miércoles, 12 de junio de 2019

Carolina Koretzky. "Sueños y despertares". Una elucidación psicoanalítica (Grama 2019)


¿Por qué seguir las pistas del modo en que Freud y Lacan han abordado el sueño y el despertar? El despertar, termino comúnmente utilizado en el lenguaje de los psicoanalistas, no siempre ha sido objeto de un estudio sistematizado. No obstante, este término permite dar una nueva mirada a algunos conceptos fundamentales de la práctica psicoanalítica: el sueño mismo, la interpretación, la identificación, el advenimiento del sujeto del inconsciente, el trauma, e incluso el final del análisis.
En su estudio sobre el sueño, Freud encuentra el fenómeno del despertar en relación a los  sueños de angustia y a los sueños traumáticos. Lacan empleará el término de despertar y sus opuestos (sueño, deseo de dormir, dormir, adormecimiento) para dar cuenta de la experiencia analítica. Esta variedad de usos del despertar está sostenida en dos grandes tesis lacanianas, “nos despertamos para seguir soñando en la realidad” y, más tardíamente, “nunca nos despertamos”.
Este libro también demuestra que el concepto de despertar en psicoanálisis va a contrapelo del sentido común, así como de la ideología del amo moderno. Hoy en día, el amo moderno y el psicoanálisis no hacen buenas migas. Allí donde el amo moderno se ubica en el “todo”, saberlo todo, controlarlo todo, verlo todo, clasificarlo todo, calcularlo todo, no hace más que olvidar lo real. El mundo sin real sostenido por el discurso del amo actual es una voluntad de hacer, de la vida, un sueño. Oponiéndose a este sueño de universal, el psicoanálisis descompleta el “todo”, porque hace lugar al goce oscuro del síntoma, a lo imposible de un saber sobre el sexo, a la no relación.
El despertar en psicoanálisis no está vinculado ni a la claridad, ni a la iluminación, ni a la transparencia, sino, paradójicamente, al sostenimiento de una cierta zona de opacidad. Que el psicoanálisis pueda “mantener el reino de lo que despierta” dependerá de la apuesta de cada analista por conservar este espacio de ininterpretable.

martes, 11 de junio de 2019

Daniel Groisman. "Fagocitar a Lacan". Sujeto y verdad en la obra de Alain Badiou (Grama, 2019)

ALAIN BADIOU elevó su transferencia con Lacan al reino de los objetos eternos o, parafraseando el título de uno de sus libros dedicado a una generación de pensadores franceses (entre ellos J.M.L), la puso bajo llave en su “pequeño panteón portátil”. En lugar de dirigirse al consultorio de la calle Lile para que esa particular forma del amor se abra al devenir y luego caiga como cualquier objeto sometido al tiempo, lo idealizó a punto tal de convertir a Lacan en un maestro del que podía prescindir, así como se prescinde de un matemático una vez que éste ha dejado tras de sí una determinada operatoria. Badiou eligió, así, la elaboración de la transferencia con Lacan por la vía del pensamiento filosófico.
Si un análisis está destinado a terminar, un panteón filosófico, o incluso psicoanalítico, está destinado a terminar con lo que termina. Se pone en juego ahí aquello que Lacan llamó en su seminario sobre la ética del psicoanálisis la segunda muerte, la muerte simbólica que llega como segunda instancia de la muerte biológica, y que informa las posiciones que se adoptan para interpretar una obra. La opción de llevar a Lacan al panteón para leerlo bajo el sesgo de la eternidad es la más frecuente. Esta opción consiste en extraer enunciados teóricos que puedan ser elevados al estatuto de un saber sin tiempo. La otra opción, a distancia del discurso universitario, es leerlo con el auspicio de la segunda muerte. Dándole al muerto la posibilidad de morir sin más.

Daniel Groisman nació en Córdoba en 1983. Es doctor en filosofía por la UNC y Magister en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad por la UBA. Practica el psicoanálisis y la docencia universitaria. Publicó en 2010 La tumba de Faulkner (Alción). En 2015 Fotogramas de ruina (Alción) y en 2019 El cerebro: un hisopo (Borde Perdido). Fagocitar a Lacan… ha sido traducido y publicado en el Brasil.

lunes, 10 de junio de 2019

Giorgio Agamben. "Polichinela o divertimento para los muchachos" (Adriana Hidalgo, 2019)




Polichinela forma parte junto con Autorretrato en el estudio de un conjunto de libros en los que Giorgio Agamben propone una autobiografía intelectual de profunda belleza y sinceridad.

Este libro lleva el subtítulo Divertimento para los muchachos, que hace referencia al álbum de ciento cuatro tablas en las cuales Giandomenico Tiepolo, recluido en su villa de Zianigo, como Goya en la Quinta del sordo, ilustra la vida, las aventuras, la muerte y la resurrección de Polichinela. Pero ¿quién es Polichinela? ¿Es un hombre, un demonio o un dios? ¿Qué se oculta bajo su máscara negra, que jamás se quita? ¿Y qué relación existe entre la filosofía y la comedia? Así como Tiepolo al final de su vida, también Agamben parece anudar en la figura enigmática de Polichinela los diferentes hilos de su pensamiento en una suerte de imaginaria autobiografía filosófica. Acaso la comedia no sólo es más antigua y profunda que la tragedia, sino que es incluso más cercana a la filosofía, tan cercana que, como sucede en este libro, parece casi confundirse con ella.