martes, 30 de septiembre de 2014

Isabella Cosse. "Mafalda: historia social y política" (FCE, 2014)



En 1964, la revista Primera Plana lanzó una tira de humor cuya protagonista era una niña de clase media, intelectualizada y rebelde, llamada Mafalda. Cincuenta años más tarde, la genial tira de Quino se ha traducido a cerca de veinte idiomas, se sigue reeditando y agotando año tras año, y se ha transformado en un fenómeno mundial.
¿Cómo se explica el éxito y la perdurabilidad de Mafalda? ¿Cuáles fueron sus sentidos sociales, políticos y culturales a lo largo de medio siglo? ¿De qué modo la historieta de Quino se volvió un fenómeno cultural significativo a escala global con vigencia hasta la actualidad? Isabella Cosse propone un recorrido por la historia de las últimas cinco décadas siguiéndole la pista a Mafalda, quien se convierte en una original puerta de entrada a las conmociones sociales, políticas y culturales de todos esos años. La reconstrucción sigue el periplo del personaje que ofreció una reflexión sobre temas tan diversos como el autoritarismo, los enfrentamientos generacionales, el feminismo, la identidad de las clases medias y los cuestionamientos al orden familiar. Así, da cuenta de un espacio social, político y moral que surgió de la intersección de la clase media y la contestación generacional de los años sesenta en Argentina, pero que traspasó esos marcos nacionales, sociales y generacionales.
En Mafalda: historia social y política, Isabella Cosse reconstruye la historia detrás del mito, "las relaciones sociales, los dilemas políticos y las dimensiones culturales y económicas que explican por qué Mafalda cobró vida fuera de los cuadros y aún hoy está con nosotros".

lunes, 29 de septiembre de 2014

Rafael Casajús. "Del goce". Lecciones de psicoanálisis (Letra Viva, 2014)



En estas lecciones —de acuerdo con una evocación freudiana— Rafael Casajús expone el valor clínico de la noción de goce. De esta manera, realiza el designio lacaniano de renunciar al concepto cerrado sobre sí mismo, transparente en su definición, pero inútil en la práctica. Por el contrario, Casajús enseña el modo en que esta categoría nombra mucho más una operación sobre la experiencia, cuando esta última incluye la posición del analista como una variable fundamental. Con un estilo claro y sin dogmatismos, Casajús se aleja de las frases grandilocuentes, de la comunicación solemne, para conseguir una transmisión de esos pequeños detalles que, al revelarse como apoyo de la estructura, ponen en acto la fibra íntima de la clínica psicoanalítica. 

Luciano Lutereau

sábado, 27 de septiembre de 2014

Sergio Zabalza. "Intimidados en internet". Versiones de lo íntimo, públio y privado en la era del ciberespacio (Letra Viva, 2014)



Ese espacio subjetivo al que llamamos intimidad tiene, en la experiencia humana, un puntual inicio aunque un incierto futuro. Según Hanna Arendt, “llamamos privada a una esfera de intimidad cuyo comienzo puede rastrearse en los últimos romanos, apenas en algún período de la antigüedad griega, y cuya peculiar multiplicidad y variedad era desconocida en cualquier período anterior a la Edad Media”.

Lo cierto es que hoy el imperio del ciberespacio ha trastocado las categorías de lo íntimo, lo público y lo privado. Las redes sociales exponen detalles que antaño hubiera sido impensable compartir. ¿En qué consisten los peligros que, para la sensibilidad de una persona, pueden acarrear estas nuevas fronteras subjetivas? ¿Dónde está el límite?

El pudor y la vergüenza pueden ayudarnos en nuestra pesquisa. Es cierto que la vergüenza es sinónimo de incomodidad o de invasión, aunque no siempre el rubor es el resultado de un atropello o transgresión. Es posible entonces que la intimidad refiera esa zona de la privacidad que admite ser compartida con el semejante, una suerte de entrega que el pudor acepta brindar aunque más no sea en un diario íntimo. El amor y la muerte aportan magníficos ejemplos de esta entrega consentida.

En efecto, el fino y delicado equilibrio entre lo íntimo y lo privado es la llave de la seducción. Nuestra intimidad se expande cuando Spinetta canta: “te robaré un color”. Y otro tanto ocurre con el trabajo del duelo, esa ceremonia íntima que sin embargo se hace pública para que una persona, a condición del debido respeto que se le debe a su dolor, admita ceder el objeto perdido.

“Nadie ha determinado hasta aquí lo que puede un cuerpo”, decía Spinoza. Frase que, con perdón del abuso, hoy bien podría traducirse: “Nadie conoce los destinos del goce cuando la pantalla no vela al objeto”. Por lo tanto se trata de una pregunta a dejar abierta. Después de todo, en este punto crucial es donde se libra la batalla ética  a la que la época nos convoca. Lo que cuenta, tal como decía Lacan, es advertir el embrollo en el que estamos metidos. Algo de esto anima la redacción de este libro.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Marta Gerez Ambertín. "Imperativos del superyó". Casos Clínicos (Letra Viva, 2014 - edición aumentada y corregida)



“Un vez trabajado en concepto del superyó en todas las acepciones e incidencias teóricas planteadas por Freud y Lacan, encontró Marta Gerez Ambertín que había una tarea fundamental a realizar: había que demostrar cómo funcionaba y para qué servía el concepto de superyó en la clínica psicoanalítica, eso que los autores más objetivos dentro de la internacional  psicoanalítica reconocen que está faltando. Volviendo sobre los casos de Freud y de Lacan, tomando como extensión al pequeño Arpad de Ferenczi, y añadiendo casos reveladores de su propia cosecha, consigue Marta Gerez Ambertín mostrar la invasión superyoica en las diferentes estructuras clínicas. Con este libro tenemos también una nueva clínica: la clínica del deseo desde la cual es posible, a veces, negociar con la intrusión superyoica, aspecto insalvable en toda consideración  de un caso psico-analítico. Desde ahora habrá que preguntarse siempre por el acto (y sus pasajes); en suma, por la presencia del “arsenal nuclear” del superyó tanto en psicosis como en las perversiones y las neurosis. Ninguna consideración de un caso vivido en el psicoanálisis podrá considerarse integrada si no es después de definir cómo han incidido los imperativos del superyó  en la estructuración del material de dicho análisis...”

Dr. Néstor Braunstein

jueves, 25 de septiembre de 2014

Entrevista de Pablo Chacón para Telam a Luis Guzmán, a propósito de su nuevo libro "Kafkas" (Edhasa, m2014)



En "Kafkas", el escritor y psicoanalista Luis Gusmán se ocupa de un Franz Kafka multiplicado en cartas, diarios, aforismos, relatos, novelas encalladas, formas de un corpus que se sostiene en cierta mitología y en la lectura obsesiva de Goethe y Baudelaire, y acaso en el deseo prometeico de refundar la literatura en el doble gesto de abolirla y escribirla sin cesar.
El libro, publicado por la editorial Edhasa, coincide con la reedición de "Brillos" y por la inminente aparición de una novela flamante.
Gusmán nació en Buenos Aires en 1944. Es parte del consejo editor de la revista Conjetural y entre sus libros pueden contarse El frasquito, Cuerpo velado, El corazón de junio, Villa, La muerte prometida, El peletero, Lo más oscuro del río, Hotel Edén, Ni muerto has perdido tu nombre, Los muertos no mienten y La casa del Dios oscuro.
Para acceder al diálogo que sostuvo con Télam, hacé clic aquí


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Gilles Deleuze. "El poder. Curso sobre Foucault". Tomo II (Cactus, 2014)



"El poder" recopila la segunda parte del curso sobre Foucault que dictó Gilles Deleuze en la Universidad de Vincennes. El curso había comenzado a fines de 1985 a partir del eje del saber. En esta segunda parte, de principios de 1986, se aborda lo que Deleuze considera el segundo gran eje del pensamiento de Foucault: el poder.
Para Deleuze el pensamiento nunca es un sistema, implícito o explícito, sino un recorrido vital y práctico, plagado de permanencias, de choques, desvíos, encerronas, saltos bruscos y abandonos, que no son objeto para una reconstrucción, sino exigencia para un nuevo pensamiento. Por eso, comentario y creación son indisolubles. El poder nos brindará entonces periodizaciones de la obra, relaciones con el período post-68 en Europa, con el marxismo y el existencialismo, y también con Nietzsche. Comentará los postulados para un análisis del poder y nociones como la de microfísica, disciplina, y biopolítica. Pero a un segundo nivel la obra se recrea y todo se redistribuye, al punto de que permite leer, por ejemplo,Las palabras y las cosas, una obra supuestamente anterior al período del poder. Es que el concepto de poder reclamará el despliegue de una verdadera filosofía de las fuerzas y la invención de la noción de diagrama. El problema de la relación con el saber será legible a través de la integración matemática y la diferenciación biológica. Por último, el enigma de los contrapoderes y del cambio histórico exigirá delimitar una noción de “afuera” que anuncia la transición hacia el tercer eje de la obra de Foucault: el deseo

lunes, 22 de septiembre de 2014

Entrevista a Luciano Lutereau a propósito de la pronta aparición de su nuevo libro, "El idioma de los niños". Lo infantil en nuestra época (Letra Viva, 2014). Por Pablo Chacón para Telam



El libro, que será publicado prontamente por la editorial Letra Viva, aborda esos problemas por fuera de cierta jerga, en la tradición que el autor reivindica como una herencia de Francois Dolto y Donald Winnicot.

Lutereau es doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y Magister en Psicoanálisis por la misma universidad, donde se desempeña como docente e investigador. Entre sus libros, Los usos del juego y ¿Quién le teme a lo infantil?

Haciendo clic aquí, podés acceder a la conversación que sostuvo con Pablo Chacón, para Télam.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Adriana Lassalle. "Órgano, cuerpo, rasgo". Clínica psicoanalítica del fenómeno psicosomático. (Letra Viva, 2014)



Este libro nace de la experiencia. Refleja líneas de búsqueda teórica señaladas por la escucha analítica de pacientes que sufrían el cuerpo. A partir de esa escucha y la elaboración clínica, se fueron delineando hipótesis de investigación, en función de los obstáculos en la dirección de la cura, los interrogantes en la transferencia y, además, los modos posibles de intervención del analista. El vínculo del saber del psicoanálisis con el sufrimiento expresado en el cuerpo devela un pasaje enigmático de la psiquis del órgano. Poder situar algo de estos intrincados caminos es el intento de este libro. El lugar de intersticio del fenómeno psicosomático implica una interferencia o desvío hacia una serie particular armada con las nociones de órgano, cuerpo y rasgo, que convive con la serie inhibición, síntoma y angustia. La prevalencia de la primera serie en la clínica exigía ser examinada en su origen, estructura y función. He aquí el trabajo de Adriana Lassalle en este libro, que expone los resultados de sus tesis de Doctorado en Psicología en la Universidad Nacional de Rosario.

Luciano Lutereau



jueves, 18 de septiembre de 2014

Juan Mitre. "La adolescencia: esa edad decisiva". Una perspectiva clínica desde el psicoanálisis lacaniano. (Grama, 2014)



En las páginas que siguen, el autor nos propone un vasto recorrido en el cual se aúnan elementos clínicos, reflexiones sociales y consideraciones generales sobre el fenómeno actual de la adolescencia. Estos elementos se unen y constituyen un conjunto coherente cuyas perspectivas sobre la adolescencia y su tratamiento están perfectamente indicadas.

[…] Así como hay algo general respecto de la adolescencia, también están las salidas de ese periodo. Dichas salidas están dadas por las posibilidades inherentes a la lengua, la cual permite suplantar con una creación propia a cada sujeto las fallas estructurales que se despiertan en este periodo de la vida.

El autor propone escuchar al adolescente, y su libro "La adolescencia: esa edad decisiva…" es el testimonio elocuente de las posibilidades del tratamiento psicoanalítico de los jóvenes.

Del Prólogo de Francisco-Hugo Freda

martes, 16 de septiembre de 2014

AA.VV. "Un estrago. La relación madre-hija" (Grama. 2014)



Texto de contratapa

"[…] conozco a los autores de este escrito –cuyo número marca el estilo con el milagro de haber podido resolver una redacción conjunta– porque tuvieron a bien no sólo que los orientase en los estudios de la enseñanza de J. Lacan, sino arriesgar discutir casos clínicos conmigo durante mucho tiempo. Es en esa secuencia que decantó el nudo difícil de resolver en análisis que presenta una mujer cuando se sitúa por relación con su madre y/o con su hija. Hacer de eso un tema de investigación no podía sino entusiasmarme, porque cualquier pequeño esfuerzo en esa línea ayuda a sacar a luz los fundamentos de una enseñanza de Lacan al respecto, firme, continua, orientada, pero casi paradojal.

[…] con las precisiones aportadas por Lacan en dirección a rastrear una estructura en la teoría edípica, los autores releyeron a Freud, y nos muestran unas pocas y muy justas conclusiones de las que, en mi opinión, cada una es indispensable en tanto tal para situarse en el tema. Subrayaré lo que aquí encontré: que a la pregunta psicoanalítica pionera de Freud sobre qué quiere la mujer, con la que perfora su propia respuesta fálica, él mismo le buscó respuesta en ese vínculo relativamente preedípico madre-hija; y que las satisfacciones pulsionales, parciales, autoeróticas, probadas por él en ese vínculo, aunque evocadas tal vez con un poco de exageración, no son sin las insoportables respuestas de los mandatos maternos insensatos que vociferan de modo invertido una ausencia de respuesta".



lunes, 15 de septiembre de 2014

Coloquio de la ELP, "Un dire atopique Daniel Paul Schreber"



Coloquio de la ELP, organizado el 9 y 10 de noviembre de 2013
descarga gratuita y directa desde la página de la editorial, haciendo clic aquí

sábado, 13 de septiembre de 2014

Élisabeth Roudinesco. "Sigmund Freud, en son temps et dans le nôtre" (Seuil 2014)




Cientos de obras se escribieron en el mundo acerca del médico vienés, fundador del psicoanálisis (1856-1939), y algunas decenas de biografías le han sido consagradas. ¿Por qué proponer hoy en día una nueva lectura de su vida y de su obra?
En principio porque desde la última de esas biografías, la de Peter Gay (1991), se abrieron nuevos archivos a los investigadores (especialmente, acerca de sus pacientes) y lo esencial de su correspondencia resulta ahora accesible. Pero también, y sobre todo, porque queda mucho por decir sobre el hombre y su obra. Y de entrada, lo siguiente: la invención del psicoanálisis está profundamente ligada a la crítica de la familia tradicional, que Freud experimentó en su propia infancia, él, el mayor de los ocho hijos de Amalia y de Jacob Freud, nacido en Freiberg, Moravia.
Y también porque el fundador del psicoanálisis fue un vienés de la Belle-Epoque, sujeto del Imperio austro-húngaro, heredero de las Luces alemanas y judías. Y el psicoanálisis mismo es el fruto de una empresa colectiva, de un cenáculo romántico en el seno del cual Freud habrá dado libre curso a su fascinación por lo irracional, las ciencias ocultas y la parte oscura de nosotros mismos, transformando fácilmente a sus amigos en enemigos -a la vez Fausto y Mefisto de alguna manera, y siempre en nombre de la razón y de las Luces-.
Y también porque Freud, pensador de la modernidad pero conservador esclarecido en política, nunca dejó de actuar en contradicción con su obra.
Freud está ahí, en su tiempo, en su familia, en su cenáculo, rodeado de sus colecciones, de sus mujeres, de sus hijos, de sus perros... he ahí finalmente presa del pesimismo ante la escalada de los extremismos, capturado por las dudas a la hora del exilio londinense donde terminará su vida.
Pero también está aquí, en nuestro tiempo, nutriendo nuestros interrogantes sobre sus propias dudas, sus fracasos y sus pasiones...



martes, 9 de septiembre de 2014

Sigmund y Anna Freud. "Correspondencia, 1904-1938". (Paidós, 2014)



“Mirándote me doy cuenta de lo viejo que soy, porque tienes exactamente la misma edad que el psicoanálisis. Los dos me han causado preocupaciones, pero en el fondo espero de tu parte más alegrías que de la suya”, le dijo Sigmund a Anna a finales de 1920. Esta frase muestra la profundidad y el valor de la relación entre psicoanálisis y filiación que Freud atribuye al rol que Anna representará en la historia de esta disciplina, como hija, pero también como una de las fundadoras del psicoanálisis de niños. Esta publicación de casi trescientas cartas entre Sigmund Freud y su hija Anna constituye un documento excepcional en varios sentidos. Además de ofrecer una crónica de la vida de una familia vienesa durante los primeros decenios del siglo XX, permite el acceso a una visión de Sigmund Freud en tanto hombre, ocupado en la construcción de su obra teórica, de los avatares de la clínica y las preocupaciones cotidianas de un padre de familia atento a los acontecimientos de la vida diaria. Pero antes que nada, es un documento acerca de cómo el psicoanálisis se convirtió en un modo de relacionarse entre padre e hija y cómo los unió de una manera única, profunda, al compartir sus intereses profesionales.

En este sentido, Correspondencia 1904-1938, a la vez completa y se diferencia de Cartas a sus hijos, publicado anteriormente en esta colección, ya que permite una visión más integral y humana de la personalidad del padre del psicoanálisis, a la vez que reafirma sus inagotables cuidados por lograr una conceptualización lo más acabada posible de los conceptos de su creación.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El Foro de Tucumán-Salta-La Rioja del Campo Lacaniano, invita a las actividades programadas en la ciudad de Tucumán, con la presencia de Rithée Cevasco



Jueves 6 de Noviembre – 19.00 hs.

 MESA PANEL
¿Por qué la familia estaría amenazada?

Integrantes: Rithée Cevasco, Pablo Peusner, Irene Benito y Gladys Mattalia

Lo que el psicoanálisis constata, en la singularidad de su experiencia, es que el sujeto, por lo menos por un tiempo, no hace más que hablar de su familia; cualquiera sea su configuración: mono, hétero, homoparental…
¿Qué es una “familia”? Para decirlo con sencillez, no hay otra manera más contundente que la que Lacan nos enseñó: una familia aporta al cachorro humano un “deseo no anónimo”. Decir que un deseo no es anónimo conlleva lo “irreductible de la transmisión”; muy distinto del orden de las satisfacciones vitales.
Asistimos desde hace un tiempo a la separación de la sexualidad y la reproducción y ello no es sin modificaciones subversivas en el campo familiar.
¿Sabrán los psicoanalistas estar a la altura de la “subjetividad de su época” y extraer un saber de los nuevos malestares de la civilización y de las nuevas lógicas de los lazos colectivos? ¿Sabrán hacerlo sin dejarse guiar por lo que es lo “norme-mâle”, la “norma-macho”?

 ***

* Viernes 7 de Noviembre  - 09.30 a 18.00 hs
* Sábado 8 de Noviembre - 09.30 a 13.00 hs.
  
SEMINARIO 

 REALIDADES SEXUALES EN LA ACTUALIDAD
La sexuación inconsciente y lo real fuera del sentido

A cargo de RITHÉE CEVASCO

¿Qué nos enseña el inconsciente respecto a la sexualidad en general y, más específicamente, respecto a la sexuación,
término con el que Lacan construye la "discordancia" de los sexos, a diferencia de la anatomía y/o el género?
A esta pregunta, que hemos de proseguir en sus elaboraciones en Freud y en Lacan, una respuesta  se impone y Lacan la expresará con el enunciado de un axioma de negatividad:
La relación / proporción sexual no puede escribirse.
Por esta vía entramos en un real que se ha impuesto como inferencia de la práctica analítica y que constituirá el "real" que la orienta. Real que agujerea el campo de lo simbólico y saca a luz un resto que nunca podrá recubrir el campo de la significación y el sentido. Pero la clínica impone, a su vez, un abordaje de un real cuyas manifestaciones "enigmáticas" no cesan de escribirse. Estas manifestaciones las abordaremos por la doble vertiente de la prueba de un real fuera de sentido:  síntoma y  afectos enigmáticos. Haciendo hincapié en la angustia y sus consecuencias en la dirección de la cura en su inicio, desarrollo y fin.

*** 

* Lunes 10 de Noviembre - 19.00 hs.

ACTIVIDAD DE ESCUELA  
¿Por qué la Escuela se presenta como una experiencia "original”?

A cargo de RITHÉE CEVASCO

La idea de este espacio es replantear, una y otra vez, en qué la experiencia de la Escuela puede ser calificada como "experiencia original".
La necesidad de su verificación en los dispositivos que permiten constatar  tal originalidad respecto a otro tipo de asociación, grupo o institución analítica: el cartel y el pase.
La originalidad de la Escuela no deja de estar acompañada de un intento de sostenerse en lazos que intentan contornear el empuje a la asociación por identificación al estilo de la "masa" freudiana.
¿Qué otro tipo de identificación puede sostener un "hacer común" que se conjugue  con la singularidad del “uno por uno”?
Lo cual nos llevará a un examen de aquello que Lacan propuso muy tempranamente como una reflexión sobre la lógica colectiva.


Lugar 
Hotel Catalinas Park – Av. Soldati 380 – S. M. Tucumán
  
INFORMES E INSCRIPCIÓN: 
Por mail: info@epfcl-tucuman-salta.com.ar  | Tel. (0381) 3077497 – Cel. 3814189303
www.epfcl-tucuman-salta.com.ar


RITHÉE CEVASCO es Psicoanalista, ejerce en París, 
Barcelona y Buenos Aires. Lic. En Sociología (UBA).
Miembro Asociado e Investigadora hasta 2006 del Laboratoire de Psichanalyse et Pratiques Sociales
CNRS, Universités de Paris VII et Amiens
AME (Analista Miembro) de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.
Miembro del Forum Psicoanalitic de Barcelona.
Miembro del Colegio de Representantes de la EPFCL – España 2010-2012.
Miembro fundador de P&S (Centro de Investigaciones Psicoanálisis y Sociedad).
Miembro fundador de la Editorial S&P.
Enseña el Psicoanálisis en España, Francia, Estados Unidos y Argentina.
Autora de numerosas publicaciones sobre teoría y clínica psicoanalítica.
Autora del libro: La discordancia de los sexos, Ed. S&P (2010).
Co-autora del libro: Ser-para-el-sexo: Diálogo entre Filosofía y Psicoanálisis, Ed. S&P (2013).
Co-autora del libro: Analizando el cuerpo: La vigencia política del Psicoanálisis, Ed. S&P (2013).

martes, 2 de septiembre de 2014

Aquiles Cristiani. "Libros invisibles. La clínica y la lectura"

  


Libros invisibles. La clínica y la lectura





La plaza del ghetto se reduce a los límites del ghetto. 
El árbol de Saussure. Una utopía, Héctor Libertella

1. Una auditoría imprevisible

Cada martes y jueves doy un taller de lectura en un Centro de Día para Discapados Intelectuales Adultos en el que trabajo desde hace dos años. Se me ocurrió releer los libros que me habían llevado a querer escribir, y algunos otros que pensándome hoy como ese chico me habría gustado leer entonces. Puede parecer egoísta haber seleccionado mis libros pero la realidad es que la biblioteca de la institución se compone de ejemplares donados, y son “infantiles”, pedagógicos o enfáticamente morales y el interés que suscitan es similar a la creatividad que despliegan. En cambio, cuando leemos Kipling, Quiroga, Wilde, incluso si alguno de estos autores suelta largas páginas “en las que no se entiende nada”, el grupo entero acompasa un silencio que procuramos respetar.
Daba por sentado que en todo relato movilizador se manifestaría una función elemental, la de multiplicar sentidos, pero no todos vamos a la literatura en pos de enriquecer un rango interpretativo. Parece obvio aunque asumirlo sea muy complejo. Si cierta función de base del relato habilita nuevos sentidos o si se rechaza la definición seguimos parados en el mismo sitio; es bastante arduo, por lo menos para mí, interrogar a la literatura desde un espacio donde el sentido no contempla diferentes acepciones.
Podríamos ubicar en el niño pequeño un acceso al relato anterior a la posibilidad “armar” la historia que está escuchando, pero cabría preguntarse si no es la voz del afecto la que suple una construcción en ciernes. Ahora, ¿cómo se piensa la literatura cuando un adulto no seria palabras estableciendo una escena, una imagen, el vínculo entre una pregunta y su contestación? ¿Estaríamos hablando de literatura?
La ronda de concurrentes empieza con Germán, el primero en llegar con un librito de bebé en la mano, hipoacúsico leve, es de River y de River-Boca; le sigue Diego, un Down con una ecolalia alegre e irrefrenable; luego José María, otro Down muy lúcido pero mejor mentiroso (que reconoce la mentira cuando dice la verdad pero nunca cuando miente); después Juan, un muchacho que pronuncia sólo dos palabras (puta y agua); y por último dos retardos moderados, hipoxias perinatales (daño cerebral por asfixia en el parto), un joven, Adriel, que expresa cosas bastante notables pero al que basta preguntarle ¿cómo era eso? para que conteste “no sé, se me borró todo, no puedo pensar”, y Alicia, una señorita, como a ella le gusta definirse, que de entrada aclara que ni se casó ni tiene apuro a sus 50 años, la mujer con el peor humor del mundo: las 24 horas está retando a los demás, a mí, antes del taller de literatura me decía “abuelo” y más de una vez me gritó.
En fin, una tarde cayó sin aviso una auditoría de PAMI y la colega que se ocupó de recibirla me dijo que señalaron mal mi taller. A su lado, otra que colega mostró los dientes y empezó a fusilar la visión cognitiva de la comprensión de texto, a preguntarse a qué se deberían ciertos “efectos”, por ejemplo el buen humor y toleracia de Alicia hacia los demás durante el taller.
No hablamos solamente de psicosis trastorno añadido, según se indica en los legajos, sino también de deficits neurológicos que anticipan que determinadas operaciones lógicas no podrían realizarse. De allí que la auditora se sintiera engrupida y yo interpelado.
Fue un disparador, un dicho que puso una pregunta entre la literatura y la comprensión de texto como acceso a la narración, definición rancia si las hay, aunque si uno escarba un poco descubrirá la dificultad que encierra pararse “allá afuera, en medio de la plaza, [cuando] aquel árbol se esfumó como idea. Ahora sólo hay un poco tronco con ramas y hojas, sujeto, a su ser eso...”[1].  


2. Alicia en el país de Tom Sawyer

Adriel despierta de la siesta y antes de “hacer higiene” pone la pava en el fuego. Para cuando termine de lavarse los dientes el agua estará lista y subirá al primer piso con el mate. Arriba, en el único espacio donde hay sillones en el Centro de Día, lo esperan los demás. Si bien todos fueron derivados al Área Terapéutica por su dificultad para relacionarse y sostener una tarea, sus capacidades son tan distintas que hablar de retardo o debilidad mental es tan laxo como decir que son todos argentinos.
No sé si corresponde pero antes de acercarme a los sillones espío. Alicia (la eterna gruñona) no está increpando a nadie y Diego, en silencio. Bien, después de una caminata solemne digo con severa formalidad: “Señores, retomamos la lectura”.
Alicia no recuerda la trama. Cuando intentamos recapitular es José María (45 años, Down) el que recorre la historia a sus anchas. Alicia dice “sí, era así” y con eso conglomera todos los vértices de la historia en una sola frase.
Adriel fue el primero en insistir con que la literatura era muy difícil y que debíamos analizar el libro palabra por palabra. Y no habría que escuchar apenas un rasgo delirante en su meticulosidad sino también que en cada término quizá esté todo, que el relato recomienza cada vez, como esas cajas de sorpresas dentro de cajas de sorpresas a las que nos acostumbró Copi pero sin que los giros nos causen gracia. Si una frase reza “sobre el puerto se apoyaba una nube lúgubre” y se aclara que lúgubre significa “triste” el libro entero es lo triste, y si la siguiente frase dice que “un sol radiante iluminó las esperanzas de Tom”, el libro es el sol o Tom-iluminado.
No sé por qué la literatura nos hace ver que un libro encierra alguna cosa. En la diminuta agalma de Alicia el objeto brillante es una ausencia: en la época de Tom no había teléfono. Eso descubre, y queda estupefacta. ¿Entonces?, pregunto. Hay que viajar en el tiempo, responde. ¿La literatura es viajar en el tiempo?, retruco. “Sííí” es la respuesta masiva. Sííí después puede ser nooo pero eso no afecta la discusión. Aplauden. Alicia está contenta.
En poco menos de un año leímos Kipling, Quiroga, Wilde y ahora estamos con Twain. Uno podría aducir que la transferencia permite que el espacio marche con soltura a pesar de los sobresaltos y encrucijadas, sin embargo creo que la literatura se expresa en un lugar de difícil acceso, y esa es la pregunta a retener. ¿O por qué si no entienden nada escuchan con tanta atención? Con las películas no pasa lo mismo. Se van, se gritan, el chicato en el fondo de la sala mira sin anteojos, etc.
El asunto del teléfono disparó a Adriel, Alicia y José María a reconstruir los últimos treinta años de historia argentina sin saltear ningún acontencimiento relevante. Su voz era el reflejo de un eco; nadie nunca les contó que el planeta es redondo y que gira alrededor del sol porque no podrían repetir el sentido que alberga una enseñanza. Con lo cual todo paradigma en un retardado es apenas una esquirla del sentido común, y no se cuánto culpar al déficit.
Pegar a un niño. Tía Polly se lamenta no poder pegarle más a Tom Sawyer ya que como pregona la Biblia: “Ahorra la vara y echa a perder al niño”. Al escuchar esto, Alicia estira las piernas y vocifera: “¡Pero esta vieja está más loca que yo!”.
Sí, cuando Adriel dijo que había que “analizar” el texto, o cuando Alicia pudo comparar la locura (de pegar, retar) de tía Polly con la suya, uno se deja ilusionar con cambios inéditos en la clínica. Pero no se muda de estructura como de corte de pelo, o eso me hubiera gustado explicarle a una colega que se acercó a los sillones y aprovechando la declaración de Alicia quiso llevar el agua hacia el molino institucional: “Está mal pegar, ¿qué les parece? Hablemos de eso”. El efecto es masivo. Adriel se entierra en los almohadones con la cara entre las manos. Alicia ya no recuerda de qué estamos hablando y Diego pregunta “¿mañana es sábado?, ¿mañana es sábado?, ¿mañana es sábado?”


3.      ¿Y si fuera un vivo?

Cometí un error por apresurarme. Se extrae de la frase  “Pero no se muda de estructura como de corte de pelo...”. Bien, ¿de qué estructura hablamos? Para la psiquiatría el retardo con psicosis como trastorno añadido es tan fácil de concebir como un plato de fideos con manteca, amén de que esta última condición (la psicosis) sería un agregado y no un efecto de discurso. Yo prefiero seguir el recorrido de Pablo Peusner[2], que retomando el texto de Pierre Bruno À coté de la plaque reintroduce este complaciente Sísifo, una persona feliz de empujar por el resto de la eternidad una roca hacia la cima de una montaña.
Peusner y Bruno hacen pie en un dicho de Lacan, el débil mental “flota entre dos discursos”[3]. Asumo que algo que flota no está sujeto a nada, que está por fuera de la gravedad del asunto, y por lo tanto que su proximidad con uno u otro discurso depende más de las circunstancias que de una posición estructural. Acá nos topamos con una dificultad para nada menor. ¡Qué distinta locura es empujar orgullosamente una piedra cada día a, por ejemplo, recibir mensajes de Dios o sentirse observado por satélites de la CIA! 
Peusner para acercarse al conflicto reorganiza el discurso amo de Lacan y descubre un círculo. A gran parte de los lectores estos dos dibujos le resultarán poco más que ideogramas, pero calculo que a simple vista, sobre todo en el segundo, podrá observarse que esa S tachada, el sujeto, pone un circulación una rueda (la del objeto y el significante). Bueno esto es, digamos, asunto de los neuróticos. Con lo cual si ya era difícil hablar de psicosis, imagínense el laberinto que habríamos de desandar para dar con algo de la neurosis en la debilidad mental.
  
Quedémosnos con la rueda y olvidemos el significante (S1, S2) por un momento. Freud, en algún momento expresó que si una teoría servía a sus propósitos no era ilegítimo utilizarla aunque fuera anticuada[4]. Y Goethe me sirve para pensar el ghetto.



Establezcamos puntos cardinales: el norte, la debilidad; el sur, la viveza; este, la psicosis; oeste, la neurosis. Ahora formemos la idea de un ser que flota dentro de este círculo blanco, que toca uno u otro punto... No alcanza, mejor pensemos que este ser es dos, Uno y eso Otro, y que ambos se mueven desentendidamente juntos y/o separados. Ahora sumemos una nueva dificultad, el anillo de los discursos y capacidades gira a gran velocidad para quien no puede seguir el sentido; en veinte minutos, la impresión gestáltica del lenguaje sólo podría arrojar un color: marrón.
Ahora sigamos jugando como Peusner lo hizo con el discurso amo. Invirtamos al parlêtre, en lugar de un ser hablante, de un sujeto parasitado por el Otro, pensemos un êtreparlé, un ser hablado en un mundo-ghetto donde la palabra no puede ser otra cosa que lo que es, o sea, algo distinto cada vez. Por ejemplo, José María que es casi albino, un día aseguraba que era negro. Su mamá de chico le decía negrito. Podía asegurar que era blancos su pelo y su piel, pero él era negro. Al día siguiente era blanco otra vez.
Adriel  durante el Taller dijo una frase que me ayudó a pensar de dónde venía esto flotante de la debilidad mental. José María contaba que se quería casar y Adriel le contestó: “Vas a tener que pensar en la fiesta, en la cena, en los tenedores, en los cuchillos, en los vasos, en los cuchillos, en los tenedores...”. Erra el tiro: eso Otro que lo habla empieza a desligarse del Uno que lo dice, y sigue: “…en la casa, en el timbre, en un loro con un timbre que lo tocás y suena el gato”. ¿Está delirando? ¿Armando una ficción que lo resguarda? Libertella: “nada funciona del lado de la tradición cabalista de nombrar u organizar como un sol el nombre propio, sino del lado de la tradición lunática de la poesía: Yo es otro. Claro que no es lo mismo plantearlo que ser dicho así.
La literatura no “neurotiza” a los concurrentes, es decir, no los vuelve sujetos analizables ni introyecta un inconsciente operativo. Apenas introduce un silencio en la locuacidad de eso que habla en una persona que no logra establecer una distancia respecto a su propio discurso. Ya no importa la lógica del sentido sino el tratamiento que se le dé frente a lo que lo legisla. Me recuerda al silencio que Di Benedetto salió a buscar en la ausencia de sonido, cuando en realidad se encontraba en las palabras. La literatura no nos habla con los significantes que nos representan sino que escribe un silencio precisamente ahí donde no se puede decir. “Si los hilos de la Aldea son invisibles, el arte será doblemente invisible y silencioso en esa red, y la literatura un fantasma siempre un poco ilegible entre las líneas del mercado”, declara un autor ficticio de Libertella.
La primera vez que fui a un taller literario Federico Jeanmaire me dijo que para escribir había que ser un idiota. Yo me reí. Recién ahora me entero el sentido de esa frase flotaba entre la viveza, criolla si se quiere, y un profundo sentimiento de inutilidad. 



Publicado con la autorización del autor, a quien le agradezco especialmente
por haber deseado que este texto apareciera en el blog


[1]     Op. Cit.
[2]     Reinventar la debilidad mental, Pablo Peusner, Letra Viva, 2010.
[3]     Seminario XIX, “...o peor”, clase del 15 de marzo de 1972, J. Lacan. (Inédito en español, la cita fue extraída de una traducción de Peusner de la edición francesa).
[4]     “Tengo derecho a espigar en la biografía etnológica aquello que puedo utilizar para el quehacer analítico”, declara cuando se entera que Robert Smith -fuente de inspiración mientras escribía Tótem y Tabú-  fue desacreditado por nuevas investigaciones antropológicas (Baños Orellana: 2013). 

lunes, 1 de septiembre de 2014

LUCAS BOXACA. "La vergüenza en el análisis", intervención del 22/8/14, en el FARP, en ocasión de la presentación de "Celos y envidia. Dos pasiones del ser hablante"




La vergüenza en el análisis


Me propuse trabajar el tema de la vergüenza. Una pasión, un pathos que forma  parte de la consulta cotidiana. Un fenómeno que no deja de presentar sus enigmas, por ejemplo, por la variabilidad de lo que la genera en distintas personas. Un paciente el otro día me comentaba cómo lo inundaba la vergüenza cuando tres personas lo miraban al tomar la palabra, y a la vez tenemos al caso de una de las hermanas Xipolitakis, quien estaba avergonzada porque Playboy había oscurecido en la tapa de su revista sus genitales, como forma de poner sobre ellos un velo. Eso la movió a declarar que “de ninguna manera sus genitales eran negros”. Muy singularmente la desnudez de los genitales no le producía vergüenza alguna. Está claro que los cánones de vergüenza son variables.
 Por un lado está entonces toda la fenomenología de los padecimientos en los que está presente la vergüenza como elemento integrado a una gran variedad de síntomas e inhibiciones. Por otro están todas las consecuencias que tiene para nuestra vida este pathos. Inclusive se podría hablar de la función social de la vergüenza, su papel en el orden social, cómo forma parte de los diques morales descriptos por Freud y por ende también de su papel en la disciplina, el establecimiento de normas, en la crianza, etc.


Un hecho Clínico

Hoy quiero comentarles algunas cuestiones preliminares que estuve pensando en relación a la vergüenza en la escena del análisis.
 Hay toda una variedad de fenómenos ligados a la vergüenza vinculados con el dispositivo: me refiero a los grandes silencios que cortan la asociación que luego son reconducidos a una escena que avergüenza, pero especialmente a los momentos en los que algunos analizantes dicen no querer mencionar determinados temas porque eso les produciría vergüenza, sin que estos luego demostraran ser temas en extremo penosos, sino cuestiones nimias. Unas vergüencitas de nada.
También me refiero al modo de conducirse conmigo en cuestiones de saludo, llamados telefónicos, etc. Y last but no least la situación que de pronto alguien comience a mostrarse más vergonzoso cuando en un inicio no lo parecía. El análisis es un lugar en donde a veces se siente vergüenza. ¿Por qué?
¿Cuáles son las coordenadas clínicas de su ocurrencia? ¿Qué está en juego allí?
Pero primero, permítanme una digresión.


La retórica de las pasiones

En la primera clase del Seminario X, Lacan destaca la relación al Otro, al significante, que tienen las pasiones, y el error que implicaría intentar encontrar allí algo previo al símbolo. Nos remite entonces al libro segundo de la retórica de Aristóteles: “Lo mejor que hay sobre las pasiones está atrapado en la red de la retórica”. O sea que va a ubicar los afectos en relación a la palabra, siendo que en esa obra Aristóteles se va a referir justamente a la palabra que se dirige al Otro con fines de persuasión.
Entre otras cosas, Aristóteles intenta meterse con los resortes del discurso fabricado para convencer. Dentro de sus herramientas se encuentra el pathos que se puede generar para influir sobre el juicio. Por este motivo aborda las pasiones y las coordenadas simbólicas en las que se presentan –podemos decir nosotros. Una de estas pasiones es la vergüenza.
En el capítulo 6 titulado “La vergüenza y la desvergüenza”, afirma:

 “La vergüenza es un cierto pesar o turbación relativos a aquellos vicios presentes, pasados o futuros, cuya presencia acarrea una pérdida de reputación (...) avergonzarán todos los vicios que parecen ser vergonzosos, y las obras resultantes del vicio, como, por ejemplo, abandonar el escudo y huir, ya que esto resulta de la cobardía. El mantener relaciones carnales con quienes no se debe o donde y cuando no conviene, pues esto resulta del desenfreno. El obtener ganancia de cosas ruines o vergonzosas o de personas imposibilitadas, como son los pobres o los difuntos -de ahí el refrán: saca partido hasta de un cadáver, porque todo esto procede de la codicia y la mezquindad. Por lo demás, se siente vergüenza no sólo de las cosas que se califican de vergonzosas, sino también de sus signos; por ejemplo: No sólo de entregarse a los placeres del amor, sino también de lo que son signos suyos”.

Ahora la cuestión que es extremadamente relevante para la vergüenza es el lugar del Otro. Continúo con Aristóteles.

“Tales son, pues, las cosas que causan vergüenza. Más, ante quienes puesto que la vergüenza es una fantasía que se siente concierne a la pérdida de reputación, y como, por otra parte, nadie se preocupa de la reputación sino con referencia a quiénes han de juzgarla, necesariamente se sentirá vergüenza ante aquellos cuyo juicio importa”.

Entonces:
1) Importa el juicio de quienes nos admiran
2) de aquéllos otros a quienes admiramos
3) por los que queremos ser admirados

“No se siente por lo general vergüenza ni ante aquéllos de quienes desdeñamos su opinión en lo que se refiere a ser veraces ni tampoco ante los conocidos igual que ante los desconocidos, sino que ante los conocidos. (Nos avergonzamos) por lo que se juzga (vergonzoso) de verdad, mientras que ante los no allegados, (por lo que lo es) según las convenciones”.

Entonces dado un evento vergonzoso uno podría preguntarse, ¿Cuál es el vicio en juego? ¿Cuál es el Otro enjuiciador que corresponde a la pérdida de reputación? Está claro que el Otro en el caso Xipolitakis es muy diferente al de mi paciente, por ejemplo.
Bueno, volvamos entonces a nuestros fenómenos clínicos teniendo las herramientas de la retórica de Aristóteles. 
¿Por qué de pronto ganan la escena estas formas de la vergüenza en el dispositivo? ¿Por qué a veces cuestiones nimias generan tanta vergüenza al analizante? En otras palabras, ¿por qué el analista se vuelve enjuiciador ante un supuesto vicio, aunque éste no se presente como defensor del soberano bien? ¿Por qué el analizante de pronto puede pasar a estar muy preocupado por su reputación de “buen paciente”?
No voy a sorprender a nadie si remito este fenómeno a la transferencia, pero como mi interés recae sobre el asunto de la vergüenza en el dispositivo, quisiera saber qué modalidad de satisfacción se ha establecido en la cura cuando aparece la vergüenza.


Transferencia y objeto

Para esto necesito recorrer algunas nociones vinculadas al objeto y la transferencia.
En el Seminario XI, en una reducción fenomenal, Lacan grafica a la pulsión como un movimiento de llamado al Otro en el que se pone en juego un “hacerse”. Es un llamado al Otro que implica un hacerse ver, chupar, cagar, etc. La pulsión realizará su recorrido en torno a alguna de las formas del objeto a,  lo que posibilitará un modo de satisfacción. Esto produce el cierre del inconsciente y eso es lo que representa el sostén pulsional del amor de transferencia.
En el obstáculo trasferencial entonces, y esto es lo que implica que sea la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente, se trata de que alguna de las variantes del objeto a es colocado, transfundido en el campo del Otro, en el lugar del analista. Dice Lacan:

“…en la pulsión (escópica) de lo que se trata es de hacerse ver. La actividad de la pulsión se concentra en ese hacerse…La mirada es ese objeto perdido y, de pronto, reencontrado, en la conflagración de la vergüenza, gracias a la introducción del otro”.


Mirada  Ideal

Pero no se trata en la vergüenza exclusivamente del hecho de que el objeto mirada haya sido transferido al lugar del analista por obra de la dinámica de la cura. Eso solo implicaría la satisfacción de hacerse ver, y no una pasión incómoda. Pienso que la vergüenza tiene como correlato la coincidencia de la situación que Lacan describe para la hipnosis: el pegoteo, la colusión del objeto a mirada con el significante ideal.
Es en relación al ideal del yo que el moi se constituye como amable, y cuando el analista es ubicado en línea con el significante ideal, que cualquier cosa que manche la unidad imaginaria va a avergonzar.  Se trata de un “hacerse ver… bien”. Frente a ese Otro se vuelve tan importante mantener la reputación.
Entonces, la vergüenza se presenta cuando algo del ser rompe la unidad del yo ideal frente al ideal del yo.


La vergüenza como brújula de la dirección de la cura

Esto reivindica a la vergüenza. Quizás sea un modo de corroer esa identificación alienante a la que se ha consagrado el yo ante el analista ubicado en el lugar del ideal del yo. Que vayan apareciendo manifestaciones de vergüenza puede ser un modo de denunciar la entrega fantasmática a la mirada del hipnotizador. En la vergüenza el sujeto está afectado en tanto que hay algo que rompe la unidad imaginaria, pero ese no es el verdadero problema, la ruptura en rigor es lo que es indicador de un deseo.
 El problema está en la promoción exacerbada de la figura de unidad imaginaria que es propuesta a la mirada transfundida al analista en la transferencia. No hay que confundir el intento de curación con la enfermedad.
En este sentido la vergüenza nos pasa a avisar que el analista se ha ubicado en esa posición de ideal y que eso tiene que perderse. Así, la vergüenza podría tener una cara virtuosa y a la vez  indicarnos el camino a seguir. El análisis  no defiende el soberano bien ni  amonesta infracciones al mismo. Inclusive, sabemos por historia las aberraciones a las que puede llevar la obediencia al líder.
El análisis, y esa es mi propuesta de hoy, más bien puede  utilizar a la vergüenza como brújula de un deseo que se rehúsa a acomodarse a las exigencias de amabilidad del ideal del yo.


Elogio de la vergüenza

Cometer un acto vergonzoso, no ya prevenirse de cometerlo, no deja de ser a veces una forma de denunciar la impostura y ganar en libertad.

Groucho Marx, personaje muy querido en relación al cual vengo trabajando por otros motivos, puede ilustrar algo de lo que estoy sugiriendo en relación a la virtud que puede llegar a tener la vergüenza. Él dice sufrir una compulsión nerviosa, un reflejo automático o una perseverancia básica que lo suele meter en problemas. La llama: “The foot in the mouth disease”. Es decir la compulsión a decir cosas inconvenientes, que lo hacen inmediatamente entrar en una  situación en la que el resto de los mortales sentiríamos vergüenza.
Es así como durante un viaje a un país exótico, “con todo pago”, en un festival en donde se honraban actores famosos de todo el mundo, el anfitrión informa honrado a los presentes que conocerían al presidente en palacio a las cuatro de la tarde.
Inmediatamente Groucho pregunta: “¿Qué chances hay de que el excelentísimo siga siendo presidente para las cuatro de la tarde?”. Desde ese momento, dice, por una extraña razón, nadie más le habló, no le dieron más de comer, etc. Dos días después el presidente moría acuchillado.
El asesino llegó tarde a la celada, Groucho había matado al falso amo dos días antes...



22 de agosto de 2014
(Próximamente, aparecerá el nuevo libro de la dupla Lucas Boxaca-Luciano Lutereau, 
con el título de "Impurezas del deseo")