posibilidad cristiana de una redención que, en el peor de los casos, sería posible para los responsables de actos tan terribles como el exterminio nazi o el totalitarismo stalinista.


Alain Badiou ha intentado a lo largo de toda su carrera reunir dos “lógicas” de mundos que parecen antagónicos: ser y acontecimiento, matemática y poesía, Lacan y Deleuze, etcétera. Estas polémicas no son otra cosa que “situaciones” (volviendo a Sartre) que ponen en juego ese intento teórico de (re)instalar un concepto que parecía olvidado, el del sujeto, logrando su cometido la mayor parte de las veces con solvencia intelectual y filosófica y otras, en algunas casos desafortunados, con acusaciones sin mucha lógica. La aventura de la filosofía francesa puede ser, a veces, un campo de rosas plagado de espinas.


Fuente: Suplemento Radar-Libros, diario Página 12, domingo 19 de enero de 2013

lunes, 20 de enero de 2014

Diego Zerba. "La estructuración subjetiva en el niño": Winnicott y el psicoanálisis americano (Letra Viva, 2013)


Pensar la estructuración subjetiva en el niño, es el paso anterior  a preguntarse por la infancia de la época. Sin la familia y la escuela como instituciones instituyentes del niño moderno, hoy cabe interrogarse por las condiciones para el inicio de la vida humana. La estructuración subjetiva es el inicio que no cesa de iniciarnos, si no se cristaliza en una estructura que produce los fenómenos agrupados por el nombre autismo. Nos vincula con los sueños y los mitos, como planteaba Sigmund Freud. Es paradojal, como paradojal es la creatividad humana. Permite la invención y establece el modo de la habitación infantil, en los principios de la crianza. En nuestra América sobreviven las narraciones de los mitos y la actividad onírica resiste a los trastornos del sueño, para que el hombre habite el universo simbolizando la primera morada materna. Entre el sueño y el mito, sin descartar pinceladas de ficción, este libro habla sobre un encuentro de Donald Winnicott con Rodolfo Kusch. Su desarrollo pretende dar pie a un psicoanálisis americano, que plantea la estructuración subjetiva en el niño bordeando la música y la inteligencia.

sábado, 18 de enero de 2014

José Ioskyn. "Literatura y vacío". Psicoanálisis, escritura, escritores(LetraViva - col. Literatura-Psicoanálisis, 2014)


El libro que aquí se presenta propone una especial articulación entre literatura y psicoanálisis; ambas disciplinas tienen, desde los comienzos del psicoanálisis, la referencia que inició Sigmund Freud. Con Jacques Lacan ésta intersección se acentúa, en la medida en que se hace presente “el texto” como la materia prima fundamental del trabajo analítico, sede de la interpretación, que finalmente tomará la forma de una escritura.

            José Ioskyn dibuja con una escritura prolija el peso del lector, ese lector que construye un texto nuevo como efecto de su lectura, de claras equivalencias con la interpretación en psicoanálisis.

            Este texto utiliza al psicoanálisis para captar la literatura, pero también invierte el camino usando la literatura para precisar el psicoanálisis. Todo esto gira alrededor del dato complejo que, partiendo del vacío, elude lo que el sentido común hace con este: llenarlo.

            Cuidar el vacío es producir a partir de él. Buscar los suplementos adecuados y no los complementos. Todo lo anterior implica hacer lugar a la naturaleza del sentido, es decir, a su fugacidad y finalmente a su desvanecimiento. Es en ese punto de fuga donde el libro de Ioskyn coloca tanto al psicoanálisis como a la literatura en un diálogo enriquecedor.

            Un hilo conductor, sutilmente construido, nos guía por diferentes autores, donde se destacan preciosos detalles, que hace presente a un excelente lector de escritores. Aira, Lamborghini, Pizarnik, Wilcock, Levrero, Barón Biza, Joyce, entre tanto otros.

            Los lectores de este libro quedarán entusiasmados por el recorrido, los psicoanalistas se formarán en los conceptos de su clínica, pero además serán guiados y orientados hacia una literatura de una diversidad sorprendente.

del prólogo Jorge Chamorro

viernes, 17 de enero de 2014

José Luis Juresa-Cristian Rodríguez. "Gérard Haddad, un periférico del psicoanálisis" (Letra Viva 2014)


Un hombre sueña con su analista muerto. El difunto, sentado al borde del lecho, se autorreprocha con los ojos llenos de lágrimas: “No arreglé todos sus problemas”. El soñante, que se llama Gérard Haddad, trata de calmar a su analista –que no es otro que Jacques Lacan.  Este último, lanza su sentencia final: “Usted es mi hijo adoptivo”...
Ese sueño constituye el evento más decisivo de “El día que Lacan me adoptó” publicado originalmente en 2002 (Letra Viva, 2006), libro que resignificara y le diera un marco a toda la obra previa de su autor, que era amplia y muy variada. José Luis Juresa y Cristian Rodríguez, psicoanalistas argentinos, nos invitan a un recorrido que articula la vida y la obra de Gérard Haddad: ese ingeniero agrónomo devenido médico psiquiatra, traductor, talmudista y escritor; leído y considerado como un analista “periférico” del psicoanálisis.
Esta obra, que el propio Haddad califica de “ovni argentino”, no se agota en una apología del autor en cuestión, sino que lo retoma para reubicar su trabajo y los efectos de su análisis –que no fue cualquier análisis, sino uno conducido por Lacan– en los problemas que aquel abordara: el estudio del judaísmo a partir del psicoanálisis, las nuevas estructuras que los campos de exterminio nazi continúan imprimiendo en nuestras vidas a través de formaciones patológicas, el alcoholismo en las mujeres, y la tradición del libro, entre otros tantos, donde la noción de “testimonio” toma un valor central y ordenador de esa periferia entendida como un lugar particular que Gérard Haddad ocupa respecto del campo psicoanalítico.

jueves, 16 de enero de 2014

Reseña del libro "Posiciones perversas en la infancia" (Letra Viva) publicada en Intersecciones, revista digital de la Facultad de Psicología, UBA

Este ensayo apunta a delimitar y distinguir un modo particular de posicionamiento subjetivo que denominamos “posición perversa” en la infancia, sostenido en una revisión detenida de los trabajos de Freud y Lacan. A tal lectura se articula una serie de casos que dan sustento clínico a la propuesta. Una buena forma de reseñarlo es dar cuenta de los prejuicios que pone en cuestión.

La perversión ocupa un lugar ectópico en el campo del psicoanálisis lacaniano. Mientras se habla con naturalidad, por ejemplo, de psicosis o neurosis infantil, o de histeria masculina, el campo de la perversión parece remitirse implícitamente al campo del varón adulto. Por ello este libro genera en el lector no advertido la idea de que se “extrapola” la noción lacaniana de perversión al campo de lo infantil. Tal prejuicio se origina en un desconocimiento de las elaboraciones lacanianas en torno a la perversión, más allá de sus primeros seminarios.

En nuestros días, suele leerse a menudo a la perversión más como una injuria que como una de las formas en que puede tratarse el deseo. Este obstáculo se explicita en nuestra comunidad cuando toda dificultad diagnóstica busca dirimirse dentro del par neurosis-psicosis. De todos modos, al circunscribir nuestra lectura hacia la configuración de una posición, no estamos poniendo el acento en un diagnóstico al modo de la psiquiatría o como categoría. Simplemente decidimos seguir con rigor los modos de presentación en lo que respecta a la relación al Otro, la división subjetiva, al objeto a y al saber. Consideramos que es preciso discernir para orientar, más que categorizar para rotular.

La posición perversa es ante todo una modalidad particular de lazo con el Otro, la cual implica una relación específica al saber. Entonces hablar de una posición perversa implica ubicar allí, un sujeto abocado a obtener los indicios de la división del otro, pero no al modo del acting-out. Tales indicios no se orientarían por intentar localizar un lugar en el Otro, sino por realizar un lugar paradojal en el Otro, signado por un goce que no se articula a lo amoroso. En los casos presentados, la configuración de dicha posición perversa impresiona como una vía posible para eludir el arrasamiento subjetivo al que expone al niño la ausencia de lazos de amor en los lazos parentales.

Otro prejuicio, ya específico de la clínica con niños, concierne a la noción de transferencia. En este punto consideramos que limitar la clínica con niños al juego, en términos de subsumir la transferencia al mismo y suponer, además, que es este el único campo transferencial, implica desconocer que el niño es ya un ser hablante. No le restamos valor al juego, pero tampoco lo idealizamos, puesto que cuando se toma ese desvío se obtura la aprehensión de su lugar prevalente en los casos presentados: el de una mostración, distinta del acting- out, que delimitamos aquí como mostración perversa.

En síntesis: si el lector deja de lado la habitual fascinación que produce el término “perversión”, encontrará aquí un esfuerzo clínico por localizar un sujeto, y darle valor clínico a una modalidad de repuesta subjetiva que se erige al costo de la erotización de la pulsión de muerte.

miércoles, 15 de enero de 2014

Ignacio Castro Rey. A propósito de "Nudo de piedra" de Pablo Chacón (Letra Viva, 2013)

Ya al inicio, Nudo de piedra (Pablo E. Chacón, Letra Viva, Buenos Aires, 2013) tiene el aire de una escritura que quisiera curar el miedo con el espanto. ¿Renacer liviano, en el límite del desamparo, a través de un mal sin culpables? Tal vez esta novela de Chacón tantee un ejercicio de optimismo radical. ¿Extrema el vacío para que algo persevere, para experimentar qué queda?

Ambigüedad personificada, un derrumbe que adviene a la forma, a la palabra. La letra brota directamente de la no letra; lo sublime, otra vez al lado de lo insignificante. Y esto, en mi opinión, poco tiene que ver con el manido fragmento o el llamado picadillo significante. Al contrario, es un sentido real el que vuelve, precisamente al borde de lo intolerable. Que la historia se quede con frecuencia en lo solamente aludido es el colmo de la sobriedad literal. El mundo es también es así, latiendo a ráfagas.

¿En el principio era el exilio? Mientras tanto, vistiendo o desvistiendo los cuerpos, el vacío sigue. Pasando a limpio mundos iluminados, una nada radiante, desenvuelta. Una angustia que consiste en que nadie la siente. Qué ojos, qué oídos de Apocalipsis hacen falta para sacar veredas del desierto. Y desiertos en las veredas. Es curioso lo que aporta una segunda lectura de esta breve y difícil novela. Lo que atraviesa el ojo y el oído, aunque el paisaje sea de niebla.

En cierto modo, en virtud de que lo monstruoso apenas tiene rostro, las distintas escenas de Nudo de piedra están cargadas con un absoluto local, un no-todo advenido a perfil real. Poblado, además, por la minuciosidad del insomnio. Con los restos de una caída, apenas entrevista, Chacón ordena el granizado lapidario de un drama minimalista. La ausencia de Dios nos ayuda, se dijo en otro tiempo. Hasta la tragedia está entonces velada, amortiguada en encuadres mundanos, superficiales. Calles vacías, notas en un piso, cansancio, el silencioso laborar de los especialistas, llamadas telefónicas, escenas de hospital, largas travesías en coche.

De algún modo, el final se reproduce en las calles inescrutables, en cada hora huérfana. Una nouvelle breve e intensa. Intrincada incluso, debido a que en cierto modo no ocurre nada, nada que se pueda narrar al modo tradicional. Con todas las oscilaciones modales de la zozobra, Nudo de piedra transcurre sin discurso ni teleología; no se encamina tampoco a ningún desenlace. No hay otra articulación que la de una grieta muda que recorre cada estancia. Las páginas tienen así la luz intensa de una penumbra que no puede salir de sí misma. Breve y sin tiempo es esta obra, pero nada importante en el hombre tiene tiempo, ni sabe de él.

El texto es denso, un poco en el límite, en el borde de lo que se puede contar y de lo que se puede vivir. Chacón ensaya una escritura sin concesiones a la literatura, labrada en la inminencia de algo que no acaba de llegar, pero cuyo aliento vacío llena cada acto. Dado que Nudo de piedra apenas mantiene distancia con la carne viva de lo vivido, la narración carece felizmente de esa artificiosa construcción que llamamos ficción. Podría recordar a algunos momentos estelares de una humanidad irreconocible, cierto estado de duermevela en Blanchot, en Lispector, en Walser.

Todo palpita entonces en la cercanía de lo inhumano: el amor, el término que llega y no llega, la madre que agoniza, el automatismo silencioso de los médicos. La familia, el pasado, la agonía lenta de amores y cosas. Hasta los apuntes de paisaje aparecen transfigurados, acompañando la fuga de los días y las relaciones, de cualquier sencillez esperanzada, meramente humana. El horror consiste no tanto en lo que haya empíricamente ocurrido, como en el desaliento interno de cada vivencia.

Mal adentro, el pánico nos hace salir de la multitud, de una humanidad que se sepa a sí misma. Se podría decir que tal vez falte -pero esta falta es consustancial al texto- elipsis, trama, desarrollo argumental, juego literario con lo vivido. No obstante, eso es aproximadamente lo que Chacón busca, que la fulguración minimalista de lo ocurrido -más bien, lo no ocurrido- permita anotar con detalle un desastre sin víctimas ni verdugos, un hundimiento central del alma.

Así pues, seguimos un travelling por la desolación, pero con detalles y perfiles mundanos, incluso carnales, que hacen más cruda la anorexia anímica de las situaciones y las siluetas. Chacón no cede tampoco a la tentación de un aniquilamiento que haría menos lancinante la atmósfera de tormento. La desaparición obra entonces en el interior de los cuerpos, su propia respiración es lo que adelgaza los sólidos.

Sobre el vacío, otro. ¿Algún suceso, alguna vida tapa los huecos? No, el vacío vacía el vacío. Entonces, ¿qué? Nada, una niebla que agota los cuerpos. La épica del pasado -has atravesado Estados Unidos de punta a punta- se suspende en este presente sin héroes, neutralizado en una indecisión que chapotea en nuestro decorado automatizado. Hasta la épica de un final trágico es secuestrada, aplazada. Cuesta mantener el carácter del odio o del amor, de los cuales apenas quedan los nombres.

Queda la palabra, claro. Pero, hay que insistir en ello, pegada a los tejidos, a la angustia de una carne que no tiene allende. De ahí este laconismo, como si lo que hubiera que contar, en virtud de su agotamiento sin final, estuviera descarnado, reducido al hueso.

Se podría decir que en Nudo de piedra la variación es el tema. Fumas, lloras, interpretas, buscar un viejo amor concluido, llamas otra vez por teléfono, deseas estar con una puta. Todo se entremezcla al fallar otra articulación que no sea la de un tiempo dejado al desnudo. Ni siquiera aquella búsqueda sollozante de Bataille, sino la errancia sin búsqueda. Negatividad sin empleo, perpleja, en un mundo que funciona solo.

Este mundo no iría tan deprisa, se ha dicho, si no presintiera a cada instante el vértigo de su caída. Nudo de piedra también se ocupa de esto. Su intensidad, su pesimismo, su relente sobre el cansancio acumulado en un breve lapso de tiempo, es como un solo instante expandido. De ahí la precipitación del sentido, su hablar a ráfagas. Aunque no se entienda la letra, queda el rumor, un rocío de la letra negra perlando un fondo de nieve.

La entrega de Chacón no facilita mediaciones ni referencias. Nunca sabremos del todo si se puede vivir así, si se puede escribir así. Por lo pronto, en este declive generalizado de la lectura -el ciudadano se limita a atender pantallas táctiles- esta novela se deja leer muy bien. La precipitación de un final aplazado, sin coros ni figuras del mal fácilmente reconocibles, apura la belleza y su alianza el demonio de las contingencias. Carne viva tejiendo la carne del mundo.

(fuente: Télam)

martes, 14 de enero de 2014

Walter Benjamin. "Historias desde la soledad y otras narraciones" (El cuenco de plata, 2014)


Esta edición reúne por primera vez, en un solo volumen, no sólo las narraciones que habitualmente se publicaron en las ediciones de Historias y Relatos sino también los textos agregados en el volumen VI de  Gesammelte Schriften. Se agregan además las dos versiones del enigmático texto “Agesilaus Santander”, que no sólo Benjamin escribió durante su estancia en Ibiza –cuando compuso muchos de los relatos aquí incluidos–, sino también porque su ambiguo carácter de autobiografía ficcional ilumina aspectos de su narrativa. Es probable –puesto que, tratándose de Benjamin, nunca se sabe si no hay algún texto por descubrir o alguna edición reciente o remota por compulsar– que con este volumen el lector tenga la colección más completa hasta la fecha de las narraciones ficcionales de Walter Benjamin –por no usar, dada su particular teoría del narrador, el término convencional de “cuentos”.

Hemos titulado esta colección Historias desde la soledad, porque es el único título autónomo que utilizó Walter Benjamin para agrupar tres breves relatos y porque, asimismo, el autor usa una expresión similar en uno de los fragmentos de “España 1932”, que comienza con la frase: “Historia de la soledad”: “¿Cuánta tierra necesita un hombre para vivir?, se pregunta Tolstoi en uno sus relatos populares. Los anacoretas han dado la respuesta: su vida confinada en la más pequeña parcela de tierra se ha extendido al mundo entero”.

Jorge Monteleone

sábado, 11 de enero de 2014

ANTICIPO. César Merea. "La transformación del psicoanálisis" (FCE, febrero 2014)


El estudio del alma tenía para Aristóteles un lugar central respecto de otros objetos de conocimiento humano ya que daba cuenta del conjunto del saber y de la naturaleza. La transformación del psicoanálisis propone un recorrido por el estudio del alma –considerada como psiquismo-, sus relaciones con el cuerpo, los afectos, el lenguaje y la acción que nos constituyen como sujetos. El alma es parte de un cuerpo, que es energía originada en el Big Bang, y es precisamente esta energía la que a través de un largo camino produce el psiquismo.
La pregunta por el devenir de los sujetos, inmersos en una cultura en crisis, conduce a E. César Merea a considerar los problemas actuales del psicoanálisis como un saber y como práctica. En tal sentido, se interroga sobre cómo será el segundo siglo de existencia de esta disciplina que se ocupa del alma: "Dirigiéndonos hacia el interior del psicoanálisis: ¿cómo se transforma él mismo en función de sus crisis internas y las que le proponen las sociedades de una cultura en crisis? ¿Cómo se integran –cómo se interobjetivan, diría yo- todas sus diferentes perspectivas internas?".
En La transformación del psicoanálisis, E. César Merea dialoga con otros psicoanalistas, escritores y filósofos, y recurre a diversas disciplinas para dar cuenta de los desafíos que las crisis del sujeto y la sociedad imponen al psicoanálisis en la actualidad.

viernes, 10 de enero de 2014

Lic.Mónica Peisajovich. "El paseo en la clínica con niños" (Ricardo Vergara editores, 2013)



El objeto a es evanescente, el trabajo de un análisis puede perdurar mucho tiempo pero el pasaje por la causa castración es un paso y un paseo ineludible en la vida cotidiana, en la tarea de un analista.
"Si no creyera en lo que creo, en el valor de la palabra": parafraseando la canción que tanto me convoca en el trabajo con niños y adolescentes, no podría trabajar en esta hermosa profesión que hoy tengo como gratitud compartir con ustedes en este libro.
"Me preguntarán por qué cantamos?", porque quien olvida el origen no puede sino renegar el resto del camino por transitar. "Largo es el camino para andar" me dijeron una vez, espero que a otros les resulte más sencillo con estas palabras, con estas páginas, donde lo que leerán es el día a día de mi trabajo en mi consultorio, un consultorio a "puertas abiertas" para ustedes.
Este libro tiene la humilde pretensión de ser un "color esperanza" (canción mediante) en la vida de los analistas en formación, una transmisión de lo que a mi me pareció oportuno para trabajar con mis pacientes, fruto de la causa como creación: no puedo sino seguir una metáfora en la transmisión a la cual llamo: "generosidad".
Mi deseo es que ojalá ustedes puedan disfrutar tanto de la lectura como yo de su escritura que resulta del trabajo con estos pacientes.
Gracias por leerlo, gracias por ponerlo en la buena biblioteca de ustedes, gracias por seguirme.

Lic. Mónica B. Peisajovich

jueves, 9 de enero de 2014

Carlos Faig. "Ensayos II. Matemática de los grafos" (Ricardo Vergara Ediciones, 2013)

Después de jugar con lo visible y lo invisible, en los esquemas ópticos del llamado Informe de Lagache, dejando atrás el velo y su más allá, la escisión del espacio (euclidiano, aunque enrarecido) que impone el esquema L, encontramos que los grafos producen un irrepresentable. El cruzamiento doble   e invertido de  las líneas que lo componen, aunque escape a primera vista, no pertenece al campo de la representación. Estás cuatro clases tratan, en diversas aproximaciones, de esa ruptura. Quizá aquí comienza la topología de Lacan, después de algunos tanteos y cuando el Seminario suelta sus amarras del estructuralismo de Jakobson y Lévi-Strauss.

   En Matemática de los grafos pretendo demostrar los siguientes puntos:
   -El grafo es el matema de Escritos;
   -Transitivismo y concurrencia son sus operaciones básicas;
   -La raíz de menos uno resume buena parte del desarrollo;El grafo no es aplicable al material clínico (aunque Lacan no deje de hacerlo). Llamo a esta operación, por regla general analógica u homológica, “grafo en el grafo”.La problemática de la satisfacción solo es ubicable en la cadena significante a partir de una perforación (del Falo). La satisfacción se produce en presencia, mientras que, por el contrario, el significante re-presenta. De allí la importancia de un cruzamiento ajeno a la representación que se resuelve en el fantasma y el deseo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Diego Calb-Ana Moreno. "La ciencia del sueño" (o amanecer de una noche agitada). (Siglo XXI-ciencia que ladra, 2013)


¿Por qué dormimos? ¿Qué pasa con nuestro cerebro y nuestro cuerpo a lo largo de una noche de sueño? ¿Es cierto que algunas personas pueden programar su reloj interno para despertar a la hora deseada? ¿Hay gente más mañanera y otra más noctámbula, o esos rótulos sólo sirven como excusas sociales? El sueño es uno de los mayores misterios de la ciencia, y también de nuestras camas cotidianas. Nos entregamos a él sin saber a dónde nos lleva, y hasta soñamos las historias más fantásticas para realizar un viaje al fin y al comienzo de la noche (o de la siesta, en algunos casos).

En este libro Ana Moreno y Diego Calb nos invitan a dormir y soñar y, sobre todo, a entender qué nos pasa cuando cerramos los ojos (y cuando los movemos furiosamente en algunas etapas). Cabalgaremos en la aventura de los sueños de todas las formas y colores, miraremos por el ojo de los terrores nocturnos y hasta nos adentraremos en la otra pesadilla, la del insomnio y demás trastornos del sueño. Dormir es una ciencia… y un arte.

Este ágil y nada soporífero libro obtuvo el primer premio del Segundo Concurso Ciencia que ladra-LA NACION. ¡Pasen, lean y sueñen!

martes, 7 de enero de 2014

Susana Cella. "Joyce Hotel" (nota publicada en suplemento Radar Libros de Página 12, domingo 5/1/14)




Apenas mencionado, el nombre de James Joyce evoca al Ulysses, a Dublinenses y quizá al Finnegans Wake. Como hitos de una obra mucho más extensa, ofrecen en cierto sentido un marco donde ir ubicando el camino escriturario de Joyce, la elaboración de los textos poéticos, ensayísticos y narrativos, cuya evidente diversidad sin embargo entraña una profunda relación: “una rara coherencia” en tanto “todas esas obras en conjunto pueden leerse como una única gran novela cuyas distintas partes se reflejan unas a otras, novela integrada también por las publicaciones póstumas ... Un alter ego ficticio que pasa de un libro a otro o se desdobla dentro de un mismo libro, amigos y familiares utilizados individualmente o en grupo como modelo para distintos personajes, ideas o frases de una carta o un poema o un artículo que pasan a una novela o una pieza teatral, cosas oídas al pasar y anécdotas propias recreadas y transfiguradas: todo parece parte de una vida concebida como una gran novela, un gran teatro del mundo propio”, anota Pablo Ingberg en el prólogo a la única obra de teatro que se conserva de James Joyce, Exiliados, de 1918, y que, junto a Giacomo Joyce y Finn’s Hotel, acaba de traducir, prologar y anotar, en un esmerado trabajo que provee criterios sobre la traducción, referencias bibliográficas múltiples y necesarias, y no menos, precisas y datables experiencias del autor sistematizadas en una muy detallada cronología. Lo que en conjunto permite ver algo así como lo que podría llamarse la escena de escritura joyceana.

La lejanía de la natal tierra irlandesa, la vuelta, la idea de permanecer allí o no, son parte del conflicto planteado en la pieza teatral, entre los cuatro personajes principales, dos hombres y dos mujeres, en un complejo juego donde atracciones, fidelidades, pruebas, dominio y sometimiento, se juegan en clave de una exploración, dolorosa, del amor. “Digan lo que digan los críticos, todas estas personas –incluso Bertha– sufren durante la acción”, señaló Joyce en sus Notas a esta obra, donde, a manera de un ensayo, se dedica a analizar su propio escrito en lo que concierne a los protagonistas, forjados a partir de concretas vivencias entretejidas y simbolizadas según un magma de textos, así, la Biblia, los filósofos “celtas” donde incluye a Hume, Berkeley y Bergson y al patriota Parnell, lo que bien se conecta con aquellos relatos de Dublinenses en los cuales el límite intraspasable es la imposibilidad de irse, de cruzar una línea prohibida. No pocos esfuerzos hizo Joyce para que su obra teatral fuera representada. Alcanzó en su tiempo sólo unas efímeras puestas y varias críticas negativas.

En cuanto a las otras dos, se publicaron mucho después de la muerte de Joyce. Giacomo ya ha tenido traducción castellana, pero Finn’s Hotel, que luego de un trabajo filológico se publicó en inglés en 1992, aparece recién ahora en nuestra lengua. El primero quedó grabado con elaborada grafía de Joyce en papel de dibujo, una especie de registro que el artista escribió en párrafos separados por blancos en la página, respecto de una fascinación amorosa. La circunstancia puntual: uno de los modos de la precaria supervivencia de Joyce y su familia en el extranjero provenía de clases de inglés. Entre sus alumnas alguna le despertó un sentimiento apasionado, que pudo grabar en un cuaderno, abandonado luego en Trieste y recuperado por el devoto hermano Stanislaus.

El principal biógrafo y especialista en Joyce, Richard Ellmann, lo llamó un “poema en prosa”, quizá porque cada parte tiene la consistencia e intensidad lírica que incluye tramos narrativos donde consigna qué pasaba con el profesor y la alumna, con la familia, con la ciudad de exilio y la propia, manifiesta en fragmento como este: “Una criatura dulce. A medianoche, después de la música, toda vía San Michele arriba, estas palabras se dijeron suaves. ¡Calma, Jamesy! ¿Nunca caminaste por las calles de Dublín a la noche sollozando otro nombre?”. Las conjeturas respecto de quién sería la estudiante que inspiró tales escritos son varias y en esta edición aparecen con nombres y fotos (Annie Shleimer, Amalia Popper, Emma Cuzzi). Más allá de cuál de ellas pudo haber sido, lo que surge es un la constitución de un personaje, concreto e inquietante, una mujer perturbadora que no es la pareja de Joyce, o sea, la siempre presente Nora Barnacle, con quien años atrás se había ido escandalosamente de Irlanda (como amantes), la que trabajó en el Finn’s Hotel, la que tuvo su primera cita con Joyce el 16 de junio de 1904, el famoso día del Ulysses.

En el centro de Dublín, todavía hoy se puede ver el edificio de ladrillo rojo con la inscripción en letras blancas: el Finn’s Hotel, título de la obra datada en 1923, vale decir después del Ulysses y antes del Finnegans Wake. Además de la introducción de Pablo Ingberg, preludia este texto Danis Rose (editor), quien reafirma el modo de trabajo joyceano: “Primero él crea un texto o textos, donde convoca a filas a sus personajes. Desarrolla esto en mayor o menor medida, luego lo abandona, tras haberlo desde entonces (ahora con sus personajes in situ) re-concebido. Luego desarrolla a nuevo la versión re-imaginada, reutilizando en ocasiones partes de los textos anteriores”. Y, antes de encontrarnos con los diez capítulos precedidos de ilustraciones como de historieta (obra de Casey Sorrow); el poeta y novelista Seamus Deane titula su prólogo con una definición del Finn’s: “Una historia de Irlanda de James Joyce”. Precisamente, de James Joyce, con su estilo, sus derivas, sus indagaciones en las palabras, sus abundantes menciones a la tradición remontándose a San Patricio, y extendiéndose más allá de Dublín, a toda la isla. Este breve texto, que había quedado mezclado entre muchos apuntes y escritos confirma su carácter de obra singular en la trama de toda la obra joyceana.

lunes, 6 de enero de 2014

Pablo Peusner. "Los admirables capítulos 4 y 5 (del libro 2) de la Física de Aristóteles (Lacan dixit)"


En el seminario 11, Lacan introduce su binario de tyché y automatón a partir de la referencia a la Física de Aristóteles. Esos admirables capítulos 4 y 5 del segundo libro de la Física son complejos y exigen algunas puntuaciones. Hace un tiempo me ocupé de una lectura de los mismos, que aquí comparto con todos ustedes. Pueden descargar el texto completo haciendo clic aqui