sábado, 28 de febrero de 2015

AA.VV. "La perversion, encore" (PUF, 2015)




1. Jacques André, « Lettres de sang »
2. Patrick Guyomard, « La perversion comme fétiche »
3. Bernard de la Gorce, « Tuer l’âme »
4. Karinne Guéniche, « La perversion est-elle anatomique ? »
5. Françoise Neau, « Du ciel – à travers le monde – jusqu’à l’enfer »
6. François Pommier, « Tendances perverses, entre manie et phobie »
7. Vincent Estellon, « Dépendances sexuelles »
8. Catherine Chabert, « Couvrez ce sein que je ne saurais voir... »

viernes, 27 de febrero de 2015

Sandra Leticia Berta. "Escribir el trauma, de Freud a Lacan" (Letra Viva, 2014)



A lo largo de su desarrollo, primero con Freud y luego con

Lacan, el concepto del trauma se presentó como un verdadero

condensador de problemas de la teoría psicoanalítica. El mismo

cuestiona la dimensión temporal tanto en su carácter histórico

como en su dimensión de resignificación a posteriori, pero

también el valor de la fantasía y su incidencia en el sujeto –con

todo lo que ello implica respecto de una ética del bien decir–. La

teoría cuantitativa y su transformación en la concepción

libidinal, el exceso y las rupturas de los principios reguladores

del aparato psíquico en cada etapa de su construcción teórica

comparecen en este libro. Sandra Berta nos invita a realizar un

recorrido por dicha elaboración, sin eludir ninguno de los

problemas que los autores referentes del psicoanálisis hallaron

en su propio devenir. Se trata de una lectura rigurosa, que tiene

por finalidad iluminar la posición clínica del analista para

orientarlo a los fines de su intervención frente al trauma sin

ignorar sus diversos y sorprendentes efectos.

Compralo aquí

jueves, 26 de febrero de 2015

François Cheng. "Cinco meditaciones sobre la muerte" (Siruela, 2015)



Este libro tiene un vínculo, por su estilo y por su estructura, con Cinco meditaciones sobre la belleza (Siruela, 2007), pero esta vez el autor no indaga en la dualidad belleza-mal, sino en la que integran la muerte y la vida para mostrarnos un «doble reino de la vida y de la muerte»; en él, la primera, elevada a su más alta dimensión, supera y engloba a la segunda. François Cheng no pretende en esta obra darnos un «mensaje» sobre la vida después de la muerte ni elaborar un discurso dogmático, sino dar testimonio de una visión de la «vida abierta». Una visión en movimiento ascendente que invierte nuestra percepción de la existencia humana y nos invita a observar la vida a la luz de nuestra propia muerte. Esta transforma cada vida en un destino singular y la hace partícipe de una gran aventura por venir.

¿Querés leer un fragmento? Hacé clic aquí

martes, 24 de febrero de 2015

Florencia Garramuño. "Mundos en común". Ensayos sobre la inespecificidad en el arte. (FCE, 2015)

En 2010, en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, el artista brasileño Nuno Ramos expone la instalación Fruto estranho. Dos árboles flamboyán inmensos sostienen unos aviones monomotor y gotean soda cáustica sobre un par de contrabajos. Mientras suena "Strange Fruit" —una canción sobre el linchamiento de un grupo de afroamericanos estadounidenses en 1936—, se proyecta una escena de El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman. ¿Qué gesto reflexivo propone este cruce de soportes, materiales, referencias, países y tiempos?
En Mundos en común, Florencia Garramuño analiza una serie de obras latinoamericanas que ponen en crisis las ideas de pertenencia, individualidad y especificidad, y que muestran la porosidad de las fronteras entre los diferentes campos de la estética. ¿Qué potencial crítico y político presentan obras inespecíficas como Fruto estranho? ¿De qué manera el arte latinoamericano contemporáneo redefine las nociones tradicionales de la estética para vincularla con una ética, una relación con el otro y, por lo tanto, con el mundo? ¿De qué forma la puesta en cuestión de la pertenencia redefine las maneras de comprender lo latinoamericano? Para responder estos interrogantes, Garramuño trabaja con obras de Mario Bellatin, Jorge Macchi, Tamara Kamenszain, Nuno Ramos y Clarice Lispector, entre otros, y teoriza sobre las numerosas transgresiones y desbordamientos de límites, campos y regiones que exhiben estas exploraciones. Tal como sostiene la autora, "las prácticas analizadas en este ensayo articulan, en la construcción de una inespecificidad que se constituye en el retiro de todo sentido de pertenencia y pertinencia, otra forma de pensar el potencial crítico del arte".

lunes, 23 de febrero de 2015

Luciano Lutereau."Las diversas formas del padre" (Fuente: Rosario 12/psicología)

Desde el seminario El reverso del psicoanálisis, el padre ya no será el agente 
de la castración, sino quien la transmita de forma sintomática. No es el nombre 
de una ley para el goce, sino quien hizo de una mujer la causa de su deseo.

En el seminario La relación de objeto, Lacan sostiene que la pregunta "¿Qué es ser un padre?" es "el punto fecundo que orientó verdaderamente toda [la] enseñanza [de Freud". Sin embargo, para el lector concernido es evidente que esta es una estrategia lacaniana para camuflar sus propios argumentos, bajo la atribución a Freud del propio punto de vista.

Si bien es cierto que en los seminarios de Lacan no encontramos definiciones claras y distintas, ni exposiciones que se deduzcan de aquellas, eso no quiere decir que no haya argumentos. Por lo general, las definiciones se encuentran implícitas en el tono hiperbólico con que Lacan introduce algunas máximas: "Para decirlo todo...", "Esto y no otra cosa...", etc., son giros expresivos que suplen la pretensión de comunicación científica. Asimismo, también encontramos núcleos temáticos sobre los que Lacan retorna una y otra vez, tal el caso de la pregunta por el padre, cuya gravedad es más rigurosa que la de una cuestión de definiciones y deducciones.

En efecto, las diferentes versiones del padre en la obra de Lacan permiten responder a una inquietud específica: ¿por qué el psicoanálisis lacaniano no es la neurosis de Lacan? En este punto, se trata de la misma pregunta que Freud se formulara en el caso Schreber, pero respecto de la teoría delirante de un psicótico. En última instancia, se trata aquí del problema de que la enseñanza del psicoanálisis no puede dejar de llevar las huellas de quien transmite, pero ¿cómo dar cuenta de que esas marcas no llevan al engaño fantasmático?

En muchos aspectos la concepción lacaniana de la metáfora paterna parece una construcción neurótica que podría caer en una especie de apología del padre que opera (fallidamente, por cierto); pero en última instancia habría un nombre para el goce, el Nombre del padre... cuyo fracaso quedaría revelado por la invención del objeto a. Asimismo, los operadores de la metáfora paterna son el ideal y la identificación, que prescriben una respuesta normativa para el ser sexuado. De este modo, esta primera formulación lacaniana a la cuestión de la sexuación es parcial, y algo artificial, dado que se piensa en términos de funciones parentales (padre y madre), mientras que a partir del seminario El reverso del psicoanálisis (en la relectura que Lacan realiza del Edipo a la luz de otra lectura de Tótem y tabú) se asiste a una nueva versión del padre cuyo punto de llegada será la noción de père version en los últimos seminarios. El padre ya no será el agente de la castración, sino quien la transmita de forma sintomática. El padre no es el nombre de una ley para el goce, sino aquel que hizo de una mujer la causa de su deseo.

Si La interpretación de los sueños es un testimonio de Freud como analizante, la rectificación de las versiones del padre en el seminario de Lacan es un equivalente de su paso en la enseñanza, que demuestra que su posición en ese dispositivo era también la del analizante.

Ahora bien, ¿en qué sentido puede decirse que el padre está afectado por la castración? En primer lugar, padre es quien ha sufrido una doble pérdida: por un lado, ha perdido su ser de seducción ("para todas y para ninguna"), en la medida en que ha tomado a una mujer como suya; por otro lado, ha perdido a su mujer, en la medida en que la convirtió en madre, es decir, ha quedado destituido de la libido que ella destinará al cuerpo del niño. Como en cierta ocasión decía un analizante: "Ser padre es darse cuenta de que ocupás el segundo lugar en la vida de tu mujer".

Sin embargo, esta doble pérdida no lleva a la resignación. En segundo lugar, la castración en el padre es equivalente a su ser de deseo. Estas pérdidas se vuelven causa de la transmisión al niño, que adopta a su padre como tal. En este sentido, las palabras iniciales de El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, son ejemplares:

"En mis años mozos y más vulnerables mi padre me dio un consejo que desde aquella época no ha dejado de darme vueltas en la cabeza: 'Cuando sientas deseos de criticar a alguien - fueron sus palabras- recuerda que no todo el mundo ha tenido las mismas oportunidades que tú tuviste."

En estas líneas puede advertirse cómo el padre deja la huella de su transmisión, menos por la comunicación de un ideal, que por cierta ética que rescata al sujeto en aquellos momentos de vacilación; antes que un destino, el padre es un tope a la caída del sujeto. Por eso Lacan sostenía que se trata de prescindir del padre, a condición de servirse de él.

Esta misma indicación puede reconstruirse en el comienzo de otra novela norteamericana - en cierta medida, podría decirse que toda la literatura norteamericana gira en torno a la eficacia paterna- , Carne y hueso, de M. Cunningham, en cuyas páginas iniciales se cuenta la anécdota de un hijo que arrastra a su padre por la huerta, mientras éste grita: "Es injusto que arrastres así a tu padre, ya llevas dos kilómetros, mientras que yo al mío apenas lo arrastré uno".


*Psicoanalista, Doctor en Filosofía y Magister en Psicoanálisis por la UBA. Docente e investigador. Autor de diversos libros, como Los usos del juego. Miembro del Foro Analítico del Río de La Plata.

sábado, 21 de febrero de 2015

Gabriel Lombardi. "Las libertades, la libertad". (fragmento de su próximo libro "La libertad en psicoanálisis", ed. Paidós). Fuente: Página 12/psicología

Existe una libertad central a la que no es posible sustraerse, que rige aun para el esclavo y para la víctima –sostiene el autor–. Pero es posible discernir entre una “libertad negativa”, que prospera en las ensoñaciones de la neurosis, y “una libertad positiva, que sólo puede realizarse en el lazo social”.

Un paciente adulto, neurótico obsesivo, no homosexual, confiesa que a los 5 o 6 años se hizo cómplice en una experiencia sexual promovida por el torturador consuetudinario que era para él su hermano mayor. Prefirió eso a dormir la siesta estival obligatoria y asfixiante entre sus padres transpirados. Se escapó de la cama, se fue con sus hermanos mayores al patio trasero de la casa. Además de lo que en este caso testimonió la víctima, podemos adivinar lo que casi monótonamente mueve al victimario: podemos conjeturar que el hermano mayor, ya perverso en su pubertad, no se excitaba solamente por el contacto con el agujero natural que le ofrecía el cuerpo del hermanito, sino con la angustia que afectaba a ese pequeño cuerpo por el empleo antinatural que interesa a ese Otro en el deseo, y sobre todo en ese momento crucial en que la angustia de la víctima cede el paso a la satisfacción, momento en el cual la víctima deviene cómplice. Ese es el punto decisivo que interesa: ese instante preciso en que el niño elige quedarse allí, elige no gritar ni volver con sus padres, elige el silencio encubridor para transformarse en el partenaire de su hermano, y continuará durante años.

Sin ir muy lejos en la criminalidad de la propuesta, no es necesario una violación en el sentido usual del término; a menudo una seducción sutil puede ser eficaz en la producción de un hallazgo traumático para la víctima; un roce sutil, una mirada penetrante, una palabra perturbadora, una exhibición oportuna, que divide al niño entre el pudor y la curiosidad. Cualquiera de esos hechos puede ser traumático, tal vez no en ese momento, sino cuando algún goce pulsional íntimo, pervirtiendo su finalidad, preste su fuerza y su fuente al deseo del seductor. Al pequeño Hans (“Juanito”, caso narrado por Freud) le bastó con que su tía, no tan perversa después de todo, le dijera: “Qué lindo pichilín tienes”. El consentimiento inconsciente del niño prescindió del acuerdo del yo consciente: angustia primero, división subjetiva poco después.

¿Cómo pensar que un niño de 4 o 6 años, en circunstancias de seducción por parte de un adulto, pueda elegir? Aristóteles afirmaba sensatamente que los niños no poseen aún esa facultad, y el derecho positivo por suerte lo sigue considerando así, de modo que en las prácticas sexuales con niños es el adulto quien se considera que debería ser penalizado, en principio –como es bien sabido, el pedófilo suele ser protegido por alguna institución poderosa, si no por su propia familia–. Desde esa perspectiva, pensar sobre la libertad electiva en el niño parece sacrílego, el niño participa en ese sentido de lo que reviste el carácter de sacer tan bien descripto por Benveniste y por Agamben, es el hombre sin tiempo ni responsabilidad.

Se entiende entonces la fuerte crítica a Freud cuando introdujo el tema de la actividad sexual en la infancia. Freud no se horroriza ante una sexualización prematura de los niños, pero tampoco la promueve, constata su existencia y se interesa en las preferencias previas a la pubertad porque más tarde podrán volverse eficaces. Su operación consistió entonces en desdoblar la elección del niño, con el siguiente argumento: un acontecimiento traumático de la infancia sólo cobrará eficacia causal más tarde, a partir de la pubertad, cuando el recuerdo o la repetición de un accidente de la infancia lo encuentre pulsionalmente dotado. No es tanto el uso de la razón como el uso de la pulsión sexual ya fisiológicamente equipada lo que resulta determinante, y otorga a un acontecimiento de la infancia el carácter de trauma eficaz en la producción de síntomas. Esta “elección de trauma” activa la causalidad por libertad, en términos kantianos, en que se basa la etiología de las neurosis y las psicosis desde los comienzos de la elaboración freudiana.

En su elaboración del tema, Lacan parte del hecho de que una elección puede ser forzada. Sin embargo nunca olvida que una elección, aun forzada, es una elección, ya que es eso, precisamente eso, lo que al seductor le interesa producir, y es eso lo que resultará al mismo tiempo traumático y eficaz en la producción de ese desgarramiento del ser que llamamos síntoma.

Es frecuente encontrar en los seminarios y textos de Lacan la idea de que el sujeto es efecto del lenguaje, determinado por combinaciones de significantes, como un títere del inconsciente que no decide nada. Sin embargo, a la hora de teorizar la génesis del sujeto, Lacan se vio forzado a hacerlo en términos de elecciones. ¿Se vio forzado o eligió hacerlo? Acaso la pregunta sea indecidible, o mejor dicho, tal vez responda a un indecidible inherente a la cosa explorada, que por supuesto no tiene un nombre preciso en psicoanálisis.

La posición de Lacan respecto del empleo del término “libertad” es extremadamente crítica. En su clase del 8 de febrero de 1956 explicó la alienación profunda que marca todo discurso de la libertad: “La esclavitud no es reconocida en nuestra sociedad. Sin embargo, la servidumbre no está abolida en ella, se ha generalizado. La relación de aquellos a quienes se llama explotadores en relación con el conjunto de la economía es también una relación de profunda servidumbre. De modo que la duplicidad amo-esclavo se ha generalizado en el interior de cada participante de nuestra sociedad. (...) La servidumbre profunda de la conciencia en este estado desdichado debe ser referida al discurso que ha provocado esta profunda transformación social. Ese discurso, podemos llamarlo el mensaje de fraternidad. Se trata de algo nuevo, que no apareció en el mundo solamente con el cristianismo, pues ya estaba preparado por ejemplo por el estoicisimo. En síntesis, detrás de la servidumbre generalizada, hay un discurso secreto, un mensaje de liberación, que subsiste de algún modo en estado reprimido.(...) ¿Sucede lo mismo con el discurso patente de la libertad? No por cierto. Se ha advertido hace un tiempo una discordia entre el hecho puro y simple de la revuelta y la eficacia transformante de la acción social. Diría incluso que toda la revolución moderna se ha instituido sobre esta distinción, y sobre la noción que el discurso de la libertad era, por definición, no solamente ineficaz, sino profundamente alienado, que todo lo que se liga a él de demostrativo, es para hablar con propiedad enemigo de todo progreso en el sentido de la libertad, en tanto que ella puede tender a animar algún movimiento continuo en la sociedad. Queda sin embargo el hecho de que ese discurso de la libertad se articula en el interior de cada uno como representando un cierto derecho del individuo a la autonomía”.

La filosofía y el derecho han discernido diversas formas de la libertad. La libertad subjetiva es mera negatividad o posibilidad; es la libertad de la conciencia de pensar realizaciones, deseos, venganzas, que acaso nunca se realicen. Su realización, lo que la filosofía del derecho llama la libertad positiva, sólo puede realizarse en el lazo social.

La primera, la libertad negativa, suele ser considerada una libertad introducida por la modernidad, en la que prospera la neurosis. Lacan señala que esa libertad suele manifestarse en el hombre moderno bajo la forma de un discurso interior más bien delirante, difícil de compartir, en el que afirma su autonomía, su independencia en relación con todo amo y con todo Dios. Tal discurso no constituye ningún lazo social; no lleva a una práctica socialmente inscripta sino, en todo caso, a una proporción ínfima de la osadía, del desenfreno, de la libertad de acción que fantaseamos. Esa “libertad”, por el hecho de permanecer como ensoñación, tiene un costado de sometimiento a la normalidad gris que rige nuestras acciones en la realidad compartida, donde no somos tan libres, en la vida cotidiana que se estanca en el discurso común. La dilación en el actuar encuentra su sucedáneo en el demorarse en el pensar, según enseña Freud. Mientras pensamos esa libertad, no la ejercemos positivamente.

En cambio la libertad positiva, desde la Grecia democrática, se ejerce en los lazos sociales reales, que, si bien suelen brindar alguna posibilidad de realización efectiva, son sin embargo amarras sociales. Nuestra realidad, en tanto socialmente estructurada, consiste en una red de anudamientos elásticos, que pueden sin duda ser aflojados, pero que son ataduras al fin. Y si en algún momento escuchamos el ruido de rotas cadenas, es posible que estemos sonados: la máxima realización de la libertad desde esta perspectiva es el desencadenamiento por el que el ser hablante se libera del lazo social, pero al precio de la locura. Esta libertad no es ya fantasía, pero no está al alcance de cualquiera, no cualquiera se permite un ejercicio efectivo de tal libertad y su costo suele ser excesivo. Desde el punto de vista de la libertad socialmente articulada, el desencadenamiento psicótico implica la libertad en un tercer sentido, un no rotundo a las opciones que ofrece el Otro. El desencadenamiento tiene entonces estructura de pasaje al acto, que es la culminación de la alienación como eliminación del Otro.

De un lado tenemos entonces el discurso interior del neurótico sobre la libertad, que en verdad inhibe su ejercicio social, y del otro lado está la libertad inherente a la locura en tanto ruptura de todo lazo con el Otro verdadero. Entre ambos están los diferentes lazos sociales, donde es posible el encuentro efectivo con el deseo del Otro, salir de la alienación por vía de separación.

Mortificación o deseo

Una mujer ha permanecido mucho tiempo en la siguiente alternativa: “Estar con mi marido me es insoportable, pero la idea de quedarme sola a los 50 años también me es intolerable”. El analista le sugiere otra manera de presentar esta alternativa: “No seré feliz, pero tengo marido” o “mejor sola que mal acompañada”. En la sesión siguiente cuenta que fue a la peluquería, como un guiño a la mirada deseante del marido y acaso de algún otro hombre. Luego tomó algunas decisiones laborales que implican un cambio de posición: asumir aquello en lo que le va bien, salir de las situaciones en que nítidamente prevalece la demanda del Otro sobre el deseo. El análisis la lleva luego a advertir que tomar al marido con el que vive desde hace 25 años como destinatario de los reproches o como agente de la demanda es por lo menos frustrante; en esas coordenadas, la pulsión no encuentra otra expresión que la mortificante, desconectada del deseo. La separación, también en el plano del amor, señala otra opción, que no necesariamente va en el sentido del divorcio.

Sigmund Freud descubrió la participación de mecanismos inconscientes en la producción de los síntomas neuróticos. Sin embargo, para el psicoanálisis la etiología de la neurosis no es meramente accidental, mecánica, orgánica, fisiológica, ni tampoco mero “mecanismo lingüístico”; su causa acaece en un ser capaz de elección; si resulta afectado por una neurosis es en tanto sujeto que participa en una elección.

¿Quién no se cree capaz, aunque sea por un instante, de realizar algún anhelo que lo agita desde hace tiempo? ¿Quién no piensa de vez en cuando en liberarse de las ataduras del trabajo, del fisco, del matrimonio, de la familia, incluso de la existencia? A pesar de los condicionamientos que encontramos en la determinación de nuestras conductas, nuestra convicción en favor de la existencia de una voluntad libre subsiste y no creemos en un determinismo absoluto.

Freud notó sin embargo que esa convicción, curiosamente, no se exterioriza en las decisiones importantes de la voluntad. En esas ocasiones se tiene más bien la sensación de una compulsión psíquica, y de buena gana se la invoca, como Lutero en la Dieta de Worms: “A esto me atengo, otra cosa no puedo”. Por el contrario, en las decisiones triviales e indiferentes tenemos la sensación de que también habríamos podido obrar de otro modo, de que hemos actuado libremente.

No es casualidad que esta observación sea incluida por Freud en un capítulo sobre el determinismo, la creencia en el azar y la superstición de su Psicopatología de la vida cotidiana. En efecto, en este punto interviene el azar. La idea es antigua, es simple, es prodigiosa: para realizar aquello a lo que no se atreve, el ser hablante se hace cómplice del azar. Incapaz de asumirse como responsable de un acto, de una posición, de una acción que sólo él puede realizar, encuentra en el azar la oportunidad de que se realice sin haberlo buscado conscientemente. En los hechos afortunados, e incluso en los desafortunados, consuma accidentalmente una preferencia, un deseo secreto, un anhelo de la infancia, un goce postergado. Encuentra sin haberlo buscado.

* Profesor titular de Clínica de Adultos en la Facultad de Psicología de la UBA. Miembro de los Foros del Campo Lacaniano. Texto extractado de La libertad en psicoanálisis, de próxima aparición (Ed. Paidós).

viernes, 20 de febrero de 2015

COLETTE SOLER. "Lo que queda de la infancia" (Letra Viva, abril 2015)



Colección Textos fundamentales del Psicoanálisis
Traducción de Pablo Peusner

 Verificamos que irresistiblemente la palabra del analizante se inclina hacia las historias de papá y mamá, y de todas esas otras figuras originarias de la infancia. ¿Por qué? Dicha captura plantea la pregunta por lo que se perpetúa de los primeros efectos de lalengua materna y del discurso del Otro tanto a nivel del goce, de las pulsiones y del síntoma, como de las opciones de la subjetividad. Se trata de la pregunta por lo que queda del niño en el llamado adulto, la que corre en paralelo con otra: ¿cuánto inciden al respecto las contingencias y los encuentros de la historia, y esas elecciones que no obstante son posibles?
Con su estilo claro y riguroso, Colette Soler nos invita a un recorrido de total actualidad (donde están presentes el matrimonio igualitario, el derecho al hijo, el niño tirano y el creciente aumento de la violencia de género), en el que luego de establecer las igualdades y diferencias del binario niño/adulto, procederá a la articulación de lo que llamará las estructuras ético-clínicas y las éticas sexuadas, reorientando las coordenadas que enmarcan la dirección de la cura en el Campo Lacaniano.
Lo que queda de la infancia” es el curso que Colette Soler dictara en el período 2012-2013 en el Colegio Clínico de París, en el marco de las Formaciones Clínicas del Campo Lacaniano.

jueves, 19 de febrero de 2015

Sara Cohen. "La niñez cautiva". Salud mental infantil y juvenil (FCE, 2015)


Los padecimientos de la infancia, en el amplio espectro asistencial de la salud mental, convocan a profesionales de distintas disciplinas. De allí la necesidad de un eje conceptual que articule las diferentes intervenciones terapéuticas priorizando la subjetividad del niño. En este libro, Sara Cohen afirma que el síntoma de un niño tiene el efecto de interrogar a su familia, a su entorno y hasta a una sociedad. La función del psicoanalista y del psiquiatra reside en indagar ese síntoma y facilitar la vía de acceso a este a través de los profesionales más apropiados. Para llevar a cabo su análisis, la autora elige trabajar con textos literarios, y no con materiales clínicos, en tanto logran condensar, a través de la palabra, conflictos humanos complejos en contextos socioculturales determinantes. De este modo, frente a ciertos abordajes actuales que se apoyan en lo descriptivo y desalojan la suposición de una causalidad psíquica en la psicopatología infantil, demuestra que para establecer un diagnóstico es indispensable articular la escucha del discurso de los padres con el juego y el decir de los niños. Ellos, con recursos acordes a su edad y sus condiciones, también necesitan que se les facilite la construcción de una narrativa acerca de su propia historia y de su posición subjetiva. 

En La niñez cautiva Cohen subraya la trascendencia que tiene para los niños y los jóvenes una intervención adecuada en el momento que corresponde, y asume esta tarea como un compromiso ineludible.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Colette Soler en la Argentina (Buenos Aires, Córdoba y La Plata)




Sábado 18 de abril 
15.30 horas.  Conferencia en la Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires. En el marco de las Jornadas "El psicoanálisis en la crisis del lazo social", organizado por  la Cátedra Clínica de Adultos I (Titular: Gabriel   Lombardi).
“Sujetos apalabrados por el  capitalismo” 

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Lunes 20 de abril 
9 a 17 hs.
Seminario en la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba 
“Lazo social y fuera de discurso. Enlaces, desenlaces,ruptura,
crisis en los lazos... su Clínica en Psicoanálisis"

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 Miércoles 22 de abril 
18 horas
Conferencia en la Universidad Nacional de La Plata 
 Facultad de Psicología.
 “Lazo social y paridad”

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Jueves 23 de abril
de 14 a 21 horas, Hotel Presidente, Ciudad de Buenos Aires
Seminario  
“Lo que Lacan aprendió de Joyce . 
¿Cómo usarlo en Psicoanálisis?”

Klaus Mylius. "Historia de la literatura india antigua" (Ed. Trotta, 2015)



Aunando el carácter introductorio con el rigor científico esta obra estudia el desarrollo de la literatura religiosa, filosófica, artística y científica de la India a lo largo de tres mil años de historia, desde los Vedas (segunda mitad del II milenio a.C.) hasta el establecimiento del islam (hacia 1200 d.C.).

La literatura india se caracteriza por tres peculiaridades fundamentales: su antigüedad, su continuidad y su extensión. A excepción de China, ningún otro país dispone de una tradición literaria con una duración ininterrumpida de más de tres milenios. Por su extensión, la literatura india antigua es, por sí sola, mayor que la literatura griega y romana juntas. Su variedad también resulta imponente. Abarca principalmente materias religiosas, pero también épica, dramática y lírica, poesía didáctica, una narrativa compuesta de fábulas, cuentos y novelas y, finalmente, una literatura filosófica, así como una literatura científica muy variada que incluye matemáticas, astronomía, medicina, arquitectura, gramática, etimología, métrica y otros campos.

Si querés ver el índice del libro, hacé clic aquí

martes, 17 de febrero de 2015

Louis Althusser. "La filosofía como arma de la revolución" (Anthropos, 2014)

Los ensayos aquí reunidos muestran la continuidad de un trabajo teórico empeñado en establecer las coordenadas fundamentales de la filosofía marxista, concebida como una teoría de la producción de conocimientos. El fondo del análisis althusseriano es epistemológico y se manifiesta concretamente en una relectura de las obras teóricas fundamentales de Marx. A la lectura literal de estos textos, Althusser opone una lectura que denomina «symptomale», y que parte del reconocimiento del texto de Marx no como un gran libro abierto, donde todo está dicho de manera clara y definitiva y al que solo basta glosar con una lectura inocente, sino como un discurso que inaugura una nueva problemática con conceptos todavía inadecuados.



ÍNDICE.

Advertencia a la primera edición
Advertencia a la sexta edición
Nota del editor

La filosofía como arma de la revolución
(Respuestas a ocho preguntas)

Práctica teórica y lucha ideológica
El marxismo es una doctrina científica
La doble doctrina científica de Marx
Problemas planteados por la existencia de estas dos disciplinas

Naturaleza, constitución y desarrollo de una ciencia.
La investigación científica
La ideología
La unión de la teoría científica de Marx con el movimiento
obrero
Formación teórica y lucha ideológica

Acerca del trabajo teórico
I. Dificultades
II. Fuentes

Ideología y aparatos ideológicos del estado
(Notas para una investigación)
Sobre la reproducción de las condiciones de producción
Infraestructura y superestructura
El estado
Sobre la reproducción de las relaciones de producción
A propósito de la ideología

lunes, 16 de febrero de 2015

Damián Loreti - Luis Lozano. "El derecho a comunicar". los conflictos en torno a la libertad de expresión en las sociedades contemporáneas (Siglo Veintiuno, 2015 -segunda edición)

Las problemáticas vinculadas al ejercicio de la libertad de expresión y el acceso a los medios de comunicación adquirieron una centralidad inédita en el debate político desde la vuelta a la democracia. Si en un principio la lucha se orientó a desterrar la censura estatal, poco a poco la agenda de temas reclamó otro tipo de declaraciones y derechos ante la presencia de actores igualmente poderosos, capaces de poner en riesgo la diversidad y el pluralismo, condiciones para una verdadera democracia.

Con la premisa de que el derecho de una sociedad a la información es un derecho humano universal, Damián Loreti y Luis Lozano sientan las bases para analizar y discutir el papel del Estado, los medios y los ciudadanos en el debate público. Los autores revisan las distintas escuelas y enfoques acerca de la libertad de expresión, se preguntan si el rol del Estado es sólo abstenerse de censurar o si le corresponde además garantizar condiciones de equidad en la comunicación social, exponen los vaivenes de la censura desde una perspectiva histórica que les permite reconocer tanto la censura estatal como la empresarial, destacan los avances en la despenalización de las voces críticas que afectan a funcionarios públicos, y exploran los dilemas de la concentración de la propiedad de los medios y la necesidad de concebir leyes antimonopólicas. Además, retoman cruciales asignaturas pendientes, como una ley de acceso a la información pública que comprometa a los tres poderes del Estado y el diseño de un mecanismo que transparente las complejas relaciones económicas entre gobiernos y medios, e indagan en torno a los desafíos que plantea la pluralidad de contenidos en el mundo digital.

En un contexto de visibilización de disputas coyunturales, El derecho a comunicar condensa y sistematiza las principales discusiones y doctrinas sobre el derecho a la libertad de expresión, y aporta un marco esclarecedor, reflexivo y actualizado de acuerdo con la normativa y la jurisprudencia internacional, para debatir la universalización de un derecho humano que está en el centro del debate entre los medios, el Estado y la sociedad.

domingo, 15 de febrero de 2015

sábado, 14 de febrero de 2015

REEDICIÓN. Sei Shônagon. "El libro de la almohada" (Adriana Hidalgo, 2014)



“El libro de la almohada –las ocurrencias, reflexiones y anécdotas de una dama al servicio de la Emperatriz– es una de las primeras obras maestras de la literatura japonesa.” Clarín. “Esta primera edición completa en castellano de El libro de la almohada es un acontecimiento cultural de primer orden (...) Su fragancia poética, diez siglos después y en el otro extremo del mundo, nos conmueve hasta la raíz.” El País, de Madrid

Muy poco se sabe de la autora de El Libro de la Almohada. Se la conoce como Sei Shônagon, que fue el apodo que mereció durante su servicio en la corte durante la década de 990 a 1000. Sei es la lectura china del primer ideograma de su apellido, Kiyohara. Shônagon designa su cargo en la corte: ayudante de menor rango de la emperatriz Sadako (976-1001). Sin absoluta certeza, se repite que nació en 966 y que era hija de Motosuke, poeta de cierta reputación. Se asegura que sirvió a la emperatriz hasta que ésta murió, y sobre la segunda mitad de su vida todas son conjeturas: que continuó atendiendo a ésta o aquélla dama de la familia imperial, aunque casi todas las tradiciones coinciden en imaginarla como una anciana que muere muy pobre. Una anécdota cuenta que pasó un período de reclusión y abstinencia, alejada de la corte, reprendida por utilizar una expresión poco feliz. Dicen que la expresión que ofendió a la emperatriz fue kurashinikanekeru, "haber sido difícil de soportar". Cuando regresó, hubo damas que la criticaron porque consideraron que "presuntuosamente había creído en las palabras nostálgicas con que la emperatriz se había referido a ella”. La tradición la ubicó como la rival literaria y política de Murasaki Shikibu –autora del Romance de Genji–, y es cierto que servían a emperatrices diferentes. Una cita del diario de Murasaki se esgrime como prueba: "Sei Shônagon, por ejemplo, es terriblemente engreída. Se juzga tan aguda, que hasta esparce en sus escritos caracteres chinos, pero si uno examina con atención, dejan mucho que desear. Alguien que hace un esfuerzo tal para ser diferente de los otros está condenado a perder la estima de la gente, y sólo puede augurársele un arduo futuro. Sin duda que es una mujer dotada. Sin embargo, si una da rienda suelta a sus emociones, incluso en las más inapropiadas circunstancias, si una prueba cada cosa interesante que se le presenta, las personas la considerarán frívola. ¿Y cómo podrá una mujer así resolver bien las cosas?".

viernes, 13 de febrero de 2015

Silvia Migdalek. "Entre el amor y el tiempo". Márgenes del psicoanálisis (Letra Viva, 2014)



Este libro resume fragmentos de una enseñanza continua. No podría ser de otro manera, lo fragmentario hace que la estructura no se confunda con una totalidad. Es la lucidez del detalle, el resto que incita a la causa, lo que caracteriza el método de Silvia Migdalek. Sus textos nunca son comentarios, sino intervenciones.

Entre el amor y el tiempo, para que no se trate de uno sin el otro, ni sea uno ni el otro. Siempre los márgenes: en el corazón de la transferencia amorosa se descubre la temporalidad, en los efectos del tiempo la posibilidad de la invención del Eros.

Migdalek es una escritora sutil y generosa. El lector encontrará en estas páginas algo más que el desarrollo de ideas cruciales, su exposición clara y distinta. En ellas, lo marginal se vuelve inversión y presencia plena, como en una banda de un solo borde, para poner en acto un estilo preciso de transmisión.

LUTEREAU, LUCIANO

jueves, 12 de febrero de 2015

Jorge Chapuis, con la colaboración de Rithée Cevasco. "Guía topológica para L'Étourdit". Un abuso imaginario y su más allá (P&S, Barcelona, 2015)



Pocos negarían que la lectura de J. Lacan es dificultosa, pero en el caso de L’étourdit ¿resiste a todo desciframiento? Sin duda, si pretendemos que tal desciframiento sea exhaustivo.

L’étourdit juega con el «cristal de la lengua» y se puede intentar descifrar sus equívocos homofónicos, gramaticales y lógicos. Pero cuando se trata de la topología de J. Lacan pareciera que es necesaria una vuelta más, una interpretación que roza los límites de las diversas modalidades de escritura y de representación.

J. Lacan no utiliza en su texto ninguna imagen, pero nos conduce en unos pocos párrafos por caminos de líneas, puntos y superficies en los que nos hemos extraviado a menudo; intentamos aquí trazar un mapa, hacer una Guía para orientarse por esos arduos caminos.

Si el inconsciente cifra, la interpretación descifra. En los párrafos dedicados a la topología, L’étourdit aborda los posibles efectos de la interpretación sobre la estructura, para finalmente señalar que tanto la «imaginería» inevitable de su decir topológico como el funcionamiento simbólico del lenguaje y sus efectos imaginarios de significación, no dan cuenta del «real» en juego –ex-sistente a lo simbólico y a lo imaginario– al cual precisamente J. Lacan apunta con su referencia a la topología.

No ignoramos la pérdida que supone adherirse a la imaginería de las figuras para comprender en toda su naturaleza las estructuras topológicas que Lacan utiliza. Aún así, esta guía sigue el sendero de imaginar primero la superficie, crearla, dibujarla, manipularla, para captar su estructura topológica y las relaciones que organiza, descontando después la trampa de la imagen.

Tomamos entonces la vía de un «abuso imaginario», de una imaginería, como camino para comprender la estructura representada: su «estofa» topológica que bien podría expresarse en una pura álgebra. En todo caso, nos ha llevado el propósito de colaborar en la intención que J. Lacan hace explícita en este mismo texto sobre el destino que pueda tener su topología: que pueda usarse en la práctica clínica. 

RC & JCh.

miércoles, 11 de febrero de 2015

sábado, 7 de febrero de 2015

Italo Svevo. "Ensayos" (Páginas de espuma, 2015)




Svevo, seudónimo de Ettore Schmitz y autor de títulos tan importantes para la historia literaria del siglo XX como La conciencia de Zeno o Senilidad, fue, además de novelista y dramaturgo, un excepcional cronista de su época. Estos Ensayos de Svevo reúnen su producción, publicada en vida o mantenida inédita hasta después de su muerte, que incluye profundas reflexiones sobre artistas y escritores, las crónicas como enviado a Inglaterra en tiempo de guerra, todos los textos de crítica literaria e historia de la literatura, en especial todos los ensayos dedicados a James Joyce con quien tuvo estrecha amistad, la relación de Italia con el resto de Europa, o la reflexiones sobre la escritura y su propia obra. Un volumen que proporciona una imagen completa y global del creador que no se atiene, además, a formas ortodoxas y donde la conferencia se mezcla con el artículo de opinión o anotaciones personales que desarrolla con profundidad, moviéndose con facilidad entre el arte, la biografía y la política.

Italo Svevo (1861-1928), novelista italiano, pionero de la novela psicológica, y uno de los primeros escritores que utilizó las teorías psicoanalistas de Sigmund Freud. Italo Svevo es el seudónimo literario de Ettore Schmitz, nacido en el año 1861 en la ciudad de Trieste, que por entonces formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Su educación quedó interrumpida cuando su padre cayó en la bancarrota. Svevo tuvo que trabajar como empleado de banca durante un tiempo y, más tarde, en el negocio de pinturas de la familia de su esposa. Ello no le impidió, sin embargo, escribir, y sus dos primeras novelas, Una vida (1893) y Senilidad (1898), constituyeron un completo fracaso, tanto de crítica como de público. En 1907, el escritor irlandés James Joyce, que vivió en Trieste, le dio clases de inglés. Svevo se sintió entonces con valor suficiente como para empezar una nueva novela, La conciencia de Zeno (1923). Murió unos años más tarde, en 1928, dejando inéditas un buen número de narraciones breves y parte de una novela, Il vecchione.


viernes, 6 de febrero de 2015

Sebastián Basualdo. "La mirada de nosotros". Reseña de "Nunca pasa nada" de Gervasio Noailles (Bajo la luna). Fuente: Radar Libros

No vemos las cosas tal como son, decía Anaïs Nin, las vemos como somos nosotros. Y los dieciséis cuentos que integran Nunca pasa nada, de Gervasio Noailles, bien podrían pensarse a partir de esta idea, ya que hay un trabajo exhaustivo en la relación que los personajes mantienen con sus múltiples mundos posibles; relación que por otra parte daría toda la impresión de excluir el conflicto si no fuera porque se trata justamente de incorporar con naturalidad todo aquello que debiera resultar como mínimo inquietante. Dicho de otro modo: lo verdaderamente asombroso está por debajo de la historia principal; pero no ya supeditado al artificio recurrente de la teoría del iceberg, sino por debajo de la propia conciencia de estos personajes para quienes la realidad misma está muchas veces inclinada a favor de lo fantástico y otras enmarcada en un aparente realismo que se tensa hasta el absurdo sin problematizarlo porque así es el orden natural de las cosas, como ocurre en “La extensión de los objetos”, por ejemplo, donde un hijo tiene que recibir a su padre en su propia casa luego de lo que podría parecer en principio una discusión trivial de pareja. “Lo que generaba más malestar era que la presencia de mi padre en casa era sólo una muestra clarísima de la imposibilidad familiar de hacer algo con mi madre.” Lo que ocurre es que la madre ha comenzado a utilizar, de manera exagerada y hasta el paroxismo, su propia casa como guardamuebles, al punto de no quedar espacio para habitarla. Pero lo importante no es tanto la intromisión del delirio sino la vuelta de tuerca que Gervasio Noailles realiza en el modo en que los personajes reaccionan, atentando contra toda lógica, desarrollando ideas en el lugar exacto donde el sentido común abandona todo propósito. Muchos de estos cuentos breves, concisos y bien estructurados, escritos con una prosa limpia y calma como quien ha sido testigo de algo maravilloso y no le queda otro remedio que contarlo sin perder tiempo ni energía en tratar de justificarse, pertenecen en gran medida a esa larga tradición que se reconoce en, por ejemplo, Felisberto Hernández. El primer cuento de la serie, “Noche de expansión”, recae sobre la mirada de un taxista en un día común de trabajo hasta que de repente un viaje con siete enanos dispuestos a pasar una noche de juerga invierte el punto de vista para que el elemento fantástico quiebre la verisimilitud a favor de la sorpresa. “Soy Elena –dice la enana mirando hacia arriba–. Te pido disculpas. Estamos todos muy emocionados. Lo que pasa es que hace mucho que no podemos divertirnos. Fueron meses de abstinencia de cualquier placer. Hoy empezamos la etapa de expansión. Es por el tratamiento.”

Con una interesante capacidad para generar clima y un buen manejo del diálogo y la información que se desprenden de elementos mínimos, Gervasio Noailles narra una gran variedad de historias colmada de matices y donde lo ideológico muchas veces se impone con la brutalidad de un hecho decisivo, como ocurre en “Unos gramos de carne”, donde una mujer es tentada a donar por dinero el corazón de su marido agónico hasta que descubre que la donación sería para un militar y en unas pocas líneas el cuento se problematiza a sí mismo. “Dígame, ¿qué le gustaría hacer antes de morirse?, le pregunto y sé que esa respuesta va a decidir si merece el corazón de Julio.” “Antes de morirme me gustaría cagar a trompadas al que escribió esta historia. Es de mal gusto, ¿no?” Entre la ironía, el espanto y la brutalidad candorosa, surgen cuentos como “La hermandad”, donde un padre decide que su hijo ya está en edad de ingresar a una orden cuyo primer mandato es “ayuda a tu hermano a ser libre y su libertad te liberará”. Sólo que esta hermandad se sostiene por medio del crimen organizado y la posibilidad de quedar absolutamente impune. En “Perra suerte”, cuento del que va a desprenderse el título del libro, dos chicos de pueblo juegan en la ruta con un perro y sin darse cuenta generan un terrible accidente; las consecuencias debieran tener un asidero en la realidad pero en Nunca pasa nada las causas y los efectos tienen sus propias leyes. Un gran comienzo para Gervasio Noailles, que con su primer libro mereció un premio del Fondo Nacional de las Artes en 2012.

jueves, 5 de febrero de 2015

miércoles, 4 de febrero de 2015

NUEVA EDICIÓN. Marcelle Marini. "Lacan-Itinerario de Su Obra" (Nueva Visión)


¿Genio o gurú? ¿Freud francés? ¿Salvador Dalí del psicoanálisis? Estos y muchos otros calificativos se han aplicado a Lacan, quien es, sin duda, uno de los maestros del pensamiento más pasionalmente admirado y más violentamente criticado de nuestra época. Pero, ¿su obra se conoce verdaderamente? Los Escritos son, a menudo, juzgados como inaccesibles. Muchos textos son ignorados, y numerosos Seminarios no han sido publicados. Precisamente este ilustrativo y polémico libro de M. Marine procura atenuar dicho desconocimiento, atendiendo a facilitar el acceso a la obra en cuestión. Así, la primera parte del texto presenta la situación -hacia 1985/6- del psicoanálisis en Francia, definiendo el papel de Lacan en el conjunto de su historia desde 1926. Expone, a renglón seguido, sus principales conceptos. Finalmente comenta las cuestiones fundamentales de su doctrina y de la ética que estima se desprende de ella.

martes, 3 de febrero de 2015

Carmen Sánchez. "La invención del cuerpo". Arte y erotismo en el mundo clásico (Siruela, 2015)




En el mundo clásico, el pensamiento religioso, los hábitos sociales y la divergencia entre lo masculino y lo femenino dieron lugar a un peculiar arte erótico cuyo estudio ayuda a entender la compleja naturaleza de estas sociedades. Carmen Sánchez no plantea aquí un ensayo sobre la sexualidad en el mundo griego y romano, sino un recorrido por el imaginario visual del erotismo clásico, donde los textos se han tratado como ilustraciones con la intención de entender, explicar y, sobre todo, oír las imágenes.
Este libro explora el erotismo en el arte de la cultura clásica, desde la invención del desnudo público hasta la construcción de las populares escenas de cortejo homosexual masculino, desde la utilización del falo como amuleto hasta la exploración de la alteridad del erotismo sobrenatural y mágico.

lunes, 2 de febrero de 2015