miércoles, 11 de junio de 2014

Jacques Nassif. "El libro de las muñecas parlantes" (xoroi ediciones, 2014)



La irrupción de la ciencia en la intimidad de nuestras vidas se manifiesta bajo la forma, entre otras, de prodigiosos artefactos que parecen hablarnos. Ya no tienen que disfrazarse de muñecas para volverse creíbles y convincentes y cumplir con su misión de edulcorar nuestra soledad, reemplazar nuestra memoria y saturar nuestra imaginación. Estos engendros son ubicuos como el Dios uno y único que antaño nos veía y vigilaba nuestras almas. Se presentan como sustitutos de Su omnipresencia y nos sobornan, brindándonos la posibilidad de animar y escuchar las voces de objetos hechos a nuestra imagen y semejanza.
La obra de Jacques Nassif aquí publicada retrata la genealogía de estas nuevas criaturas de Prometeo, contándonos las ficciones que (desde Frankenstein hasta la Eva futura), generadas las unas por la otras, adelantan este proceso en marcha de muñequización de la vida. Por eso aparecen los nombres de los narradores que dieron vida con sus relatos a estas nuevas muñecas: de Bioy Casares a Felisberto Hernández, de Mary Shelley a Villiers de l’Isle-Adam, para llegar hasta Pirandello y Kafka. Todos ellos confirman lo ya sabido: que la verdad tiene estructura de ficción.
Por sus bases pretendidamente científicas, los relatos acaban por dar cuerpo a conceptos. Adelantándose a nuestra modernidad, fueron los románticos alemanes los precursores de este nuevo mundo, al forjar el racimo de creaciones de la suplencia que son el Gólem, el Fantasma y la Mandrágora. ¿Puede el psicoanálisis dejar de hacer oír su palabra, ahora que se generaliza la reducción de la relación sexual a una mera relación textual? ¿Hasta dónde es posible aguantar esta nueva forma de adicción a muñecas tecnológicas que aparentan hablar, pero carecen de una voz propia?