lunes, 31 de diciembre de 2012
Archivo de gráficos de psicoanálisis
Haciendo clic aquí, podés desgargar 8 MEGAs de gráficos de psicoanálisis que podrás incluir en cualquier trabajo en el que te resulten necesarios.
Dejo este posteo como último del año y aprovecho para saludar a los lectores del Blog, deseándoles lo mejor para el año nuevo que se aproxima...
Felicidades!!!
domingo, 30 de diciembre de 2012
sábado, 29 de diciembre de 2012
Anna Lucía Lutterbach Holck. "La erótica y lo femenino" (Grama, 2012)
Este libro, publicado en este momento, seguramente se insertará en un debate actual en nuestra comunidad. Un debate que tiene como materialidad los últimos cursos de J.-A. Miller, los testimonios del pase de los últimos años y las múltiples conversaciones donde se circunscriben, aunque sin esclarecerla del todo, una zona opaca a la demostración. Una zona a la que J.-A. Miller se refiere en sus últimos cursos como outre-passe. A mi juico Ana Lúcia la explora a su manera, en sus testimonios aquí publicados, y en los textos con los que rodea esos testimonios.
Esa zona se releva también en los testimonios de otros AE, de modo singular para cada uno, como un trayecto que se inicia con el desinvestimiento libidinal que trae el atravesamiento del fantasma. Esa experiencia de deser y la pérdida de goce que el atravesamiento implica, demarcan una zona que se ha caracterizado de distintas maneras en los testimonios, como un "desierto" en uno, como una “temporada en el infierno” en otros, como “una tensa espera” en un tercero...
Luego del desanudamiento del sentido gozado del fantasma, viene el tránsito de un desierto identificatorio y de una libido un tanto desbrujulada, a veces muy desbrujulada.
Del Prólogo de Mauricio Tarrab
viernes, 28 de diciembre de 2012
Archivo completo del Blog
Durante algún tiempo el blog alojó archivos en diversos servidores, pero luego utilicé esta página para colgr algunas cosas que me resultaban valiosas. Haciendo clic aquí ustedes podrán acceder a la página y descargar los textos que deseen, uno por uno.
Seguimos de esta manera con la apertura de gran parte de mis archivos digitales...
Seguimos de esta manera con la apertura de gran parte de mis archivos digitales...
jueves, 27 de diciembre de 2012
Todo "El Psicoanalista Lector" publicado en Imago-Agenda (2007-2011)
Hoy, a modo de regalo de fin de año, los lectores tienen a su disposición en forma gratuita, todos los artículos que escribí y publiqué durante los cinco años que duró la experiencia.
Pueden descargar la carpeta comprimida haciendo clic aquí (tengan paciencia porque pesa bastante...)
Aprovecho la ocasión para desearles lo mejor para el Año Nuevo que se avecina.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Intervención de Lacan en una exposición de R. Loewenstein sobre "El origen del masoquismo y la teoría de las pulsiones" (trad. de Carlos Faig)
INTERVENCIÓN DE LACAN EN UNA EXPOSICIÓN DE R. LOEWENSTEIN: “EL ORIGEN DEL MASOQUISMO Y LA TEORÍA DE LAS PULSIONES”, REVUE FRANCAISE DE PSYCHANALYSE, 1938, TOMO X, N° 4, PP. 750-752
(tr. Carlos Faig)
Ponencia de Loewenstein
(…)
Discusión
(…)
Jacques Lacan:
Para comenzar, agradezco a Loewenstein su informe que tiene el merito de plantear claramente los problemas y particularmente el problema de la teoría de las pulsiones de muerte, que él resuelve a su manera, pero que resuelve.
La extrema complejidad de esta discusión sobre el masoquismo resulta de una suerte de diplopía que nos aprehende a todos cada vez que interviene ese trasfondo del instinto de muerte. Creo que es difícil eliminar de la doctrina analítica la intuición freudiana del instinto de muerte. Intuición (digo), dado que para la puesta a punto doctrinal hay mucho que hacer; nuestra discusión lo prueba; pero ciertamente me parece extraordinario, en lo que respecta a algunos, decir que, sobre el tema de los instintos de muerte, Freud hizo una construcción especulativa y se alejó de los hechos. Resulta más especulativo querer que todo lo que hallamos en nuestro dominio tenga un sentido biológico que, siguiendo esta experiencia concreta del hombre –y ningún otro mejor que Freud la tuvo en este siglo– hacer surgir una noción bastarda, sorprendente. Poco me importa que esto constituya un enigma biológico; es cierto que en el dominio biológico el hombre se distingue en tanto es un ser que se suicida, que tiene un superyó. No existe esbozo de esto en el reino animal, y bien entendido no es cuestión de separar al hombre de la escala animal; pero, no obstante, se puede subrayar que lo que se asemeja más a un superyó humano no aparece, en los animales, más que en la vecindad del hombre, cuando son domesticados. Para las otras sociedades animales, desde hace cierto tiempo surgió una crítica que pone en duda las similitudes, un poco proyectadas, que se habían establecido entre la así llamada analogía de las sociedades de hormigas y las sociedades humanas; de suerte que, sobre su superyó, no podemos decir gran cosa. El hombre es, asimismo, un animal que se sacrifica y a los analistas nos es imposible desconocerlo, sobre todo en tanto sobre ese punto singular aparecen equívocos. Esta especie de convergencia que hemos subrayado entre el acabamiento del principio de realidad, de objetalidad y el sacrificio, es algo que no es quizá tan simple como la teoría parece indicarlo. No es una maduración del ser, es algo mucho más misterioso. Hay una convergencia entre dos cosas absolutamente diferentes, entre el acabamiento de la realidad y algo que parece ser el último extremo de esa relación entre el hombre y la muerte, que por otro lado puede ser precisada fenomenológicamente hablando. El sentido de la vida del hombre está, en su vivido, intrincado con el sentido de la muerte, lo que específica al hombre por relación al instinto de muerte es que el hombre es el animal que sabe que morirá, que es un animal mortal.
Freud, precisamente –que aparenta una formación, un espíritu biologista–, y al contacto con la experiencia de los enfermos, pronunciaba esas palabras que debieron girarle la pluma: “El instinto de muerte es una cosa que debemos tener en cuenta, que me parece producir una especie de irrupción feliz en ese biologismo que obstaculiza en demasía”.
Aproximamos en todo instante una suerte de distinción, en esas estructuras que son esenciales, entre los órdenes y los dominios. Yo no he captado, hace un rato, lo que quería decir Loewenstein cuando concluía su informe, cuando insistía en que fuesen distinguidos los mecanismos y las tendencias. Si quería hablar de la tendencia –que tendríamos que lograr que todos los mecanismos no sean más que tendencias–, ¿por qué de preferencia dar todo a las tendencias o todo a los mecanismos? Si es simplemente a esto que quiso limitarse, completamente de acuerdo; cada uno sabe cuánto, en la doctrina analítica, las tendencias han sido siempre una noción que prevalece sobre los mecanismos, y en muchos casos esto nos deja en la incertidumbre (embarras). Pero si se trata, fenomenológicamente, de establecer el lazo cronológico entre los mecanismos y las tendencias; aquí ya no sé. Mecanismo es una palabra que me parece dejar una duda, puesto que, bajo ese término (Loewenstein) parecería citar otras cosas que mecanismos, principios; y he disfrutado la ironía de su demostración mediante la cual esos principios se encajan y se desencajan con la mayor facilidad.
Entonces, se trata de aportar un poco de claridad en esta discusión, y creo que puede hallarse en este sentido: investigación psicogénetica, en consecuencia evolutiva e histórica de las estructuras y las formas en sus relaciones con las tendencias.
(…)
martes, 25 de diciembre de 2012
lunes, 24 de diciembre de 2012
domingo, 23 de diciembre de 2012
El video del domingo. Peter Capusotto."El hippismo"
Dedicado a quienes nos siguen desde fuera de la Argentina y no conocen a Diego Capusotto.
Aquí una muestra genial de su humor irónico, para dar cuenta de una relación espinosa en mi país entre el hippismo y la policía...
Que lo disfruten!!
sábado, 22 de diciembre de 2012
Michael Löwy. "Walter Benjamin: aviso de incendio". Una lectura de la tesis "Sobre el concepto de historia" (FCE, 2012)
"Sobre el concepto de historia" es uno de los textos filosóficos y políticos más importantes del siglo XX y también uno de los más incomprendidos. Walter Benjamin escribió estas tesis a principios de 1940, poco antes de que decidiera suicidarse para no caer en manos de la Gestapo. Las tesis constituyen un "aviso de incendio", una alarma de los peligros de la ideología del progreso, una premonición de las catástrofes que se avecinaban.
Michael Löwy sitúa este documento enigmático en la totalidad de la obra benjaminiana y estudia las disímiles fuentes de su original filosofía de la historia: el romanticismo alemán, el mesianismo judío y el marxismo. El autor analiza frase por frase cada una de las tesis y las ilustra con ejemplos tanto de la historia antigua judía como de la historia europea y latinoamericana contemporáneas, evidenciando así la universalidad y la actualidad del pensamiento de Benjamin. Esta lectura superadora de las clásicas interpretaciones logra conciliar de modo coherente al teólogo y al marxista, las dos facetas del filósofo que siempre se han considerado contradictorias. ¿Cómo se relacionan la utopía del reino mesiánico y la de la revolución? ¿Cuál es el papel del pesimismo en las luchas emancipadoras?
Las tesis proponen un marxismo singular: el marxismo de la imprevisibilidad. La historia está abierta; el futuro no es el resultado inevitable ni de la evolución social ni del progreso económico, técnico o científico; el pasado puede reabrirse. Esta apertura tiene significado aun hoy, a más de setenta años de la muerte de Walter Benjamin.
viernes, 21 de diciembre de 2012
"Plataforma" de Michel Houellebecq, este domingo con Página 12
Este domingo, el diario Página 12 permite la compra opcional por tan solo $22 del libro "Plataforma" de Michel Houellebecq (un costo sumamente conveniente para un libro de 300 páginas, originalmente publicado por la Ed. Anagrama).
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RESEÑA de Daniela Buksdorf para Guioteca
La novela Plataforma nos narra la historia de Michel, un parisino de cuarenta años, descontento de su vida plana y rutinaria, que cambiará para no volver a ser el mismo.
Michel Houellebecq es un escritor francés nacido en 1958 que comienza a escribir a los veinte años. Una familia disgregada y fuertes cambios sociales durante su adolescencia y juventud marcan su estilo narrativo, en el que podemos ver una fuerte crítica social tanto a su país como al sistema capitalista.
Plataforma es su tercera novela, escrita en 2001 y fue ésta la obra que lo llevó a la cima siendo traducida a más de veinte idiomas. Está narrada en primera persona por Michel Renault, un hombre de cuarenta años que vive en Paris y trabaja como funcionario gubernamental. Aburrido de su vida plana y demasiado tranquila (y sola también) Michel se asume a sí mismo como un ser mediocre, pero no del todo desagradable.
Su vida comienza un giro cuando le avisan de la muerte de su padre, la cual ni siquiera le produce tristeza, pero gracias a ella Michel recibe la herencia de la casa y el auto de su padre, que se descubre fue asesinado, cosa que tampoco le afecta en sus emociones ni su vida.
Con parte del dinero de la herencia , Michel decide tomar unas vacaciones, y casi obsesionado por las guías y programas turísticos decide hacer un viaje a Tailandia, junto a un reducido grupo de franceses, a los que comienza a observar desde el avión y en cada actividad que hacen, sin tener problema alguno en calificarlos de borrachos, prostitutas, falsos ecologistas y muchas otras descalificaciones, que él en su calidad de “mediocre asumido” no tiene problema en detallar al lector. De manera irónica y divertida, Michel hace comparaciones entre las referencias de los textos de las guías turísticas y la realidad que le toca vivir tanto en hoteles, actividades turísticas como en la situación real que atraviesa Tailandia.
Michel parece ser una persona incapaz de sentir, hasta que conoce a Valerie, una joven francesa varios años menos que él, por la que en un comienzo siente simpatía para luego sentirse atraído hacia ella, tanto física, sexual y emocionalmente (dentro de sus capacidades). Es aquí donde empieza la aventura de Michel y Valerie, donde todo puede pasar.
jueves, 20 de diciembre de 2012
PABLO PEUSNER. Puntuaciones sobre la noción de inconsciente en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños (Clase en el Colegio Clínico del Río de la Plata)
Somos muchos los psicoanalistas que siguiendo una indicación de Lacan no hemos retrocedido ante los niños –algo que no es tan fácil de decidir leyendo solamente a Freud–. Sin embargo, hace falta un trabajo de revisión crítica de los conceptos fundamentales del psicoanálisis para que estos articulen de la mejor manera con las situaciones clínicas que se nos presentan en los encuentros con nuestros analizantes niños. Entonces, antes de comenzar a trabajar en la lógica de las intervenciones analíticas en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños, conviene hacer una crítica de las nociones fundamentales que luego utilizaremos. Les propongo la siguiente serie: inconsciente, sujeto, demanda y deseo.
Comencemos situando una noción de inconsciente que nos resulte operativa para lo que seguirá...
Podés descargar la clase completa, haciendo clic aquí
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Gerardo Arenas. "La flecha de Eros" (Grama, serie Tri. 2012)
Sobre el amor se ha escrito desde siempre. ¿Para qué agregar uno más a los innumerables libros dedicados al Dios negro? No para ocuparnos del flechazo con que nos sorprende y enamora, pues para eso está el poeta. Solo nos interesaremos por su certera flecha, esa que según los griegos tenía punta de oro, astil de tejo y tres plumas de paloma. Se hablará pues de la flecha de Eros, y especialmente de su función en esa forma del amor que tiene lugar en un análisis y que tanto enseña acerca de los secretos del amor en general. Además, dado que el amor hace que el amado se convierta para el amante en algo sin par e insustituible, así como el amante se siente único gracias al amor del amado, los enigmas de Eros se enlazarán con los de la singularidad.
martes, 18 de diciembre de 2012
Reseña de "El abrazo del ocio". Manual de juegos de palabras (Ed. Colihue), de Juan J. Panno y Carolina Fernández (por Emanuel Respighi, para Página 12)
De la misma manera en que se suele decir que muchos juegan al fútbol como viven, a otros les cabe el mismo razonamiento pero aplicado a la literatura. Tal es el caso de Juan José Panno, a quien nadie cuestionaría la expresión de que escribe como vive. Siempre dispuesto a jugar con simpleza e inteligencia en cualquier ámbito, incluso propiciando ese espacio en cualquier circunstancia, el periodista y escritor entiende lo lúdico no como un fin en sí mismo sino como el mecanismo ideal para alcanzar el conocimiento. Esa concepción de tomarse la vida como un juego se hace visible en El abrazo del ocio (Ed. Colihue), el libro que acaba de publicar, coescrito con Carolina Fernández. Divertida e inteligente, la nueva criatura literaria no es otra cosa que un manual de juegos de palabras, al que ningún lector podrá escapar a la encantadora manera en la que los invita al juego. “Cuando éramos jóvenes escribíamos libros para levantarnos minas; ahora los hacemos para abrazar amigos”, reflexionó –más en serio que en broma– Panno durante la presentación, en la que los autores estuvieron acompañados por Maicas, que ilustra con sus dibujos este particular libro.
Rodeada de innumerables amigos, curiosos y admiradores, la presentación de El abrazo del ocio tuvo el espíritu que signa a sus autores: mucho humor y cierta lógica participativa entre quienes exponían y el público. “La mecánica de la presentación va a ser la misma que la que tuvo la escritura del libro: un caos”, abrió el juego Panno. Y no estaba exagerando: el libro compuesto de todo tipo de juegos de palabras fue escrito a cuatro manos y en su mayor parte a través de mensajes de chat y Twitter entre los autores, que con divertidos intercambios lúdicos amenizaban sus “tiempos muertos”, viajes en tren y esperas odiosas. “El libro nació en Twitter”, confesó Panno. “Un chico de TEA me dijo que abriera una cuenta. Me metí de curioso y porque el tope de 140 caracteres posibilitaba practicar títulos. Y una vez empecé a tirar juegos y la gente se enganchó un montón. Especialmente una chica, que me devolvía las paredes con creatividad y buena onda. Esa chica resultó ser Caro, con quien primero escribimos una nota que publicó Página/12 y después surgió este manual de juegos”, detalló.
Lejos de los procedimientos tradicionales, El abrazo del ocio fue primero un juego entre Panno y Fernández y luego se convirtió en un libro. Eso sí: ni aun cuando tomaron la decisión de publicar esos intercambios en formato de libro, los ludópatas 2.0 resignaron el juego como motor creativo. “Al libro lo escribimos juntos, la mayor parte vía chat y en lugares insólitos”, reconoció Fernández, que se define como nieta de lingüista e hija del rigor. “En el tiempo en que duró la escritura viví situaciones desopilantes: me acuerdo de que una vez, viajando en tren, estábamos pergeñando textos sobre la homofonía de las frases. Al principio me reía de las devoluciones de Juan, luego pasé a la risa y, al rato, estaba descostillándome a carcajadas y llorando... Ahí comprobé la solidaridad del pueblo argentino: una señora se me acercó y me preguntó si me sentía bien, si necesitaba algo”, confesó la autora, riéndose aún hoy de la anécdota.
“¿Y yo qué culpa tuve?”, interrumpió el racconto Maicas, quien se subió al juego literario una vez terminada la obra. “No fue fácil ilustrar los textos, porque se trata de piezas muy divertidas y creativas de por sí. Y lo digo sinceramente: ¡miren que yo no voy en nada con las ventas del libro, ¿eh?”, bromeó el autor de Clara de noche, en la contratapa del suplemento NO de
Página/12. “Es un libro muy inteligente y diferente. Al punto de que al día siguiente a haberlo terminado de leer para comenzar a pensar los dibujos, me junté a almorzar con mis primos y de lo único que se hablaba en la reunión era de Tinelli. Ahí mismo me dije: ¡qué lástima que terminé de leer el libro!”, recuerda el humorista.
Jugar por jugar. Esa es la propuesta de El abrazo del ocio. A lo largo de sus más de sesenta capítulos, el libro invita a los lectores a divertirse pensando, valiéndose del insondable mundo de las palabras. Jugar con el diccionario, con cuentos, con sintaxis, resolviendo enigmas. Inventar palíndromos, homofonías o anagramas. Todo vale. En el recorrido que propone el manual, juguetón, los lectores de todas las edades se descubrirán ludópatas, individuales o colectivos. Libro útil y práctico, El abrazo del ocio posee tantas variantes de lectores como desopilantes juegos incluye. Niños y adultos inquietos, maestros y alumnos, abuelos y nietos, todos pueden hacer del ocio un lugar placentero y creativo. Un texto que pone a prueba el ingenio de todos los que aceptarán animarse a alguno de sus juegos. Con exigencia, claro, pero donde lo importante, lo divertido, bah, es el proceso más que el resultado.
Además de preguntas curiosas, tontas e insólitas (Un microclima, ¿es un bondi con aire acondicionado?; Un notario, ¿es un escribano medio pelotudo?), el libro también posee algunos homenajes más que merecidos, a la vez que tomados para la chacota. Por ejemplo, en “Las Calatrava” los autores parodian a “Los Orozco”, de León Gieco, sólo que aquí el desafío fue poner sólo palabras que contengan la letra “a”. También el recordado Roberto Fontanarrosa forma parte de la partida, al igual que Les Luthiers y los innumerables recursos semánticos que utiliza en la introducción del tema “Lazy Daisy”, del espectáculo Mastropiero que nunca. Y en el afán de jugar ni siquiera los clásicos de la literatura universal se salvan de Fernández y Panno, quienes pergeñaron desopilantes versiones de Caperucita Roja, en lunfardo (ver aparte), con la letra “c”, con la “m”, “a la manera de César Bruto”, poética, esdrujeleando, “vía Twitter”, adolescente y muchas más.
Nadie se salva de Panno y Fernández, que invitan a los lectores curiosos a la placentera manera de aprender jugando. Y lo bien que lo (nos) hacen.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Libros de Adrián Paenza: descarga directa y legal desde el sitio del Depto. de Matemática, Fac. de Exactas, UBA
Paenza cuenta, que cuando Diego Golombek, el editor de la colección a la que pertenece el libro llamada “Ciencia que ladra”, le propuso escribirlo, le tuvo que responder que cualquier dinero que pudiera pagarle no sería suficiente. Paenza vive muy cómodo en EE.UU. y no tenía ninguna necesidad de hacerlo. Pero aceptó de todas maneras. Aceptó escribirlo con la condición de que el libro estuviera libre en internet para ser descargado por todo el que quisiera hacerlo.
Y así fue. Se pueden descargar todos los libros que Paenza editó en la colección “Ciencia que ladra” de la página de la Facultad de ciencias exactas y naturales de la Universidad de Buenos Aires de forma libre y, sobre todo, legal.
Podés acceder a la página para descargar los libros, haciendo clic aquí
domingo, 16 de diciembre de 2012
El video del domingo. Los 86 goles de Lionel Messi durante el año 2012
Dedicado a mi amigo Jorgito Formica que hoy cumple años...
sábado, 15 de diciembre de 2012
Diego Luis Fernández. "Al cine con Foucault" (en Diario Perfil)
Se publican en castellano los textos que Michel Foucault escribió entre 1974 y 1982, en los que dejó plasmado su modo microfísico de pensar el cine.
Michel Foucault no pensó el cine, quizá nunca le interesó; es más, hasta le incomodó reflexionar sobre su materia. Es extraño que uno de los mayores filósofos del siglo XX no haya pensado sobre un arte de su siglo. Pocos filósofos más hijos de su tiempo y que más esfuerzos hicieron por alejarse de las categorías del siglo XIX que Foucault. ¿Por qué el desencuentro? Gilles Deleuze dedicó dos tomos descomunales a reflexionar sobre la imagen cinematográfica, Slavoj Zizek hizo del cine su juguete de reflexión pop para llegar a exponer su pulsión lacaniana y su hegelo-marxismo desmadrado contemporáneo, Jacques Rancière vio en el espectador emancipado un elemento clave de la realidad a ser pensado. ¿Por qué no Foucault?
Es motivo de interrogación en varios analistas de la obra foucaulteana esa ausencia: el filósofo francés escribió sobre pintura y literatura profusamente. No sobre cine. Pero no hay que ser tajante: los espacios vacíos y las redes de intersticios son clave en Foucault, que es el topo filosófico; se escabulle y deja todo a la vista desde la sombra y la oscuridad. Su obra no es más que el intento logrado de mostrarnos las costuras, las luchas específicas y los conflictos de origen que nos permiten dar cuenta de que la verdad es sólo un efecto del poder. Si la verdad no existe y sólo vemos sus resonancias, sus construcciones deliberadas, entonces, el cine es un receptáculo magnífico para situar allí lo que Foucault no dudó en intentar rehuir y, sin embargo, acabó cayendo en la sala de cine.
Foucault sí pensó el cine, a su modo: microfísico, en diagonal, sin suturas, conclusiones ni grandilocuencias. En el libro de los profesores Dork Zabunyan y Patrice Maniglier, titulado de modo lacónico Foucault va al cine (Nueva Visión), tenemos ese intento de evidenciar el proyecto: dos ensayos de los citados autores y luego una recopilación inédita y por vez primera traducida de sus Dits et Ecrits, donde aparece la idea foucaulteana sobre el cine. ¿Qué escribió Foucault? Sólo fueron diez textos breves, o brevísimos, entre 1974 y 1982. Dos de ellos fueron escritos de su puño y letra, ambos publicados en Le Monde: un artículo del 16 de octubre de 1975 titulado “Hacerse los locos”, y otro llamado “Las mañanas grises de la tolerancia” (23 de marzo, 1977). Pero lo que allí dice no es muy relevante, algo de Pasolini y poco más. El resto de los textos son entrevistas, y aquí está lo sustancial, a saber: una fundamental realizada por Cahiers du cinéma (con Pascal Bonitzer, Serge Daney y Serge Toubiana), otra con Helene Cixous, una con Gerard Dupont, otra con René Féret, con P. Kané, con G. Gauthier, con B. Sobel, y, al final, un pequeño diálogo (solicitado por el propio filósofo) con el director alemán Werner Schroeter (de 1982).
Los textos aparentemente menores e intrascendentes suelen ser los centrales para desgranar o aclarar ideas nodales de la filosofía foucaulteana, máxime si son entrevistas o intervenciones periodísticas, un territorio donde el filósofo siempre se sintió a gusto, interpelando al presente (algo que ocurre con otras cuestiones clave: el poder o la sexualidad, por caso). Ahora bien, el cine, para Foucault, en principio es un modo de pensar la historia “molecular”, quizá el medio ideal. La idea de la historia de Foucault, completamente antimarxista y antihegeliana, va de suyo con el cine como medio de presentación. Foucault no cree en la libertad como una idea de completa autodeterminación de los humanos, ni en la eficacia de las grandes estructuras institucionales (el Estado). Vale decir, la fibra libertaria de Foucault tiene en el cine a ese instrumento o dispositivo mentado.
¿Qué es el cine para Foucault? Dos cosas: por un lado, es un modo de desorganizar los cuerpos (algo que también aparece en sus obras capitales: Vigilar y castigar o Historia de la sexualidad) y, por otra parte, es el espacio para visualizar esos microprocedimientos que se ven en las historias pequeñas y anónimas. El cine marca ese cambio en nosotros y el mundo. Esa historia no heroica ni épica, esa microrresistencia molecular, corporal, individual y comunitaria, en gran medida hija de los movimientos libertarios (Mayo del ’68, las insurrecciones contraculturales de California), tiene un sitio preferencial para Foucault en el séptimo arte.
¿Qué directores de cine le interesan a Foucault? El filósofo habla de los siguientes: Schroeter, Pasolini, Syberberg, Liliana Cavani, Antonioni, Duras, Jodorowsky, Allio, Malle, Billy Wilder y su Some like it hot (traducida como Una Eva y dos Adanes, con Marilyn Monroe y Tony Curtis), algo de Alain Resnais, e incluso menciona a las snuff movies. A pesar de las pocas citas, es posible leer un corpus fílmico claro: para Foucault existe una “ascesis fílmica” en esos directores y esas películas que piensa, una exploración de lo corporal desde la cámara y la fragmentación de la representación del cuerpo humano. Un cuerpo no jerárquico ni disciplinario, tal como marca en Sade, sargento del sexo (1976), una de las mejores entrevistas.
André Bazin, el gran crítico y teórico cinematográfico francés, veía en el cine una ontología de la imagen que respetaba la continuidad con la realidad, de allí su interés en el neorrealismo italiano. Gilles Deleuze, por su parte, pretendió articular una lógica conceptual inédita a partir de la idea de tiempo de Henri Bergson, que dio en llamar imagen-movimiento e imagen-tiempo, es decir, dos regímenes del cine (clásico y moderno, divididos por la posguerra) que plantearon una taxonomía increíble para pensar la representación: imagen-percepción, imagen-pulsión, imagen-afección, imagen-acción, etc. La semiótica de Christian Metz, a su vez, encaró al cine como hecho narrativo o lingüístico específico. ¿Y Foucault? Veía en el cine una forma de ascesis fílmica, visual y sonora: un ejercicio físico y espiritual. Ni herramienta técnica ni abordaje estetizante. Las preguntas foucaulteanas sobre el cine eran como diagnósticos sobre el presente. Por ello es lógico que su pensamiento en este sentido venga de entrevistas o cuasicríticas: interrogar la actualidad.
Quizá lo único que le interesó a Foucault del cine fue que se trataba de un dispositivo que tenía la aptitud para mostrar los cuerpos extirpados de su significado ordinario. El convertir a la figura humana en gestos sin soporte o voces sin cuerpo. Un medio ideal para exhibir lo anómalo de lo corporal. Disolver lo orgánico y exaltar lo menor, lo molecular y lo micro. En uno de los textos recopilados, Foucault habla enfáticamente de Saló (1975), de Pier Paolo Pasolini (basada en los 120 días de Sodoma del Marqués de Sade). Al filósofo parece impactarle, paradójicamente, la ausencia de sadismo, siendo un medio tan sádico: “Creo que no hay nada más alegórico al cine que la obra de Sade. Entre las numerosas razones, primero ésta: la meticulosidad, el ritual, la forma de ceremonia rigurosa que adoptan todas las escenas de Sade excluyen todo lo que podría ser un juego suplementario de la cámara. La menor adición, la menor supresión, el más pequeño adorno son insoportables. No hay una fantasía abierta, sino una reglamentación cuidadosamente programada. No hay lugar para una imagen. Los blancos no deben ser llenados sino por los deseos y los cuerpos”. A Foucault también le interesa mucho el film La muerte de María Malibrán (1972), de Werner Schroeter, del cual señala lo siguiente en el mismo sentido: “Hacer de una cara, de un pómulo, de los labios, de una expresión de los ojos; hacer lo que hace Schroeter con esto no tiene nada que ver con el sadismo. Se trata de una multiplicación, un brote del cuerpo, una exaltación de alguna manera autónoma de sus menores partes. Hay aquí un cuerpo anarquizado donde las jerarquías, las localizaciones y las denominaciones están en vías de deshacerse”. El cuerpo sadiano es orgánico y reglamentado, el cuerpo en Pasolini o Schroeter no lo es. En un momento se pregunta a Foucault sobre las snuff movies (supuestos filmes donde se mata a alguien frente a cámara), que aparentemente vio en New York: “Eso ya no es cine. Forma parte de los circuitos eróticos privados, que están hechos solamente para encender el deseo”. Es útil tomar a Foucault como una máquina aceitada, una gran herramienta para pensar el cine pornográfico en toda su dimensión. Es más, quizá sea la única filosofía que permita esa relación plástica, si de cuerpos y poder se trata. El porno es, en efecto, un gran dispositivo de desorganización de los cuerpos femeninos y masculinos, de los roles, de los mandos, de los intercambios y del poder de unos sobre otros.
La reflexión en torno a la política y el cine es inevitable, no sólo a partir de Sade sino desde el nazismo, allí se sitúa la palabra del film Hitler, una película sobre Alemania (1977) dirigida por Hans Jürgen Syberberg: “El film de Syberberg es un bello monstruo. Digo ‘bello’ porque es lo que más me impactó, y es tal vez lo que usted quiere decir cuando habla del carácter perverso del film. No hablo de la estética del film, de la que no conozco; él logró hacer surgir cierta belleza de esta historia sin ocultar nada de lo que tenía de sórdido, de infame, de cotidianamente abyecto”. A Foucault siempre le interesó la erotización del poder, o el poderío libidinal a toda regla. Esa relación placer/poder encuentra en sus tomos finales de la Historia de la sexualidad (tanto El uso de los placeres como La inquietud de sí, 1984) momentos de gran vuelo reflexivo, que parecen anclar su mirada sobre el cine que le interesaba.
En la entrevista titulada Antirretro (1974) que dio a los Cahiers du cinéma, marca: “Ahora, la literatura barata no es ya suficiente. Hay medios mucho más eficaces, que son la televisión y el cine. Y creo que son una manera de recodificar la memoria popular, que existe pero que no tiene ningún medio para formularse. Entonces no se muestra a la gente lo que fue, sino lo que es necesario que recuerde que fue. La memoria es un gran factor de lucha, si se tiene la memoria de la gente, se tiene su dinamismo. Y también se tiene su experiencia, su saber sobre las luchas anteriores”. Lo atinado de esta reflexión puede pasmar. Por algo todo régimen político tiende a ejercer la propaganda fílmica o televisiva como herramienta esencial, algo visible desde las películas de montaña nacionalsocialistas de Leni Riefenstahl hasta la estética kitsch del realismo socialista soviético.
El pensamiento cinematográfico de Foucault, breve, estigmatizado e incómodo (incluso para él mismo) quizá resulte más propicio que ningún otro en estos tiempos de construcción de relatos y efectos de verdad oficiales, a fin de mostrar las costuras, desbaratar las memorias binarias y maniqueas, abrir puentes y fulminar dogmas. Rodrigo Tarruella, que traficaba un pensamiento deslumbrante en sus críticas de cine, decía, con su prosa de poeta beatnik vernáculo: “Cada filmografía de un director de cine contiene una creencia en algo. Las creencias difieren y chocan, o parecen chocar. Los disparates de interpretación y apropiación desde un código único (fuere psicoanalítico, marxista o cualquier otro) indican un deseo autoritario de ignorar cuál es el motor de creencias de cada artista. Ignorar o silenciar, uno de los términos en beneficio del otro es entrar en mentiras sectarias y decir boludeces (las de ‘derecha’ y las de ‘izquierda’ son simétricas). Los poetas-cinematográficas trabajan sobre la vida: contradicciones, paradojas. Hablar y escribir sobre cine es también trabajar conviviendo con paradojas y contradicciones”. En algún sentido, el acercamiento de Foucault al cine no hace más que marcar esa imposición e imposibilidad, la visibilidad de la contradicción, sin nunca imponer. Ir al cine con Foucault habría sido una experiencia magnífica.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Materiales on-line en la página del Foro Analítico del Río de la Plata
La página del Foro Analítico del Río de la Plata
cuenta con una sección que ofrece numerosos materiales de lectura
en descarga directa y gratuita. Podés visitarla haciendo clic aquí
jueves, 13 de diciembre de 2012
JACQUES LACAN. Notas en alemán preparatorias a la conferencia sobre La Cosa Freudiana (1955)
“Notas en alemán preparatorias a la conferencia sobre
La Cosa Freudiana”
traducidas del alemán por Geneviève Morel y
Franz Kaltenbeck.
Publicadas en “Ornicar?” nº 42, páginas 7-11.-
Traducción española de la versión francesa de Paola Gutkowski y Pablo
Peusner
El sentido de un retorno a Freud en el psicoanálisis.
Clínica Universitaria de neuropsiquiatría de Viena (Profesor Dr. Hoff).
Lunes 7 de noviembre de 1955.
Hilo conductor de la tesis que está en la base de
esta conferencia.
El retorno a Freud debe ser entendido en un doble
sentido:
Se trata por una parte de retomar la lectura de
Freud y de reelaborar todo eso que una interpretación (“Auslegung” significa aquí “interpretación” en el sentido de una
exégesis, comentario, exposición) de esa lectura hasta aquí muy míope, no
tomó, dejó de lado u olvidó.
Por otra parte hay necesidad de un retorno a la
práctica original del psicoanálisis, pero en un sentido tal que el retorno
significa al mismo tiempo una renovación a partir del fundamento. En efecto, lo
que sucedió a un primer estadio del psicoanálisis aplicado (“Psicoanálisis aplicado” designa aquí a la práctica del psicoanálisis),
que asocia a su propia profundidad una cierta ingenuidad, es un estadio
decadente, podríamos decir, en el que la técnica directamente es transformada[1] en su
contrario; es entonces a la primer técnica que nosotros hoy debemos hacer el
retorno como a una técnica tomada y experimentada particularmente en su esencia
y su fundamento.
I. La teoría.
Si, desde el punto de vista de una interpretación
del hombre en su ser-sujeto, nosotros hablamos de una revolución freudiana, ¿en
qué consiste su esencia?
a) El gran descubrimiento de Freud, ése que
nosotros debemos tomar, no como el primero cronológicamente, sino como primero
por su significación, es el inconsciente censurado. ¿Qué es lo censurado?
Aunque esto pueda resonar tan paradojal, lo censurado es alguna cosa que hace
retorno, es anamnesis. No cualquiera, ciertamente. Evidentemente no una
reminiscencia, es decir la ectopía del pasado en el presente. La reminiscencia,
por ejemplo el sentimiento sobrevenido de una atmósfera vivida, permanece
esencialmente en la ambigüedad: en un caso preciso podrá plantearse la
siguiente pregunta -¿se trata, cuando se recuerda, de una excitación colérica,
de un verdadero recuerdo, o simplemente de la repetición de lo que fue
formulado (del afecto)? Pero, de la reminiscencia, nosotros diferenciamos el
llamado a la memoria de un acontecimiento que es siempre histórico, que está
referido hacia atrás, es decir que es para el porvenir, ya sea un compromiso o
ya sea constitutivo. Esta suerte de anamnesis, nosotros la llamamos anamnesis
épica ( o bien ésa que pasa por la palabra) y distinguimos en ella estos tres momentos: de la dramatización, del
“significar” y del pasaje a la palabra.
De eso resulta lo simbólico, el distrito del
lenguaje, como el dominio principal del psicoanálisis. Este hecho, de
importancia decisiva, estuvo oculto hasta ahora en una teoría del psicoanálisis
que no recurre más que a un simbolismo natural (relación inmediata del símbolo
y de la imagen).
El campo asignado por Freud al psicoanálisis
también puede ser nombrado como ése de los síntomas, pero de los síntomas
tomado ahora en un sentido más amplio, no solamente como clínicos, sino como el
que contiene todos los fenómenos paradojales, incluso límites de lo normal:
ilusión, equivocación, lapsus, lo que desarme en el chiste. El síntoma en ese
sentido funciona como la palabra: está tomado en el campo del lenguaje.
b) ¿Qué significa “tomado en el campo del
lenguaje”? En este dominio, la interpretación que se hizo de Freud, sembró la
más grande confusión. Yo oí al Sr. Binswanger decir que la taquicardia
provocada por la irrupción de un avión sería el lenguaje de la angustia. ¿No
debemos, entonces, suponer que la iluminación de las nubes por la luz de los
reflectores de caza sea la respuesta del cielo? Nosotros nos debemos guardar de
designar todo como lenguaje bajo el pretexto que el lenguaje contiene en sí
todas las significaciones posibles.
El lenguaje es, como lo imaginario y lo real, un
rasgo fundamental del ser que aparece. Está hecho de tal modo que deja aparecer
todo lo que engendra de constitutivo, como desde siempre constituído. El
lenguaje no es en sí mismo real y reclama por consiguiente material, él se
graba en lo real como negativo; él es por su naturaleza huella. Pero esto no es
suficiente para constituirlo. El lenguaje como huella necesita el par opositivo[2], de la
misma forma que la línea continua necesita la línea cortada, lo
mismo que la sílaba “bu” necesita la sílaba “pu”. La oposición entre presencia
y ausencia, que designa la estructura del ser en su sustracción, debe ser
enteramente elevada en tanto que tal a la duplicidad del símbolo de esa esencia
hecha de nada...
Las significaciones introducidas por el lenguaje no
son de naturaleza real, ellas están en
la realidad (Realität), más
precisamente, ellas yacen en los intersticios de la realidad (Auf Wirkliches). La significación no
remite jamás hacia la realidad, sino siempre a la significación. Ninguna frase
puede, rigurosamente hablando, ser sacada de su contexto de discurso. Así, la
extensión de las relaciones contenidas en una unidad lingüística y la extensión
de las relaciones contenidas en la unidad de la palabra y del discurso, están
del mismo modo en la más estrecha dependencia mutua. En relación a la
estructura de significación de los síntomas, esto quiere decir: en la medida en
la que el síntoma debe ser, cada vez, tomado como particular, eso no lo hace
perder, sino sobre todo conservar su carácter universal, gracias a su
estructura de significación.
c) La función de la palabra.
La función de la palabra es la de fundar. La
palabra funda al sujeto. Pero ¿qué sujeto? El sujeto marcado por la alienación
de sí mismo. No sería nada menos que arbitrario no acordarnos aquí que este
concepto es hegeliano. Nosotros designamos en una fórmula al inconsciente como el discurso del Otro. ¿De qué Otro?, nos
preguntamos entonces. Por el discurso del Otro, nosotros no entendemos la
alienación imaginaria en el alter ego,
el reflejo narcisista que da sin embargo la Urbild
del yo (moi), dado que el yo (moi) se forma en primer lugar en esta alienación.
El yo (moi) nace en el alter ego,
pero de forma tal que sufre al mismo tiempo no poder ser totalmente él mismo,
es decir estar fragmentado (Cf. mi teoría del estadio del espejo). Este alter ego es al mismo tiempo el objeto
de la elección privilegiada por la agresividad del yo (moi) –frecuentemente
mencionada y frecuentemente combatida y este objeto es, lo repetimos,
imaginario. La misma cosa vale para el alter
ego como objeto del enamoramiento.
[1] reenversé. [El verbo da aquí la idea de
la transformación de alguna cosa en su envés].
[2] couplage [En las ediciones españolas de
“El Seminario”, esta palabra casi siempre fue traducida por “apareamiento
significante”. Traducimos por “par opositivo” considerando que dejamos bien
claro que Lacan hace referencia a la estructura mínima opositiva y diferencial
del significante]
miércoles, 12 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
Perla Sneh. "Palabras para decirlo". Lenguaje y exterminio (Paradiso, 2012)
Reseña de Guillermo Saccomano, para Radar/Libros, Página 12
“Corre un rumor: el horror nos tiene hartos”, escribe Perla Sneh en “Preludio crítico”, la introducción a su ensayo Palabras para decirlo. Lenguaje y exterminio. En efecto, otra vez la historia que se niega a terminar. “Auschwitz no tiene fin”, sostuvo Gunter Grass agradeciendo a Paul Celan la lección del sobreviviente, escribir desde los escombros, adoptar un lenguaje dañado, porque el lenguaje, después de la experiencia concentracionaria, ha sido herido de modo irreparable y ya no volverá a disponer de la serena elegancia de Thomas Mann y Franz Werfel.
“Tomar partido quiere decir no renunciar al ejercicio de la crítica”, escribe Sneh. En este sentido, su ensayo cuenta con un antecedente ineludible: LTI, Lingua Tertii Imperii, la lengua del Tercer Reich, el diario que el filólogo Victor Klemperer (judío casado con una aria) llevó a escondidas durante el período que va desde la inminencia del nazismo hasta su ascenso y caída. “El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente.”
Precisamente porque el rumor dice “el horror nos tiene hartos” se vuelve imperativo regresar a la cuestión del lenguaje, la relación entre las palabras y la realidad, escarbar y ver qué decimos cuando discutimos cómo nombrar el daño: ¿Shoá, Holocausto o Genocidio? Sneh estudia sus diferentes usos y significados –políticos, obviamente– y, dentro del contexto del nazismo, en qué medida el idish (el idioma coloquial, íntimo, el del secreto familiar, las sentencias y las maldiciones) se constituyó en resistencia dentro de los “lager”. La memoria de los campos se encuentra en restos de mensajes, crónicas, materiales remanentes que fueron escritos en papeles de cigarrillos, cajitas de fósforos, vales, recortes, y en su fragmentación, la summa se convierte en testimonio y en historia, narrando aquello que a algunos “tiene hartos”. Sneh no se conforma con el tono de corte académico, el pasaje que apunta a robustecer tal o cual hipótesis. También apela a anécdotas que datan el espanto, las que contribuyen a afirmar que no son sólo las palabras sino los hechos lo que le confiere a su investigación un tinte de indiscutible autenticidad. Sneh ejemplifica el horror con diarios personales de la época, testimonios inapelables que hielan al lector. Un ejemplo, uno solo, una entrada de junio de 1942 en el diario que llevó en el ghetto de Varsovia Janusz Korczak, seudónimo del educador y pedagogo Henryk Goldzmidt: “El cadáver de un niño yace en la calle. Cerca, juegan tres chicos. En determinado momento perciben el cadáver. Se corren más allá y siguen jugando”.
Psicoanalista, poeta, investigadora, Sneh (1952) no cesa de interrogar el lenguaje parada en una bibliografía numerosa, que refiere la voluntad de comprender. Si el análisis del lenguaje marcado por la última dictadura fija un sentido, es porque Sneh evita sionizar el exterminio. Considerando las diferencias, el estudio de los efectos del nazismo en el alemán, al enfocar Argentina, Sneh pregunta: “¿Por qué sinuosos caminos llegó Himmelstrasse, la “Avenida del cielo” de Treblinka, convertida en la “Avenida de la felicidad”, a nombrar el acceso a las salas de tortura argentinas?”. Los “sinuosos caminos” no son casuales: tensando el rizoma pueden leerse en un mismo sincro Celan refiriendo el tango en Auschwitz, Eichmann y Priebke residentes argentinos, y más acá todavía, los torturadores nacionales, herederos del catolicismo acérrimo y el antisemitismo de Tacuara, pasando grabaciones de Hitler a sus víctimas. Ya en el prólogo del ensayo, Horacio González advierte: “En este ensayo que así se interroga, inusualmente, a la lengua argentina, podemos ver también una historia cultural contemporánea de este país, obteniendo poderosos vestigios para encontrarnos con el rostro de la industria cultural, el estilo de la corrección política o de la candorosa evocación de cualquier fasto nacional”. La parte que Sneh dedica a los comportamientos del lenguaje y la lengua en nuestro país la titula con incisión: “No tengo historia-La lengua agusanada”. A diferencia del nazismo, donde se enfrentaban dos mundos lingüísticos, el alemán y el idish, en Argentina, perpetradores y víctimas pertenecen a un “mismo” mundo lingüístico. “Unos y otros crecieron en un clima de palabras donde ‘tarea’ era un deber escolar y ‘perejil’, un condimento barato. Es en esta lengua donde se acuñó la palabra ‘desaparecidos’. También es en esta lengua que la negación de la existencia del otro (el “no existís”), sigue siendo un modo privilegiado de la injuria y la alabanza. Y es en esta lengua en la que habremos de pesquisar las marcas –más o menos repudiadas, más o menos espectrales– que la aniquilación ha dejado en nuestra vida cotidiana.” Aunque con formas, matices y articulaciones históricas distintos de los del nazismo, la dictadura tampoco fue ingenua en su modo de exterminar.
“La agónica tarea de quemar los propios libros fue resultado de la violencia impuesta por un lenguaje que quiere obligar al lector a renunciar a su posición de tal; la violencia de una selección imposible. Si es difícil quemar libros –en tres ambientes o al aire libre– es porque el lector, en tanto tal, no puede hacerlo salvo si es sometido a grave violencia. ¿De qué orden es ese fuego?” Lo que va desde Echeverría a la confesión de Scilingo captada por Horacio Verbitsky desemboca en un post-facio, “Cicatrices en la lengua”, donde Sneh despliega un diccionario de palabras que operan como significantes dañados. “Asado”, “parrilla”, “boleta”, “cantar”, “chupar”, “pecera”, “quirófano”, son apenas algunos eufemismos de resonancia macabra. Cabe entonces preguntarse con Sneh acerca del cotidiano decir “no tengo historia”, y la respuesta sería una procedencia inequívoca, el borramiento.
La bibliografía de Sneh, vuelvo a subrayarlo, es profusa. Deliberadamente profusa: las citas interrumpen la fluidez de un tono que, superando la jerga academicista, goza a menudo de una soltura narrativa. Es que las citas tienen un objetivo: obligan a detenerse y meditar en su sentido, inducen a que uno revise su biblioteca y la memoria de la misma, que repase lo que alguna vez ya leyó y, entonces, en esta vuelta, se resignifique una búsqueda sin fin, porque Auschwitz, como piensa Grass, no lo tiene.
Tiene razón González al señalar que el ensayo se ubica entre el libro de historia y el estudio filológico. Lo que justifica las citas. Que cumplen también una función inquietante: “procurarnos algún nuevo decir”, según Sneh. En uno de sus ensayos dantescos, Borges –también autor de “Deustches Requiem”, citado por Sneh– recomienda al lector de La Divina Comedia leerla en italiano y en voz alta en la compañía de un diccionario. Hay que animarse a leer el Inferno en voz alta. A modo de ejercicio crítico, como una sutileza borgeana, Sneh invita al lector a leer las citas del infierno en voz alta: “Puede que le haga bien pronunciarlas”, dice.
lunes, 10 de diciembre de 2012
Paula Biglieri y Gloria Perelló. "Los usos del psicoanálisis en la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau" (Grama, 2012)
"El gran mérito del texto de Paula Biglieri y Gloria Perelló es mostrar de un modo ordenado y riguroso, y con gran claridad, que sin el 'tiempo de comprender' lacaniano, las tesis de Laclau no pueden ser captadas en su verdadera originalidad".
Jorge Alemán
ÍNDICE
Prólogo, Jorge Alemán
Introducción
La ruptura posmarxista. El concepto de sobredeterminación, Althusser
La ruptura posmarxista. El concepto de sobredeterminación, Laclau y Moufee
Identidad, punto de capitón o significante vacío
La imposibilidad de la sociedad: hegemonía y sutura
El antagonismo, lo real
La dislocación, lo real
La razón populista y Psicología de las masas
El enigma de las masas
Deconstruir e inventar con Freud. El ingreso del afecto al estudio de la política
La heterogeneidad, lo real
La demanda
Consideraciones finales
Bibliografía
domingo, 9 de diciembre de 2012
sábado, 8 de diciembre de 2012
Gabriel Insausti. "Cámara oscura" (Pre-Textos, 2012)
Dicen que fue Kepler quien la creó: una estancia sellada, con un único y diminuto orificio en una de las paredes. A través de ese orificio pasaba la luz exterior, proyectando una imagen sobre la pared contraria. Una imagen borrosa tal vez, pero útil: cada vez menor y más manejable, la cámara llegó a ser una herramienta frecuente de los naturalistas minuciosos, un útil imprescindible para los pintores de tiempos de Vermeer y, con el añadido posterior de una lente, el antepasado más reconocible de la fotografía.
A veces uno necesita una cámara oscura. Un modo tardío de mirar, donde se aleje un poco el bullir de las cosas y uno pueda aislarlas, perfilarlas mejor. O un cuarto oscuro, como el de los viejos fotógrafos, donde entre una emulsión de plata iban apareciendo aquellas escenas arrebatadas al día, como un pequeño prodigio. Todo lo que en la realidad huye a cada momento, detenido ahí, definitivo, claro. Eso, más o menos, es lo que se ha querido hacer en las páginas de este diario: atisbar una luz, una forma, pero antes de que cuaje del todo y sea carne de la historia. A falta de bosque, ir examinando los árboles.
viernes, 7 de diciembre de 2012
Giorgio Agamben. "Opus Dei. Arqueología del oficio" (Adriana Hidalgo ed., 2012)
Opus Dei es el término técnico para designar la liturgia. El vocablo “liturgia” (del griego leitourgía, “servicio público”), sin embargo, es relativamente moderno: antes de que su uso se extendiera progresivamente hacia el final del siglo XIX, encontramos en su lugar el término latino officium. Como muestra la difusión del término “oficio” en los más diversos sectores de la vida social, el paradigma que el opus Dei ofreció a la acción humana se reveló como un polo de atracción duradero y constante para la cultura secular de Occidente. Independientemente de la cualidad del sujeto que lo celebra, el “oficio” ejerció sobre la cultura moderna una influencia tan profunda –es decir subterránea– que ni siquiera nos damos cuenta de que no sólo la conceptualidad de la ética kantiana y la de la teoría pura del derecho de Kelsen dependen por completo del “oficio”, sino que incluso el militante político y el funcionario de un ministerio se inspiran en el mismo paradigma. En este sentido, el concepto de “oficio” significó una transformación decisiva de las categorías de la ontología y de la praxis, cuya importancia aún debemos medir. A pesar de la renovada atención por la liturgia en el siglo XX, de la que dan un testimonio elocuente, por un lado, el llamado “movimiento litúrgico” en la Iglesia católica y por otro, las imponentes liturgias políticas de los regímenes totalitarios, varios signos permiten pensar que el paradigma que el “oficio” ofreció a la acción humana está perdiendo su atractivo poder, precisamente, en el punto en que alcanzaba su máxima expansión. Tanto más necesario es intentar establecer sus características y definir sus estrategias
jueves, 6 de diciembre de 2012
Robert Levine. "Una geografía del tiempo" o cómo cada cultura percibe el tiempo de manera un poquito diferente (Siglo XXI-Ciencia que ladra-Serie mayor, 2012)
¿Qué es el tiempo? ¿Cómo se mide y se percibe? ¿Es el mismo para los habitantes de distintas ciudades? Como ocurre con otras creencias culturales, el tiempo que vivimos nos resulta tan natural como el aire que respiramos. Pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre cuánto demoran en darnos el vuelto en el banco, si los relojes de las oficinas públicas tienden a estar en hora o a qué ritmo caminamos por la calle. Acaso esto se deba a que todos adquirimos desde niños los conceptos básicos de nuestra propia sociedad sobre las nociones de temprano y tarde; la espera y el apuro; la rapidez y la lentitud; el pasado, el presente y el porvenir.
En este libro, Robert Levine nos zambulle en esa dimensión de la experiencia diaria que habitualmente damos por sentada: nuestra percepción del tiempo. El autor, que ha dedicado su carrera a estudiar el tema, nos invita a un encantador paseo por el tiempo a través de las épocas y alrededor del mundo. Con él viajamos a Brasil, donde llegar tres horas tarde es algo perfectamente aceptable, y al Japón, donde encuentra un sentido del largo plazo inaudito en Occidente. Conocemos algunas ciudades de los Estados Unidos en las que el ritmo de vida es tan veloz que casi no hay margen para gestos de solidaridad con desconocidos en la vía pública. Recorremos la antigua Grecia para examinar los primeros instrumentos de medición y los relojes de sol, para luego desplazarnos a través de los siglos hasta el inicio del “tiempo reloj”, creado durante la revolución industrial.
Una geografía del tiempo muestra que el modo en que la gente interpreta el tiempo de su vida abarca un mundo de diversidad: de cultura a cultura, de ciudad a ciudad y de vecino a vecino. Dado que el tiempo es una construcción humana que define y demarca culturas, y que incide en lo que entendemos por bienestar y calidad de vida, deberíamos aprender a funcionar en medio de una sociedad multitemporal, donde cada individuo sea el portador de su propia geografía del tiempo.
martes, 4 de diciembre de 2012
Marco Focchi. "Síntomas sin inconsciente de una época sin deseo" (Tres Haches, 2012)
"El título con el que nuestro colega Marco Focchi nos invita a leer este libro es ya un preciso diagnóstico del sujeto de nuestro tiempo: un sujeto que reduce su síntoma a un trastorno –genético, neuronal pero también social o conductual–, sin referencia al saber inconsciente, es también un sujeto que se extravía, que se esfuma con su deseo. La fórmula, tan bien construida, incluye una paradoja que el autor abordará de hecho bajo diversas formas en estas páginas: si el deseo es por definición inconsciente, entonces no hay modo alguno de detectar las dos ausencias –la del deseo y la del inconsciente mismo– de manera directa o empírica en los síntomas de la época en cuestión."
Miquel Bassols i Puig
Marco Focchi
lunes, 3 de diciembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
domingo, 25 de noviembre de 2012
sábado, 24 de noviembre de 2012
ADRIAN PAENZA. "Rotaciones en un restaurant chino" (Página 12, 21/11/2012)
El problema está propuesto como un ejercicio en el libro The Art and Craft of Problem Solving, de Paul Zeitz. Cuando me propuse escribir el siguiente problema, pensé que lo describiría como un “problema precioso”. ¿Quién podría discutirlo? En todo caso, la definición de belleza carece de sentido, ya que lo que es bello para mí puede no serlo para usted y/o viceversa.
Sin embargo, hay algunos patrones que parecen repetirse en la mayoría de las personas, y por eso existen obras de arte como La Gioconda o la Quinta Sinfonía de Beethoven que resisten el paso del tiempo. También hay amaneceres o puestas de sol que nos entregan una sensación de armonía y paz difíciles de replicar... Pero también el gol de Maradona a los ingleses, o el doble de Ginóbili en el segundo final a Serbia en los Juegos Olímpicos de Atenas, o algún poema de Neruda.
No crea que el problema que voy a escribir ahora se equipara a nada de lo que antecede, pero es precioso por virtudes propias, porque muestra el “poder” de la matemática para resolver un tema menor, irrelevante y muy posiblemente sin ninguna utilidad práctica. Pero debo confesar que me gustó desde el primer momento que lo vi y por eso quiero compartirlo.
Después de tanto prolegómeno, acá va.
En algunos restaurantes chinos es muy común que un grupo de personas se siente a cenar alrededor de una mesa redonda. En el centro de esa mesa hay una suerte de plataforma circular (ver foto) en donde es común apoyar los platos y, al hacerlo girar, permite compartir la comida entre todos.
Suponga entonces que hay nueve personas sentadas a la mesa. El mozo que los atiende toma los pedidos de cada una de ellas y curiosamente descubre que todos pidieron un plato diferente.
Pasado un rato, el mismo mozo se dispone a distribuir lo que cada uno seleccionó, apoyándolo en la parte central de la mesa, en donde se encuentra la plataforma circular giratoria. Como no recuerda qué es lo que pidió cada uno, los apoya en forma aleatoria y aspira a que cada comensal haga girar la plataforma hasta hacer coincidir delante de él/ella el plato que había ordenado.
El problema consiste en lo siguiente: la/lo invito a que demuestre que, no importa cuál haya sido la distribución original de los platos en la plataforma, si a ninguno le tocó lo que había pedido tiene que haber una manera de hacerla girar de forma tal que al menos a dos personas le toque su preferencia.
Resumiendo: si uno tiene sentadas en una mesa redonda a nueve personas, y cada una pide un plato distinto, y en el medio de la mesa hay un círculo que puede rotar, y justo cuando el mozo trae los platos a ninguno le tocó el plato que pidió, convénzase de que cualquiera sea la configuración inicial, siempre tiene que haber una posible rotación que deja al menos a dos de los comensales con los platos que habían pedido.
Ahora le toca a usted. Yo la/lo espero más adelante.
Solución
Quiero empezar con una pregunta que quizá le permite avanzar a usted sola/solo en la solución del problema: ¿de cuántas formas se puede hacer rotar la plataforma? Es decir, como hay nueve personas sentadas alrededor de la mesa, si uno hace rotar el círculo del medio, ¿cuántas maneras distintas hay de hacer coincidir los platos con las personas?
Si usted lo piensa un instante, descubrirá que hay exactamente nueve posiciones distintas. Luego de nueve pasos, uno vuelve a la posición inicial.
De lo que se trata entonces es de comprobar que si en un principio a nadie le tocó el plato que pidió, alguna de esas nueve rotaciones tiene que hacer coincidir a dos personas con lo pedido.
¿Por qué habría de suceder esto? Hagamos de cuenta que las personas están numeradas (del 1 al 9) y que los platos que pidió cada uno también (del 1 al 9).
Es decir, ningún número de asiento coincide con el número de plato que tiene delante. Ahora bien: la persona número 1 seguro que puede hacer girar la plataforma de manera tal que en algún momento, de las nueve posiciones posibles, tiene que haber alguna que deje el plato número 1 delante de él. Y lo mismo sucede con la persona número 2: habrá alguna rotación que dejará el plato número 2 enfrente de él/ella. Y así siguiendo: cada una de las nueve personas sentadas a la mesa puede hacer girar la plataforma de manera tal de hacer coincidir “su” número con el del plato que tiene delante.
Pero si usted piensa un instante descubrirá que como hay nueve personas, y hay nueve posibles rotaciones, como ya sabemos que la posición inicial no deja a nadie con el plato que eligió, tiene que haber alguna que deje al menos “dos” de los números de asiento coincidiendo con el número de plato. Como en total hay nueve rotaciones, y la original no hace coincidir a nadie, alguna de las ocho restantes tiene que hacer coincidir a dos de los comensales. ¡Y eso resuelve el problema!
Es decir: simplemente contando el número de personas, el número de rotaciones posibles, el número de platos y el hecho de que la posición inicial deje a todos sin el plato que eligió, eso obliga a que al menos una de las ocho posiciones restantes deja a dos personas con el plato elegido.
Generalización
El número nueve no juega ningún rol particular en el problema anterior, es irrelevante. Por lo tanto, si uno tuviera n personas (en lugar de nueve), y si estas n personas le hubieran encargado al mozo n platos diferentes, entonces, con el mismo argumento que elaboramos más arriba, se puede deducir que tiene que haber al menos una forma de rotar la plataforma de manera tal que deje a dos de los comensales con los platos que eligieron. Ah, y por las dudas: esto es hacer matemática también.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Jean-Michel Vive. "La Voix sur le divan: musique sacrée, opéra, techno" (Aubier, 2012)
Tout ce que vous
avez toujours voulu savoir sur la voix sans jamais oser le demander à votre
psychanalyste… Rarement la psychanalyse a abordé la question de la voix.
Lorsqu’elle l’a fait, c’est surtout à partir du texte (livret d’opéra, poème de
Lieder, etc.), réduisant les enjeux musicaux à celui du sens charrié par les
mots. Une telle approche nie la spécifi cité de la musique et du chant qui se
situent entre sens et jouissance.
Jean-Michel Vives
étudie la matérialité du son, la spécificité technique de l’art vocal à travers
l’histoire et l’analyse de trois pratiques artistiques : la musique religieuse
et les castrats, l’opéra, la techno. Il s’intéresse moins au « sens » de la
voix qu’au repérage de la place qu’occupe cet « obscur objet du désir » au sein
de la dynamique psychique d’un sujet, d’un groupe, d’une société. Car la voix
recèle une double vocation : elle est pacifiante mais peut aussi déchaîner les
passions.
À travers des
questions essentielles ou faussement futiles, il tente d’en dévoiler l’énigme :
Pourquoi les adolescents préfèrent-ils écouter de la musique techno plutôt que
leurs parents ? Pourquoi les castrats, qui avaient pour fonction de véhiculer
la parole divine à l’Église, ont-ils été perçus comme obscènes à l’opéra ?
Pourquoi la voix de Dieu est-elle inaudible ? Pourquoi déteste-t-on une
chanteuse qui rate son aigu alors qu’on compatit au faux pas du danseur ?
Pourquoi l’opéra est-il aujourd’hui devenu un genre de recréation ? Pourquoi
l’amoureux de la musique est-il un mélomane et non un mélophile ? Qu’est-ce qui
caractérise la voix des sirènes ? Pourquoi la plainte est-elle féminine ? Comment
le sujet conquiert-il sa voix ?
jueves, 22 de noviembre de 2012
CONJETURAL 57.
Conjetural, la revista consagrada dentro del campo psicoanalítico, dedica su número 57 a las siguientes temáticas: “El mecanismo de la melancolía”, “Políticas del mal” y “El inconsciente, enfermedad mental”.
Cada temática está abordada por diferentes artículos: “El inconsciente, enfermedad mental”, de Jorge Jinkis da la apertura a la revista.
En “El mecanismo de la melancolía”, hay artículos de Luis Gusmán, “Abraham, al revés de Freud…”; de Víctor Tausk, “Contribuciones para una exposición psicoanalítica de la melancolía” y de Jorge Lobov, “Melancolía y metáfora del amor”.
Mientras que en “Políticas del mal”, escriben: Juan B. Ritvo, “Condiciones del mal radical” y Eduardo Grüner, “El mal no es todo (literalmente)”.
Este número se completa, además, con escritos de Salvador Gargiulo, “El árbol de la melancolía” y Fernando Fagnani, “Una época entre dos luces”.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
ANTICIPO. Michel Foucault. "Lecciones sobre la voluntad de saber", Curso en el Collège de France (1970-1971) seguido de El saber de Edipo (FCE, diciembre de 2012)
Las Lecciones sobre la voluntad de saber constituyen la transcripción del primer año de los cursos dictados por Michel Foucault en el Collège de France. Su publicación representa un punto de inflexión en la recepción de Foucault: ya no podrá leérselo como antes.
En este curso analiza de qué modo se inserta en el discurso penal de la Francia del siglo XIX un discurso de pretensión científica –la medicina, la psiquiatría, la psicopatología, la sociología–. Así, se inicia una investigación que durará años acerca del papel de las formas jurídicas en la constitución del decir veraz, y se descubre la profunda unidad del proyecto de Foucault, que siempre tuvo un solo objeto: la verdad.
La verdad nace en conflictos, la competencia de las pretensiones que encuentran en los rituales del fallo judicial la posibilidad de determinar quién tiene razón y quién está equivocado. En el seno mismo de la antigua Grecia se suceden y se enfrentan diferentes formas jurídicas, distintas maneras de separar lo verdadero de lo falso, en las que no tardarán en inscribirse las disputas de los sofistas y los filósofos. En Edipo rey, Sófocles pone en escena el poderío propio de las formas del decir veraz, que instituyen el poder tanto como lo destituyen. Contrariamente a Freud, que hará de Edipo el drama de un inconfesable deseo sexual, Foucault muestra que la tragedia articula las relaciones de la verdad, el poder y el derecho. La historia de la verdad es la historia de la tragedia.
Michel Foucault profundiza aquí la visión trágica de la verdad inaugurada por Nietzsche y, en un diálogo subterráneo con Deleuze, la arranca a la lectura heideggeriana. ¿Quién se atreverá a hablar, después de este curso, de un Foucault escéptico?
martes, 20 de noviembre de 2012
PSICOANALISIS Y EL HOSPITAL, Nº 42. "Finales de tratamiento" (verano 2012)
Sumario
Editorial : Finales
de tratamiento
Finales institucionales
De un comienzo y de un final: el trabajo de Matias
Analia Cacciari - Alejandro Parma
La dimension de la contingencia y el momento de concluir
Monica Gurevicz - Vanina Muraro
Aislar la terapeutica
Adriana Fanjul
Finale: presto, stringendo alla stretta
Roberto P. Neuburger
Final en instituciones?
Maria Cecilia Anton
Comienzos de historias… finales posibles
Graciela Adamini - Olga Castelao - Patricia Elizalde - Cynthia Frenkel -
Juana Gutman
Maria Celia Hisi - Maria Andrea Leon - Maria Angelica Leva - Virginia Zunino
Una experiencia clinica con la psicosis y los tiempos institucionales
Yanina Lopez
La invencion de una solucion sinthomatica en un caso de psicosis
Victoria Paz
Finales de analisis
Pase: elogio al sinthoma
Sergio de Campos
Suenos y fin de analisis
Laura D’Agostino
Del sintoma al sinthome
Daniel Paola
Algunas consideraciones acerca del fin de analisis
Norma Manavella
Lo que comienza desde el inicio: el fin de analisis
Gabriela Insua
El ajedrez freudiano. Un testimonio de la clinica de Freud en 1933
Paula Pioletti
Laura B. Iglesias
El recurso al humor en la interrupcion del analisis de la infancia
Silvina Gamsie
Responder alli: la erosion del sentido
Santiago Deus
Interminable
Mario Pujo
Notas sobre fin de analisis
Julio Moscon
Los abrazos del sinthome
Antonio Pugliese
Acerca de los “momentos fecundos” en la direccion de la cura
Horacio G. Martinez
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